“En la escala de la historia un lapso de apenas dos décadas puede resultar fugaz. Hoy una nueva crisis vuelve a atravesar el país y -como una reescritura invertida- cuesta imaginar un contraste mayor entre las respuestas construidas en los tiempos del estallido del 2001 y la situación actual”, reza parte del texto curatorial de la obra “El futuro detrás, imaginación política después del estallido de 2001”, que por estos días se exhibe en el MUMU (Museo de las Mujeres).
La muestra está conformada por una multiplicidad de materiales, muchos de ellos elaborados colectiva o anónimamente, por diferentes asambleas populares, grupos de activistas, fábricas recuperadas, clubes de trueques y movimientos sociales de lo más diversos, pero para hablar de ella habría que remontarse al 2021, cuando se cumplieron los 20 años del 2001 y Ana Longoni y Cora Gamarnik -quienes dirigen el grupo de investigación “Arte, Cultura y Política en la Argentina reciente” (UBA)- sintieron la necesidad de volver al 2001 para repensar ese acontecimiento y ver de qué manera reverberaba en el presente.
“Nuestro grupo de investigación tiene veinte años de trayectoria y mucho trabajo en torno a cruces entre arte y política en las últimas décadas; y sentimos que era sumamente necesario. Queríamos ver de qué manera había ciertas memorias que se habían instalado y otras que habían quedado completamente silenciadas u obturadas y era importante removerlas un poco”, cuenta Longoni a Revista El Sur.
Cuando la pandemia empezó a quedar atrás realizaron un ciclo de mesas redondas, debates y asambleas abiertas de las que participaron artistas, cineastas, activistas, investigadores y comunicadores. “Con el correr de los meses llegamos a hacer tres asambleas presenciales en el Centro Cultural Haroldo Conti y en la ex Esma”, recuerda Longoni. Pero aquello era solo el comienzo. Al año siguiente el Conicet convocó por segunda vez a un programa llamado “Conicet Museos” para financiar proyectos de articulación entre grupos de investigación y museos públicos nacionales. “Armamos un proyecto para retomar las diferentes puntas que habían surgido de aquellas conversaciones previas, a partir de una idea que nos parecía muy potente: se suele recordar el 2001 por el 19 y 20, pero que quizás la potencia política o más imaginativa del 2001 aconteció un poco después, entre el 2002 y el 2003”.
Longoni se refiere a esa suerte de laboratorio de nuevas formas de organización y de auto organización que surgieron como nuevas posibilidades colectivas de supervivencia: desde los clubes de trueque y las fábricas recuperadas hasta nuevas formas de deliberación colectiva como las asambleas populares. “Se dieron otras formas de asociarse que no estaban necesariamente ancladas a los momentos más citados, como la represión o la renuncia de De la Rúa, sino más bien al tiempo histórico que se abrió a partir de allí”, reflexiona.
Explorando esa idea propusieron el proyecto junto con el Museo Histórico Nacional, “un museo que tiene mucho material sobre el siglo XIX argentino, muy poco material sobre el siglo XX y ningún material sobre el 2001”. El Museo vio la veta que el proyecto podía aportar para abrir una suerte de primer reservorio de documentos y testimonios en torno al 2001 y hoy esos materiales ya son parte de su acervo.
Una tercera pata del proyecto fue a partir de su acercamiento a “El Parque de la Memoria-Monumento a las Víctimas del Terrorismo de Estado”, a quienes les propusieron una exposición con los resultados del proyecto de investigación. La hicieron el 8 de diciembre del año pasado, a dos días de la asunción de Javier Milei: “Fue un momento muy enrarecido, parecía que una muestra sobre el 2001 era de lo más impertinente o a destiempo y sin embargo con el correr de las semanas nos dimos cuenta que al contrario, era un momento tremendamente necesario para volver a memorias de otra crisis que tiene muchas similitudes con la que estamos atravesando hoy, pero en la que se gestaron respuestas colectivas muy distintas. Era importante también remover esas memorias y traerlas al presente”, apunta Longoni. Tan pertinente fue que a los pocos días de inaugurar empezaron a sonar de nuevo los cacerolazos y en muchos barrios organizaron asambleas populares.
Así, a partir de una serie de activaciones que se propusieron -y que replicarán en el MUMU (ver Recuadro)- la muestra estuvo siempre muy habitada, muy llena de gente que de otra manera no se hubiera conocido o vuelto a juntar. “Funcionó también como un lugar de refugio en estos meses aciagos, para pensar otras lógicas, otros tiempos, otras posibilidades de respuestas. Nos parece que fue importante hacerlo allí en un momento donde el Parque de la Memoria está siendo amenazado por el actual Gobierno, con tres proyectos de la vicepresidenta para transformar, alterar o cambiar ese espacio”, refiere la investigadora.
La muestra en Córdoba.
“Cuando empezamos el diálogo con el MUMU no habíamos pensado en una itinerancia, pero se abrió la posibilidad y decidimos llevarla a Córdoba”, admite Longoni. Aunque la muestra es la misma, sus organizadores decidieron darle una vuelta de tuerca que incluyera algunos materiales de Córdoba. “Ya tenía materiales cordobeses como la experiencia del Partido Transportista de Votantes (PTV) de Lucas Di Pascuale, y una obra de Costuras Urbanas, un colectivo de activismo artístico feminista de fines de los ´90 en Córdoba. Pero ahora incluimos otros dos colectivos: Urbomaquia y Las chicas del chancho y del corpiño”, detalla.
