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A 40 años de la muerte de Agustín Tosco
El Hincha del Pueblo
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Agustín Tosco repartió sus simpatías deportivas entre el fútbol, el básquetbol y el ajedrez. De pequeño mostró su rebeldía al adoptar como propios los colores del equipo que le había ganado al campeón: Huracán de Parque Patricios. Talleres de Córdoba, Alas Argentinas y Unión Eléctrica fueron otras de sus debilidades.
Publicada el en Crónicas

Las pelotas de trapo que fabricaba con las medias que le sacaba a su madre Dominga y lós “picados” con amigos en las cercanías de la estación de ferrocarril son las primeras referencias deportivas en la vida de Agustín José Tosco. Allá lejos y hace tiempo: en la sureña Coronel Moldes, a fines de la década del ’30.

Por entonces, Argentina transitaba por la primera de las décadas infames que registra su historia (aunque la única que figura como tal en los libros, ya que a la otra se la designa con el sustituto eufemístico “menemismo”) y el mundo se encaminaba de la depresión de Wall Street a la Segunda Guerra Mundial. Tiempos de incipiente profesionalismo en un fútbol argentino que por entonces dominaba Independiente de Avellaneda, con Arsenio Erico, Vicente De la Mata y Antonio Sastre como protagonistas de las hazañas que los niños y jóvenes de todo el país querían emular en los potreros. Época de rebeldías que ya asomaban a partir de una de las primeras pequeñas grandes decisiones que se toman en la vida, que es poner en sintonía los sentimientos con los colores de una divisa: “A los 9 años decidí hacerme hincha de fútbol y en vez de optar por el campeón de la temporada, Independiente, me hice hincha del único equipo que logró derrotarlo: Huracán”, supo contar el propio Tosco.

El riguroso repaso del campeonato de la AFA de 1939 descubre otros cuatro traspiés en la campaña del campeón, en el clásico ante Racing Club, frente a Chacarita Juniors, y ante los rosarinos Newell’s Old Boys y Rosario Central, que hacían su primera experiencia en una estructura organizacional unitaria, plagada de cuadros bonaerenses. Pero el mérito del conjunto porteño excedía la anécdota de haber sido uno de los pocos que tuvo el privilegio de vencer al mejor: fue el único que lo hizo dos veces, con una recordada formación que alcanzó el subcampeonato compartido con River y en la que se destacaba el delantero Herminio Masantonio -“el Mortero del Globito”, según la letra del tango que inmortalizó sus hazañas-, un auténtico prócer de la cultura “quemera”, que hasta tiene calle propia en Parque Patricios.

Néstor Vicente, histórico dirigente político de la izquierda, miembro del Foro Social del Deporte y presidente de Huracán entre 2003 y 2006, es quien viene pregonando desde hace tiempo un homenaje para Tosco, una de las celebridades del Globo. Su intención era llevarlo a cabo el próximo fin de semana, con motivo del partido ante Belgrano que le pondrá el cierre al campeonato de Primera División pero un viaje de urgencia, por un asunto familiar impostergable, dejó la cita para mejor ocasión.

Ferviente admirador de las luchas sindicales que pusieron en jaque al gobierno de facto de Juan Carlos Onganía, a fines de la década del ’60, Vicente no ha ocultado su intención de organizar algún duelo entre el Globo y los cordobeses con el único objetivo de poner en juego una “Copa Agustín Tosco”. "En Huracán estamos unidos por un sentimiento deportivo, de patria chica, sin hacer juicio sobre el pensamiento político o religioso de los Quemeros y rescatamos a quienes,siendo personas de bien, comparten o compartieron esa inexplicable pasión", escribió el propio Vicente en el sitio web de la institucón de Parque Patricios.

Azul y Blanca

La llegada de Tosco a Córdoba para estudiar Electricidad en la Escuela Presidente Roca, en 1943, prácticamente coincidió con la cuarta vuelta olímpica de Talleres, uno de los clubes más convocantes del fútbol de la Docta. Por entonces, “el Gringo” comenzaba a validar su fama de “fuerte pateador” (según la descripción de sus amigos) en el mediocampo del equipo escolar, y no pasaría demasiado tiempo para que sus simpatías deportivas se encaminaran hacia la entidad albiazul, aunque repartidas por una cuestión de vecindad con Alas Argentinas, el modesto club del ascenso de barrio Los Plátanos. Años más tarde, mientras daba sus primeros pasos como delegado, Tosco se convertiría en uno de los puntales del equipo del Taller Electromecánico en el torneo interno del entonces Servicio Público de Electricidad de Córdoba (SPEC).

Cuando fue elegido por primera vez para el cargo de secretario general de Luz y Fuerza, en 1957, River Plate y Belgrano se llevarían los laureles, respectivamente, en el fútbol nacional y local. Un año más tarde sería testigo de una de las apariciones más deslumbrantes de aquellos tiempos con la camiseta de Talleres: la del delantero Miguel “la Wanora” Romero.

Azul y blanco ya era su corazón. Como el del “Negro” Atilio López, dirigente gremial de la UTA y también artífice de aquella rebelión obrera y popular por excelencia que fue el Cordobazo, quien literalmente dejó su vida por Talleres, ya que fue asesinado por la ultraderechista Triple A a la salida de un partido que el conjunto de barrio Jardín jugó con River en la cancha de Racing de Avellaneda, por el Nacional ‘74. Azul y blanca se llamó también la lista que, en 1972, votaron por amplia mayoría sus compañeros, ungiéndolo por tercera vez como el hombre fuerte del gremio lucifuercista a pesar de estar preso en el penal de Rawson, por orden del dictador Alejandro Agustín Lanusse.

