Desde la literatura asistimos a la creación de mundos posibles que existen dentro de la obra. Comprendiendo la lógica establecida podemos interpretar cada movimiento o acción de los personajes así sea algo totalmente inusual. El género Realismo Mágico pone de manifiesto la unión de dos aspectos que parecen irreconciliables: la realidad concreta de las acciones y hechos comprobables y el mundo de lo espiritual, onírico, religioso y anhelante.
Como lectores, nos metemos en mundos en donde la magia es posible, en donde la realidad más cruda se mezcla con la hechicería, los milagros, las apariciones, los encantamientos y los sueños, sin que haya una reacción de asombro por parte de los personajes. En la lógica del mundo creado por el libro, lo mágico se acepta como natural porque las leyes son distintas a las de nuestra cotidianeidad. Sobre la base de esta tensión escribieron los latinoamericanos. Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosas, Carlos Fuentes e Isabel Allende, entre otros autores destacados del género.
El realismo mágico latinoamericano le dio voz a los que no la tenían, a aquellos pueblos olvidados y recónditos de los atractivos países de América, marcados por la conquista a nivel económico y político pero fieles a sus raíces más profundas. A través de los escritos podemos observar la mirada de la gente común, atormentada por la pobreza y las determinaciones sociales, totalmente esclavos de los prejuicios y los “qué dirán”. Con el único objetivo de la supervivencia honrada ante tantas normas ajenas impuestas, las del extranjero que vino a adueñarse de una tierra salvaje y caprichosa y a castigar con la feroz mano de la religión a todo aquel que se desviara del camino señalado.
Cuando los conquistadores europeos, acostumbrados a los reducidos espacios de sus ciudades, a la dura religión católica, a las costumbres poco higiénicas y a su supuesta superioridad cultural, llagaron a América, se encontraron con un paraíso terrenal tan maravilloso que no podían creer estar despiertos. Animales y plantas desconocidas, personas vestidas con atuendos exóticos, disfrutando del clima cálido y realizando rituales de características fascinantes. Una vez repuestos del asombro inicial comenzaron a planear cómo establecer la “civilización” a estos herejes libertinos y cómo de a poco adueñarse de ese mundo que por superioridad cultural les pertenecía.
Las leyes europeas se impusieron de la manera más sangrienta. La gente que había creído en el poder de la naturaleza, en la fuerza protectora o destructora de las divinidades, en la capacidad de los adivinos y curanderos, en el increíble conocimiento espiritual de los ancianos, fue obligada a abandonar sus raíces para amoldarse a una religión y unas costumbres prestadas, nunca sentidas como propias. Ante la injusticia de los actos y la falta de racionalidad de lo nuevo, los habitantes de América mantuvieron sus creencias en secreto, porque abandonarlas era perder el último gramo de identidad que les quedaba. En apariencia eran europeos principiantes, pero en la intimidad seguían siendo latinoamericanos.
Con el paso del tiempo, los conquistadores hicieron más dura su dominación religiosa a fin de combatir la herejía. A su vez, fueron aumentando sus dominios territoriales, económicos y políticos a través de la fuerza. Uno de los elementos claves que trajo la conquista fue la introducción de esclavos pertenecientes a otras tierras, como las africanas. De esta manera, a la religión originaria oculta se le sumaron las distintas creencias de los negros que incursionaban en el vudú, la hechicería, los encantamientos, las danzas rituales. Cuando el mestizaje se hizo evidente los nuevos patrones y señores incrementaron los castigos para acallar el temor que crecía en sus corazones.
En paralelo a este desarrollo, en España y Portugal crecía el trabajo de la iglesia católica contra la herejía y el demonio, que se expresaba de formas tan diversas como ambiguas. Todo ese poder religioso fue trasladado a estas tierras y bajado con rigor asesino. Entonces las hechicerías y supersticiones de los habitantes de América fueron consideradas demoníacas. Este hecho, lejos de poner fin a todo, le dio una fuerza incalculable, por el poder de lo prohibido, por el temor de “los blancos” ante los resultados evidentes de los encantamientos, pero sobre todo por la justificación y grado de realidad que se le dio a todo a través del pretexto de la posesión demoníaca.
Comenzaron a convivir un amasijo de religiones, creencias y supersticiones que dieron origen a los hombres y mujeres del siglo XX, marcados por la ambigüedad entre el mundo de la realidad, la razón y el mundo de lo espiritual e inexplicable. De esa compleja trama surge el realismo mágico que, como ya hablamos en otros artículos, pone de manifiesto la capacidad de la literatura para analizar la sociedad.
