La Rioja tiene en su ADN un gen rebelde dormido que cada tanto se activa. Un territorio amplio, agreste y difícil, con muy poca población (apenas 380 mil habitantes) concentrados en su mayoría en el departamento Capital. Tiene una historia muy rica, con héroes legendarios como los caudillos Facundo Quiroga, Ángel Vicente Peñaloza “El Chacho” y Felipe Varela (que era catamarqueño, pero vivió la mayor parte de su vida en Guandacol, en el oeste riojano). Los tres fueron hilvanando ideas de un país federal y de una patria grande, unida y poderosa. Se enfrentaron al centralismo porteño de Buenos Aires, encarnados en figuras como Mitre y Sarmiento, que sin recursos propios y la mirada puesta más en Europa que en el propio territorio, buscaron eliminarlos y disponer de los recursos territoriales para construir un país “civilizado”, pero sin su gente, que representaba “la barbarie”.
La Rioja perdió esa batalla literal y simbólicamente. Las políticas liberales la condenaron al empobrecimiento y la dependencia. En los últimos cien años, ningún gobernante riojano pudo cambiar ese estigma. No supieron, no quisieron o no pudieron conseguir el crecimiento y el desarrollo de un territorio riquísimo, despoblado y casi virgen. Así, La Rioja navegó en el mar de la historia aferrada al salvavidas de los recursos que llegaban (por derecho propio) de La Nación y que mantuvieron hasta el día de hoy, la vida de los riojanos y la economía provincial en calma.
Cada vez que ese chorro de plata (que es genuino y le corresponde constitucionalmente) se cortó, el gen rebelde despertó y los riojanos se hicieron escuchar. Eso sucedió el jueves 9 de diciembre de 1993, cuando tres mil riojanos se movilizaron en plaza 25 de Mayo en protesta contra la sancionada “ley ómnibus” N° 5.923, que establecía un brutal ajuste en los tres poderes del Estado. El Gobierno provincial reconoció que no estaba en condiciones de pagar los sueldos y la movilización incendió la Casa de Gobierno, hecho que pasó a la historia como “El Riojanazo”.
Ricardo Quintela, el actual gobernador, participó de aquella movilización. Aprendió que, sin plata, la provincia es ingobernable.
El Gitano
A Quintela le dicen, en los barrios riojanos, “El Gitano”. Se inició en la política desde muy joven: fue diputado, intendente de la ciudad Capital y actualmente transita su segundo mandato como gobernador. Se jacta de haber pagado siempre los sueldos en tiempo y forma. La mayoría de los empleos provinciales pertenecen al sector público y nadie, mucho menos Quintela, quiere otro “riojanazo”.
El Gobierno de Javier Milei, con su política de motosierra, puso a La Rioja en jaque nuevamente. Como al resto de las provincias, Milei les cortó “el chorro” de plata y la situación social empeoró a niveles alarmantes. La reacción de los mandatarios provinciales fue dispar. Algunos, de provincias ricas como Martín Llaryora en Córdoba, apoyaron en parte las políticas nacionales; otros se mantienen expectantes; La Rioja salió a patear el tablero.
El peligro social en La Rioja es extremo. La deuda que La Nación mantiene con la provincia, que se arrastra desde el gobierno de Alberto Fernández y que Milei profundizó, es abultada.
El mes pasado, La Rioja entró en default al anunciar que no podía cancelar el pago de una deuda en dólares contraída en gobiernos anteriores debido a la deuda que el Gobierno nacional mantiene con la Provincia. Según la administración de Quintela, la deuda asciende a 40.632 millones de pesos a valores históricos, sin contar las correspondientes actualizaciones por inflación e intereses. Esos fondos están “establecidos en el artículo 83 de la Ley N° 27.701 de Presupuesto Nacional ejercicio 2023, reconducido para el ejercicio de este año”, según reza un comunicado oficial del Gobierno provincial.
Para Quintela “la que está en default con La Rioja es la Nación”. El comunicado agrega: “La deuda del Gobierno nacional impacta de lleno en la provincia especialmente si se tiene en cuenta el proceso inflacionario y la mega devaluación del 118 por ciento en diciembre de 2023, más el crawling peg mensual registrado hasta la fecha”.
“La provincia enfrenta desafíos sin precedentes. La contracción de la economía argentina, la alta inflación y la devaluación del tipo de cambio han tenido un efecto directo en la economía riojana, resultando en un grave descenso en la recaudación fiscal a nivel provincial pero, además, y lo más importante, es la falta de envío del Gobierno nacional de los fondos que por ley le corresponden a la provincia. El apretón presupuestario que derramó desde la Nación por el ajuste a las transferencias discrecionales y la caída de la coparticipación por la menor recaudación de impuestos relacionados a la actividad, pusieron presión sobre las cuentas de las provincias”, insiste el Gobierno riojano.
