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Cómo es la convivencia política en la provincia más amarilla del país
El rompecabezas cordobés
Por | Fotografía: Gentileza La Voz del Interior
Foto: Macri, flanqueado por Mestre y Baldassi. Las ambiciones políticas comienzan a resquebrajar el idilio amarillo en Córdoba.
Macristas, radicales y delasotistas conviven en un mismo espectro ideológico, compartiendo cargos a nivel nacional. Pero la ambición política de unos y otros abre las primeras fisuras en la alianza amarilla mediterránea.
Publicada el en Crónicas

En la tarde del 22 de noviembre del 2015, los cordobeses que acompañaron a Mauricio Macri comenzaron a imaginar un triunfal regreso al mapa político nacional. Y no se equivocaron. Muchos dirigentes coparon las estructuras del gobierno nacional como no lo habían hecho desde el retorno democrático de 1983. Dos ministros, un embajador, varios secretarios de Estado y un puñado de asesores dispersos incluso en otra jurisdicciones provinciales, como el caso del ex ministro y fallido candidato a Intendente de Córdoba, Roberto Chuit, que desembarcó como Jefe del Gabinete de Salud de la gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal.

El sorpresivo desembarco del delasotista se suma a otras marcadas por la misma lógica. Gustavo Santos saltó de la Agencia Córdoba Turismo a titular de ese Ministerio en la órbita nacional, Jorge Lawson estuvo a un paso de convertirse en Ministro de Trabajo hasta que los gremios (en especial el moyanismo) impusieron sus reparos por el “perfil empresarial” del ex ministro de Comunicaciones provincial. No obstante, el futuro de Lawson no quedó exento de la lógica de convivencias y acuerdos. A los pocos días de su salida de la carrera para la cartera laboral, fue designado en el directorio del Banco Nación, bajo el mando de Carlos Melconian.

Las designaciones para delasotistas tuvieron otro punto de relevancia en la figura de Alejandra Monteoliva. La ex Ministra de Seguridad de Córdoba, cuya breve gestión culminó abruptamente con los levantamientos policiales y los saqueos de diciembre del 2013, fue puesta a la cabeza de la Subsecretaría de Gestión de la Información Criminal, el área encargada de las estadísticas del Ministerio de Seguridad de la Nación.

El denominador común de estos primeros dos meses de mandato PRO en Córdoba fue la convivencia política entre radicales, macristas y delasotistas. Cuando Macri aterrizó en Córdoba para realizar su primera reunión de ministros fuera de la Casa Rosada, el interbloque de Juntos por Córdoba ya le había aprobado al gobernador Juan Schiaretti la reforma jubilatoria que arrojó por la borda la promesa del 82% móvil con que su antecesor hizo bandera durante toda la campaña electoral.

Schiaretti defendió su polémica reforma jubilatoria amparándose en el respaldo del “80% de los legisladores” de la Unicameral. La frase expresa el “acuerdo de gobernabilidad” del que, en la Córdoba actual, sacan provecho tanto Macri y Schiaretti como Mestre. Pero esa relación empieza a mostrar sus primeras fisuras. Una semana después del inicio de la actividad parlamentaria, un grupo de legisladores de Juntos por Córdoba encabezados por Miguel Nicolás (del radicalismo), Daniel Juez (del Frente Cívico) y Darío Capitani (del PRO) presentaron una iniciativa que contradice la reforma jubilatoria aprobada en la última sesión del año pasado. La propuesta, cuyo tratamiento ya fue rechazado por el oficialismo, busca llevar nuevamente el cálculo jubilatorio al 82% y recibió la rápida adhesión de los únicos dos sectores que votaron en contra del recorte: los bloques de Córdoba Podemos y la izquierda. El gesto repercutió al interior de Unión por Córdoba, que tiene entre sus legisladores a dos gremialistas que se opusieron a la reforma: Ilda Bustos y José Pihen.

En cuanto al gobierno de la ciudad de Córdoba, la renuncia a sus bancas de Graciela Villata –que se sumó al Ministerio de Oscar Aguad- y el propio Luis Juez –designado embajador en Ecuador- dejaron en manos de la gente de Olga Riutort las cuatro bancas obtenidas gracias al indecoroso cuarto lugar obtenido en los comicios capitalinos. 

Entre los radicales, la presencia nacional tiene su punto más fuerte en la figura de Oscar Aguad al frente del Ministerio de Telecomunicaciones, que designó a dos viejos conocidos al frente de una de las empresas con mayor desarrollo tecnológico que maneja desde su órbita. Su yerno, Rodrigo De Loredo, y Henoch Aguiar – ex secretario de Comunicaciones durante el gobierno de De la Rúa – fueron los elegidos para ocupar la dirección de ARSAT, la empresa satelital argentina que, durante la gestión de Cristina Fernández, puso en órbita a dos satélites desarrollados en nuestro país. El rol del radicalismo cordobés también será de importancia en el Congreso Nacional luego de la confirmación de Mario Negri –cuyo alineamiento interno se ubica en las antípodas del representado por Aguad- como jefe del interbloque Cambiemos en la Cámara de Diputados de la Nación. Un lugar tan clave como controvertido para los cuatro años que el gobierno macrista tiene por delante.

Las fricciones internas que amenazan los “acuerdos de gobernabilidad” amenazan convertirse en grieta cuando se piensa en el futuro. Los radicales estallaron en indignación cuando a Nicolás  Massot, el yerno de Kammerath que comanda el bloque de diputados nacionales del PRO, se “le escapó” que esa fuerza aspira a imponer el candidato a gobernador en 2019.  Ramón Mestre sabe ahora que sus aspiraciones de suceder a Schiaretti dependen en buena medida de que logre mantener la identidad de un radicalismo cada vez más diluido en la heterogénea estructura política del macrismo. Jugará fuerte en su rol de jefe del foro de intendentes y buscará sortear la presión de Massot y de la senadora liberal Laura Rodriguez Machado.

César Martín Pucheta
- Periodista -