García Márquez
El nombre obligado que se nos viene a la cabeza cuando pensamos en el género es el del colombiano Gabriel García Márquez, un escritor, crítico y periodista, gran observador de la sociedad y de las personas, que parecía tener un don especial para entender lo que muestra el alma a través de los ojos. Fue uno de los precursores del género y uno de los referentes del boom latinoamericano con sus obras literarias reconocidas a nivel mundial.
Sus obras, ambientadas en pueblos ocultos y olvidados del mundo, en algún lugar de Latinoamérica, nos hablan de la sociedad del 1900 con una intensidad fotográfica, si acaso las fotografías pudieran mostrar el alma de las personas. Los escenarios se muestran como típicos pueblitos polvorientos, acosados por una economía precaria y el temor de que el implacable clima los borre del mapa para siempre. Los personajes se caracterizan por una angustia constante que tiene que ver con la imposición de prejuicios y dogmas religiosos inamovibles. Con un romanticismo dramático, el autor nos cuenta sobre seres afligidos, incapaces de llevar adelante sus deseos sin caer en la locura o la desaprobación de sus pares, personas que sólo sobreviven a falta del valor necesario para cambiar las leyes impuestas, que renuncian al amor y a los sueños con una naturalidad palpable y que se entregan a ocios vacíos para apagar sus penas.
En cada obra vemos un destacado realismo en la constitución de los escenarios y las situaciones problemáticas, la crítica social está presente de la manera más cruda. Pero también observamos la convivencia con la magia, la hechicería, los milagros y lo onírico. El mestizaje es la característica más destacada y a partir de este mapa social y cultural de Latinoamérica, nos deja en claro que provenimos de hombres y mujeres que día a día se resisten a ser conquistados y por eso exigen ser escuchados.
García Márquez dedicó su vida y su obra a mostrar un mundo habitado por personas comunes como cada uno de nosotros. En un mundo de literatura europea, mostró la realidad latina, con sus escenarios absolutamente sorprendentes y su idiosincrasia nacida del amor y del odio entre diversas culturas. También supo manifestar la concepción de la muerte de nuestras tierras, obtenida de la unión de las diversas religiones. Vemos la convivencia de la idea del cielo prometido, y la necesidad de que los muertos sean velados y enterrados en tierra sagrada para su descanso, junto con la creencia de la aparición de fantasmas que no han querido dejar la tierra, o de muertos que no son de nadie y desean tener almas que los lloren. La muerte como algo natural y a la vez complejo y angustiante.
En su obra “Cien años de soledad”, que ya ha sido observada en esta misma revista, muestra una enorme crítica social, en las vicisitudes de la economía de un pueblo que fue increíblemente rico y absurdamente pobre gracias al manejo desigual y corrupto del poder y las conveniencias. Mientras narra la historia de una familia entera, durante 100 años, con todas las rarezas, contradicciones y valentías que tienen las familias comunes, pero agregándole la magia propia del género y de sus creaciones. Lluvia de flores amarillas, bandadas de mariposas que invaden habitaciones, personas que viven muchísimos años, seres tan puros y bellos que son llevados por dios en un halo de luz. Los lectores que aun no han incursionado en estos textos pueden pensar que estas cosas son totalmente absurdas y sin sentido, es que sólo dentro de la obra adquieren sentido, nada tiene que ver con una respuesta racional sino con una espiritualidad sensibilidad propia de los habitantes de nuestra América.
La obra de García Márquez es amplia y para todo tipo de lectores, tenemos textos que destacan por su extensión y complejidad como las novelas “Cien años de soledad”, “El amor en los tiempos del cólera”, “El otoño del patriarca”, pero también podemos encontrar novelas más breves para aquellos que no disponen de tanto tiempo o que recién se están iniciando en el mundo de la lectura, algunas de esas obras recomendaremos en este artículo. También vamos a incursionar en el mundo de los cuentos de este autor que relatan historias increíbles, con una narrativa fascinante. Se destacan por la sencillez en la redacción y un toque especial, que no es fácil de precisar, que hace que nos atrape desde las primeras líneas para dejarnos con un suspiro en los labios al leer la última frase. Para motivarlos en la lectura puedo decirles que algo en ustedes va a cambiar después de leer alguna de sus obras, nos permite explorar en la capacidad de todo ser humano de ver las cosas desde otro punto de vista prestando atención a los guiños que nos pone la vida jugando a ser otros, con la magia como puerto.
