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Entrevista exclusiva a Rogelio García Lupo
El periodista y su circunstancia
Por | Fotografía: Gentileza La Voz del Interior
Foto: Rogelio García Lupo, ícono del periodismo de investigación en América Latina.
El viernes murió Rogelio García Lupo, ícono del periodismo de investigación en Argentina y el mundo. Esta entrevista fue realizada hace cuatro años, en abril de 2012, y tuvo como eje su relación con Jorge Ricardo Masetti y Prensa Latina, aunque en buena medida refleja la cosmovisión del gran “Pajarito”, el más agudo cronista de su tiempo y un estudioso de las historias ocultas en los pliegues del poder.
Publicada el en Entrevistas

Periodista, amigo de Jorge Ricardo Masetti, Rodolfo Walsh y Gabriel García Márquez, entre otros, Rogelio García Lupo se integró a la agencia cubana de información Prensa Latina desde sus orígenes, primero como corresponsal en Buenos Aires y después como redactor en La Habana, donde compartió el departamento con Wash y su mujer Pouppé Blanchard. Cronista de época, fue uno de los grandes ejemplos de periodismo de investigación en América Latina. Sin otra referencia que haberle comentado que estaba trabajando en la historia de Jorge Ricardo Masetti y la fundación de Prensa Latina, la soleada mañana del 28  abril de 2012 me abrió las puertas vidriadas de su oficina de Ediciones B, en Capital Federal, en un piso ubicado en el tradicional Paseo Colón. Rodeado de libros, posando sus flacas manos sobre un escritorio ordenado, de hablar pausado y preciso, me sorprendió su memoria, su lucidez y su  humor. Al terminar la entrevista, con la humildad que lo caracterizaba, me pidió que le enviara los borradores de mi trabajo porque estaba interesado en publicarlos. Sus primeros pasos en el periodismo, su militancia en la Alianza Libertadora Nacionalista, su relación con Masetti y Walsh, su participación en Prensa Latina, su oposición a la lucha armada y sus investigaciones sobre el Partido Militar fueron algunos de los temas que abordamos por espacio de casi dos horas en aquél inolvidable encuentro.

-¿Cómo  conoció a Jorge Ricardo Masetti?

-A Masetti lo conocí, lo mismo que a Rodolfo Walsh, en la Alianza Libertadora Nacionalista. Fue un conocimiento que comenzó siendo camaradería política entre jóvenes que éramos muy jóvenes, adolescentes. Yo tenía 14 años, era 1945.

-¿Qué era la Alianza Libertadora Nacionalista?

-Era un grupo político filofascista, con una carga emocional muy grande, que de algún modo le ganó la calle al Coronel Perón, lo que hizo incurrir en una grave confusión a sus líderes. Creyeron que el hecho de que fueran muchedumbres a los actos que ellos organizaban significaría votos, y en realidad era un partido de menor gravedad, esta era la realidad.

-¿Estaban inspirados en el movimiento falangista español de Primo de Rivera?

-Había, sí, mucha admiración por José Antonio Primo de Rivera. Desde el principio hubo influencia ideológica por parte de los grupos católicos que habían entrado en la Alianza. Lo que mantuvo al nacionalismo de la Alianza bastante lejos del fascismo de Hitler. Esto creó una  situación que es un poco el rasgo característico de la Alianza del período 1943/1948, que es el período en que conozco a Masetti y Walsh.

-¿Qué los llevó a militar en la Alianza Nacionalista siendo adolescentes?

-Había una efervescencia pública muy grande. A partir de 1943 comienza este manejo de la vida política en la calle y esto era ideal para los jóvenes adolescentes que éramos entonces, todos con incipientes formaciones ideológicas, unos más, otros menos, motivados por causas varias, lo que de cierto modo prefiguraba la disolución de esa corriente, que tenía algunos puntos de divergencia importantes. El mayor punto de convergencia era el Coronel Perón en esa época. Y es evidente que a muchos de nosotros nos gustaba más el Coronel Perón que cuando luego vino el General Perón. Pero para entonces se había producido ya una gran dispersión. Yo creo que la gran defensa de la soberanía nacional, el conflicto con Estados Unidos, la opción de Perón o Braden, nos dio a la mayoría un contexto y un pretexto para manifestarnos. Yo escribí una crónica del 17 de octubre donde cuento porqué el 17 de octubre estaba en la Plaza de Mayo. Está publicada en un libro de Zenón González sobre el movimiento obrero y está el texto entero como apéndice. De manera que ahí hubo una corta etapa de camaradería y conocimiento de personas, que luego desaparecieron en la vida de uno o no. Hubo reencuentros…

-¿Hasta cuándo duró su experiencia en Alianza Nacionalista?

