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La historia de Pedro Marchetta
"El Negro"
Foto: Gutiérrez, Marchetta y Caric durante la presentación de \"El Negro\" en Córdoba.
Un nuevo libro de editorial Recovecos recorre la apasionante vida de Pedro Marchetta, futbolista y director técnico, en una jugosa entrevista con los periodistas Gustavo Gutiérrez y Hugo Caric.
Publicada el en Libros

Uno de los personajes más pintorescos del fútbol argentino cuenta su historia como jugador y como director técnico y repasa sus mejores anécdotas en 300 páginas imperdibles, donde también habla del poder, de los gobernantes de antes y de ahora y de muchos otros temas candentes de la sociedad que no le resultan indiferentes.

El libro, escrito por los periodistas Gustavo Gutiérrez y Hugo Caric, resume más de cinco décadas de pasión por la pelota, y entrelaza en sus textos a destacadas personalidades del deporte, la cultura, el espectáculo y la política, como Diego Maradona, "el Negro" Fontanarrosa, Pelé, Juan Domingo Perón, "el Coco" Basile, "el Polaco" Goyeneche, Lionel Messi y "la Mona" Jiménez.

Aquí un adelanto de este trabajo realizado en Córdoba y que ya está disponible en todo el país a través del sitio www.periodistasviajeros.com 

No fue un sábado más

No me lo olvido más. Fue en agosto de 1976, un sábado a las 9 de la mañana. La policía llegó a los hoteles de Embalse, donde yo trabajaba en la concesión de la parte gastronómica, y me tiró la puerta abajo para llevarme detenido. En ese tiempo yo también dirigía al Atlético de Río Tercero, donde ganaba buena guita, y recuerdo que los jugadores estaban concentrados en una hostería  mía, que se llamaba “La Cabaña del Tío Tom”, ya que al día siguiente jugábamos contra Huracán de Tancacha.

Estuve preso durante seis meses por el solo hecho de trabajar junto con Juan Amador Gramano, un contador que era muy peronista y que estuvo privado de su libertad entre abril de 1976 y diciembre de 1977, y cuyo testimonio figura en el libro “Nunca más”, el informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep) sobre la última dictadura militar argentina. Yo me la veía venir, porque manejaba casi todo en la empresa, y a todos los que les preguntaban quien daba las órdenes respondían “Marchetta”, “Marchetta”, Marchetta”… ¡y adentro Marchetta!                     

Primero me llevaron a la delegación de la Policía Federal en Río Cuarto, donde me trataron bastante bien. Anacleto Peano, que había sido mi compañero en Racing y que en ese momento dirigía al equipo de Toro de Moldes, se enteró de que estaba ahí y me fue a visitar. Después me trasladaron a Buenos Aires y ahí se pudrió todo, quedé totalmente incomunicado. En el Regimiento Motorizado de Patricios me tuvieron y la pasé mal con esos hijos de puta.                                

Yo digo que los policías fueron los peores durante la dictadura. Porque el militar es cabeza de músculo, en cambio el policía piensa un poco más. Nos trataban como el orto. En un momento llegué a enfrentar a un inspector que me estaba interrogando con una pistola en la cintura y un montón de soldados a su alrededor, porque llega un momento en que te hartás y ya no te importa nada. “Vos te sacás esa pistola y yo te cago a trompadas acá adentro, la concha de tu madre”, le dije. Y el tipo me miraba. Roberto Patané se llamaba, un hijo de mil putas.

El que me hizo zafar fue un militar, el coronel Flores Jouvet. El tipo pidió mi legajo para revisarlo, pero la policía me quería cagar y un subcomisario le insistía para que me interrogaran. Al final me dejaron ir. “Volvé a Córdoba, pero cuando estés en Buenos Aires me avisás”, me dijo el milico. ¡Menos mal que no me leyeron toda la carpeta que tenían esos canas hijos de puta, porque si no todavía estaría tomando mate con Robledo Puch! Cuando agarré la dirección técnica de Los Andes, en 1983, un tipo me llamó por teléfono para saludarme; era este coronel Flores Jouvet.

Lo más feo de aquella experiencia fue cuando me sacaron de mi casa y me metieron en un auto. Los policías llevándome detenido y mi señora y mis hijos mirando por la ventana: nunca me olvido de esa imagen. Era muy bravo el asunto, porque en esa época no sabías si te acusaban de cualquier cosa y te encerraban, o si te pegaban un tiro y no los veías nunca más.

Ficha técnica:

Pedro Marchetta, el Negro. Conversaciones con

Gustavo Gutiérrez y Hugo Caric.

Ediciones Recovecos, Córdoba, 2016.

Redacción El Sur
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