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Entre Bolsonaro y Haddad
BRASIL JUEGA A DOS PUNTAS
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Las elecciones presidenciales también dividen al deporte del vecino país.
Publicada el en Crónicas

A Felipe Melo, experimentado futbolista que vistió la camiseta del seleccionado brasileño en el Mundial de Sudáfrica 2010, le dicen “el Carnicero” y no es casualidad. De lo acertado del apodo pueden dar fe Ramón “Wanchope” Ábila, Pablo Pérez, Edwin Cardona y Carlos Tevez, cuatro jugadores de Boca Juniors que ya padecieron su juego violento y también sus provocaciones en la fase inicial de la Copa Libertadores de América 2018 y que en breve volverán a tenerlo frente a frente en semifinales del mismo torneo continental. El mediocampista del Palmeiras tiene más tarjetas rojas que goles en su extensa carrera profesional, pero de vez en cuando mete la pelota en el arco contrario. Y da que hablar.

Sucedió el 16 de septiembre pasado, cuando su equipo igualó 1-1 con Bahía por la 25ª fecha del Campeonato Brasileño. “Este gol va para nuestro futuro presidente Bolsonaro”, declaró al término del encuentro el ex volante de Juventus, Inter y Fiorentina, quien tiempo atrás confesó que “de no haber sido futbolista, hubiera sido asesino” y que hoy le reclama a su político favorito “arrasar con los delincuentes”. Las palabras de Felipe Melo causaron un gran revuelo y hasta forzaron una manifestación pública del club paulista, que dejó en claro su “neutralidad” en cuestiones políticas y puntualmente en la actual compulsa presidencial.

“No podemos tolerar amenazas a las instituciones democráticas y opiniones racistas, xenófobas, sexistas y homofóbicas”, marcaron la cancha algunos hinchas del Palmeiras. Otros “torcedores” de la misma divisa, mientras tanto, se amontonan para sacarse fotos con Bolsonaro cada vez que el ex capitán del ejército y candidato del Partido Social Liberal (PSL) asiste al Allianz Parque enfundado en la camiseta verde del cuadro del que se reconoce como hincha. Más allá de que al ex paracaidista –que no es un caído del cielo en términos políticos, ya que arrancó como concejal en 1989 y ya transitó por nueve partidos diferentes- no ha tenido reparos en mostrarse en distintas canchas del país y ataviado con las camisetas de otras instituciones, como sucedió con Flamengo, Fluminense, Botafogo o Vasco Da Gama. En todos los escenarios ha cosechado elogios y críticas, loas e insultos, aplausos y abucheos

Pelota dividida

Como una cancha de fútbol, Brasil está dividido en dos. De un lado juegan los partidarios del polémico personaje que se adjudicó con el 46,04% de los votos la primera vuelta del 7 de octubre, y en el campo contrario están los que respaldan a Fernando Haddad, el candidato del Partido de los Trabajadores (PT) que se ganó el pase al balotaje del 28 de octubre con el 29,26% de los sufragios.

Entre los primeros se puede posicionar a los barrabravas del Atlético Mineiro, quienes durante la reciente disputa del clásico de Belo Horizonte les dedicaron a sus rivales estas repudiables estrofas: “Cruzeirense, ve con cuidado, Bolsonaro va a matar a los maricones”. La respuesta no se hizo esperar: hubo multa de la justicia deportiva y disculpas públicas del club identificado con los agresores, y también una rápida movilización de colectivos de hinchas que están enrolados en la vereda del frente del llamado “Donald Trump de Brasil”.