“La hojarasca”
Esta novela de Gabriel García Márquez, fue publicada en 1955 en Colombia. Cuenta los sucesos posteriores a la muerte de un personaje indeseable en el pueblo de Macondo después de que la compañía bananera lo dejara en ruinas, olvidado y polvoriento.
La narración varía entre los tres personajes principales en el momento de la acción: El Coronel, su hija Isabel y su nieto de 11 años. El Doctor –odiado por el pueblo- se suicida en su solitaria casa, y el Coronel, cumpliendo con el pago de una deuda importante, asiste al muerto para darle sepultura, enfrentándose a los deseos del pueblo y condenando a su hija y a su nieto a la mirada inquisidora de sus vecinos.
Así comienza el relato que va y viene en el tiempo mostrando la vida de los distintos personajes y el fragmento de vida que el doctor compartió con los habitantes de Macondo. El personaje del coronel destaca por su honestidad, por la bondad de sus actos a cualquier precio y por haber conocido muy bien al Coronel Aureliano Buendía.
El personaje de Isabel es sumamente interesante porque representa la vida de la juventud sometida a los mandatos paternos y a las costumbres de un pueblo antiguo y conservador. Una mujer que a su corta edad intenta encontrar un sentido a su vida ya determinada volcándose en el cuidado de su hijo y de sus padres, en una casa solitaria, en un pueblo venido a menos, en donde la condena social es el peor de los castigos ya que parece no existir nada más fuera de sus límites, ni remotamente la posibilidad de irse sin ser juzgado duramente.
En esta obra en particular, abundan las imágenes sensoriales como recurso literario, las alteraciones en la cronología del relato, los cambios de narrador que permiten observar el mismo hecho desde perspectivas muy diversas, la intertextualidad con otras obras literarias y la crítica a las costumbres conservadoras y pacatas de una sociedad cerrada y antigua.
La muerte se plantea como una etapa más de la vida, un proceso natural que se encuentra a cada paso. La mirada sobre este hecho de tres personas muy distintas, enriquece el relato. Por un lado, el Coronel la observa como un momento intuido y muchas veces visto de cerca por su propia persona, un paso para una transformación inminente, tan natural y esperada que no se evidencia angustia ni sorpresa frente al tieso cadáver. Por otro lado, la joven Isabel que siente la muerte como una amenaza hacia la salud espiritual de su hijo y la suya propia, algo lejano e indeseable, ligado a los rezos y a los rituales. Y la mirada inocente del niño que asiste sorprendido a un espectáculo nuevo, descubre y redescubre su capacidad para estar vivo, de la cual carece el desconocido que se encuentra frío y duro como un muñeco en la cama de la habitación.
La presencia de los fantasmas es otro tópico trabajado en esta obra con especial cuidado, muertos que vuelven cada noche a ocupar bancos solitarios a la luz de la luna o difuntas que se manifiestas a través de hermosos perfumes de flores. Los espíritus provocan muchas cosas en los personajes, de todo menos miedo, porque son vividos como una transformación más de la sustancia de una persona.
“Del amor y otros demonios”
Cuenta la historia de una niña de 12 años, hija de un marqués, que es mordida por un perro portador de la rabia. A pesar de que el análisis médico dejó claro que la niña no contrajo la enfermedad, el rumor de que su salud mental y física empeora crece, hasta alcanzar magnitudes insuperables. Así llega a los oídos del obispo del pueblo que decide intervenir por temor a una posesión demoníaca.
Sierva María de Todos los Ángeles, la pequeña marquesita, había sido criada entre los esclavos y había aprendido allí lenguas, costumbres y modos de comportamiento muy distintos a los de su familia. Su modo de ser extraño, su aspecto lánguido y una cabellera larga como la cola de una novia y roja como un fuego encendido generaban temor en las personas que la rodeaban. Así es que su padre, el Marqués, un hombre debilitado por una vida sin alegrías, accede a internarla en el convento de Santa Clara para ser exorcizada del supuesto demonio y salvada su alma del infierno prometido.
El autor muestra, con excelente capacidad, la vida regida por los dogmas religiosos más duros y dañinos. Muestra el fanatismo sin nombre, la angustia de ser vigilado constantemente por un dios vengativo y castrador y la tentación de los demonios que también pueden llamarse deseo, amor, felicidad, anhelos. Los protagonistas se debaten contantemente entre los mandatos sociales y religiosos y la necesidad de ser felices sacrificándolo todo. La ansiada liberación no es más que la renuncia a las tradiciones y creencias impuestas por supuestas autoridades enviadas desde tierras lejanas, que aparentan ser santos pero no son más que hombres y mujeres comunes, luchando por sobrevivir a la oscuridad que los acecha.
