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Pablo García lleva recorridos 162.000 kilómetros sobre dos ruedas
La vuelta al mundo en bicicleta
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La travesía, que comenzó hace dieciocho años, incluyó más de un centenar de países y culminará la próxima primavera en el Obelisco.
Publicada el en Crónicas

“Señores dejo todo, me voy a recorrer el mundo. En bicicleta”. Con esas palabras –u otras parecidas, qué más da-, un día Pablo García les dijo a sus socios en la agencia de turismo brasilera que dejaría el trabajo para dedicarse a recorrer el globo en dos ruedas. Corría 1999, y lo que iba a durar unos meses se extendió a ¡18! años: García lleva recorridos más de 162.000 kilómetros en 105 países. Protagonista de una de las mayores travesías de cicloturismo a nivel mundial, culminará su viaje en septiembre, al pie del mismísimo Obelisco porteño.

En su paso por Alta Gracia, este bonaerense de clase media desgranó algunas de las miles de historias que cosechó en su recorrida mundial. También evocó algunas vivencias inolvidables -y otras no tanto- y confió que cuando termine la experiencia “a esta –señala la bicicleta- me parece que no la agarro más”.

La travesía de Pablo inició en Maceió –allí estaba la agencia de viajes- en aquel 1999 fundacional. Después de decidir dejar todo bajó pedaleando a Buenos Aires -10.000 kilómetros-, donde estuvo un año y medio programando el viaje. Hasta que tomó un barco a Sudáfrica, y a partir de ese momento no paró: durante 27 meses cruzó África, transitó 30 países de Europa en dos años y medio, y llegó luego al Cercano Oriente, donde pasó un año. De allí volvió a Europa para recorrer los Balcanes, fue a Turquía y siguió ruta a Irán, el Golfo Pérsico, Pakistán, India, Nepal y otra vez India, de donde voló al Sudeste Asiático. En total pasó más de 4 años en Asia; China, Japón, Corea y Mongolia son mojones inolvidables de su recorrido.

Entre otras cosas, el viaje le ha servido para aventar prejuicios. “Los árabes, por ejemplo, son totalmente distintos a como los pintan los medios de comunicación. Son amables, hospitalarios, e incluso allí conseguí los mejores sponsors”, relata en la plaza Solares, mientras se saca fotos con los vecinos, intenta vender su video y asesora a espíritus aventureros que sueñan con iniciar una travesía –más modesta, por supuesto- en dos ruedas.

La vuelta al mundo de García incluyó también Australia, Nueva Zelanda, Samoa y Hawai, de donde voló a California. Pedaleó a Alaska, luego a México, voló a Toronto, regresó a México, y así. Idas y vueltas en un derrotero que causa asombro de sólo escucharlo. “Uno tiene que estar preparado, porque una cosa es planificar el viaje y otra cosa es lo que va surgiendo mientras uno viaja. Yo siempre digo que hay que adaptarse rápidamente y que de nada sirve quedarse en la queja”, recomienda este aventurero al que más de una vez quisieron robarle y que señala que la violencia “está muy presente en América Latina”, pero que “el resto del mundo no es así”.

Colombia, Curazao, Trinidad, Grenada, Saint Vincent and the Grenadines, Barbados, Santa Lucía, Martinica, Dominica, Puerto Rico, República Dominicana, Haití y Cuba fueron parte del itinerario. Brasil, por supuesto, y también Ecuador, Perú y Bolivia, hasta regresar –¡por fin!- a la Argentina, entrando por el norte y llegando hasta Ushuaia, cruzando esporádicamente a Chile.

“La ruta 3 de vuelta es muy difícil, por el viento. Yo llegué a Ushuaia en marzo y estaba muy complicado. Generalmente uno baja, pero subir es muy complicado” recuerda ahora, antes del último tramo de esta odisea: el litoral y Misiones, para bajar a Buenos Aires en septiembre y sacarse la foto final en el Obelisco. En todos estos años García usó tres bicicletas comunes, con algunas mejoras básicas. A cada una de ellas las cargó con decenas de kilos: lleva una carpa, la ropa para las cuatro estaciones, repuestos, herramientas y los equipos de fotografía y filmación. Al momento de la entrevista carga 85 kilos.

Anécdotas tiene miles. Como cuando se quedó sin efectivo en Mozambique, los cajeros no respondían, pasaban los días y descubrió qué ocurría cuando en una lengua desconocida le alcanzaron a explicar que en su país había estallado todo: 2001, el Corralito. U otra de Kenia, cuando lo despertaron dos muchachos armados de machetes y le robaron de todo. Y ni hablar de los episodios vinculados a la seguridad vial: “En la ruta, un espejito puede salvarte la vida”, aconseja. A pesar de que habla varios idiomas, destaca que las señas le han sido mucho más útiles para hacerse entender en las geografías más exóticas a nuestros ojos. “Con el tiempo me volví un profesional de la mímica”, se ríe.

Mientras pedalea sin parar, García se autosustenta con la venta de un video que relata su aventura, postales y fotos. También asesora proyectos de viajes individuales y grupales, sostiene un perfil de Facebook y una interesante página web –pedaleandoelglobo.com-. “Es difícil generar dinero durante el viaje” cuenta, y recomienda “ahorrar, para después viajar”. Por estos días sueña con llegar a Buenos Aires, colgar la bici y continuar el viaje pero no en ruta, sino con charlas en organizaciones y empresas.

Para eso faltan unos miles de kilómetros. Que para él, por supuesto, no son nada.

Adrián Camerano
- Periodista -