Uno de los repudios más enérgicos a la figura de Bolsonaro desde las gradas del fútbol fue de “Gavios da Fiel”, la facción más numerosa de la parcialidad de Corinthians, un club que en los ’80 se convirtió en emblema de la lucha en contra de la dictadura militar y a favor de los derechos civiles a través del movimiento llamado Democracia Corinthiana que lideraron varios ex futbolistas, entre ellos el fallecido Sócrates, Wladimir, Zenón y Walter Casagrande, hoy destacado comentarista de la Red O Globo. “Nuestra agrupación fue creada en 1969, en pleno gobierno militar, y uno de nuestros objetivos fundacionales fue derrumbar a un dictador en nuestro club”, destacó Rodrigo González Tapia, uno de los líderes de “Gavioes da Fiel”, reafirmando su posición y recordando tiempos en que Corinthians era manejado con mano dura por el abogado Wadih Helu, un colaboracionista del régimen que gobernó al vecino país entre 1964 y 1985.

Mientras tanto, Roger y Jadson, dos integrantes del actual plantel del equipo de Sao Paulo, le dieron un encendido apoyo a Bolsonaro. Otra mirada aportó Casagrande, aquel de la Democracia Corinthiana, quien reivindicó a Felipe Melo, aunque marcando sus diferencias ideológicas con el rudo futbolista del Palmeiras: “Me dio mucho orgullo ver a un jugador de fútbol posicionarse. Porque los futbolistas desaparecieron, no dicen una línea sobre nada. Pasan millones de cosas en Brasil y no hay un jugador que se manifieste, parecen de otro planeta”. Sin tantos matices es la relación que mantiene Bolsonaro con Gremio, el emblemático club de Porto Alegre. Allí hubo repudio generalizado a las oportunistas manifestaciones del candidato luego de que el equipo obtuviera la Copa Libertadores de América 2017 tras vencer en la definición a Lanús. “Esta camiseta es de negros, blancos, gays, lesbianas, transexuales, musulmanes, judíos, ateos, cristianos, umbandistas… de todos menos del Señor y de tus siervos igualmente fascistas”, le escribieron en Facebook los parciales del cuadro Gaúcho. También le recordaron que la entidad de Río Grande do Sul fue la primera en su país que contó en las tribunas con el apoyo de una hinchada gay allá lejos y hace tiempo, cuando terminaba la década del ’70 y las notas todavía pisaban fuerte por esas tierras.

Otro colectivo que participó activamente en las marchas del #EleNào, una semana antes de la primera vuelta electoral, fue la “Torcida Jovem” del Santos, el club que ganó fama mundial en los ’60 a partir de la figura de Edson Arantes do Nascimento, “el Rey” Pelé, y que también tiene como hijo dilecto a Neymar Jr., la máxima estrella del actual seleccionado de Brasil.

El equipo de Jair

Neymar Jr. se ha mostrado cauteloso ante la inminencia de los comicios generales. De gambeta indescifrable, al fin y al cabo, el delantero del PSG de Francia apenas aportó un par de “me gusta” a publicaciones favorables a Bolsonaro en las redes sociales. Lo mismo sucedió con el delantero Gabriel Jesús, compañero de equipo del “Kún” Agüero en Manchester City. Más decidido estuvo Lucas Moura, atacante del Tottenham Hotspur, quien definió al candidato derechista como “un honesto en medio de miles de corruptos”. En las redes sociales el polémico ex militar de 63 años nacido en Río de Janeiro también cosechó el respaldo de varios históricos del fútbol brasileño como Rivaldo, Cafú, Edmundo y Ronaldinho.

“Qué alegría saber que Brasil está despertando y viendo que Bolsonaro es el candidato ideal para nuestro país”, señaló Rivaldo, quien supo brillar con la Verdeamarelha y también en clubes como Deportivo La Coruña, Barcelona y Milan. Cafú y Edmundo cantaron sus votos en respectivos videos antes de la primera veda, y también levantaron polvareda. Pero quien más dio que hablar fue Ronaldinho, el amigo de Lionel Messi, quien publicó en Twitter una foto suya con la camiseta “17” (el número de la lista de Bolsonaro) y un respaldo contundente al postulante de la ultraderecha: “Por un Brasil mejor, deseo paz, seguridad y alguien que nos devuelva la alegría. ¡Yo elegí vivir en Brasil, y quiero un Brasil mejor para todos!”.

