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#SanadoresEgipcios
El regreso a la tierra prometida
Foto: Alvaro Aparicio, acusado de gravísimos delitos en la causa de los \"Sanadores Egipcios\", podria recuperar hoy su libertad.
Hoy se cumplen tres años de prisión preventiva de Álvaro Aparicio, líder y fundador de la secta de “sanadores egipcios”, acusado de reducir a la esclavitud a nueve de sus feligreses, a quienes convirtió en esclavos y desapoderó de sus bienes. ¿Saldrá en libertad? Qué se hizo para intentar frenarlo.
Publicada el en Crónicas

Volverá a recorrer Pozos Azules. Entrará a la pirámide y se deslizará por sus aristas y rincones. Mirará el campo otra vez agreste y recordará sus épocas gloriosas, cuando tenía bajo su yugo a un obediente racimo de feligreses que seguían sus palabras como mandato divino, trabajando esa tierra prometida hasta dejar sangrando sus manos.

Álvaro Aparicio regresará a aquel lugar, a aquella casa donde hoy ya está viviendo Laura Cannes, su mujer, la misma que hace sólo unos meses logró abandonar la cárcel de Bouwer, beneficiada por una inesperada domiciliaria.

Volverá Aparicio, el maestro "Sahú Ari Merek", como se hacía llamar el líder de los Sanadores Egipcios, el que redujo a la esclavitud a su grupo de creyentes, quienes ante "el fin del mundo" que se avecinaba aceptaron recluirse en su terruño de Traslasierra, mientras eran persuadidos de vaciar sus cuentas, cederle sus propiedades, sacar desquiciados créditos con tarjetas y financieras, hasta dejarlos endeudados y arruinados por el resto de sus vidas.

Es el mismo maestro que se hacía pagar costosos viajes anuales a Egipto, convenciendo a su feligresía de que él simplemente les estaba “concediendo la gracia” de ayudar al maestro. Un manipulador contumaz y efectivo. Un chacal que se valió de una oprobiosa dominación psicológica para apoderarse de sus vidas, alejarlos de sus familias y hasta abusar de sus cuerpos en algunos casos.

La historia fue abundantemente relatada en ediciones anteriores de Revista El Sur, y de hecho fue la historia de portada en enero de 2023. Si no media nada extraño, ese hombre va a salir en libertad hoy 17 de marzo. Sencillamente porque la Justicia ya lo ha tenido tres años en prisión preventiva y la legislación argentina es tajante: si pasa ese plazo, no queda otra que la libertad hasta el juicio.

Claro que la situación judicial del "Maestro" amerita algún análisis adicional. Sobre todo por lo que podría considerarse, sin temor a exagerar, un brutal caso de mala praxis de la Justicia provincial, en manos de la fiscal Analía Gallarato, quien obstinadamente confundió a sus víctimas con victimarios. Y así fue como nueve personas, víctimas de esta secta sin túnicas, ni velas, ni liturgias, gente estafada, esclavizada, dominada psicológicamente y en algunos casos hasta abusada sexualmente, debieron pasar casi un año y medio en prisión. Hombres y mujeres que ahora sienten lógicamente pánico, además de la indignación que les causa esta casi segura libertad.

¿Por qué salen?

"La prisión preventiva no podrá ser superior a dos años, sin que se haya dictado sentencia. No obstante, cuando la cantidad de los delitos atribuidos al procesado o la evidente complejidad de la causa hayan impedido el dictado de la misma en el plazo indicado, éste podrá prorrogarse por un año más, por resolución fundada". Lo anterior es la transcripción del artículo inicial de la ley 24.390, que a su vez reglamenta el artículo 7.5 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos. Y pone un límite temporal claro para tener a alguien en prisión sin haber llegado a sentencia. Tres años; ni un día más.

¿Puede haber excepciones? En principio no, aunque en un caso como éste podría prolongarse la detención si ya estuviera elevada la causa a juicio. Y es justamente sobre esta cuestión donde apuntan las víctimas/querellantes, que presionan para que finalmente se cierre la etapa de instrucción y se le ponga fecha al juicio.

Claro que, del otro lado, las estrategias de las defensas han logrado llevar la discusión a la Cámara Federal que, por ejemplo, le concedió el último día hábil de 2023 la prisión domiciliaria a Laura Cannes, la mujer de Aparicio, su mano derecha, parte indispensable de la estructura de la secta, y además beneficiaria del millonario negocio que habían estructurado a expensas de sus víctimas.

