Juan Pablo Quinteros ocupa la butaca más caliente del gabinete de Martín Llaryora. La oposición pidió su renuncia y lo acusó de haber fracasado. En esta entrevista exclusiva con Revista El Sur, el ministro de Seguridad responde a las críticas, cuenta qué le pidió al gobernador al asumir el cargo y cómo piensa investigar el lavado de activos, combatir la corrupción y depurar las fuerzas de seguridad.
- ¿Cómo evalúa estos primeros diez meses de gestión, que no han estado exentos de momentos críticos y de tensión?
- Yo le meto ¿viste? Creo que estoy haciendo lo que tengo que hacer. En el momento en que tengo que cumplir esta labor no me queda otra que ir para adelante. Y mientras más me putean, más me doy cuenta que estoy haciendo lo que tengo que hacer.
-Tiene la suerte de que no hay un Juan Pablo Quinteros en la oposición, que era muy picante para putear...
- Sí, bueno, está bien. Pero también estoy seguro de que si me hubieran querido en la oposición, la gente me hubiese dado los votos para ser concejal.
- Mientras preparaba la entrevista pensaba que el cargo de Ministro de Seguridad debe ser la butaca más caliente del gabinete. Un área en la parece que siempre vamos a estar en emergencia. ¿Está de acuerdo?
- No, bueno, acá vos tenés varios elementos. Se acaban de conocer los índices de pobreza del primer semestre: 53% de pobres, con una indigencia de casi el 20%.
- Era mi siguiente pregunta…
- Yo jamás cometería el error de estigmatizar la pobreza como causal del delito. Ahora, si vos le sumás a esta situación de crisis económica semejante nivel de pobreza, termina siendo un factor determinante. Me toca ser ministro de Seguridad quizá en la peor crisis socioeconómica de las últimas dos décadas.
- El tema es saber buscar dónde están las soluciones.
- Es que la salida nunca va a ser por el lado del Ministerio de Seguridad y de la Policía. El que crea que la salida está por la seguridad no entiende nada, porque con el panorama que yo te planteo tenemos en claro que hay que buscar una salida interdisciplinaria y trabajar desde muchas áreas, en una tarea interministerial con un abordaje integral.
- ¿Y entonces?
- Es una tarea complicada… muy. Pero la estamos llevando adelante haciendo muchas cosas. Por ejemplo, cuando yo hablo de la Policía siempre planteo una Policía más profesional, empática, con una mirada hacia el ciudadano, mucho más cercana a la gente.
- Hablemos del sustento ideológico: hemos tenido ministros de seguridad como Sergio Berni o Patricia Bullrich, o ministras como Sabrina Frederic, con evidentes diferencias ¿Cuánto de ideología hay en una gestión en seguridad?
- Yo lo que tengo que hacer es cumplir con un deber, que es conducir la fuerza policial. Y lo tengo que hacer con todas las herramientas del derecho que tengo a mano. Me tengo que apegar a la norma y velar por una fuerza que cumpla con principios y parámetros legales y éticos. Ahora bien, la cuestión de la ideología claramente ha estado presente: mirás la gestión nacional anterior y la actual y te vas a dar cuenta que hay un parámetro ideológico opuesto. De un presidente que le sacó las armas a los policías que custodiaban las marchas a una ministra que ni siquiera te deja marchar. No estoy haciendo apoyo de uno ni de otro, aclaro. Estoy describiendo.
- Si, pero está sentado en un lugar en el que debe tomar decisiones.
- ¿Cómo?
- Claro. Compara lo anterior con lo actual, pero no toma partido, en un escenario de variables que existen...
- Existen las variables, pero no me condicionan a mí para tomar decisiones. Yo hago lo que creo que tengo que hacer como ministro de Seguridad: que la delincuencia no nos gane el espacio público, velar por tener una provincia ordenada con cada vez menos índices delictivos. Todo eso una política criminal que va en un sentido. ¿Vos me preguntás cuál es mi parámetro como ministro de Seguridad? La única pregunta que le hice al gobernador cuando me ofreció ser su ministro de Seguridad fue ¿qué vamos a hacer con el narcotráfico?"
-¿Eso le preguntó?
- Le consulté si íbamos a seguir mirando para otro lado, como hicieron todos los gobiernos provinciales diciendo que es un tema federal, o nos vamos a meter más allá del narcomenudeo. La respuesta fue rotunda: vamos a buscar hacer de Córdoba un territorio hostil para narcotráfico. Es una decisión política.
- A principio de su gestión se detectó que se había afincado en Córdoba la familia de uno de los narcotraficantes más buscados de Ecuador, Fito Macías. Cuando los encontraron, los subieron a un avión y los despacharon en un acto de dudosa legalidad…
- ¡Cómo que de dudosa legalidad!