-Hasta el momento en que Perón suscribe el Tratado de Chapultepec, el Pacto de Río de Janeiro… Ahí nos manifestamos en contra de la decisión del gobierno de Perón, fuimos manifestantes junto con Masetti y Walsh… Yo el 17 de octubre no vi ni a Masetti ni a Walsh, después se produce el conocimiento por las reuniones de formación política… La Alianza era una combinación de distintos estratos de la clase media típica. A partir de 1948 se produce la dispersión. El momento más intenso es entre 1945 y 1947. En el ´48 fue lo del Tratado de Chapultepec, se hacen manifestaciones, se producen intensas acciones, pero ya son acciones no digo antiperonistas, pero cerca. Ahí se produce la dispersión y algunos se quedan con el gobierno de Perón y otros se van a su casa, entre ellos yo.

-¿Usted no siguió militando?

-No. Seguí interesado por las cuestiones políticas, sí, pero ya desde otro punto de vista, no militaba.

-¿Masetti y Walsh siguieron militando?

-Masetti trabajó en el diario Tribuna, que era la continuación del diario Cabildo. Digamos que él fue periodista antes que todos nosotros. Todos los diarios eran peronistas. Yo mismo en el ´53, que decido incursionar en periodismo, tenía 22 años, entro a trabajar en dos medios que formaban parte de ese paisaje del periodismo peronista: la revista Continente, que era mensual, de cultura y artes gráficas; y el otro el Semanario Opinión Económica, que era el órgano de la Confederación General Económica (CGE) de (José Ver) Gelbard.

- ¿Qué lo decidió a incursionar en periodismo?

-En mi familia no había periodistas. No hay marcas genéticas del tema. Yo creo que fue la curiosidad por saber lo que pasaba, que luego fue tomando forma. El primer impulso mío de formación fue la Facultad de Derecho, yo ingresé a la Facultad de Derecho en Buenos Aires y abandoné un par de años después. En 1952 hubo un episodio que creo fue el corte quirúrgico de mi vocación. Yo era escribiente en Tribunales, de un juzgado de instrucción, que es un muestreo universal de las conductas humanas. Con la muerte de Eva Perón se plantea en Tribunales la asistencia obligatoria al funeral. Asistencia obligatoria que dejó a algunos afuera y a otros adentro. Yo no adherí al uso de corbata negra porque me parecía una antigüedad. Y eso me costó el puesto.  Fíjese usted que quedé sin trabajo por un acto considerado contra el régimen. Y a continuación entro a hacer periodismo en revistas del régimen. Todo era posible. Todo se cocinaba al mismo tiempo. Entro a dos publicaciones subsidiadas por la CGE y el Ministerio de Relaciones Exteriores del gobierno peronista. Con mi exoneración de Tribunales se marca quirúrgicamente mi incursión en periodismo.

-Digamos que Evita lo lanzó al periodismo…

-¡Evita me lanzó al periodismo!, claro que sí (risas). En las dos publicaciones en las que yo trabajaba se termina el oxígeno en diciembre de 1955. En ese momento, en el ´55, me cruzo un par de veces con Rodolfo, que era colaborador de Leoplán. Él también había ido a parar al antiperonismo en el  ´55. La verdad que los últimos dos años del gobierno peronista se hicieron muy pesados en materia de libertades públicas. No tengo muy claro cuándo vuelvo a encontrarme con Masetti, pero seguro que fue después del ´55.

- ¿Radio El Mundo, donde trabajaba Masetti, era un medio importante en esa época?

- Era una radio importante.

-¿Y Masetti era un periodista conocido?

-No, no era un periodista conocido. Él se movió para conseguir la posibilidad de esa entrevista en Cuba.

- ¿La revolución cubana era una atracción para ustedes?

-La revolución cubana era una atracción y tenía al mismo tiempo una especie de dosis letárgica. El que se entusiasmaba descubría que su entusiasmo era compartido por los diarios La Prensa y La Nación, que fueron muy favorables a la revolución cubana. Entonces ahí uno paraba la máquina. ¿Dónde estamos? ¿Quiénes somos?  Confieso que no teníamos miedo al comunismo ni nada por el estilo, precisamente por la posición de los diarios más conservadores. El peronismo no se acercaba a la revolución cubana, tampoco la repudiaba. Estaba observando en qué consistía. Me acuerdo que en la peña que teníamos en el café La Paz, en 1958, previo a la toma del poder por Fidel Castro, los amigos peronistas que formaban parte de la mesa tenían grandes resistencias hacia la revolución cubana. No en relación con la mesa, porque en nuestra mesa de amigos no había militantes comunistas, pero los comunistas tenían los mismos reparos o iban más lejos todavía. El PC de Cuba había sido muy adicto al gobierno de Batista, de manera que se presentaba un punto de conflicto, roce y confusión. ¿Qué son estos tipos? Eso fue a averiguar Masetti.

