“Este es el Partido Cordobés. No estamos aquí para dividir, sino para sumar; no vinimos a destruir, sino a construir, porque nosotros somos los garantes del progreso y el crecimiento”, dijo a los gritos un enfervorizado Martín Llaryora, que cerró los discursos en el palco que el cordobesismo montó esta noche en el club Estudiantes para festejar el triunfo del oficialista Guillermo De Rivas. Contra todos los pronósticos, el delfín del intendente Juan Manuel Llamosas alcanzó una victoria aplastante sobre sus adversarios Gonzalo Parodi (Primero Río Cuarto) y Adriana Nazario (La Fuerza del Imperio del sur), a quienes les sacó una sorpresiva ventaja de trece y dieciséis puntos porcentuales.
Al palco del triunfo no faltó ningún integrante del flamante Partido Cordobés. Además del gobernador y su vice Miryan Prunotto, estuvieron el ministro de Gobierno Manuel Calvo –en los hechos el jefe de campaña del intendente electo-, el intendente de Córdoba Daniel Passerini y la diputada nacional Natalia De la Sota (también estaba, aunque nadie lo nombró, su compañero de bancada Carlos Gutiérrez).
Los festejos se organizaron en tiempo récord. A pesar de la paridad que arrojaban todas las encuestas, las primeras mesas testigo de las coaliciones políticas coincidieron en arrojar datos que rompieron –otra vez- con los sondeos previos: las urnas decían que Guillermo De Rivas superaba ampliamente a sus adversarios en los tres circuitos de la ciudad, pero en Banda Norte y barrio Alberdi la diferencia era abrumadora. Ante esa certeza, Calvo le dijo a los periodistas, aún antes de que se conocieran los datos oficiales, que la ventaja era irreversible y hasta podría ser de dos dígitos.
A menos de una hora del cierre del comicio la euforia del ministro contrastó con las caras largas de los bunkers de Parodi y Nazario. Demoraron en admitirlo, pero ambos sabían que la diferencia era irremontable y que la única elección ajustada fue la competencia por el segundo puesto, en la que el radical vergonzante superó a la peronista díscola por escasos tres puntos porcentuales.
Llaryora fortalecido
En un momento de debilidad política ante los embates del presidente Javier Milei y la dramática poda de recursos nacionales a Córdoba, Llaryora necesitaba este triunfo como el agua para legitimarse como nuevo líder del peronismo cordobés. O mejor aún, como el fundador del Partido Cordobés, que suele presentar como una superación del exitoso cordobesismo que impuso una férrea hegemonía política en la provincia de la mano de José Manuel De la Sota y Juan Schiaretti.
“Y ya lo ve, y ya lo ve, es el Partido Cordobés”, cantaron a coro los militantes, que con la misma melodía recordaron que el festejo también era “para Nazario, que lo mira por TV”.
Pocos creían hasta hoy en las chances de Guillermo De Rivas. Sacado de la galera por el intendente Juan Manuel Llamosas cuando le florecían precandidatos que desafiaban su autoridad –llegaron a ser diez-, De Rivas era poco conocido cuando arrancó como precandidato. Una inversión millonaria en redes sociales y gigantografías, su infaltable presencia en todos los actos oficiales –tanto municipales como provinciales- y el desembarco del gobernador y su gabinete con obras, créditos y subsidios para todos y todas terminaron por instalarlo a la fuerza.
Mientras De Rivas aparecía hasta en la sopa –con el riesgo de saturar a un electorado abrumado por la crisis económica y social del país-, caía en paralelo el mito de la imbatibilidad electoral de Nazario, como predica La Militante desde la desaparición de su líder político. La incursión de Natalia De la Sota en la campaña acompañando a De Rivas terminó de horadar la imagen de su viuda, que se presentó ante el electorado como víctima de una campaña de fake news muy similar a la que sus principales escuderos –el concejal electo Franco Miranda y el intendente de Canals Edgar Bruno- hicieron años atrás contra el entonces intendente Juan Jure. Sólo que, a falta de redes sociales, en aquél momento recurrieron a los tradicionales panfletos anónimos. Terminaron dando explicaciones en la Central de Policía.
Partido Cordobés
La abrumadora diferencia obtenida por De Rivas en las urnas licúa la (i)responsabilidad de Nazario por haber quebrado al peronismo riocuartense. El tiempo dirá si su inmolación contribuye a forjar un nuevo espacio político en la ciudad –tendrá cuatro bancas en el Concejo Deliberante- o fue su último acto de generosidad hacia un grupo de militantes leales pero incapaces de proyectarse como una alternativa a futuro. Más complicada la tiene todavía Gonzalo Parodi, quien a pesar de haberle ganado la interna partidaria a Gabriel Abrile se queda con una sola banca propia en el Concejo Deliberante: las otras tres las ocuparán el propio Abrile, una representante de la Sociedad Rural y el juecista Pablo Benítez.
Ante la insistencia de los encuestadores en presentar un escenario de tercios, muchos votantes peronistas se inclinaron por el “voto útil”: optaron por De Rivas ante la posibilidad cierta de resignar el poder a manos de Parodi y su alianza variopinta. Pero también se reconoció una gestión de ocho años que le cambió la cara a la ciudad con una fuerte impronta en la obra pública. Después de lograr que el peronismo gobierne dos períodos consecutivos, Juan Manuel Llamosas pidió licencia en la Unicameral para ponerse al frente de la campaña. Desde entonces pareció no dejar de pisar en falso: cerró con llave el Partido Justicialista –del que es presidente-, le negó la elección interna a Nazario –precipitando el quiebre del peronismo- y sacó de la galera un candidato que no medía en las encuestas y era casi un desconocido, arriesgando la continuidad del peronismo en el poder a seis meses de la llegada de Martín Llaryora al Panal.
Cuando Passerini omitió mencionarlo en sus previsibles agradecimientos a Llaryora, Schiaretti y la memoria de De la Sota, parecía que Llamosas sería -otra vez- el gran relegado en los festejos. Pero la militancia comenzó a corear su nombre y cuando tomó el micrófono no dudó en defender su gestión y agradecer a los militantes “por permitirme conducir este proceso que nos llevó a la victoria”. Esa conducción le fue reconocida minutos después por su propio sucesor, que recordó que el intendente supo convocarlo primero a la Defensoría del Pueblo y después al Ejecutivo municipal para ponerlo al frente del programa del Presupuesto Participativo.
“Este es el Partido Cordobés”, le tributó Llamosas al gobernador. “Pero acá tiene la camiseta de Río Cuarto", aclaró a renglón seguido, asumiendo la paternidad de la victoria. Fue el esperado desahogo de un dirigente al que las urnas salvaron hoy de una inmerecida salida indecorosa y vuelve a soñar con un rol protagónico en el peronismo provincial.
El Partido Cordobés tuvo esta noche su bautismo de fuego en Río Cuarto.