La indignación se fundamenta en que esta domiciliaria, resuelta por la Cámara en oposición al juez Vaca Narvaja y en una fecha nada ingenua, no fue notificada a ninguna de las personas que padecieron ese calvario. "Los vecinos de la zona fueron quienes nos alertaron a los que vivimos en Traslasierra de que ella estaba en el campo donde fuimos torturadas, donde tenía el centro de operaciones la organización. Y hasta la fecha no fuimos notificadas. Al no serlo, no hemos podido ni siquiera oponernos a la resolución", dice con bastante criterio una de las víctimas, una mujer que hasta hace poco no tenía problemas en que se publicara su nombre y apellido al hacer declaraciones periodísticas, pero que ahora vuelve a sufrir el pánico de ver salir en libertad a sus tratantes. De allí que preservemos su identidad.

La pregunta es si la inminente excarcelación de Álvaro Aparicio, Laura Cannes, sumada a la libertad que nunca perdió el hijo de ambos, Máximo Aparicio (22), quien permaneció viviendo en ese mismo lugar, configuran realmente peligrosidad procesal. ¿Qué significa esto? Que puedan profugarse o que puedan interferir en la investigación, según prevé la ley.

Y en este aspecto hay cuestiones que generan una preocupación adicional. Las víctimas afirman que el dúo Aparicio-Cannes continúa activo: "Nos consta que hay gente que sigue captada y colaborando con la organización delictiva", denuncian.

Otro de los puntos que traen las víctimas a la discusión judicial es el hecho de que, de los tres años que lleva la causa sin elevación a juicio, durante más de la mitad la investigación “avanzó” bajo otra carátula (ejercicio ilegal de la profesión y estafa), mientras se hallaba en órbita de la Justicia provincial.

El razonamiento podría ser atendible. La ley prevé tres años para la instrucción, con el fin de investigar la causa; luego de eso, no se puede tener a nadie bajo preventiva. Pero en este caso, de ese plazo se consumieron 16 meses bajo la obstinación de una jurisdicción incorrecta (provincial) y bajo una carátula equivocada, con el agravante de que implicó que las víctimas padecieran una dolorosa prisión. Ahora esas mismas víctimas argumentan que "el cálculo debería operar desde que la causa pasó al juez Federal 3, Miguel Hugo Vaca Narvaja, y se dictó preventiva por el delito de trata de personas”. Lógicamente, dicen, "un año y medio de instrucción es insuficiente para poder garantizar una investigación completa y elevar la causa a juicio”. 

La lógica del enunciado por ahora choca con la doctrina y la jurisprudencia, y con los criterios que vienen rigiendo en la Justicia. Es que ese límite de tres años es tomado más bien como un derecho para los investigados, amparándolos en la presunción de inocencia y en la "razonabilidad" de las medidas utilizadas para que no se frustre una investigación.

“Al caer”

Mientras tanto, la estrategia de Aparicio avanza y viene logrando resultados. El 22 de febrero la misma Cámara Federal que liberó a Carolina Cannes le concedió una vista oral al “Maestro” Álvaro Aparicio, quien lógicamente pidió el cese de prisión preventiva, por el vencimiento de los plazos máximos. Y aunque estuvieron presentes en Tribunales Federales un grupo de víctimas junto a sus abogados para plantear sus reparos, lo cierto es que la resolución estaría “al caer”, según revelan fuentes de la torre del Parque Sarmiento.

¿Regresará el líder de los Sanadores Egipcios a su tierra prometida, donde logró arruinarle la vida a ese grupo de personas que creían estar encontrando sanación en sus palabras? ¿Volverá Álvaro Aparicio a gozar de esa peligrosa libertad para mentir, engañar, manipular y someter a desprevenidas personas que llegan a sus pies en búsqueda de una solución para sus vidas? ¿Accederá la Justicia, una vez más, a dejarlo en libertad para volver a refundar su secta, tal como lo hizo ya varias veces? ¿Será capaz de dejar otra vez a un lado a las víctimas, ésas mismas a quienes persiguió y torturó con encarcelamientos injustos, causando aún más daño en sus vidas del que generó el propio Aparicio?

De no mediar algo muy excepcional, todas estas preguntas tendrán una tenebrosa respuesta afirmativa. Quizás sólo subsanable con una rápida elevación a juicio, que en poco tiempo pueda sentar en el banquillo y con todas las garantías de la ley a Álvaro Aparicio, el maestro, y a su mujer, Carolina Cannes, líderes, fundadores y beneficiarios de la secta de los Sanadores Egipcios.

Adolfo Ruiz
- Periodista -