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Norberto Elder García, más conocido como Jericles
“El humor lo traigo desde la cuna, pero tuve que aprender a dibujar”
Foto: Para Jericles, el humor implica una mirada distinta de la realidad.
Trabajó en las míticas revistas Hortensia, Humor y Sex Humor. Produce entre cinco y diez chistes diarios para Puntal y La Voz del Interior. Reivindica a la ironía y el humor como una forma sutil de cuestionar la realidad.
Publicada el en Entrevistas

Oriundo de La Carlota, pero radicado en Río Cuarto desde 1980, Jericles significa humor. Polifacético, padre de familia numerosa, hincha de River, de andar cansino y sonrisa ancha, ha recorrido un largo camino profesional que lo hizo acreedor de distintos reconocimientos: desde ser ungido “Rey Momo” de los carnavales –y recibir las llaves de la ciudad-hasta ser nombrado Personalidad Destacada de la Cultura por el Concejo Deliberante. También se hizo acreedor de los premios Carlos Favre, Jerónimo, Universidad de Río Cuarto y Juan Filloy. A lo largo de los años publicó sus viñetas en las revistas Hortensia, Sex Humor, Humor, Hola Tío y en los diarios Los Andes (Mendoza), El Tribuno (Salta), Puntal (Río Cuarto) y La Voz del Interior (Córdoba). Es autor de los libros El Humor de La Carlota, Negro el 13, El humor no tiene cura, Se hace camino a reír y Crónicas amarillas (en coautoría con Adrián Demasi).

- ¿Quién es Jericles?

-El "Jericles" está más unido al dibujante que a la persona. Yo tenía ese apodo cuando era chico y después, con el tiempo, cuando decidí empezar a dibujar, tenía que buscarme un seudónimo. Y bueno, dejé el que usaba desde chico.

- ¿Cómo es un día de Jericles?

-No tiene mucha variación, está relacionado con el trabajo. Mezclo todo con el trabajo porque mayoria de las cosas las hago acá en casa. Me levanto temprano y lo primero que hago es buscar información. Una de las bases de mi profesión es tener suficientes datos de todo lo que pasa y absorber un montón de cosas. Ahí empieza la tarea más complicada y a su vez la más linda, que es sacar ideas de la información que tengo.

- ¿Se informa con el diario o con otros medios?

-Sobre todo por internet, que es el medio más rápido.  La cuestión es saber un poquito de cada cosa para después volcarlo a la idea, para desarrollar una o varias ideas. En mi caso, que tengo dos trabajos, debo crear para Puntal y La Voz del Interior. Entonces saco varias ideas y después veo a dónde van a parar, si a Puntal o La Voz. En Puntal me comunico después del medio día por si tienen algún tema específico para hacer un chiste. Cuando se define el tema, me pongo a trabajar. En La Voz directamente el tema lo elijo yo. En ambos casos tengo mucha libertad, incluso en las páginas de los domingos.

- ¿Cómo definiría al humor en pocas palabras?

-El humor es muy difícil de definir. Es otra mirada sobre la realidad. El humorista tiene otra percepción de las cosas. Por ahí se los hechos como una tragedia y uno le tiene que buscar la vuelta para transformar esa tragedia en un hecho humorístico. Hacer humor no siempre es provocar la risa, a veces es provocar la ironía, buscar una reflexión, un costado distinto al que abordan los periodistas.

- ¿Cómo es el proceso de dibujo?

-Siempre el dibujo viene después, casi nunca parto de un dibujo para expresar una idea. Cuando trabajo con la actualidad es saco la idea y después la llevo al dibujo. El dibujo depende también del tiempo que tenga para hacerlo. A veces no quedo tan conforme y pienso que podría darle una vuelta más o dibujarlo mejor, pero hay que entregar los trabajos en tiempo y forma.

- ¿Cuántos chistes hace por día?

- Es variado. Un promedio de cinco dibujos diarios. Los lunes son más, siete u ocho, por el suplemento de deportes. A veces prefiero adelantar algunos chistes y a lo mejor hago diez dibujos. Después afloja, va variando, lo voy manejando.

- ¿Cómo elige sus chistes?

- Busco la risa, pero también la reflexión. Mis chistes deben ser coherentes con lo que pienso respecto de la sociedad. Sería distinto si los diarios me exigieran adscribir a algún tipo de ideología, pero afortunadamente eso no ocurre. Trabajo con mucha libertad y es algo que valoro mucho. Lo considero privilegio doble: hago lo que me gusta y puedo decir lo que pienso sobre las cosas.  

- ¿La habilidad para el dibujo es una capacidad innata o se adquiere con el tiempo?

- Yo no nací dibujante, tuve que aprender. Lo que más traigo de cuna es el humor, que es algo que uno adquiere de chico. Aprendí a leer con historietas de humor cuando tenía cinco años, mi infancia estuvo muy vinculada a las revistas de humor. El dibujo me cuesta un poco más porque no nací dotado para eso.

Quemá esos dibujos

- Usted alguna vez dijo que cuando entró a trabajar en la revista Hortensia, en 1975, no estaba conforme con sus dibujos.

-Lo que pasa es que empecé dibujando flojo. Tuve suerte en Hortensia, la gran revista de humor argentino, porque aceptaron mis dibujos, que eran bastante rudimentarios. Con los años fui mejorando y trabajar en Puntal me facilito mucho dos cosas. El diario me dio la gimnasia necesaria para hacer humor, que es algo fantástico. No podría haber desarrollado mis dibujos sin tener un diario donde debía hacer un mínimo de dos chistes por día. Recuerdo con mucho cariño y orgullo haber trabajado en Humor y en Hortensia, pero mis dibujos no eran tan lindos porque no tenía mucho tiempo para desarrollarlos.

