Si querés que un auto choque dale las llaves a algún corajudo que no sepa ni siquiera donde queda el freno y entonces, más temprano que tarde, alguna tragedia sucederá. Así podemos resumir la historia de los SRT al menos en estos más de 40 años de democracia recuperada.

Para la mayoría de los rectores (no todos), los SRT fueron siempre una "molestia” o un “hijo no querido", que maltrataron con indiferencia, desconocimiento y fastidio. Como si fuera poco, casi siempre hubo caranchos que desde adentro y afuera se sumaron a la destrucción, incluso de la historia maravillosa de un medio público universitario que marcó un camino en aquella Córdoba que pensaba, discutía y luchaba por una Argentina más justa y libre.

A finales de los ´80 los SRT ya habían sido esquilmados por directorios integrados por contadores, médicos, ingenieros y otros profesionales posiblemente idóneos en lo suyo, pero inservibles para conducir un medio de comunicación. Este modus operandi, salvo excepciones, se mantiene hasta el presente, con el físico Daniel Barraco y el abogado Andrés Biga. Vale recordar también que alguna vez uno de los directores fue Carlos Rebello, descubierto luego como personal civil de inteligencia de la dictadura genocida, con el alias de “S17”. Lo cierto es que mientras los potentes "medios privados" se robustecieron con dádivas y gordas pautas municipales, provinciales y nacionales, los SRT casi siempre chapotearon como pudieron para sobrevivir de la mejor manera posible.

En estos malditos tiempos de motosierra y exterminio de lo público se hace casi milagrosa la subsistencia frente un presidente como Javier Milei, tan excitado que se compara con Terminator, y un rector como John Boretto, que también se comporta como un "topo" renegador de sus tiempos en la Federación Universitaria, cuando marchaba por la calles céntricas reclamando para que Menem y Cavallo dejaran de recortar el presupuesto universitario.

Hoy los SRT han quedado a merced de gente que en vez de hacerse cargo, mejorarlos y modernizarlos, eligieron el camino del "superávit fiscal" y avalaron su mutilación y descuartizamiento con sádica crueldad. Al fin y al cabo, "el Estado es un enemigo" y la ocasión es propicia para sacarse el lastre de encima. Posiblemente a los académicos como Boretto y los decanos que lo apoyan en esta cruzada les guste más la manipulación conservadora del terrorismo mediático. Deberían recordar que en la vida de algunas torpezas nunca se vuelve.