Pero a pesar de su identificación con Talleres, ha sido Belgrano el club que más ha tenido presente al mítico líder sindical cordobés en los últimos tiempos. Cuando se cumplieron cuatro décadas del Cordobazo, en 2009, el plantel del Celeste posó con una bandera alusiva antes de uno de sus presentaciones. Y el pasado 27 de mayo, la institución de barrio Alberdi organizó una actividad que incluyó la proyección del documental “Tosco, grito de piedra”, y las presencias de dos de sus familiares de Tosco: su hijo Héctor y su nieto Agustín, quién es socio de la “B”. Ningún despropósito, porque la historia de lucha del dirigente lucifuercista también registra “una de piratas”: la que protagonizó con Tomás Rodolfo Cuellar, símbolo y capitán del Belgrano de los ’70.

Así la supo contar el fallecido ex futbolista: “Yo también trabajaba en Epec y Tosco me tenía un aprecio muy especial. A raíz de los problemas políticos, él había pasado a la clandestinidad y otro compañero me pidió que los llevara en mi auto hacia un lugar. Terminé el entrenamiento, los subí y cuando llegamos al regimiento de Camino a La Calera nos pararon los militares. En ese momento  Dios me iluminó y cuando se acercó el soldado le dije: ‘Hola, soy Cuellar, de Belgrano’; y se ve que me conocía. Me dijo ‘Ah, Tito, pase, pase, ningún problema’, y pudimos seguir viaje”.

Como una paradoja del destino, cuarenta y pico de años después, una requisa policial impidió que un grupo de hinchas de Alianza, el equipo que representó a Coronel Moldes en la última edición de la Copa Argentina, exhibiera banderas en homenaje al hijo dilecto de aquella ciudad en el Estadio Mario Alberto Kempes. Sucedió en el partido que el equipo del sur provincial jugó contra Independiente de Avellaneda, el pasado 26 de abril. “Agustín Tosco está con nosotros” y “Coronel Moldes. Tosco presente”, se podía leer en los “trapos” que “por orden del jefe del operativo” hizo retirar la fuerza de seguridad del gobernador José Manuel De la Sota. “La brutalidad de algunos agentes de policía es funcional a grandes intereses de individuos y empresas que ejercen el poder en el gobierno, y nada tiene que ver con la seguridad de la mayoría de la población; las banderas que censuraron tenían portación de rostro. ¿Cuál es el daño que puede hacer conocer la historia?”, reflexionó Héctor Tosco luego de aquel episodio.

Algunos meses más tarde, De la Sota se lanzaría al sueño de la presidencia en fórmula con la actriz Claudia Rucci, hija del dirigente siderúrgico José Ignacio Rucci, a quien Agustín Tosco sindicaba como el ejemplo más acabado de la burocracia sindical en los ’70. La ilusión delasotista de transpolar el “cordobesismo” al ámbito nacional quedó trunca más temprano que tarde, en las primarias del pasado 9 de agosto; para Rucci hubo premio consuelo: su designación por decreto como miembro del directorio de la Lotería de Córdoba por el término de tres años.

Unión y Redes

La pasión de Tosco por el deporte trascendió las canchas de fútbol, a las que en sus últimos días acudía camuflado entre las multitudes, ya que el líder de Luz y Fuerza también supo ser un ferviente cultor del ajedrez y también un seguidor del representativo de basquetbol de Unión Eléctrica.

De esa pasión por el juego de los lungos y “la naranja” supo dar fe Pedro Bustos, el riojano-cordobés que integró el seleccionado campeón mundial de 1950, que fue símbolo de Atenas y que luego del retiro se desempeñó durante casi 30 años como intendente del club de Villa Revol Anexo: “Me acuerdo que se paseaba a lo largo de la cancha, estaba desesperado por ganar. Cuando terminó el partido, saltaba y brincaba con los jugadores en el medio de la cancha. Esa fue la primera relación deportiva que tuve con él, corría el año 1960”.

El otro club vinculado a Luz Fuerza, el desaparecido Redes Cordobesas, al que también solía acudir a presenciar encuentros de básquetbol, se convertiría en el escenario de algunos de sus más recordados discursos, como aquel del 25 de septiembre de 1972, luego de su primera detención por motivos políticos en el sur del país. “No importa la cantidad de tiempo que debamos estar detrás de las rejas, lo que importa es la actitud que asumimos en la prisión. Porque un hombre en la prisión puede ser doblegado, puede ser quebrado en su espíritu… pero si uno lleva bien adentro la convicción de la lucha obrera y popular, cuando se encuentra en la cárcel siente el orgullo de mantener su dignidad, porque esa es la dignidad de los compañeros que están afuera”, fue uno de los párrafos más salientes de aquella recordada alocución.

El estadio donde hoy funciona el Polideportivo General Paz también sería testigo de una de las manifestaciones populares más emotivas de la historia de Córdoba: el multitudinario funeral de Agustín Tosco, cuarenta y cinco años atrás. Aquella tarde, en el marco de un mismo y más federal campeonato, Huracán goleaba 6 a 1 a Vélez Sársfield y Talleres derrotaba 1 a 0 a Colón de Santa Fe. Fue un 5 de noviembre de 1975. El día en que se hicieron inmortales “la  honestidad, la humildad, el ideal de soñar con una sociedad sin hambre y sin explotación”, según reza la semblanza del periodista e historiador Osvaldo Bayer, autor de una de las definiciones más sencillas y profundas de quien fue Agustín Tosco: un Hijo del Pueblo.

Hugo Caric
- Periodista -