En medio de tantos halagos, Juninho Pernambucano, otro ex integrante del Scratch, se convirtió en la voz disidente: “Me revuelvo cuando veo a un jugador o ex jugador de derecha. Venimos de abajo, somos pueblo. ¿Cómo vamos a ponernos de ese lado? ¿Cómo vas a apoyar a Bolsonaro, hermano?”. Mientras tanto, otro de los campeones del mundo en Estados Unidos ’94 y actual diputado por el Partido Podemos, Romario de Souza Faría, apenas cosechó un 8,75% de los sufragios en Río de Janeiro y quedó al margen de la segunda vuelta en la lucha por la gobernación carioca. Bebeto, su ex compañero de delantera en aquel equipo que dirigía Carlos Alberto Parreira y actual par de fuerza política en la Asamblea Legislativa, logró en el mismo distrito un amplio respaldo para extender su mandato por cuatro años más.  

Otro que le dio pelota a la candidatura de Bolsonaro, aunque no es del palo del fútbol, fue Emerson Fittipaldi, el legendario piloto de Fórmula 1 de las décadas del ’70 y del ’80. “Con él vamos a tener un Brasil nuevo, que mis hijos, mis nietos y las próximas generaciones van a agradecer”, declaró el corredor durante una visita que le hizo al candidato en el Hospital Albert Einstein de Sao Paulo, cuando aquel todavía estaba convaleciente del atentado que sufrió durante un acto de campaña, un par de semanas antes de la cita en las urnas.

La otra finalísima

Dicen que aquella tarde festejó. Luiz Inácio Da Silva llevaba apenas 24 horas en la Prisión Federal de Curitiba el pasado 8 de abril. Todavía estaba fresco en los oídos y en las retinas de los brasileños su histórico discurso en la sede del Sindicato de Metalúrgicos del municipio Sao Bernardo do Campo, el día anterior a entregarse a la policía para cumplir una condena de 12 años y dos meses de cárcel por corrupción. Todavía era el candidato con mejor imagen en su país y la TV le acercaba las imágenes del partido que Corinthians, el equipo al que supo acompañar desde sus tiempos de sindicalista y con el que se identificó en los aquellos difíciles ’70 para toda América Latina, jugaba contra Palmeiras por la final del campeonato paulista.

La segunda vuelta no era sencilla. El “Verdao”, precisamente el equipo del que jura ser hincha el camaleónico y tribunero Bolsonaro, había ganado el primer “chico” una semana atrás en el Arena Itaquera, justamente el moderno estadio que quedó involucrado en la causa “Lava Jato” y que el propio Rafael Odebrecht, dueño de la poderosa constructora con ramificaciones e influencias en todo el continente, dijo haber construido “bajo presiones políticas” del gobierno del PT para ser una de las sedes de la Copa del Mundo de la Fifa 2014.  Al final se dio vuelta la taba: Corinthians ganó la revancha por la mínima diferencia, tuvo mejor puntería en “la lotería de los penales” y terminó celebrando una victoria en una definición que pintaba complicada.

Al día siguiente “Lula” estuvo a punto de dejar la cárcel por orden de una corte de segunda instancia, el Tribunal 4º de Porto Alegre, pero ni siquiera le dejaron armar el bolso. Dos magistrados, Sergio Moro y Joáo Pedro Gebrán Neto, bloquearon la medida en apenas un par de horas, y a otra cosa. Lo que siguió después es conocido: el impedimento para competir en las elecciones y la bendición para el nuevo candidato del PT: “Haddad es Lula”. En un par de semanas se jugará la revancha. Otra final. Lula (o sea, Haddad) vs. Bolsonaro. Otra lotería. Ojalá no haya pena máxima.

Hugo Caric
- Periodista -