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Un film atrapante de Roman Polansky
Fuego cruzado sobre el sadomasoquismo
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Inspirado en Venus, la diosa del amor, la película bucea sobre las profundidades de las relaciones de dominación en las parejas
Publicada el en Cine

“Amar y ser amado, ¡Oh, qué delirio! 

Sin embargo, es aún más poderoso

 

y bello este tormento que me consume:

el beso de esa mujer, de quien soy el juguete,

el esclavo miserable y servil, el escabel.

¡Mi diosa, mi dictadura, mi Venus de las pieles!”

Si se piensa en la diosa Venus inmediatamente se la relaciona con el amor, o más bien con la sensualidad y el deseo. La Venus romana (la Afrodita de los griegos) había sido, en manifestaciones itálicas antiguas, la diosa de la naturaleza. La nueva deidad absorbió las funciones anteriores y sumó  los atributos de fertilidad y fuente de toda belleza. Una teoría afirma que Venus surge desnuda de la espuma del mar y cabalga sobre una caracola dejando hierbas y flores bajo sus pasos.

Venus parece haber eclipsado a artistas de toda índole y época, quizás por esta razón hay tantas obras que la tienen como musa. Entre las más reconocidas se encuentran: La Venus de Milo (130 a. C) y El nacimiento de Venus de Botticelli (1485), pero la que se liga con Roman Polanski es otra: La Venus del espejo de Tiziano (1555). Esta pintura inspiró primero al libro denominado La Venus de las pieles y luego al film homónimo del realizador polaco. 

El libro (que se considera autobiográfico) fue escrito en 1870 por el austriaco Leopold von Sacher-Masoch, de quien surgió el término sadomasoquismo. En él, Severin von Kusiemski pacta con Wanda von Dunajev para ser tratado como un esclavo (pudiendo ella utilizar el látigo y vestir ropa de cuero) y más adelante le ruega que le sea infiel. Esta historia es la que se cuenta en la película pero con un agregado: se muestra la puesta en escena de la novela de Sacher-Masoch (historia concebida por David Ives).

Thomas (interpretado por el gran Mathieu Amalric) es un director de teatro que está buscando a la protagonista perfecta para la adaptación de La Venus de las pieles, pero que después de un largo día de audiciones fallidas se topa con Vanda (encarnada por Emmanuelle Seigner, la esposa 30 años menor de Polanski), una actriz un poco caótica que aspira al papel. Él, ante su tremenda insistencia, termina dándole una oportunidad y queda maravillado. Así, mientras avanzan en la lectura de la obra, la analizan y discuten acerca de la postura del libro. Ella la critica, él está de acuerdo con el novelista. Sus argumentos, en especial los de Vanda, suenan muy convincentes y cada vez más extremos. Uno de ellos expresados por la blonda aspirante dice así: “él es osado y ella un objeto, como todas las mujeres de 1800”. Ella ve a la obra como ultra sexista.

Vanda utiliza la persuasión y la sensualidad para ir convenciendo a Thomas de sus ocurrencias.

Hay fragmentos deliciosos como los que se suceden cuando Thomas/Severin le implora a Vanda/Wanda que sea su ama: “En el amor, como en la política, sólo uno debe tener el poder; uno debe ser el martillo y otro el yunque. Yo acepto encantado ser el yunque”.

Paralelamente en la cinta, que transcurre en París, se da otra disputa, la referida a la estética del arte, al acto creativo.

La intertextualidad está muy presente en La Venus de las pieles, se citan numerosas obras y personajes como: la ‘Suite lírica’ de Alban Berg, la pieza teatral ‘Las Bacantes’ o Siegfrid Muller.

¿Es Vanda/Wanda la personalización de Venus?

La película, cuyos temas centrales son la dominación y el poder, tiene a la pareja por personajes exclusivos y transcurre enteramente en un escenario (el realizador de 82 años venía de adecuar otra obra teatral: Un dios salvaje). Es teatro filmado -pero no pasado de moda- y punzante.

EL PLUS (+):

FICHA TÉCNICA: La Venus de las pieles. La Venus a la fourrure.

Francia, Polonia. 2013. 96’. Director: Roman Polanski.

Intérpretes: Mathieu Amalric, Emmanuelle Seigner.

Analía Casero
- Historiadora -