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Digna elección con destino incierto
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Foto: De la Sota al admitir su derrota ante Sergio Massa.
De la Sota invirtió millones de pesos en una candidatura que no prosperó. Ya fuera de la contienda, su futuro sería un dorado exilio en alguna embajada.
Publicada el en Crónicas

José Manuel De la Sota se dio el gusto. Disputó, a un costo sideral para las arcas públicas de la Provincia, las elecciones nacionales en el espacio de Sergio Massa. Y perdió feo. El ex intendente de Tigre lo duplicó en votos. El gobernador de Córdoba igual festejó: de no existir en la consideración nacional, cosechó casi un millón y medio de votos, superando a candidatos ya instalados o representantes de partidos tradicionales como Ernesto Sánez, Elisa Carrió, o Margarita Stolbizer.

De la Sota demostró, una vez más, que es un buen candidato. Pero también constató, una vez más, que su liderazgo no trasciende las fronteras de su provincia. El “cordobesismo” con que soñó proyectarse al resto del país quedó alambrado en su terruño, donde tampoco el festejo pudo ser completo: la esquiva capital le volvió a dar la espalda, como le viene sucediendo desde que impuso como Lord Mayor de la ciudad de Córdoba al inolvidable Germán Kammerath.

De la Sota disparó sus últimos cartuchos en la política nacional y comenzó a despedirse con más pena que gloria de su tierra natal. No es un dato menor que, a pesar de haber alineado a todo el peronismo mediterráneo, cosechó menos votos que su socio político en las elecciones provinciales. 

A nivel nacional, fue una derrota digna. Digna, sí, pero cara. Muy cara. Nadie se anima a aventurar cuántos ceros tiene la inversión publicitaria realizada en publicidad en Buenos Aires desde que asumió su tercer mandato en Córdoba. Pero sin dudas fueron demasiados ceros como para festejar con mucha pompa el escaso seis por ciento de adhesiones que cosechó en las PASO su candidatura presidencial.

A partir de diciembre, será Juan Schiaretti quien defina las políticas dentro de la isla cordobesista. Pero antes debe decidir cómo sigue de cara a las elecciones de octubre, que son las que valen. “De la Sota es el que define el alineamiento nacional del peronismo de Córdoba”, se excusó en sus primeras declaraciones post PASO.  ¿Un anticipo de su prescindencia futura? ¿O un nuevo guiño a Scioli, a quien se apresuró en llamar por teléfono para felicitarlo por el triunfo?

Schiaretti sabe que, sin De la Sota candidato, los votos del peronismo se dispersarán inexorablemente hacia otros postulantes. Y que muchos terminarán engrosando las arcas del Frente para la Victoria, como ocurrió en las últimas elecciones presidenciales, cuando el PJ tuvo que bajar su lista "cordobesista" y el kirchnerismo se alzó con varias bancas propias en el Congreso Nacional.

¿Se sumará activamente Schiaretti a la campaña presidencial en apoyo a Massa? ¿Lo hará De la Sota? ¿Traccionarán Carlos Caserio y Adriana Nazario, candidatos en las listas de UNA, los suficientes votos para que Massa haga un papel decoroso en Córdoba? La inminente campaña electoral irá despejando estos interrogantes, pero el escenario no es ciertamente promisorio para un peronismo provincial que se quedó sin referente nacional.

De la Sota hizo una elección decorosa a nivel nacional, pero perdió la interna y está imposibilitado por ley de secundar a Massa en la fórmula de UNA. Quedó, por tanto, fuera de juego. En menos de seis meses, quedará también al margen de la estructura de poder provincial. Su futuro político dependerá en buena medida de que el próximo presidente lo convoque a un cargo ejecutivo o lo designe en un puesto diplomático.

Hoy De la Sota está más cerca de un dorado exilio que de integrar un futuro gabinete nacional.

Final de ciclo, que le dicen.

Hernán Vaca Narvaja
- Periodista y escritor -