Además contactaron con investigadores de Córdoba que vienen trabajando la protesta social, quienes les brindaron información que les permitió componer un mapa de las asambleas populares: entre 2002 y 2005 hubo cerca de veinte asambleas populares en distintos barrios de la ciudad. “En ese sentido la muestra tiene lo que podríamos llamar un giro cordobés: incluye un montón de materiales nuevos, una carpeta de documentos, una serie de insumos y de resultados de investigación que tienen que ver con lo que nos interesa activar como memorias locales”.
Si bien hay una propuesta de llevar la exposición a Rosario, la escasez de recursos lo torna complicado. “Haber llegado a Córdoba ya está muy bien y en principio te diría que va a terminar acá. Pero esta investigación deja un montón de puertas abiertas e hilos sueltos. Es una muestra viva, orgánica, que va sumando a su paso nuevos elementos. Nos gusta pensar que nunca una investigación o una curaduría agota un tema, sino que más bien reúne una serie de materiales que pueden alentar nuevas lecturas e investigaciones, como una suerte de reunión de hilos sueltos, de escenas fragmentarias que pueden remover una memoria anquilosada o rígida y llamar la atención respecto de lo que resta por leer allí”, señala Longoni.
Objetos, volantes, recortes y fotografías.
El recorrido por la muestra va uniendo distintos elementos que se despliegan ante la vista del visitante. Hay obras de arte, sí, pero también documentos de diferente tenor: volantes de grupos activistas, recortes de diarios, fotos; como si intentaran borrar cualquier jerarquía entre obra y documento y ponerlas a dialogar en una suerte de paridad, casi como una asamblea de documentos, donde esos materiales puedan mutuamente interpelarse y echar luz unos sobre otros. “Nos interesa mucho que las prácticas artísticas o las obras de arte no sean autosuficientes sino más bien estén atravesadas, interpeladas, tensionadas, friccionadas por ese otro rumor que puede plantear testimonios, memorias, materiales más frágiles, más efímeros, y que también albergan otras formas de la memoria”, explica Longoni.
“El futuro detrás” es una muestra que resuena respecto al presente, no sólo como acontecimiento histórico sino como posibilidad de conmover el presente. “Esta idea del futuro detrás habla de una temporalidad que no es lineal u ordenada sino espiralada, una temporalidad donde pueden venir ráfagas o fogonazos de una posibilidad de conmover el tiempo presente y de abrir brechas al porvenir desde atrás. Nos gusta pensar el tiempo de una manera cíclica, capaz de romper un poco esa linealidad”, agrega la curadora.
Así, esa idea de un futuro que viene detrás les permite el ejercicio de pensar en qué viene a decirnos este presente, tan abismalmente distinto a la vez que con tantos puntos de contacto con aquella escena; y de qué manera puede conmoverse esa percepción tan opaca del tiempo presente para pensar otras posibilidades de bien común.
“Hoy hay un auge neoliberal muy individualista, fuertemente competitivo, y eso sin duda es una marca de época bien distinta. Sin embargo, creo que algunas experiencias del 2001 vuelven a resonar. Empieza a hablarse nuevamente de trueque como forma de supervivencia para quienes no tienen qué comer o no tienen trabajo, empiezan a aparecer asambleas populares en algunos barrios, se vuelve al cacerolazo casi como una especie de herramienta disponible para volver a protestar. Esto no me impide ver que efectivamente estamos en un tiempo histórico muy distinto, donde parece que la creatividad o la rebeldía se volvieron de derecha”, admite Longoni. Está convencida que este es un momento histórico importante para remover estas memorias no como un acontecimiento clausurado sino como un sustrato de memorias que pueden ser un legado en disputa. “Y digo legado en disputa porque una de las cosas que más me impactó del momento anonadante en que ganó Milei las PASO fue que se coreaba el canto del 2001 “Que se vayan todos, que no quede ni uno solo”; canto que tenía que ver con una impugnación a cierto establishment o ciertas formas del ejercicio de la política representativa que se había vaciado de sentido. Y que hoy esté en boca de los libertarios habla de una apropiación desligada de ese legado. Y sin embargo durante la campaña electoral también apareció, de parte de la campaña de Massa, una cierta asociación entre Milei y el 2001: había volantes y posteos que decían “Milei es el 2001”, como insistiendo en esa asociación. Y si hay algo que esta investigación y exposición quiere decir a toda voz es que Milei no es el 2001. Que esa asociación que tanto Milei como el massismo intentaron fundar tiene que ver con leer el 2001 en clave de caos y de represión; y el 2001 para nosotros es la imaginación política para construir otras formas de vida en común, solidarias, colaborativas, capaces de gestar nuevos protagonismos sociales”, concluye Longoni.
Activaciones en el marco de la muestra
La exposición ‘El futuro detrás’ podrá visitarse hasta el 20 de septiembre en el Espacio Cultural Museo de las Mujeres (Rivera Indarte 55, Córdoba). Durante la muestra se realizarán diferentes actividades: Hoy jueves 29 de agosto, a las 18, habrá una mesa redonda titulada “Conflictividad y protesta social en Córdoba: antes, durante y después del estallido del 2001”, de la que participaran las panelistas Mónica Gordillo y Gustavo Blázquez, con la coordinación de Alejandra Soledad González y Ramiro Manduca. El viernes 20 de septiembre se presentará “La Mesa”, de Urbomaquia. En el marco de cierre de la muestra "El Futuro Detrás", el colectivo de artistas-activistas Urbomaquia propone la reposición de una de las intervenciones más resonantes de este grupo en el vínculo entre arte y política.