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#AbusoSexual
“En la iglesia siguen los mecanismos de ocultamiento”
Por | Fotografía: Diego Cabrera
Foto: Cecilia Padvalskis investigó los abusos sexuales cometidos en la Iglesia argentina.
Cecilia Padvalskis, docente e investigadora, coordina una comisión internacional para la protección de niños, niñas, adolescentes y personas vulnerables. Trabaja junto a un equipo interdisciplinario en la edición de un libro sobre abusos en la Iglesia católica argentina, que verá la luz el año próximo e incluye casos de Córdoba.
Publicada el en Entrevistas

La comisión del Buentrato, que coordina Cecilia Padvalskis dentro de la Institución Teresiana (una asociación internacional de laicos de la Iglesia Católica) se encarga del desarrollo de políticas de protección de NNA (niños, niñas y adolescentes) y personas en condiciones de  vulnerabilidad. La ex decana de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Católica es además docente de Psicología de la Religión en el CEFyT (Centro de Estudios Filosóficos y Teológicos) e integra el equipo que dicta el curso de extensión “Violencias invisibles en la Iglesia. Abuso de poder, abuso espiritual y falsos misticismos”. El equipo de investigación trabaja para dar voz a las víctimas de abusos en ámbitos eclesiásticos bajo un título bien amplio: “Abusos en diversos entornos eclesiales en Argentina: análisis de casos, comprensión de mecanismos abusivos y elaboración de hipótesis fundamentadas como aporte en la prevención del abuso en la comunidad eclesial".

- ¿Cuál es el rol de la comisión de Buentrato que dirigís?

- Después de lo ocurrido en 2018 en Chile, cuando el Papa visitó ese país por los escándalos de abusos en la Iglesia, hubo una vuelta de tuerca en el discurso oficial y en las acciones del Vaticano. Se hicieron distintos decretos y entre otras cosas nos pidieron a todas las asociaciones laicales que elaboráramos una política de protección por el tema de los abusos. En ese momento yo estaba en el Consejo de Gobierno de la Institución Teresiana (NdeR: cargo que ocupó desde 2012 hasta 2023) e hice de enlace para crear una comisión que pensara la política de protección de la Institución Teresiana. Formamos un pequeño grupo con integrantes que tenían experiencia en este tipo de trabajos. Y la llamamos Buentrato porque el objetivo es trabajar contra los abusos, pero más bien desde la prevención y desde la creación de una cultura del buen trato.

- ¿Por qué se dan los abusos?

- Porque hay cuestiones estructurales y culturales que lo permiten y lo fomentan. Entonces, cuando haya abusos, habrá que tomar las medidas necesarias. Sobre todo es importante trabajar en la prevención, con protocolos que protejan a todos, pero también creando una cultura de buen trato, algo que abarca desde cómo entendemos a las personas hasta la relación en las comunidades y cómo creamos un cuidado mutuo.

- Empezaron a trabajar en 2019, ¿cuál es el balance de su accionar?

- Lo que pasa es que desde el 2019 hasta el 2023, pandemia mediante, conformamos la comisión y nos dedicamos a hacer un seminario. Después de ese seminario lo que había que hacer era la política. Entonces redactamos, editamos, hicimos los libritos. En ese entonces yo estaba en Madrid, y cuando ya me venía para América con todos los libritos editados, empezó la pandemia y ya no pude viajar. Esta política va dirigida sobre todo a las entidades civiles, porque vos hacés la política de protección y protocolos, pero les corresponde a ellas implementarlo. Otra cosa es, después, el trabajo con grupos de condiciones vulnerables en la institución o lo que fuera.

- ¿Y ustedes hacen un seguimiento en esas instituciones?

- Claro, pero siempre trabajando a través de entidades civiles. Tenemos la entidad eclesial pero también las entidades civiles a través de las cuales tenemos distintos proyectos. Toda entidad civil tiene que tener su política, y lo que nos encontramos es que la mayoría de las entidades ya la tenían porque la ciudad o el país donde estuvieran las obligaba a eso. Estaba totalmente regulado.

 

Paradigmas

- ¿Reciben denuncias?

- Sí. En la web tenemos la política de buen trato y una dirección de mail para receptar denuncias. Ese mail lo maneja la coordinadora de la comisión. Hasta ahora, al ámbito internacional no han llegado denuncias. Hubo dos casos que llegaron por mail pero fueron desestimados porque no correspondían. Pero cuanto más hablás del tema, se pueden despertar más denuncias, en el sentido positivo y negativo.

- ¿Cómo es eso?

- El acusado es inocente hasta que se pruebe lo contrario; pero en casos de abuso la prueba es muy difícil, entonces ese principio del derecho también toma la prioridad de la víctima y te pone en un lugar distinto, porque no podés no sospechar y no hacer investigaciones. También es cierto que estamos en una sociedad tan judicializada que todo es muy difícil. Los docentes tienen miedo de todo porque por cualquier cosa les viene una denuncia. Hay protocolos que son inhumanos. En Estados Unidos, por ejemplo, hay protocolos en la Iglesia en los que directamente los seminaristas no pueden tocar a un chico. Y eso está bien para prevenir, ellos son muy rigurosos por toda la historia que tienen. Pero si a una persona le prohibís que toque a otra, qué tipo de cura va a ser, qué ser humano; no podés prohibir el contacto físico, afectivo. Pero se entiende que lo prohíban también.

-¿Y qué pasa acá?