EL CAFÉ LA PAZ

-¿Qué era la peña del café La Paz?

- En el café la Paz, en Corrientes y Montevideo, nos juntábamos a la vuelta del trabajo. Al lado del café la Paz, en Corrientes 1555, estaba la revista , de Héctor Ricardo García, que era un fotoperiodista que editaba a pulso una revista, venía a nuestra mesa, se sentaba en la punta y no opinaba nunca. Y llegó a tener un diario de vendía 500 mil ejemplares. De esa mesa y de esa camaradería salieron algunos proyectos. Un proyecto fue que en 1958 Masetti viaja a Cuba.

-¿Ricardo Rojo participaba de la peña?

- El venía, Ricardo venía. Cuando Masetti vuelve con la idea de crear la agencia hace una especie de reclutamiento en la peña.

-¿Qué repercusión tuvo la entrevista que hizo Masetti a Fidel y el Che en Cuba?

- Tuvieron impacto. Masetti subió dos veces. Está bien que no era el Aconcagua, pero subió dos veces. El año final de Batista en Cuba era un desorden de tales características que no creo que hayan examinado demasiado. Seguramente el embajador de Batista en Buenos Aires informó al canciller, pero ahí estaban viendo cómo se escapaba Batista. El reportaje tuvo un impacto moderado. Yo hacía un programa de radio. En 1958 hice un programa de radio todo el año. Y le dedicaba por los menos dos o tres días de la semana de Cuba, porque era bastante exótico, los comunistas desconfiaban de que era un aventurero burgués, los peronistas desconfiaban porque los diarios conservadores lo elogiaban. No le resultó fácil a Masetti confeccionar su lista de personas para llevar a Prensa Latina. Nahuel Arbo y Blanco, que era un periodista profesional, peronista, no quería saber nada con los barbudos; Mario Vallery, en quien confiaba mucho Masetti para llevarlo como secretario de redacción, hacía la prensa del Sindicato de los Metalurgicos, lo que era una buena posición desde el punto de vista profesional. Masetti lo presionó mucho, pero no logró comprometerlo en el proyecto de Prensa Latina. Y hubo otros que también desistieron. Era un poco una aventura. Sin un poco, ¡era una aventura!

- ¿Cuándo habla Masetti de Prensa Latina?

-El habla de la necesidad de una agencia noticiosa propia con Fidel y Guevara, que están muy tocados porque el New York Times dio dos veces la noticia de la muerte de Fidel.  Parecía que vivían metidos en una botella.

- Es decir que Masetti plantea la necesidad de la agencia antes del triunfo de la revolución.

- Sí. Yo creo que eso estaba en la cabeza de Fidel, el Che y coinciden con Masetti. Pero hubo otro candidato para hacer la agencia, que fue el uruguayo Carlos María Gutiérrez. El tema quedó en manos del Che y la decisión final fue que fuera Masetti. Gutiérrez trabajaba en la United Press y esto no era un dato a favor en medio de los sectarismos varios que se produjeron en la época. Gutiérrez viajó por cuenta del semanario Marcha y fue un periodista que trabajó mucho por contar la verdad de la revolución cubana.

-¿El libro de Masetti, Los que luchan y los que lloran, tuvo impacto en Buenos Aires?

-Era un libro interesante, que no terminaba de definir ideológicamente a la revolución cubana, más bien era una cosa épica. Lo publicó un editor muy precario, Ediciones Freeland, con mal papel.

-¿A usted le parece un buen libro?

- Es un buen trabajo periodístico, sí. Hay que colocarse en ese momento.

-Walsh lo define como la mayor hazaña individual del periodismo argentino…

- …

-¿Qué hacía usted cuando lo convocó Masetti para formar parte de Prensa Latina?

- Masetti no quería llevar desconocidos a Cuba. Era uno de los habitués de la peña del café La Paz. Rodolfo también. El año ´58 es el año del caso Satanowsky. Yo participo de la comisión investigadora del asesinato de Satanowsky. Trabajaba en un par de radios y no me acuerdo que más hacía. Estaba en la revista Qué, que apoyó la candidatura presidencial de Arturo Frondizi.

