“Silvia nunca me dejó descalzo, siempre fue mi zapatilla en mi caminar”, dice Ramon Dupuy. A su lado Silvia, su compañera de vida, asiente. Viven en General Pico, de un puestito pochoclero con algodones de azúcar y juguetes, “El Bartolito”. El 26 de noviembre de 2021, a 140 kilómetros de allí, su nieto, Lucio Abel Dupuy, fue asesinado por su madre y su pareja en Santa Rosa de La Pampa. “A Lucio me lo mataron ayer”, exclama su abuelo.
Ramón y Silvia llevan 38 años juntos. Se conocieron muy jóvenes: él 19, ella 17. Son padres de tres hijos: Maximiliano, el mayor; Cynthia, la hija del medio y Cristian, el menor y papá de Lucio. Son abuelos de ocho nietas, “sus princesas”, como las nombran. Y su único Rey: Lucio.
Su amor traspasa la pantalla. Se acompañan en todo momento. A Ramón se le iluminan los ojos al hablar de su mujer, con quien crio a sus hijos con valores y respeto al prójimo. “Y te puedo asegurar que, si tuviera otra vida, la volvería a elegir a ella, agradezco todos los días a Dios de haberla puesto en mi camino, porque es una excelente mujer, madre y compañera. Es muy gratificante llevar 38 años juntos y alimentar día a día nuestro amor”, dice Ramón mientras mira con ternura a Silvia.
Toda la familia es piquense. Sólo Ramón es oriundo de la localidad bonaerense de Florentino Ameghino. Pero a los dos años se fue a vivir a donde él y la familia Dupuy hoy consideran su hogar. Cristian Dupuy trabajaba en Luján. Un día, junto a Magdalena Esposito Valenti, -la “progenitora” de Lucio, como la nombra Ramón-, decidieron quedarse a vivir allí. A los siete meses de embarazo se trasladaron a General Pico y el 5 de julio de 2016 nació Lucio, el único nieto varón de cuatro que había en ese momento: Maia, Ailin e Isabella. “Fue una llegada hermosa, desde sus primeros respiros tuvimos una gran conexión, era especial”, recuerda Ramón.
Pasión por Boca
El abuelo de Lucio aún conserva algunos “chiches”, como los llama. El favorito era un perrito, un personaje de la serie de dibujos Paw Patrol: la patrulla canina. “Ese chiche duerme conmigo todas las noches en la mesita de luz”, insiste. Lucio quería ser corredor de autos. Amaba el fútbol, pero se inclinaba más por los autos. También le gustaban los colores amarillo y azul, obligada herencia familiar: papá, tío y abuelo son fanáticos de Boca Juniors. “No había otra forma de que no saliera hincha del más grande, ¿no?”, explica el abuelo.
Cristian, el papá de Lucio, es fanático de Juan Román Riquelme. El 19 de febrero de 2023 fue un día emocionante: el histórico diez del xeneize le flanqueó el ingreso a la platea para que presenciara el partido de Boca en La Bombonera. No era un partido más: la hinchada desplegó una enorme bandera con la fotografía de Lucio y una leyenda que decía: “El hincha más lindo presente. Justicia por Lucio”.
“En casa se respira Lucio”, insiste Ramón mientras señala un peluche con la forma de un nene y la camiseta de Boca. Cada vez que lo ve vuelve a su cabeza la voz de Lucio, sus frases ocurrentes y su risa inocente. Las carcajadas y la voz dulce de su nieto retumban y lo interpelan. ¿Qué pasó a 140 kilómetros de su hogar? ¿Por qué la jueza Ana Clara Pérez Ballester le dio la tenencia a “la progenitora”, que terminaría siendo condenada junto a su pareja por el asesinato de su nieto amado nieto de cinco años?