- En América hay menos protocolos hechos, no hay tantas diócesis ni tantos grupos eclesiales que los tengan. A nivel laical sí, porque la línea que nos bajaron era que teníamos que hacerlo. Y las diócesis también tienen que hacerlo pero, por ejemplo, la arquidiócesis de Buenos Aires no tiene un lugar para ir a denunciar. En Córdoba hay muy poco hecho.

- ¿Qué modelo toman los protocolos que han diseñado?

- En el caso que haya una sospecha, diseñamos cómo se tiene que actuar. Lo primero es que cualquier empleado que trabaje con menores tiene que tener un certificado de No abuso. Eso también es una exigencia en Educación. Y en la medida que haya una denuncia, también el procedimiento que hay que seguir. Los protocolos tienen más que ver con eso. Pero es un tema complejo, sobre todo cuando estás con chicos y en trabajos pastorales, donde lamentablemente los ambientes son más propicios para los abusos. Es lo mismo que pasa con los scouts o los campamentos; son lugares donde es normal que toquen a los chicos. Pero por otro lado hay que tener mucho cuidado. Estamos en un mundo muy loco.

- Y la línea es muy delgada.

- Sí, el otro día, en una charla, un especialista en bioética planteaba cómo, en el tema de los abusos, había que pensar en los mismos términos en los que se piensa la medicina desde la bioética: el poder médico pasa a un segundo lugar y requiere de un consentimiento, es decir, que el protagonismo lo toma la persona, la víctima, en este caso. Entonces lo que me pregunto es qué tipo de relaciones hay en los grupos eclesiales para que no hayamos podido ver lo que estaba pasando, qué pasa que una cosa tan gorda no la puedas ver, qué tipo de relaciones tan superficiales tenemos.

- ¿Y qué falla?

- Creo que hay una mentalidad, una forma de mirar anterior. El Papa muchas veces dice que no se puede juzgar con los ojos de otro tiempo. Había cosas que se consideraban un pecado individual y había que resolverlo con la confesión; y no se consideraba todo lo demás. Entonces, qué pasaba con los curas que se sabía que abusaban. Los cambiaban de lugar, le daban consejo, no sé, pero no se consideraban otros factores, eran parte de una mentalidad y de una forma de concebir anterior.

El pequeño Vaticano

- ¿Creés que eso está cambiando?

-  (Piensa un rato) No sé, no puedo decir que haya cambiado porque en este momento siguen pasando cosas, creo que por lo menos se pone en movimiento, se denuncia más. Pero creo que en la Iglesia los mecanismos de ocultamiento siguen. Sí creo que hubo un antes y un después de Chile, cuando se escuchó a las víctimas y el Vaticano llamó a los obispos chilenos; cosa que no se había hecho antes. Se habló de la prioridad de las víctimas y hubo un cambio en el discurso. Se hicieron reformas importantes en el Código de Derecho Canónico: ahora si hay una sospecha fundada sobre un obispo se está obligado a hacer la denuncia civil, antes estaban excusados. Hay cambios importantes y ponen en movimiento cosas, pero la organización y estructura jerárquica piramidal sigue, los mecanismos de ocultamiento siguen. Ahora estamos trabajando en un libro sobre abusos en la Argentina.

- ¿Con quiénes estás trabajando en este libro?

- Con Juan Bautista Duhau, doctor en Teología, y Ana Lourdes Suárez, investigadora del Conicet de Buenos Aires. A Duhau lo conocía por publicaciones, le dije que me interesaba que diéramos un curso y empecé a trabajar con él. Yo había vuelto a Córdoba y había retomado mi trabajo en el CEFyT, donde doy Psicología de la Religión en el ciclo teológico. Duhau está trabajando sobre los nuevos movimientos laicales. Hace dos años ellos obtuvieron una beca de ICALA para trabajar en conjunto con otro equipo de Perú y editaron un libro que se presentó hace poco en la Universidad Católica: “Abusos en América Latina”, que es el primer compendio con casos de América Latina. El libro, que se publicó en inglés, tiene casos emblemáticos y no tan conocidos de la mayoría de los países. Me sumé a este nuevo proyecto de ellos que es este libro sobre abusos en Argentina. Hicimos un formulario para que las víctimas o quienes quisieran aporten testimonios. El objetivo es dar voz a las víctimas. No queremos tanto los casos renombrados sino casos que no hayan tenido todavía visibilidad.

- ¿Y en qué etapa está?

- Estamos haciendo las entrevistas. Yo me incorporé ahora, pero ellos ya venían trabajando. Lo quieren sacar pronto, en marzo del año que viene. Tampoco queremos tener demasiadas entrevistas porque no es una cuestión de estadísticas sino que queremos analizar los casos.

- ¿Habrá testimonios de Córdoba en el libro?

- Sí. Tenemos un protocolo en el que estos testimonios pueden ser anónimos o no. Ellos eligen. Yo hice entrevistas en Córdoba, trabajando la vida religiosa masculina y Ana Lourdes trabaja la vida religiosa femenina. Hay más de siete congregaciones femeninas fundadas en Córdoba. Y están las madres generales acá. Por eso dicen que Córdoba es como un pequeño Vaticano. Y algunas de esas congregaciones estuvieron intervenidas por denuncias de abusos.

- Pero eso no trasciende.

- No, claro. Pero es una voz que en ciertos sectores se conoce y se sabe que ha habido suicidios y problemas serios en congregaciones y seminarios.

Guillermina Delupi
- Periodista -