- Walsh ya había publicado Operación Masacre.

- Sí. Ya existíamos. Con diferentes niveles, pero existíamos. El grupo sale del café La Paz. Después, en la medida que hay una expansión latinoamericana, de cada lugar salen otros periodistas.

PRENSA LATINA

- ¿Cuándo viaja usted a Cuba?

- Yo me fui en septiembre de 1959 a Cuba. Rodolfo viajó en junio, a organizar los servicios especiales de la agencia. Yo me incorporé acá en junio. Trabajé como redactor en Buenos Aires de la agencia entre junio y septiembre. La primera oficina que tuvo Prensa Latina en Buenos Aires fue un caserón de la calle Reconquista, cerca de la Casa Rosada, que había sido la sede de la Agencia Latina de Información, que fue la agencia que el peronismo intentó poner en marcha en 1951. Los primeros teletipos que se usaron venían de esa agencia. Ahí trabajaron Masetti y el Che, que enviaba fotos desde México. Masetti era redactor.  El nombre Prensa Latina salió de ahí.

- ¿Esa agencia tuvo éxito?

- Fue un esfuerzo frustrado. Tuvieron mucha plata de entrada. Cayeron en el vicio tradicional de la Argentina de poner a los amigos, fueran o no idóneos para el cargo. Hicieron un buen trabajo de periodismo de Brasil. Vendieron el servicio en Chile, en México y en Colombia. Y ahí vino la caída del gobierno peronista y se acabó la agencia.

- ¿Télam no existía?

- Había una agencia oficial de noticias, pero no era todavía Télam, creo, no recuerdo.

- Pero funcionaba con el mismo esquema que Masetti aplicaría después en Prensa Latina.

- Sí, el mismo.

- ¿Prensa Latina era una agencia estatal o una empresa privada presidida por un empresario mexicano?

- No, el mexicano era la fachada. Creo que hubo un aporte de 500.000 dólares del gobierno revolucionario, que en esa época era muchísimo dinero, para fundar la agencia.

- ¿Cuando usted viajó a Cuba se encontró con una redacción importante?

- Era una redacción que tenía por lo menos treinta personas, que trabajaban por turnos. Por las diferencias horarias, necesitaban por lo menos dos turnos.

- ¿Sólo producían información para medios extranjeros o también para los cubanos?

- El diario Revolución publicaba información de Prensa Latina, sobre todo los servicios especiales y algunas coberturas. También el diario Hoy, del Partido Comunista.

- ¿Cómo llegó Gabriel García Márquez a PreLa?

- Gabo tenía publicados un par de libros y trabajaba como periodista en Semana de Bogotá, que era una revista de mucha circulación. En la oficina de Buenos Aires Masetti era muy sensato y aceptó que el director fuera alguien a quien él no conocía, que era Luis González O´Donnel, que era un periodista que venía del Partido Socialista. González O´Donnel vive en México, está jubilado, fue director de la revista Contenido en México, que era de Miguel Alemán, que fue presidente. Y se quedó en México. Estuvo al frente de la agencia en Buenos Aires hasta el cierre de la agencia. Después hubo otras incorporaciones. A fines del ´59 principios del ´60, por la crisis, se hizo necesario tener un corresponsal en Washington. Había un corresponsal en Nueva York –esa corresponsalía en algún momento la atendió García Márquez-, pero hacía falta un corresponsal en Washington.  Yo estaba en La Habana. Masetti dijo “necesitamos un tipo que hable inglés perfecto, para no hacer papelones con los gringos”. Yo le dije “tengo al tipo ideal: se llama Edgar Triveri”.

-¿Es confiable?-, preguntó Masetti.

-Es confiable. Es un tipo ligado al desarrollismo frondicista, desilusionado del gobierno de Frondizi. 

Y bueno, se lo designó a Edgar Triveri, que se fue a Washington y se instaló allí, en una situación muy poco agradable. En 1961, cuando Estados Unidos rompe relaciones con Cuba, expulsa a los diplomáticos cubanos. Pero el periodismo quería saber qué opinaba Cuba de esto. Entonces se encuentran con que el único tipo que toca por algún lado con Cuba es Edgar Tríveri, así que iban día, tarde y noche a tocarle el timbre a su departamento en Washington y el tipo estaba desesperado llamando a Cuba para que le mandaran plata para el pasaje y poder salir de Washington, porque estaba totalmente bloqueado. Y lo volvían loco, no era cubano, no era diplomático, pero la agencia estaba ligada al gobierno y le pedían opinión todo el tiempo sobre la ruptura de relaciones diplomáticas. En Chile la agencia se abrió con la dirección de la periodista comunista Leida Fradulich, una excelente periodista, que enfermó al poco tiempo de cáncer y yo tuve que ir a hacerme cargo de la agencia de Chile, estuve dos meses y medio hasta que yo mismo designé a quien quedaría a cargo de la agencia y me volví a La Habana. Masetti aceptaba sugerencias y recomendaciones, en medio de una euforia propia de nuestra edad, de nuestra época  y de lo que estábamos viviendo. Todos teníamos en claro que estábamos viviendo algo que era un acontecimiento mundial.