En las redes
“Lucio era una criatura muy feliz, llena de amor. A él no se le conocía el llanto, si se le conocía la risa. Lucio era ternura” recuerda Ramón, que multiplica la sonrisa de su nieto en cada fotografía o video que suben junto a Silvia en su cuenta de TikTok, que suma más de diez mil seguidores. Fueron quienes los siguen en las redes sociales los que tomaron la iniciativa de juntar adhesiones para pedir el juicio político de la jueza Ana Clara Pérez Ballester, a quien Ramón nombra como “la tercera asesina”.
“La jueza entregó a Lucio por ideología de género y así pasaron las cosas que pasaron. Un año y tres meses torturándolo y terminaron asesinándolo… Si lo hubiese dejado a cuidado de Cristian, hoy mi nieto estaría aquí jugando e iría a la escuela”, reprocha Ramón, que suele hacer “vivos” en Tik Tok junto a su esposa para concientizar sobre el maltrato infantil y otras problemáticas como el mal del Alzheimer.
“El 28 de noviembre de 2021, a las diez de la mañana, le dijimos a Lucio: vamos a luchar por la niñez”, recuerda Ramón. Lo vivido los llevó a ser la voz de miles de pequeños que están en la misma situación en la que estuvo su nieto. “Con Silvia somos conscientes de que a Lucio no nos lo devuelve nadie, pero sabemos que hay cantidad de chicos que la están pasando mal”, explica Ramón.
Lucio como bandera
La promesa de los abuelos de Lucio se cumple día a día: juntos recorren distintos puntos del país llevando el mensaje de la importancia de escuchar a los niños y así poder mejorar la vida de millones de chicos en Argentina. “Donde vamos somos gratamente recibidos y es una caricia al alma para nosotros, queremos concientizar a la gente”, insiste Ramón. Los suele acompañar un equipo integrado por la abogada Fátima Silva y la psicóloga Marita Ortega. También fundaron la Asociación Lucio Abel Dupuy, desde donde trabajan en la sensibilización y concientización contra el maltrato infantil.
En uno de sus vivos en Tik Tok, un usuario pregunta si se sienten solos. “Si, estamos solos. Cuando se cierra la puerta de mi casa empiezan a caer los dolores, la cabeza va a diez mil, y muchas veces te caes. Pero al otro día ponés el pecho de vuelta y salís a luchar por la niñez”, contesta Ramón, que agradece el apoyo de la gente. “Por eso seguimos adelante nosotros, porque ellos piden a gritos que salven a los niños y nosotros ponemos la cara, somos la cara visible de millones de personas que están necesitando un cambio en la niñez. Los niños están vulnerados en todos sus derechos”, reafirma.
Ramón y Silvia lograron que el dos de febrero del año pasado el Senado aprobara la “Ley Lucio”, que busca prevenir las violencias y abusos en la infancia a través de capacitaciones obligatorias para médicos, docentes y funcionarios públicos que estén en contacto con menores. Y el equipo de la Fundación Lucio ya logró salvar a 23 niños que estaban en situación de maltrato en un Hogar en General Rodríguez, provincia de Buenos Aires.
“Cuando vemos la vulneración de un chico o escuchamos el llanto, con Silvia nos desesperamos porque se nos viene Lucio a la mente”, admite Ramón. Su nieto estaba a 140 kilómetros y no podían saber del maltrato. Pero otra gente sí: “Si los vecinos lo escucharon o lo veían a Lucio dormir afuera a las tres de la madrugada, cuando llovía y lo dejaban desnudo. ¿Por qué nadie hizo nada? Nosotros estamos haciendo lo que no nos dejaron con mi nieto. A Lucio no nos lo dejaban ver”, recuerda Ramón. Que no olvida la responsabilidad de la Justicia en lo que le sucedió a su nieto y no pierde la esperanza de un cambio: “Muchos jueces, a través del caso de Lucio, empezaron a ver la perspectiva de niñez y no la perspectiva de género”. Y vuelve a recordar a su nieto, a su rey, que ahora es su bandera: “Los niños hoy por hoy necesitan mucho de nosotros, debemos buscar la forma de involucrarnos para que no vuelva a pasar nunca más lo que pasó con Lucio”.