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¿Vuelve El Candidato?
El dilema del cordobesismo
Foto: La sociedad se dobla, pero no se rompe. ¿De la Sota candidato del gobernador más macrista del país?
De la Sota necesita ser candidato a diputado para refrendar en las urnas sus aspiraciones nacionales. Pero Schiaretti es el gobernador que más apoya a Macri. ¿Con qué discurso pedirá el ex gobernador el voto de los cordobeses en el distrito donde el actual presidente arrasó por siete a tres en las presidenciales de 2015?
Publicada el en Crónicas

El ex gobernador de Córdoba, José Manuel De la Sota, sigue soñando con disputar las presidenciales en 2019. Se imagina como una alternativa “potable” al macrismo, capaz de agrupar a la tropa del peronismo no kirchnerista, en la conformación de un espacio de centroderecha similar al que pretenden liderar el propio Massa y el gobernador de Salta José Urtubey, entre otros.

La realidad política de Córdoba plantea hoy una doble paradoja: De la Sota, que quiere convertirse en el principal referente opositor al gobierno nacional, tiene a su principal socio político como el gobernador que más apoya a Macri. Pero Schiaretti, cuyo apoyo a Cambiemos por momentos roza el grotesco, no tiene un mejor candidato que De la Sota.

¿Cómo se resolverá la encrucijada política del oficialismo cordobés? Son pocos los que apuestan a la ruptura de la exitosa sociedad política que le ha permitido gobernar la provincia en forma ininterrumpida durante casi dos décadas. Además, a pesar de los matices, sus ambiciones personales se complementan: Schiaretti quiere ser reelecto y De la Sota trabaja para ser candidato a presidente.

Aunque ya lleva dos intentos fallidos, a persistente nadie le gana a De la Sota. Antes de ser gobernador de Córdoba, perdió tres elecciones. Pero nunca desistió. Fue construyendo poder territorial hasta convertirse en el sucesor peronista (¿?) de Eduardo César Angeloz, aquel gobernador radical que parecía imbatible y gobernó Córdoba tres períodos consecutivos (con los resultados que hoy pocos recuerdan: quebró la provincia, fundió el Banco Social y terminó absuelto de la acusación de enriquecimiento ilícito por el beneficio de la duda).

De la Sota se alineó con Sergio Massa en las últimas elecciones presidenciales tras intentar, sin éxito, disputarle en una interna abierta la candidatura presidencial. Pero a la hora del ballotage, jugó para Mauricio Macri, que se impuso en Córdoba por una histórica diferencia de 7 a 3 sobre Scioli. La ajustada derrota del ex motonauta  a nivel nacional lo tuvo –y lo tiene- como uno de sus máximos responsables políticos.

Por segunda vez en el llano, De la Sota se dedicó a recorrer Europa y cultivar el bajo perfil, mientras su pragmático socio se convertía en el principal sostén político del presidente Mauricio Macri. Pero ahora quiere ser candidato.

Para mantener sus ambiciones presidenciales, De la Sota necesita ser candidato en las elecciones legislativas de este año. ¿Con qué discurso? ¿Se posicionará como alternativa al neoconservadurismo corrupto de Macri? ¿Insistirá en despotricar contra el kirchnerismo? ¿Se presentará como la alternativa “democrática” del peronismo? ¿Reflotará su discurso chauvinista y provinciano del “cordobesismo”? Por ahora es un misterio.

En el actual contexto, es difícil imaginarlo en la misma tribuna junto al gobernador más afín al macrismo. Ya hubo un anticipo premonitorio cuando Juan Manuel Llamosas ganó la intendencia de Río Cuarto. Entonces De la Sota presentó al joven Llamosas como un eslabón más del cordobesismo que había derrotado al candidato del gobierno nacional. Minutos después, Schiaretti aclaraba –en el mismo acto y desde el mismo palco- que en realidad la categórica derrota de Cambiemos no había sido un voto castigo al presidente Macri (que había enviado a todos sus funcionarios a hacer promesas a Río Cuarto y él mismo había grabado un spot de campaña pidiendo el voto para su candidato).

¿Se repetirá esa escena de surrealismo político en los próximos meses? ¿O Schiaretti se tomará una oportuna licencia y se irá de viaje, como hizo en 2015 para evitar pronunciarse sobre la candidatura de Scioli? ¿Puede un gobernador declararse prescindente en una elección que posicionará a su posible rival para disputar la gobernación en 2019?

El camaleón

Para De la Sota nunca ha sido un problema acomodar el cuerpo a la coyuntura. Sus posicionamientos políticos variaron siempre de acuerdo a sus conveniencias personales. Y así como fue un brillante diputado del peronismo renovador cuando Alfonsín hacía agua y Antonio Cafiero se perfilaba como su sucesor, se convirtió en embajador en Brasil de su despreciado Carlos Menem cuando el riojano accedió al Sillón de Rivadavia.

Cuando pensó que la salida era por izquierda, De la Sota combatió a la ortodoxia peronista y se asoció a la Democracia Cristiana para derrotar en las urnas a Raúl Bercovich Rodríguez. Cuando pensó que la salida era por derecha, incluyó a Domingo Cavallo en su lista de candidatos al Congreso Nacional y convirtió a Germán Kammerath en el peor intendente de la historia de la ciudad de Córdoba. Después de aquella alquimia política, ningún candidato del PJ pudo hacer pie en la ciudad que hoy gobierna el hijo homónimo de Ramón Mestre.

De la Sota no tuvo pruritos en convertirse en el adalid de la frustrada re-reelección de Carlos Menem ni titubeó en acercarse a Néstor Kirchner para cederle espacio en las listas de candidatos de Unión por Córdoba.

El problema de De la Sota no es ideológico, ni de convicciones. Es político.

En el llano, con su socio provincial de empalagosa luna de miel con Macri y su socio nacional en caída libre por su inconfesado apoyo al gobierno más reaccionario y antipopular de las últimas décadas, De la Sota necesita ser candidato otra vez. Pero no tiene discurso.  No puede criticar al  gobierno al que Schiaretti llena de elogios. Tampoco puede apoyar a un gobierno que tiene a sus principales referentes en Córdoba. ¿Por qué los cordobeses lo votarían a él y no a Oscar Aguad, Mario Negri, Nicolás Massot o Laura Rodríguez Machado?

El candidato busca discurso. Para colmo, su principal asesor publicitario, aquél que supo llevarlo desde el llano a la gobernación, está preso en Brasil por las derivaciones del LavaJato, el mayor escándalo de corrupción de la historia del país carioca, cuyas esquirlas hacen temblar a la clase política de América Latina y proyectan sus sombra siniestra –Odebrech incluida- sobre la provincia más reaccionaria del mapa político nacional.

La del cordobesismo. Que tiene que definir candidato. Y discurso.

Hernán Vaca Narvaja
- Periodista y escritor -