-Usted cuenta en su libro la experiencia con Waldo Frank. ¿Lo trae Masetti o llega después?

-Waldo Frank es invitado por la agencia con Masetti como director. También es invitado otro periodista muy olvidado, norteamericano, Carleton Mills, que era un periodista de izquierda, ya tenía como 66 o 67 años y era muy conocido en los medios políticos de Estados Unidos porque había hecho de fiscal en el juicio público a León Trosky hecho en Nueva York. Las mismas imputaciones que se hicieron a Troski en la Unión Soviética fueron la base de la simulación de un juicio hecho en Nueva York, que tuvo como fiscal a Mills. Y él vino a La Habana. La idea era trazar líneas de cooperación con la izquierda de Estados Unidos, con los movimientos de los negros. Que era la línea de la cancillería cubana. En la agencia llegó a colaborar Jean Paul Sartre y Francois Sagan. En esa época la firma de Sagan era muy cotizada. Rodolfo Walsh dio un golpe muy exitoso cuando firmó un convenio con la revista L´Express de París, que permitía a Prensa Latina distribuir el material traducido de L´Éxpress, que tenía una sección muy cotizada que se llamaba Madame Express. Se vendió en todas partes la versión en castellano distribuida por Prensa Latina. Se vendió en Argentina, Colombia, México. Eran 16 páginas en un tabloide más grande que el estándar. Fue un período muy exitoso, lo que determinó evidentemente la curiosidad política que tuvo el Partido Comunista Cubano por ver si se hacía cargo de la agencia y ahí comienza la etapa del sectarismo.

-¿Usted todavía estaba en La Habana?

-Yo fui el primero que se va. Yo estuve un año y medio. Me fui de La Habana el 20 de octubre de 1960. En marzo de 1961 se va Rodolfo Walsh y renuncia Masetti, en marzo o abril de ese año. Se va también García Márquez.

- ¿Esa interna la pierde el Che?

- La pierde el Che. Es una batalla por el control de la información que no se da frontalmente contra el Che porque era una figura demasiado grande. Entonces empezaron por limar la base, que era Masetti y Prensa Latina.

- ¿Qué hizo Masetti en ese tiempo? ¿Se fue a la milicia?

- Tenían entrenamiento militar desde antes. Argumento al que yo me opuse, porque yo fui a hacer ejercicio físico sino a manejar una redacción. Pero Rodolfo Walsh aceptó.

-¿Todo el personal de PreLa hacía instrucción militar?

- Había una unidad de combate. Cada empresa grande tenía una unidad de combate, que era entre voluntario y obligatorio. Era un tema medio complejo. Yo frontalmente dije “esto no”, porque no me daba el cuero. Si hacía un día de entrenamiento físico tenía que descansar dos días” (risas).

LA HABANA, HEMINGWAY Y EL CHE

-Usted cuenta que pasaban muchas horas trabajando en Prensa Latina. ¿Cómo era la noche en La Habana?

- Yo tenía el turno de madrugada, porque Rodolfo estaba con su mujer, Masetti estaba con su mujer y yo estaba recién divorciado en Buenos Aires. La noche era… uno pensaba que no debía terminar. Yo llegué a La Habana y tres días después, cuando salía del edificio de PreLa, me abordan dos jóvenes cubanos. “¿Tú eres el argentino amigo de Borges?”.  Yo les dije que conocía a Borges pero no era su amigo. Pidieron hablar conmigo e hicimos una cita para ocho días después. Cita a la que no concurrí porque tuve que viajar en emergencia a Santiago de Chile. Esos dos jóvenes eran Guillermo Cabrera Infante y Pablo Hernando Fernández, que después fueron –más Cabrera Infante que Fernández, que se quedó en la isla- dos escritores importantes. Con Harold Flyn no me crucé, pero estaba en el Habana Hilton.

-Walsh se cruzó con Hermingway….

