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Ante la diáspora massista
La Sota en la manga
Por | Fotografía: Telam.
Foto: Massa y De la Sota, unidos por la necesidad.
La caída en las encuestas de Sergio Massa podría favorecer las chances del gobernador de Córdoba de jugar en el escenario nacional. Derechización, policía y “mano dura”
Publicada el en Crónicas

Cuando José Manuel De la Sota decidió reemprender su cruzada hacia la candidatura presidencial tras el drama de las inundaciones, parecía condenado a repetir la historia de su última incursión nacional, que murió antes de ver el amanecer. Hoy el cordobés no figura en la consideración de los electores nacionales y nada parecía indicar que pudiera revertir ese nivel de desconocimiento e indiferencia.

Pero el gobernador jugó su última carta y recurrió a su ex enemigo Adolfo Rodríguez Saá para presionar a Sergio Massa y conformar un espacio peronista que se diferenciara del kirchnerismo y el  macrismo, una especie de tercera posición de la que, inexplicablemente, el puntano quedó afuera. Así nació Unidos por una Nueva Argentina (UNA), que suma a los candidatos del Frente Renovador (Massa) y la Democracia Cristiana (De la Sota).

Teóricamente, ambos dirimirán la candidatura presidencial del espacio en las PASO de agosto. Salvo que Massa se baje antes y decida disputar la gobernación de Buenos Aires.

La caída de Massa ya se vislumbraba desde fines del año pasado, cuando comenzó el éxodo de dirigentes del Frente Renovador hacia el macrismo y el kirchnerismo. Un acuerdo con un caudillo provincial como De la Sota, con capacidad de tracción, referencia al interior del peronismo pero poca intención de voto, era un negocio redondo para reposicionarse. Pero la sangría no cesó y el ex intendente de Tigre evalúa seriamente bajar a la provincia de Buenos Aires, donde todavía tiene chances.

Esta posibilidad vuelve a entusiasmar al tozudo gobernador cordobés. Si el líder del Frente Renovador disputa la gobernación de Buenos Aires, él podría encabezar su boleta como candidato presidencial, lo que le permitiría reunir –por efecto arrastre- un caudal de votos hasta ahora impensado en el mayor distrito electoral del país. Si bien lograr la tan anasiada candidatura para la elección general no le garantiza entrar a un eventual ballotage, el escenario para el cordobés es ciertamente más alentador que su paupérrima ubicación actual en las encuestas. Tan es así que, ese escenario, hasta le permitirìa erigirse en árbitro de una eventual segunda vuelta entre Macri y el candidato del kirchnerismo (Scioli o Randazzo).

La otra posibilidad que entusiasma a De la Sota es que finalmente logren convencer a Macri de abrir el juego al Frente Renovador y concurrir a una gran interna abierta, para lo cual Massa bajaría a la provincia de Buenos Aires y el gobernador cordobés podría acompañar al jefe de gobierno porteño en la fórmula del frente opositor.

Esta última posibilidad dejaría a De la Sota prácticamente sin discurso, ya que debería resignar su “tercera posición” –ni el “continuismo” de Scioli ni “la vuelta a los 90” de Macri- para adherir al macrismo. Pero, se sabe, el gobernador cordobés no tiene mayores problemas en reubicarse discursiva e ideológicamente. No hace tanto tiempo que pasó del antimenemismo militante al activismo judicial para lograr la frustrada re-reelección de Carlos Menem.

En Córdoba

En medio del complejo y cambiante entramado nacional, Córdoba se ha convertido en zona de experimentación política. A los cordobeses no sólo les toca convivir con un gobernador en campaña sino que ese gobernador ejecuta políticas en función de su estrategia nacional. Y si Massa baja a la provincia de Buenos Aires, De la Sota deberá potenciar el discurso conservador del bonaerense, sustentado en el combate a la inseguridad con “mano dura”.

 “No hay que tener miedo a construir cárceles y José sabe de eso”, dijo Massa cuando UNA se presentó en sociedad. De la Sota tomó nota y convirtió a la provincia en el escenario de la película que ambos quieren mostrarle al país: razzias, operativos “saturación”, perros de caza, policías encapuchados. Y la puesta en marcha del programa “Córdoba más segura”, que dotará a la Policía de Córdoba de  1.768 nuevos efectivos, 130 móviles para zonas rurales y 1.200 cámaras de seguridad y crea una nueva fuerza al interior de la institución policial que se ha dado a llamar “Policía de Pacificación”, para la cual “se gastarán millones y millones en vehículos, armamento, equipos de protección, comunicaciones", según dijo De la Sota al presentarla en sociedad. 

Una medida de claro perfil electoral que profundiza, a instancias del massismo, los deseos del gobernador cordobés de defender “los derechos humanos de la gente de bien”.

César Martín Pucheta
- Periodista -