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El ex hombre fuerte de Menem, a juicio
La soledad de Germán
Por | Fotografía: Gentileza La Voz del Interior
Foto: El otrora poderoso Germán Kammerath enfrenta su primer juicio oral y público por corrupción.
Germán Kammerat fue socio político del gobernador José Manuel De la Sota, que lo catapultó a la intendencia de Córdoba.
Publicada el en Crónicas

"Todos los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros"

George Orwell ("Rebelión en la granja")

¿Qué edad tenés?...54, me dijo el acusado…Eso dije yo, gané la apuesta: te daban menos, te daban más…El tipo sonrió pero no tenía ganas…estaba tan turbado como cuando entró a la sala de la Cámara del Crimen que lo juzga; la Cámara que dirimirá lo sucedido hace 15 años cuando, de acuerdo a la acusación, Germán Luis Kammerath Gordillo, intendente de esta ciudad de Córdoba por el voto popular, le otorgó directamente a su cuñado un contrato para que se hiciera con el negocio del control satelital de la flota municipal. 54 dijo el hombre rubio, rosado de mejillas y con toda la sospecha colectiva a cuestas. Y yo le dije que lo había adivinado. Solo eso. Casi me dio pena. Casi. Entonces giré y salí de la sala donde el pichón de Alsogaray que fuera en aquellos pérfidos años 90 quedó recostado en la pared, como hundido en el hueco de su orfandad política. Quedó solo. Solo junto a Luz Capdevila, su obstinada mujer. Solos los dos, entonces; ni un solo socio de los negocios de aquellos años. Menos un amigo. Al menos uno de esos amigos que el poder hace crecer como yuyo malo en un campo fertilizado a favores. La soledad del poder es conmocionante, perturbadora, dicen. Pero al lado de la soledad huérfana, dolida y agria del llano, es tan nada como la nada misma. Porque el poder se termina y el poderoso queda solo. Queda solo porque el poder alguna vez se tenía que terminar. El poder siempre se termina, es una verdad irrevocable. Es la pesadilla del culpable acierta Tabaré Cardozo en su imponente “El tiempo”…

En el largo derrotero de la política argentina, por lo menos en 150 años, se acabó Juan Manuel de Rosas. Ese Rosas a quien evoca el artículo 29 de la Constitución cuando prohíbe al Congreso delegar en un solo sujeto “la suma del poder público”. Se acabó Urquiza, aún antes de que lo mataran. Se terminó el largo tiempo del roquismo; más tarde se disolverá Yrigoyen…y más acá se esfumó Carlos Menem, el que fuera más lejos que la misma dictadura a la hora de entregar a los argentinos.

En Córdoba llóro su soledad el otrora rocoso Eduardo Angeloz. Ahora está solo este Kammerath que enarbolara como emblema los postulados criminales del neoliberalismo. Solo. Ni un amigo simulado. El que fuera alter ego de José M de la Sota…

Pero a su frente, o su costado, espera el Jurado Popular; hombres y mujeres sin prosapia, padrinos ni riqueza. El pueblo, ¿vieron?...qué sé yo…y por ahí, quién nos dice…hasta cabe la posibilidad de que alguna vez, alguna puta vez, el pueblo haga justicia.

Néstor Pérez
- Periodista -