Acorralado, el gobernador riojano sube la apuesta y se enfrenta de lleno con el gobierno nacional libertario. Emite una cuasi moneda llamada “Chacho” para afrontar parte del pago de sueldos de la administración pública provincial. Y son los propios funcionarios los primeros en percibirlo. “Predicar con el ejemplo”, ordena El Gitano. Los “Chachos” tienen buena aceptación entre los comerciantes locales. Tampoco tienen muchas alternativas: el ajuste nacional deprimió la actividad económica y los comercios no han sido la excepción.
Nueva Constitución
A Quintela le quedan poco menos de tres años de su segundo mandato y ya no podrá reelegirse. La nueva Constitución provincial, jurada en agosto de este año, lo prohíbe. La mezquina oposición local del radicalismo y del PRO denuncia que, con interpretaciones forzadas, podría hacerlo y por eso se negaron a jurarla desconociendo, con una mirada miope, la cantidad de derechos que consagra y que la convierten en una de las Constituciones más avanzadas de la Argentina.
La nueva Constitución riojana incorpora conceptos y consagra derechos que conviene destacar: la Renta Universal Básica para los sectores más vulnerables de entre 18 y 60 años; la periodicidad de los mandatos de cargos electivos, que habilita una sola relección consecutiva; la limitación del mandato de los jueces, al que les pone un límite de 10 años en el cargo, con posibilidad de prórroga; la paridad de género; la garantía de coparticipación municipal; asistencia penal gratuita a las víctimas de delitos; la creación de la Defensoría de Niños. Además incorpora derechos sociales y comunitarios tales como el boleto estudiantil gratuito, el derecho al agua, a la conectividad, los derechos de cuarta generación y una perspectiva ambiental en torno al acceso de los bienes naturales.
Los derechos del ambiente y el desarrollo territorial marcan un antes y un después. El artículo 87 incorpora los conceptos de ordenamiento ambiental, biodiversidad y cambio climático, lo que significa que al momento de planificar el desarrollo se debe tener en cuenta la cuestión ambiental, algo que no estaba mencionado en la Constitución anterior. El artículo 88, sobre desarrollo integral, establece que el crecimiento de cada región de la provincia debe ser equilibrado y sostenible, cuidando las riquezas naturales de cada zona y sus necesidades. El artículo 81 incorpora el concepto de soberanía alimentaria, que obliga a pensar el desarrollo territorial contemplando la agricultura familiar y el uso responsable de los recursos naturales para garantizar alimentos sanos para todos.
¿Podría ser esta Constitución el cambio histórico que La Rioja necesita para lograr un desarrollo propio, armónico, sostenido en el tiempo, que logre salir del empobrecimiento y la dependencia de recursos nacionales? Nadie lo sabe por ahora.
Proyección nacional
En el riñón quintelista no disimulan el entusiasmo que liga al gobernador con la tradición caudillezca de la provincia. El enfrentamiento con el presidente Milei lo catapultó al escenario nacional y, de a poco, se erige en una figura capaz de aglutinar el peronismo. “Hay que despertar al gigante dormido”, vocifera Quintela, procurando tender un puente entre gobernadores con posturas e intereses diferentes. Se muestra conciliador, repite que el peronismo siempre fue frentista, plantea amnistías para peronistas díscolos, y convoca a otros dirigentes no peronistas, pero que considera cercanos o al menos dispuestos a unirse para enfrentar al león libertario.
El 17 de noviembre el Partido Justicialista tendrá elecciones internas para elegir autoridades partidarias, acéfalas luego de la renuncia de Alberto Fernández, de bochornosa performance. Quintela está lanzado: quiere presidir el partido.
Hasta dónde llegará la proyección nacional del Gitano es todavía una incógnita. Para algunos analistas políticos riojanos, lo que en realidad busca es construir un perfil nacional para mantener el poder local cuando ya no sea gobernador, en 2027. Para otros, busca ser el armador del peronismo que viene.
Una de sus jugadas más grandes fue el acto organizado para la jura de la Constitución Provincial, el pasado 9 de agosto, en el estadio Superdomo de la capital riojana, ante 20 mil personas. Allí Quintela sacó chapa de candidato al PJ y logró reunir a gran parte de la dirigencia peronista, entre los que se destacó el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof. Hubo también 23 diputados nacionales, 13 senadores y 6 vicegobernadores, funcionarios provinciales y una pléyade de intendentes de la Federación Argentina de Municipios (FAM).
El peronismo cordobés miró de reojo el acto y sólo dijo presente un funcionario de menor rango: Pablo Riveros, director de Ordenamiento Territorial del Gobierno de Córdoba y ex jefe comunal de Villa Ciudad Parque, que supo alinearse con Juan Grabois en la última PASO del peronismo nacional y hoy mantiene una indisimulada cercanía con el gobernador Quintela.