-Claro. Cuba era un punto de confluencia internacional, de curiosidad mundial. De manera que estar ahí era como estar en una vitrina. Masetti disfrutaba mucho de esa situación. Trabajaba sin tregua, era un trabajador realmente infatigable.

- ¿Usted presenció las visitas del Che a la agencia?

-El Che iba de madrugada, cuando había alguna situación importante. Pero se comunicaba por teléfono todas las noches. A mí me tocaba, puesto que entraba en el turno de la noche, atenderlo muchas veces. Pedía información sobre todo de la política argentina. Estaba preocupadísimo por la suerte del gobierno de Frondizi. El servicio de Buenos Aires se pidió a González O´Donnel que hiciera lo más completo posible el panorama y yo le leía al Che lo esencial del parte diario. Las sublevaciones militares… A veces llegaba de madrugada a la agencia. Masetti se quedaba de madrugada trabajando. Eso era nuestro mundo.

-¿Conchita Dumois era la secretaria de Masetti?

- Si, era su secretaria. Muy simpática, muy alegre.

- ¿Recuerda cómo fue la renuncia de Masetti?

- Hubo confusión. En abril de 1961 fue la invasión de playa Girón. Como Masetti reaparece en público, nos llamó la atención. Yo había dado por cerrado el capítulo Masetti en Cuba,  pero aparece en público. Entonces dijimos bueno, acá pasó otra cosa. Era confuso. Su salida de la agencia fue muy confusa.

- ¿El no renuncia antes?

- Si, él se va antes de playa Girón. Yo ya me había ido, en septiembre u octubre de 1960. También Rodolfo Walsh y García Márquez. Después, para sorpresa de todos, reaparece con motivo de la invasión a playa Girón. Pero no tuve más contacto con él desde que me volvía  a Argentina. Masetti era interrogador de la famosa Brigada 2506, que era una cosa muy importante. Pero no me acuerdo cómo procesamos el episodio. Lo que nos dijeron fue que llegó un español de apellido Revueltas, que venía a hacerse cargo de la dirección de la agencia, en reemplazo de Masetti. Yo no lo conocí porque ya no estaba en Cuba.

- ¿Cuándo vuelve a saber de Masetti? ¿Se desvinculó completamente de la agencia?

- No tan completamente.  Yo no trabajaba más en la agencia, pero como había amigos míos en la etapa final de la gestión Masetti, tenía de vez en cuando algún intercambio.

- ¿O´Donnel siguó en la agencia después de la renuncia de Masetti?

- Siguió hasta la clausura de la agencia durante el gobierno de Frondizi, en 1962. La agencia vuelve a ser autorizada en el gobierno de Illia, pero ya sin González O´Donnel.

- ¿Usted siguió en contacto con Walsh después de la experiencia de PreLa?

- Nos acercamos mucho con Rodolfo (Walsh) porque él se convirtió en pareja de una gran amiga mía, Pouppé Blanchard, y esto nos aproximó mucho. También nos había acercado mucho la investigación del caso Satanowsky en 1958. Había sobredosis de amistad, de vernos todos los días.

- ¿Participó del semanario CGT?

 - Sí, claro, desde un primer momento. No dejé mi trabajo en la agencia de publicidad, pero practicaba el periodismo clandestino en la CGT de los Argentinos.

- ¿Cómo se entera de la experiencia de Masetti en Salta?

- El que tenía información sobre el tema era Ricardo Rojo. Ante la duda sobre si era Masetti el jefe del comando o no, Ricardo nos dijo: “es Masetti, sin ninguna duda”. Seguíamos con las tertulias en el café La Paz. Mucho tiempo después volvió Ernesto Iachetti, que también venía de la Alianza Libertadora y Masetti lo había enviado a Pekín. Se olvidaron de su existencia hasta que al final renunció, como un año después de la salida de Masetti.

- Usted menciona en su libro a “Papito” Serguera, ¿era incondicional del Che, de Fidel? Porque tuvo un rol importante en el armado de la experiencia del EGP

- Yo creo que expresaba el nivel de compromiso de Fidel con el Che. “Papito” Serguera era la síntesis de ese nivel de compromiso. Es difícil saber en el plano personal a quién respondía. Pasa lo mismo con “Barbarroja” Piñeiro, que tenía muy buena relación con el Che, pero no estaba dispuesto a contrariar a Fidel. Son esas cosas de reparto del poder que son complicadas. El tema era la oportunidad y la presión soviética en el sentido de “no avancen un centímetro más porque nos vamos al carajo”, cosa que evidentemente no se hizo en la práctica, porque trasladaron el eje de las operaciones a África.

