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La humildad de un grande
Carta de Osvaldo Bayer a un joven afortunado
Por | Fotografía: Gentileza diario La Nación
Foto: Osvaldo Bayer murió el 24. Deja un enorme legado con obras emblemáticas como La patagonia rebelde.
El escritor le respondió desde Alemania a un nobel periodista que le envió una carta a Página/12 cuestionando uno de sus artículos. La anécdota muestra la dimensión humana de un intelectual comprometido con su realidad
Publicada el en Crónicas

La carta fue enviada desde Alemania a Cruz del Eje con el nombre del destinatario equivocado y sin domicilio. En una ciudad de treinta mil habitantes, era casi imposible de entregar. Estaba destinada a ser devuelta al remitente o arrojada al basurero del correo. Pero llegó.

A fines de 1996, Osvaldo Bayer publicó en el diario Página 12 un artículo titulado “Víctimas y victimarios”, donde polemizaba con una historiadora académica de Santa Fe que consideraba injustas sus críticas a Juan Galo de Lavalle, uno de los héroes de la Independencia. Para Bayer, el fusilamiento del también soldado de la Independencia y luego gobernador federal Manuel Dorrego ponía a Lavalle en el bando de los verdugos de la historia argentina. Y su estatua frente al Palacio de Justicia era un símbolo de impunidad.

Yo era un reciente egresado de Comunicación Social que comenzaba a trabajar como periodista. Leía el Página desde que elegí la carrera y en octubre de ese año había visto a Bayer en el VII Encuentro Latinoamericano de la Cooperación organizado por la Cooperativa Integral de Villa Carlos Paz. Fueron dos horas de datos, argumentos, ironía, sensibilidad, inspiración y humildad, que –junto con los demás invitados de ese inolvidable encuentro de la Coopi– conmovieron mi visión de la historia, la política y el periodismo.

Meses después, al leer el artículo recordé que mi madre –Marta del Olmo, profesora de Historia, federalista pero a la vez admiradora de quien San Martín definió como “primer espada del Ejército Libertador”– me había contado que a Lavalle “lo instigaron a cometer el crimen de Dorrego, un error que pagó caro” y me hizo leer las cartas que lo demostraban.

–Qué raro que Bayer no haya puesto ese dato –le comenté a mi vieja al mostrarle la nota.

–Capaz que no lo tiene. ¿No te animás a escribirle? –me respondió, con una de sus sutiles y categóricas sugerencias.

La carta que envié escrita a máquina al Página 12, llevaba como título “INSTIGACIONES” y decía:

“Señor Osvaldo Bayer:

Quiero antes que nada decirle que comparto su opinión del artículo titulado “Víctimas y victimarios” acerca de la “increíble paradoja muy argentina” que significa un monumento a Lavalle frente al Palacio de Justicia. Y también que me parece excesivo el epitafio de su tumba, que dice: “Granadero, vela su sueño y si despierta, dile que la Patria lo admira”.

Sin embargo, me parece que el análisis del fusilamiento de Manuel Dorrego debe ir más allá de la evidente responsabilidad del general unitario. Porque así como detrás de los soldados que dispararon contra el pecho de Dorrego, estuvo el “por mi orden” de Lavalle, detrás de éste hubo una compleja red de influencias, siendo las más notorias la de Salvador María del Carril y la de Juan Cruz Varela, plasmadas en cartas rematadas con un culposo “cartas como ésta se rompen” (cosa que Lavalle por suerte no hizo).

Creo que Lavalle fue usado como brazo ejecutor de los designios de otros. Del mismo modo que –como usted tan claramente lo establece en “La Patagonia rebelde”- el coronel Varela fue usado como brazo ejecutor de los intereses de la clase terrateniente local y del capital inglés. Hay que decir también que, tanto Lavalle como Varela, pagaron sus crímenes ya que ambos fueron asesinados. En cambio el instigador Carril fue premiado por la Historia con la Vicepresidencia de la Nación y (otra paradójica ironía) con la Presidencia de la Suprema Corte de Justicia.