- Los familiares no habían cometido ningún delito; los “invitaron a irse” y se fueron. Pero la pregunta que muchos nos hacemos es qué hacía esa gente en Córdoba y por qué vienen a la provincia
- Esa es la pregunta y el hilo que nosotros estamos siguiendo. Hace unos días salió el tema de (Fabián) Calavera Peloso, que su familia está acá lavando plata a dos manos. Lo planteé ante la ministra Bullrich en el Consejo de Seguridad con cinco ministros más. El gobernador está de acuerdo con la nueva ley de blanqueo, a la que Córdoba adhirió. Pero no podemos permitir el lavado de activos, una actividad que en muchos casos puede provenir del narcotráfico, nacional o internacional. Por eso vamos a crear en el ámbito del Ministerio de Seguridad, como tiene Santa Fe, una Dirección General de Inteligencia Financiera. Queremos ver todo el dinero que viene a Córdoba a través de un área que coordinará información de la Policía, Rentas, AFIP y el Renaper para saber quién viene a Córdoba a invertir, dónde está poniendo la plata y de dónde viene esa plata.
- Suena adecuado, pero también se puede inferir que no existía todo eso y por eso los narcos elegían venir a Córdoba. ¿Es así?
- Puede ser.
- ¿Y entonces?
- Yo te cuento lo que voy a hacer. Lo que pasó relatalo vos.
- Está bien, pero parte entonces de una falencia…
- Eso es una opinión, no una pregunta.
- Da la sensación de que no están funcionando los mecanismos de control dentro de la fuerza policial. Entidades creadas y presentadas en gestiones anteriores no funcionaron. ¿Hay algún plan de implementar mecanismos de control ciudadano que permitan mirar a la Policía con más rigor y criterio?
- Hoy la Policía tiene un control político sobre la fuerza, que es el ministro de Seguridad, lo cual no es poco.
- En el mejor de los casos es una posición voluntarista...
- Te puede parecer voluntarista, pero es el rol que me asigna la ley: yo tengo que dirigir políticamente la fuerza y esa dirección incluye el control. Es una responsabilidad política.
- El mismo mecanismo y la misma potestad estuvo en las anteriores gestiones del Ministerio de Seguridad y los resultados no fueron buenos.
- Vuelvo a insistirte con esto: yo hablo de mi gestión.
- No estoy hablando de su gestión, estoy hablando del mecanismo, de la herramienta que en las gestiones anteriores demostró ser bastante laxa.
- Muchas veces uno con una pinza no sabe qué hacer y otro te hace la de McGyver. Nosotros hemos planteado desde el 11 de diciembre un acompañamiento total y absoluto de la fuerza. En todos los aspectos: el apoyo a su accionar, la capacitación, los salarios. Les damos todo esto, pero el policía que se mueva medio centímetro de lo que es el cumplimiento del deber será apartado de la fuerza y, si corresponde, puesto a disposición de la Justicia. Desde un cabo que trabaje en el último lugar de la provincia de Córdoba hasta el jefe de Policía.
- La Policía es una institución nacida y creada a imagen y semejanza de las fuerzas militares, de las que termina heredando una estructura verticalista y de obediencia debida. ¿Hay voluntad de avanzar en algún tipo de reforma policial en ese sentido?
- Bueno, nosotros hicimos una reforma importante, que es la presencia de tres subjefaturas, que ha sido un avance y una innovación absoluta. Pero te voy a poner un ejemplo: al ex subjefeje de Policía (Alejandro Mercado) lo investigó por orden de un fiscal la propia Dirección General de Investigaciones Criminales, de la cual él había sido director general. Eso no se filtró y ellos mismos fueron los que los que hicieron el allanamiento y procedieron a la detención.
- ¿Ese mensaje lo lee la tropa?
- Si, porque yo tengo una Policía que mientras cumplan con su deber van a andar bien y tienen todas las garantías de poder denunciar cualquier abuso que sufran, aún por parte de sus jefes, y no van ser sancionados.
- Sobre la tropa ¿qué evaluación hace sobre la problemática de las carpetas psiquiátricas?
- Por supuesto que son una cuestión que nos preocupa y nos ocupa. Primero porque tenemos que ver el estado psíquico de las personas. No es fácil ser policía, no es fácil estar en calle. Este es un tema que lo estamos trabajando permanentemente con el director general de Recursos Humanos. Ahora hemos hecho un convenio con la Facultad de Psicología de la UNC para que hagan todos los exámenes de ingreso y fiscalicen a los nuevos aspirantes que van a entrar a partir este del próximo ciclo lectivo.
- Es un avance. Pero sobre la situación actual, ¿en qué medida es preocupante el tema de las carpetas psiquiátricas?
- Si yo te digo que es preocupante parece que le estoy dando entidad superior; y si te digo que no me preocupa, parece que no le doy valor. Es un tema que estamos atendiendo y que está en la agenda de las reuniones con el área de recursos humanos.
- ¿Qué evaluación hace de la incorporación de las armas no letales?