Además, podemos observar la crueldad con que se trata a las personas que deben ser exorcizadas y a todo aquel que haya sido calificado como hereje. Maltratos verbales y físicos, mala alimentación, frío, ambientes inmundos, repletos de heces, baños con agua helada, despojo de las pertenencias y de todo rasgo personal al que quieran aferrarse, son algunas de las cosas que deben soportar los condenados, que en general terminan deseando que algún demonio los salve y son capaces de ofrendar su alma si es necesario.
No sólo Sierva María sufre en este contexto de encierro, todo el pueblo y el mundo resulta una cárcel en donde no está permitido ser felices. Los demás personajes de la obra luchan por alcanzar sueños, por encontrar el amor, luchan contra la soledad que los espera agazapada en los rincones de las enormes casas, de los patios de tierra, a la sombra de los naranjos o en los conventos más respetados. Las únicas personas que parecen ser libres en su esclavitud, son los negros, caracterizados por su alegría, su forma libre de amar, sus rituales.
Algunos recursos literarios usados por el autor en esta obra son: alteración del orden cronológico en la narración de los hechos, uso frecuente de imágenes sensoriales, un narrador omnisciente que puede contar los hechos desde diversas perspectivas y hasta adelantarnos las resoluciones de algunos conflictos, introducción de otros discursos –como el poético.
Los cuentos
Si deciden incursionar en el mundo de los cuentos de García Márquez, se encontrarán con la versión más palpable del Realismo mágico. En muchos casos los escenarios son los mismos de las novelas mencionadas, pero los personajes de estas historias destacan por sus rasgos fantásticos, especiales, diferentes a lo que conocemos y vemos. Muchas de las historias están ligadas fuertemente al mar como un organismo vivo que reclama personas u objetos a su antojo, que es capaz de traer vientos de desgracia o los mejores sucesos en muchos siglos.
Recomiendo tres cuantos desde donde iniciar la lectura, pero les aseguro que todos son destacables y únicos. “El ahogado más hermoso del mundo”, publicado en 1968, cuenta la historia del cadáver de un hombre que llega a través del mar a un pueblito costero, es encontrado en la playa por un grupo de niños y genera en el pueblo una gran conmoción. Los habitantes deciden velar al muerto para que no siga perdido en las profundidades del abismo y esto desata una serie de sentimientos y emociones más allá de lo esperado por la comunidad. La historia de un hombre muerto que dio vida a un pueblo entero con su sola presencia, vale la pena ser leída.
“Un hombre muy viejo con unas alas enormes” (1968), cuenta de un matrimonio angustiado porque su pequeño recién nacido sufrió varios días de fiebre. Cuando el marido vuelve de atrapar cangrejos en el mar, se encuentra con que en su patio trasero, en medio del barro provocado por muchos días de lluvia, yace boca abajo un anciano que parece mal herido y que no puede levantarse porque se lo impiden sus enormes alas. Una vez superado el susto inicial, se presupone que ese ser era un ángel que había ido en busca del niño pero que se encontraba ya muy viejito para cumplir con su tarea. Allí comienza la historia de este hombre, con alas, que pasa un buen tiempo entre las personas comunes, sin que se sepa bien cuál es su naturaleza, de dónde viene o por qué tiene un cuerpo tan humano, con los achaques y tristezas propias de la vejez.
“Ojos de perro azul” (1950), cuenta la historia de una pareja que se encuentra en sueños. Cada noche se acarician, se besan, expresan su amor, pero cuando se despiertan no pueden encontrarse. El mundo onírico es caótico, hay sentimientos de tristeza y soledad, otros de desesperación y confusión, pero cuando los personajes se encuentran en su habitación los temores se disipan y se entregan a la pasión, a las caricias, al éxtasis del amor, a la alegría de la compañía de ese ser que sienten único. La narración centrada en el personaje masculino hace que podamos apreciar la felicidad de los encuentros nocturnos y la angustia de la llegada del amanecer cuando los recuerdos se perderán y ella desaparecerá en el inconsciente, perdida entre pesadillas y anhelos. El autor nos muestra la mezcla del mundo de lo onírico con el de la vigilia y nos plantea preguntas filosóficas sobre la naturaleza de los sueños. ¿Cuándo creemos que estamos despiertos, lo estamos realmente o todo es un continuo inconsciente?
Ojalá estás líneas hayan servido para animar a la lectura de este género que nos representa como latinoamericanos y para observar con atención aquellas cosas fascinantes que nos rodean y con las que convivimos a diario. Nos encontramos en el próximo artículo para conocer a otros autores destacados.