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El viudo puso su casa como garantía para seguir en libertad
El GEN Macarrón
Por | Fotografía: Revista El Sur
Foto: Macarrón declaró por primera vez como imputado en la causa Dalmasso.
El fiscal Daniel Miralles le leyó la acusación a Marcelo Macarrón y luego le tomó declaración indagatoria. Lo considera autor material del asesinato de su esposa en base a la prueba genética hallada en la escena del crimen y el cuerpo de la víctima. La defensa busca tergiversar el horario de muerte de Nora Dalmasso para achicar la “ventana horaria” que le habría permitido a Macarrón cometer el asesinato y volver a tiempo a Uruguay para participar del torneo de golf.
Publicada el en Crónicas

Puntual, frío, sereno, de impecable traje azul, camisa blanca y rostro impertérrito, Marcelo Macarrón bajó del auto de su hija a las nueve y cuarto de la mañana. Acompañado por sus abogados –una caricatura leguleya de Laurel y Hardy-, tomó aire y le hizo frente a la horda de periodistas y camarógrafos que lo aguardaban impacientes en las escalinatas de los Tribunales de Río Cuarto. “Soy totalmente inocente”, alcanzó a balbucear el viudo más famoso mientras quedaba encerrado en el ascensor junto a dos camarógrafos, sus abogados Marcelo Brito y Gustavo Liebau y una señora que por esos azares del destino quedó atrapada involuntariamente en la vorágine de una cobertura periodística de alcance nacional.

Ya en el cuarto piso, Macarrón y sus abogados ingresaron a la fiscalía que desde febrero de este año conduce el abogado Daniel Miralles. De bajo perfil, Miralles sorprendió al país diez días atrás al imputar a Marcelo Macarrón por el “homicidio calificado agravado por el vínculo” de su esposa. No necesitó ni dos meses el nuevo fiscal para desempolvar el voluminoso expediente del caso Damasso –celosamente inmovilizado por el fiscal Javier Di Santo los últimos cuatro años- y provocar un verdadero terremoto judicial en Río Cuarto.

Cuatro horas duró la declaración del viudo ante el nuevo fiscal. Macarrón ratificó las declaraciones que hizo en carácter de testigo y escuchó la acusación. Miralles le explicó que la prueba genética lo sindica como el donante casi excluyente de las muestras de ADN halladas en la escena del crimen, el cuerpo de la víctima y el cinto de toalla con que fue estrangulada. Luego dejó que el imputado se explayara y le formuló –según la versión de sus abogados- sólo un par de preguntas.

En la hipótesis del fiscal Miralles, Macarrón habría viajado desde Punta del Este a Río Cuarto la madrugada del sábado 25 de noviembre de 2006, habría entrado a su casa y mantenido sexo violento con su esposa, a quien habría ahorcado con sus propias manos y el cinto de toalla de su bata. Luego habría emprendido el regreso al Uruguay para cerrar su participación en el torneo internacional de golf, del que -por primera vez en su vida- se adjudicaría el premio mayor.

Impuesto el secreto de sumario y ante el silencio de los abogados defensores, fue imposible reconstruir el contenido de la acusación del fiscal. Se sabe que está basada en la prueba genética, que ubicaría al viudo en la escena del crimen. Además del indubitable perfil genético establecido por los laboratorios del FBI –que luego de casi cuatro años le pusieron nombre propio al apellido Macarrón-, el fiscal está convencido de la existencia de una “ventana horaria” que le habría permitido al viudo ausentarse del país oriental vía aérea el tiempo suficiente para asesinar a su esposa y regresar. Según las constancias que obran en la causa, esa ventana horaria podría extenderse por espacio de seis horas, tiempo suficiente –a criterio del fiscal- para sostener la acusación contra Marcelo Macarrón.

Conscientes de esta situación, las primeras declaraciones de los abogados del viudo al abandonar los Tribunales apuntaron a tergiversar la hora de la muerte de Nora Dalmasso, estimada por los peritos que intervinieron en el caso entre las tres y las cuatro de la madrugada del sábado 25 de noviembre de 2006. La estrategia de Macarrón apunta a reducir al máximo esa “ventana horaria” para demostrar que sería materialmente imposible haber concretado aquél viaje de la muerte.

Según afirmó el abogado civilista Gustavo Libeau –sorpresivo vocero del viudo ante el sugestivo silencio de su verborrágico socio penalista Marcelo Brito-, Nora Damasso fue asesinada a las siete de la mañana. Como había una diferencia en el huso horario con el país oriental, a esa misma hora –ocho de la mañana en Uruguay- el flamante viudo se aprestaba a participar del primer torneo de golf que ganaría en su vida.

Además de procurar achicar la “ventana horaria”, los abogados de Macarrón también apuntaron contra el “francés” Michel Rohrer, íntimo amigo de la familia Macarrón –ahora supuestamente distanciados-, cuya situación sería comprometida por las escuchas telefónicas aportadas en noviembre por el fiscal federal Enrique Senestrari. Si el fiscal se hace eco del pedido de la defensa de cotejar las escasas huellas genéticas halladas en la escena del crimen que no pertenecen al viudo con la sangre del “francés”, la imputación del otrora poderoso gerente de la multinacional Del Monte Fresh sería cuestión de horas.

Nueve años y cuatro meses después del crimen que conmovió al país, el caso Dalmasso volvió a concitar el interés nacional y arribaron desde primera hora a la ciudad periodistas de distintos medios de comunicación de la Capital Federal. La gente, en cambio, se mostró indiferente a la presencia de Macarrón en Tribunales. ¿Escepticismo?, ¿desconfianza?, ¿decepción?. No fueron pocos los que comentaron con resignación que ante semejante acusación –homicidio calificado agravado por el vínculo-, el fiscal debería haber ordenado la inmediata detención del viudo. “A nuestros clientes primero los meten presos y después averiguan qué hicieron”, se quejó ante los cronistas un avezado abogado penalista, que no descartó convocar a una marcha en los próximos días para denunciar la “distinta vara” con que la Justicia local dicta las imputaciones.

Marcelo Macarrón sigue imputado como supuesto autor material del crimen de su esposa, pero esperará el devenir de la investigación y la posible elevación a juicio de la causa en libertad. Para ello debió poner en garantía la coqueta vivienda de Villa Golf donde fue asesinada su esposa, previo aval de sus hijos Facundo y Valentina, porque la propiedad estaba inscripta como bien de familia.

Hernán Vaca Narvaja
- Periodista y escritor -