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Exclusivo: Las escuchas del caso Dalmasso. Nota I.
Buenos negocios
Por | Fotografía: Gentileza diario Clarín.
Foto: Miguel Rohrer (segundo de derecha a izquierda) con Marcelo Macarrón, Nora Dalmasso y otros amigos durante un viaje de placer.
Las escuchas telefónicas aportadas por una oficial de policía al fiscal federal Enrique Senestrari ya están en poder de la Justicia de Río Cuarto. Pero la causa duerme el sueño de los justos en una Fiscalía vacante. Esta es la primera de una serie de notas que revista El Sur publicará esta semana y que revelan los intereses políticos, la trama económica y la complicidad judicial que han permitido que, pese a las pruebas que obran en el expediente, a nueve años del cobarde asesinato de Nora Dalmasso la causa esté paralizada y el crimen impune.
Publicada el en Crónicas

Esta es la historia oculta del caso Dalmasso. Tan oculta que de no ser por la casualidad y la valentía de una oficial de policía –cuyo nombre se mantiene en reserva para preservarla-, las escuchas telefónicas de la ex Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) tal vez jamás habrían visto la luz y, lo que es más grave aún, no habrían sido incorporadas al voluminoso expediente que traza los zigzagueantes vaivenes de la investigación judicial del crimen de Nora Dalmasso, cometido por manos -¿todavía?- anónimas la madrugada del sábado 25 de noviembre de 2006. Esta es una historia donde intervienen políticos, empresarios, servicios de inteligencia y funcionarios policiales. Una historia que compromete a la cúspide del poder político de la provincia y en la que intervinieron ministros, jefes de Policía y jerarcas de la ex SIDE. Una historia de la que resulta impensable no estuviera al tanto el gobernador José Manuel De la Sota, que por entonces transitaba su segundo mandato al frente del Ejecutivo cordobés y que sobreactuó su indignación pidiendo el juicio político de los fiscales Javier Di Santo, Marcelo Hidalgo y Fernando Moine tras el “perejilazo” que explotó en las calles de Río Cuarto en defensa de Gastón Zárate, imputado por el accionar decididamente imparcial del comisario Rafael Sosa.

Revista El Sur publica esta semana, a nueve años del crimen todavía impune de Nora Dalmasso, una serie de notas en las que dará a conocer las escuchas telefónicas -hasta hoy secretas- que comprometerían seriamente la coartada de uno de los primeros sospechosos que tuvo el homicidio de Villa Golf: Miguel Rohrer, alias “el francés”, poderoso empresario que en estos días se codea con los popes de la Sociedad Rural Argentina y que por entonces era el gerente de la multinacional Del Monte Fresh, que poco después del crimen vendió su mansión del country San Esteban, cerró las oficinas de la multinacional en Rio Cuarto y desapareció de la ciudad.

Las escuchas confirmarían también que de las múltiples hipótesis que tuvo el caso Dalmasso a lo largo de estos nueve años, la única que seguiría en pie apunta al entorno de la víctima. De comprobarse que la coartada del “francés” habría sido armada con el auxilio de un conocido abogado del foro local y la complicidad de dos oficiales de policía –después imputados por falsedad ideológica en otra causa-, la lupa de la Justicia debería volver a posarse sobre aquél triángulo de poder que conformaban el empresario Rohrer, el viudo Marcelo Macarrón y su vocero Daniel Lacase. De ser cierto lo que dicen las escuchas, la Justicia no sólo debería investigar nuevamente al “francés” –que declaró en la causa como testigo, no como imputado-, sino que también debería develar la cadena de encubrimiento que le habría permitido salir indemne de las sospechas y revictimizar a Nora Dalmasso convirtiéndola, después de muerta, en una especie de fatal femme que conseguía amantes en cada esquina. “Pecado” que le valió ser “perdonada” por su marido en la inolvidable conferencia de prensa que brindó en el Hotel Opera a pocos días del asesinato, flanqueado por su vocero y su hijo Facundo.

El teléfono “pinchado” de donde surgen las nuevas revelaciones del caso Dalmasso pertenecía a José Martínez Luque, miembro de la delegación cordobesa de la SIDE. Su teléfono fue intervenido desde el 15 de diciembre de 2006, es decir, 19 días después del hallazgo del cuerpo sin vida de Nora Dalmasso en su coqueta residencia de Villa Golf. Intervienen en las primeras conversaciones un reportero gráfico de Cordoba, que era a su vez un “espía encubierto” de la SIDE y tenía “acceso directo” al expediente que por entonces instruía Javier Di Santo; otro agente “inorgánico” de la SIDE apodado “Mecha” y los responsables de la Policía Judicial Félix Cortéz y Amílkar Farías. Y, por supuesto, el inefable comisario Rafael Sosa, hoy preso en el penal de Bouwer, imputado en la causa del “narcoescándalo” cordobés.

En la primera conversación a la que tuvo acceso esta revista, Martínez Luque llama a su “agente” disfrazado de reportero gráfico, quien le sugiere que si piden análisis de ADN de los sospechosos lo hagan en Gendarmería “porque en el CEPROCOR estaría la mujer del ex jefe de Policía Jorge Rodríguez”.

EL 20 de diciembre, Martínez Luque llama a otro agente de nombre Luis para pedirle información económica sobre la víctima, el viudo y “un tipo que sería sospechoso”. Cuando le deletrea el apellido Rohrer y le termina de dictar su número de documento, se produce la siguiente conversación:

LA PRUEBA

Mientras su agente investigaba a Rohrer, Martínez Luque se comunica con Félix Cortéz, asignado a la investigación del caso por la Policía Judicial de Córdoba.

Amílkar Farías era, junto a Félix Cortéz, responsable de la Policía Judicial de Córdoba asignado a la investigación del crimen de Nora Dalmasso. Antes de cortar, Cortéz le dice a Martínez Luque: “quería que supieras eso para que le avises al number one” y le pide discreción. Martínez Luque asiente. Dice ser consciente de que “al gobernador se le va a armar un kilombo de la puta madre”.

Martínez Luque devuelve pronto la gentileza. En comunicación telefónica con Amilkar Farías, le dice que ha conseguido buena información sobre “el amigo este de allá, el poderoso y grandote”, en obvia alusión a Rohrer. Para sorpresa de Martínez Luque, Farías también tiene información que comprometería al “francés”.

Martínez Luque se comunica ese mismo día con Amílkar Farías y le informa de los avances de su investigación económica sobre Rohrer y Macarrón:

Durante la conversación, Martínez Luque admite que hasta el momento eran versiones, pero que a medida que avanzaba en la investigación iban cobrando cada vez mayor envergadura. Farías vuelve sobre el testigo temeroso que dice haber visto a Rohrer a 150 metros de la casa de los Macarrón la noche del crimen:

De las conversaciones interceptadas por la SIDE no surge que el testigo “temeroso” finalmente haya declarado ante el fiscal Di Santo. Por las constancias que hay en el expediente, habría primado el temor y la desconfianza sobre el imperativo moral de contar la verdad.

En otra charla telefónica, Martínez Luque le confirma a Farías que la empresa Bartolomé es un fideicomiso de inversión agropecuaria “donde Macarrón es accionista”. “Ahora estoy tratando de ver si tiene vinculación Rohrer directamente”, agrega. E insiste con la hipótesis que vincula el crimen de Nora con los negocios de ambos:

Hernán Vaca Narvaja
- Periodista y escritor -