- La Byrna es una incorporación absolutamente innovadora que nos permite darle al policía una herramienta más. Cuando vos sacás la 9 mm y tirás, tirás a matar. Con el arma no letal tenemos una herramienta absolutamente útil ante alguna circunstancia especial para repeler una situación. No es un arma de juguete.
- ¿Para qué casos se las usa?
- En todos los casos en los que vos tengas que reducir a una persona sin que corra riesgo. Hasta ahora teníamos el cartucho anti tumulto. Pero mal usado puede convertirse un arma letal. Ésta no tiene letalidad en absoluto. Es un arma que nos ha permitido más de 350 detenciones sin necesidad de herir de muerte a nadie.
“Nunca me saqué una foto política con Patricia Bullrich”
- Cómo es su relación con Patricia Bullrich, con la que trabaja muy cercanamente y no pierde chance de sacarte una foto cada vez que se reúnen.
- No, mirá: yo trabajo, gestiono. Y si gestiono tengo que articular con el Gobierno nacional porque es clave. Córdoba tiene la presencia de fuerzas de seguridad nacionales con la que tenemos que hacer procedimientos conjuntos. Acá se jugó un Boca-River oficial con las dos hinchadas, acá se sacó a la familia de Fito Macías y tantas otras cosas porque había un ministro de Seguridad provincial que hablaba con su par nacional. Yo gestiono; si me saco la foto es porque estoy gestionando. Nunca me saqué una foto política con Patricia Bullrich; mis fotos son todas de gestión.
-Algunos colegas le dicen “Fiestita” Quinteros, porque está en todos los procedimientos de clausura de fiestas clandestinas. ¿Hay un especial interés en esto? ¿Por qué siempre aparece a las seis de la mañana y nunca falta en la foto?
- Fiestitas son las que se mandan ellos y en las que básicamente hay mucho consumo de droga, y de droga sintética en particular.
- ¿Hace falta que esté usted?
- Sí, hace falta. Pero yo no estoy en la fiesta; voy a la clausura. Estuve dos días con la Policía para sacar a la familia de Fito Macías; los acompañé a las cuatro de la mañana a Unquillo para meter preso a unos que el día del partido de la final de la Copa América entraron a una casa en banda y los asaltaron. Sí, claro que hace falta, porque mi función es acompañar a la fuerza, por supuesto.
- ¿Por qué hace falta?
- Mi estilo es acompañar a la fuerza y yo a la fuerza la acompaño en el territorio. Y además, no hay nada peor que te cuenten las cosas y vos no haberlas vivido, no conocer de qué te están hablando.
- Bien…
- Soy de los que desde el primer día, desde el primer allanamiento grande, siempre los acompañé. ¿Es función del ministro de Seguridad ir a ver a cada una de las víctimas de un hecho delictivo o hablar con los parientes de alguien que se muere? ¿Es parte la función? Para mí es hablar con todos. Te puedo dar por nombre y apellido del primero al último muerto que tengo en Córdoba por estos hechos: la familia de Adrián González, en Malagueño; la hermana de Sebastián Villarreal, que fue el momento más duro de mi gestión. O cuando lo mataron a este chico Nicolás Guardia, que le metieron tres tiros para robarle una bicicleta. Fui dos veces a la casa a visitarlos. Tengo que ir a visitar a un policía al que le tiraron una pedrada a las dos de la mañana que está en el Hospital de Clínicas y a solucionarle un problema para que al otro día lo operen en el Hospital Privado. Tengo que ir al Hospital de Urgencias a visitar a la policía Quinteros -que quedó con un daño cerebral del cual espero se recupere- cuando le den el alta. Para mí lo de la foto puede ser secundario: lo primero es saber que esos tipos que se juegan la vida en cada allanamiento se sientan acompañados.
-¿Cómo hacer inteligencia criminal sin pasar los límites que han traspasado otras gestiones?
- Si hay un área que para mí es clave en la Dirección General, es Investigación. Y estoy convencido de que está en las mejores manos. Tenemos que hacer investigación criminal en serio, porque si no hay investigación criminal no existe nada. No poner la inteligencia al servicio de personas, sino al servicio de prevenir el delito. Y agrego: estamos investigando muchos delitos dentro de la cárcel, bajo una clara decisión política de descubrir la corrupción en las fuerzas. A mí me dicen que tengo una crisis porque metieron preso a fulano. ¡Pero si es justamente eso lo que le pedí al fiscal General!
- ¿Le pediste que investigue a las fuerzas?
- ¡Claro! Me senté con el fiscal General y le dije: Mirá: yo te voy a pedir que todas las causas que tienen personal policial, las investiguen a fondo y lleguen a las consecuencias que tengan que llegar. Necesito depurar la corrupción de la Policía. Cuando tomo esta decisión también lo hago dentro de una pregunta que me hiciste antes: mientras yo sea ministro, cualquier policía de la provincia tiene la garantía de que si denuncia a un jefe con fundamento y se puede probar, no va a sufrir ninguna consecuencia, porque está haciendo lo que tiene que hacer.