- ¿Qué diferencias había entre Humor y Hortensia?

-Eran publicaciones distintas, ambas extraordinarias. Haber publicado en las dos mejores revistas de los últimos cuarenta años en Argentina me llena de orgullo. Hortensia era una revista de humor general que no tocaba temas políticos, era más humor general; y Humor fue de resistencia a la dictadura cívico militar. Cuando entré a trabajar, en 1979, el humor no cuestionaba a la dictadura por razones obvias. Recién en 1980 la revista se fue abriendo a las críticas y en el ´82 explotó con el tema Malvinas. Era hacer humor bien duro contra el sistema.

- ¿Era un humor sutil?

-No, después de Malvinas explotó con todo. El humor que hacíamos no tenía nada de sutileza, era grotesco contra los militares, de bronca, crítica y descarga. Eso siguió en tiempos de Menem y los gobiernos neoliberales. Como uno no los comparte, también descarga en el humor y eso le sirve también al lector para hacer catarsis.

- ¿Se puede hacer humor sobre cualquier tema?

-Sí, cualquier tema se puede tocar, debe permitirse todo. Se puede hacer por ejemplo humor negro. Uno puede hacer humor de cualquier cosa, pero siempre teniendo un límite. Si hacés humor sobre el atentado en Barcelona, el límite es no reírse de las víctimas.

-  ¿Sus dibujos fueron cambiando en función de su pensamiento?

-Si hay algo que identifica mi trabajo es que no cambió mi pensamiento. Mi mayor orgullo no es el dibujo sino la coherencia. Las cosas cambian, pero uno trata de mantenerse en determinados carriles. Y el humor acompaña esa decisión.

- Usted ha dicho que le gustan algunos humoristas gráficos como Ferro, Quino, Fontanarrosa y Caloi. ¿Fue influenciado por alguno de ellos?

-Hay influencias de un montón de dibujantes. Fontanarrosa me marcó cuando empecé a dibujar, tanto en su forma de hacer humor y como en su estilo de dibujo. También Ferro. Y ni hablar de Quino y Caloi.

-¿Cómo definiría su propio estilo?

-No lo he pensado, pero el mío es un humor tradicional, que no rompe con lo que se viene haciendo hace un montón de años. La influencia de Ferro no rompe con eso. Las nuevas generaciones de lectores, en cambio, no leen diarios. Y entonces sí el humor viene de otro lado, la forma de hacer las historietas es distinta. Ahí veo que Angonoa y Podetti son una generación que va modificando un poco el estilo tradicional de hacer humor.

Es la política, estúpido

- ¿Los cambios políticos influye en la creación de humor?

-Yo diría que sí. Cuando hay un gobierno neoliberal se hace un humor más fuerte, que va al hueso y busca provocar más. Si por ahí había gobiernos con los que uno se sentía identificado -la primera parte de Alfonsín, la etapa kirchnerista-, había que buscarle la vuelta y a veces no era sencillo. Como humorista te diría que prefiero esta época, pero como ciudadano no.

- ¿El humor tuvo su era dorada?

-Buenos humoristas hubo siempre, pero hubo una la etapa en la que había más revistas. Desde el año 65,66 aparecieron las revistas Tía Vicenta, Mengano y la revista Humor y Hortensia, y fue una explosión de dibujantes. Del 66 al 85 fue un gran período para el humor y mucho tuvieron que ver esas revistas. En los diarios es más difícil ver dibujantes nuevos, están siempre los mismos.

- ¿Qué es lo peor que le puede pasar a un dibujante?

-Quedarse sin ideas y sufrir censura, que te impongan determinadas cosas que no coinciden con lo que vos pensás.

- ¿Y cómo se evita quedarse sin ideas?

-La gimnasia de tantos años te permite decir que cuando hay un lugar que se cierra, hay que buscar otro o cambiar de tema. De última, guardar algunos dibujos para ese mal día. La inspiración te tiene que encontrar trabajando, uno tiene que estar pendientemente aplicando ideas, pero con oficio el dibujo sale porque hay que entregarlo al diario. Uno no puede darse el lujo de decir “bueno, hoy no hago nada”, y entonces acelera el proceso y la idea termina saliendo, a veces más feliz, a veces menos feliz, pero de lo que se trata es que salga un chiste que provoque alguna sonrisa.

- ¿Qué mensaje le dejaría al mundo?

- No soy de dar consejos, pero sí puedo decir que, a través de los años, uno aprende que lo importante es pasarla bien. Que no hay que darle tanta pelota a cosas que en su momento se dramatizan y con el correr del tiempo uno se da cuenta que no tenían tanta importancia. Y tratar de ser menos agresivo. El humor ayuda mucho a sobrellevar ciertas cosas.

- ¿Qué piensa de lo que pasa en Venezuela?

-Es complicado por la forma que a uno le quieren vender lo que ocurre allá, y a la distancia es muy difícil opinar. Pasa con un montón de países. Ayer pensaba como la gente opina sin opinión propia, a través de lo que consume con los medios. Algunas personas dicen que Venezuela es una dictadura, pero las elecciones son las más limpias que hay en el mundo. Hay que mirar lo que pasa dentro de un país para luego opinar. No tengo opinión formada sobre Maduro.

- ¿Cuál fue su mejor momento laboral?

- Supongo que siempre hubo altibajos. Lo cierto es que he publicado en forma constante y nunca paré de dibujar. No sé si elegir un momento especial. Hace un año empecé a subir dibujos a las redes sociales y tengo mucha respuesta de la gente. Eso también me da confianza en lo que hago y me hace sentir que sigo transitando por el camino correcto.

Pablo Cuffia
- Estudiante de Comunicación Social. Universidad Nacional de Río Cuarto. -