- ¿Sabe cómo vivió el Che el fracaso de Masetti con el EGP?

- No.

- Usted menciona que el Che pensaba que Masetti podía haber sobrevivido.

- Yo creo que había una resistencia emocional, pero en el fondo la desaparición indicaba el fracaso y el aniquilamiento del grupo.

- Fracaso que se repetiría con el propio Che en Bolivia.

- Si, y en África también. El diario del Che en el Congo es un libro impresionante, porque el Che tuvo los ojos siempre bien abiertos. La corrupción de la clase dirigente africana que presuntamente era revolucionaria… Masetti tenía mucho interés en la evolución del gobierno revolucionario de Argelia. Él mandó a Carlos Aguirre de corresponsal a París en 1959. Debe haber sido el verano del ´59 al ´60. Y Carlos Aguirre mandaba partes informativos, pero tenía contactos directos con Ben Bella. El resumen de esos partes informativos es el libro “Argelia año ocho”, de Carlos Aguirre, libro hoy inhallable, es un libro de 300 páginas que contiene el material periodístico reprocesado. El sello editorial es La Campana de Palo. Aguirre venía también del nacionalismo, murió hace seis años siendo prosecretario de redacción de Clarín, muy buen periodista. Él vivió la conexión con la cúpula de la revolución argentina como corresponsal de Prensa Latina en París. Era un interés tanto del Che como de Fidel.

ADIÓS A LAS ARMAS

- ¿Tuvo oportunidad de hablar con Walsh sobre la experiencia del EGP?

- Supongo que sí, pero no recuerdo. Yo no lo veía de ninguna manera. Yo tuve desde el principio muchos reparos con la lucha armada. Como observador. En el sentido de que se insistía en hacer una comparación de la decadencia del ejército cubano con la decadencia de los ejércitos latinoamericanos y por lo tanto si el ejército cubano pudo ser liquidado también podían ser aniquilados los ejércitos latinoamericanos. Yo siempre sostuve lo contrario. Y alcancé a escribir un análisis en mi libro “La rebelión de los generales”, que se publicó en  1962. Ahí establezco las grandes diferencias entre el ejército cubano y el argentino, brasilero, peruano, chileno, colombiano o venezolano.  Marcando la singularidad del ejército cubano. Cuba tenía 60 años de independencia en 1959 y había disuelto su ejército cuatro veces. Esta no era la tradición de los ejércitos latinoamericanos, que tenían hasta dinastías militares. Por lo tanto establecer analogías y sacar la conclusión de que esos ejércitos eran derrotables…  Bolivia y Paraguay tenían ejércitos que habían tenido una guerra, tenían oficiales que habían combatido en la selva. No hablemos del ejército de Brasil. Ese análisis sobre el ejército cubano lo escribí para Prensa Latina, pero Masetti me dijo: “mirá, mejor guardalo”. Pero ahí está mi opinión sobre la lucha armada. La disolución del ejército cubano en cuatro oportunidades en 60 años fue un trabajo que hice para Prensa Latina, pero lo publiqué en Argentina en 1962.

- Usted menciona en su libro la cobertura sobre el juicio a Huber Mathos que hizo Walsh. ¿Qué pasó con esos archivos?

- No se conservan, pero imagino que fue producto de la improvisación de cada día.

- En su libro hay archivos desclasificados. ¿Habrá material sobre el EGP y Masetti?

- El que más material tiene sobre el EGP es Gabriel Rot. Él estaba convencido de que Masetti era antisemita y que había practicado su antisemitismo con estos dos muchachos que fueron fusilados por el EGP. Yo creo que Masetti estaba a esa altura muy alterado, no por antisemita, sino por la situación. Deducir del paso de Masetti por la Alianza Libertadora que era antisemita me parece un despropósito. Un despropósito muy injusto, además. Evidentemente Masetti estaba a favor de los Estados árabes, como estábamos todos, con Nasser y con…

- Lo cual no lo convierte en antisemita

- Claro, esa traducción mecánica: si estás con los árabes sos antisemita. Eso es un fraude sionista, para decirlo con las palabras de los auténticos antisemitas.

- ¿Qué reflexión hace hoy sobre la vida tan intensa de Masetti?