Alguien dijo que la Historia Argentina es una historia policial. Mi humilde intención en este caso es aportarle una pista a usted que es uno de nuestros mejores detectives.

PD: Otra pista (y otra paradoja): Cuando ande por el cementerio de la Recoleta, compare la imponencia de las tumbas de Lavalle y Carril con la pobreza de la tumba de su víctima.

Alexis OLIVA DNI: 21062638 Cruz del Eje”

Durante los días sucesivos compré o espié el diario esperando encontrar mi carta, pero no la publicaron. Me había olvidado del asunto cuando varios meses después llegó a la casa de mi vieja un sobre enviado a través de Luftpost desde Linz am Rhein, Alemania, por “O. Bayer”. En los datos del destinatario decía “Alberto Oliva CP 5280 Cruz del Eje Pcia. De Córdoba Argentinien”. Había llegado al correo de Cruz del Eje el 19 de marzo y el 22 de abril apuntaron con lapicera azul “Plazo vencido. No reclamada. Al Remitente”. A último momento, otra persona tachó el nombre y el DNI y con fibra roja trazo fino escribió: “LLEVAR: Pje. Puig 57”.

La carta de Osvaldo Bayer, escrita en una computadora, decía:

“Linz am Rhein, 11 de marzo del 97. Muy estimado señor Oliva:

A casi seis meses de haber enviado usted su carta recién hoy me entero de su contenido. La misma fue a parar a la redacción donde yo concurro muy pocas veces ya que envío mis colaboraciones por fax. Así quedó en un rincón de algún cajón, esperándome. Alguien me la acaba de enviar a Alemania, donde estoy en estos días.Lamento mucho que el texto de su carta no haya salido en “cartas de lector” dado que traía datos necesarios para nuestra historia y una ironía necesaria.

No sé si estas líneas lo alcanzarán, porque en el sobre usted, en vez de su domicilio puso su DNI. Espero que el correo argentino lo encuentre y le entregue estas líneas.

Le pido mil disculpas y, para el futuro, escriba directamente a “Cartas de lector” que se la publicarán sin inconvenientes. Como el tema de mi nota sobre Lavalle lleva ya tanto tiempo, ya no es posible. Pero me ha hecho bien a mí y se lo agradezco.

Le dejo mi dirección en la Argentina:

Osvaldo Bayer

Arcos 2493

1493 Buenos Aires

Con los mejores saludos, Osvaldo Bayer”

Con letra manuscrita, hizo una llave en su dirección y agregó: “Si llega a recibir esta carta hágamelo saber así pienso bien del correo argentino”.

No recuerdo haberle escrito para confirmar la recepción de la carta. Creo que se lo dije cuando años después trabajaba en un diario y tuve la oportunidad de hacerle una entrevista telefónica, luego de la revuelta popular del 19 y 20 de diciembre de 2001.

Siempre valoré y agradecí la generosidad de ese arquetipo del intelectual y militante, que en medio de su febril trabajo se hizo tiempo para escribirme y se tomó la molestia de enviar esta carta desde Alemania hasta esa ciudad del noroeste cordobés –que quizás él sabía– castigada por el terrorismo de Estado y una política de miseria prolongada en democracia. Y se tomó la molestia por las dudas, sin tener la certeza de que la carta llegara a mis manos.

Ahora que su autor se fue, la releo con la sensación de haber sido destinatario de un gesto revelador de grandeza.

En tiempos de comunicación virtual, la cadena de casualidades que llevó mi carta hasta Alemania y su respuesta hasta mi casa resulta lejana y asombrosa, digna de "El cuaderno rojo" de Paul Auster. Y nunca pude saber quién fue el trabajador o trabajadora del correo que se dio cuenta de que el sobre debía entregarse en la casa del Pasaje Puig 57. A él o ella también le agradezco.

Alexis Oliva
- Periodista -