- Masetti fue un romántico. Era inteligente en un esquema previsible y su romanticismo tenía expresiones… En el libro de Ciro Butos “El Che quiere verte”, cuenta una anécdota. Masetti lo manda a ver a alguien que tiene un contacto que puede reclutar algunos combatientes. Para sorpresa de Ciro Bustos esa persona trabaja en el diario La Nación. Ciro se anuncia, lo hacen pasar a unos despachos muy grandes, sale esta persona y Ciro se presenta. Ya le habían anunciado que venía en nombre de Masetti. Y le hace la propuesta de incorporarse a la guerrilla. Y palidece porque sentía que estaba en otro mundo. ¿Cómo Masetti no tenía en claro que por el tiempo transcurrido, este hombre no era ya su joven amigo de la Alianza Libertadora Nacionalista de 1946? ¡Cómo estaban fijadas en él las raíces de amistades personales profundas! Ciro Bustos cuenta que se fue apabullado del encuentro, porque se encontró con una persona que estaba en otro mundo. Y esto indica un poco el grado de atraso de Masetti en cuanto a comprender la realidad.

- Pero esa ingenuidad era compartida por el Che…

- Evidentemente, digamos que dos personas de una base romántica paralela, no mezclada, porque el Che no había pasado por el nacionalismo, sino que había estado cerca de la Federación Juvenil Comunista en Córdoba ,  evidentemente estas paralelas no se tocan, pero si tienen un destino parecido. El voluntarismo…

- Da la sensación que la Historia ha sido más dura con Masetti que con el Che…

- Los partidarios de la revolución cubana tienen cierta dificultad para hablar de Masetti. No del Che porque es un figura universal. A Masetti en cambio se lo guarda un poco debajo de la alfombra. Creo que eso forma parte de la calificación que se hizo de Masetti por parte del Partido Comunista Cubano, con ayuda del Partido Comunista Argentino. Cuando se empieza a plantear la disputa de Prensa Latina, los cubanos piden ayuda a los argentinos para demoler la gestión Masetti, no ya por la gestión porque las cosas estaban saliendo bastante bien, sino por sus antecedentes personales.

- ¿Y cómo lo recuerda en lo personal?

- Era carismático. Pouppé lo llamaba Il Cappo Scuadra, que es la cabeza de la escuadra que va a pelear. Pouppé vio con mucha objetividad el paso nuestro por Prensa Latina, era muy inteligente y tenía cierta distancia. Además, el fracaso del gobierno de Frondizi produjo dos efectos diferentes: a alguna gente la radicalizó, pero a otra la hundió en el escepticismo. Y el escepticismo, con algo de buena fe, produce objetividad frente a los hechos políticos. Este era el caso de todo nuestro grupo, que de algún modo se había jugado en la dirección del gobierno de Frondizi y había asistido a su impotencia y a su dificultad para estabilizarse. Así que Pouppé, que había compartido esa expectativa con Frondizi, nos veía a todos movernos, ella trabajaba  en la agencia como traductora de Madame Express y nos veía como lo que parece que éramos: un conjunto de personas con una velocidad que producía resultados prácticos, pero en una dirección que se ponía en duda que fuera la correcta. Hablábamos mucho de a dónde iba a parar la revolución cubana y me acuerdo que sostuve, en 1959, que estaba condenada a repetir el fenómeno peronista, que Cuba iba a ser una economía mixta, capital estatal y privado, que iba a volcarse hacia Europa. Y estaban los que creían que para no ser avasallada Cuba iba a formar parte del bloque soviético. Cosa que finalmente ocurrió. Pero no era fácil porque Fidel gobernaba en esos años a los bandazos.

- Eso debe ser parte del desencanto que menciona Walsh en el prólogo del libro de Masetti.

- El esquema de la lucha armada parece ser un imán de atracción irresistible. La juventud peronista y los Montoneros caen en el mismo esquema. Hay que ubicarse en la época, fuera de tiempo es más inexplicable. Había algunas experiencias de freno a las guerrillas colombianas…

- ¿Era más difícil estar en contra que  a favor de la lucha armada en esa época?

- Sí, claro. Me acuerdo un día, cuando estaba en la dirección de Eudeba, con Arturo Jauretche de presidente del directorio, que nos divertíamos mucho, vino Ernesto Jauretche, su sobrino, a despedirse porque pasaba a la clandestinidad. Y Jauretche le hizo el análisis de que contra el poder de represión del Estado era imposible,  que cualquier Estado medianamente constituido hacía imposible el asalto al poder. Ernesto escuchaba. Por fin Arturo le dijo: “¿Y vos qué crees que va a pasar?”. Y Ernesto le contestó: “Que nos van a matar a todos”. O sea que conociendo el resultado posible, igual siguió. Es como un imán, una rueda que se pone en movimiento y no para hasta que la paran. Es una cosa realmente notable.

Hernán Vaca Narvaja
- Periodista y escritor -