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#CajaDeJubilaciones
Viejos doctos
Foto: La longevidad de los cordobeses, que debería ser una buena noticia, profundiza la crisis del sistema previsional.
Los cordobeses viven un proceso de envejecimiento similar al del resto del país y el mundo occidental, que se refleja en la crisis de su Caja Previsional. Sólo en las últimas cinco décadas Córdoba duplicó su población de la tercera edad.
Publicada el en Crónicas

¿A todos los técnicos de primera división los vistes debutar? ¿No diferenciás a Emilia Mernes de Nicki Nicole? ¿Los peinados te parecen todos raros? ¿En el gimnasio te tratan de usted? Lamento comunicarte que debés leer esta nota.    

El tiempo pasa, nos vamos poniendo viejos. Suena trillado, es un lugar común, pero con el correr de los años dejó de ser un problema personal y se está volviendo un tema estructural de la economía de la provincia, con implicancias en diferentes niveles sociales.

Yendo a los números, las cifras son elocuentes: los datos oficiales del INDEC dicen que la población mayor de 65 años en la provincia de Córdoba se duplicó en los últimos 50 años. En el censo nacional de 1970 el 6,5% de la población de la provincia tenía más de 65 años, mientras que en el último censo (2022) el porcentaje llegó al 12,4% en ese rango etario.

El otro elemento que se puede sumar es el coeficiente de vejez demográfica. Se trata de un indicador que mide el envejecimiento de la población al calcular la cantidad de mayores de 65 años por cada 100 habitantes que tienen hasta 14 años. En el último censo esa cifra marcó en la provincia de Córdoba un 15,4%. Solamente quedaron por encima de la Provincia CABA, la provincia de Buenos Aires y Santa Fe. El resto del país tiene un porcentaje menor de personas en esa situación.

Viejos verdes

Los especialistas consultados para esta nota especifican cuatro problemas centrales derivados del envejecimiento de la población.

El primero es el sanitario. Una población de mayor edad está expuesta a una amplia cantidad de enfermedades crónicas, que suponen la atención de profesionales de la salud y también de medicamentos específicos. Hoy no parece que nuestro sistema de salud esté preparado para ello ni lo esté tomando con la atención que merece el problema. La clave sería tener una salud enfocada más en la prevención que en la atención, lo que redundaría en un importante ahorro para las arcas estatales.

El siguiente elemento es el cuidado de las personas. Con el paso de los años vamos perdiendo autonomía y al existir una menor cantidad de hijos hay menos gente en condiciones de cuidar a las personas adultas mayores.

En ese punto, se debe recordar que no solamente aumentó la cantidad de personas mayores de 65 años, sino especialmente los que tienen más de 80 años, que se volvieron un grupo etario significativo y por ende requieren más acompañamiento.

Cualquier lector puede en este momento vincular esta nota con la cantidad de problemas que existen en su familia con las personas mayores y “quién se hace cargo” de cuidarlas, con las implicancias de peleas intrafamiliares y económicas que todo este proceso implica.

El tercer punto es lo que los demógrafos llaman entornos. Ni nuestras casas ni nuestras ciudades (por ejemplo el transporte público o los espacios verdes) están pensados para personas limitadas en sus posibilidades físicas de movilidad por la edad. No son ambientes amigables, sino todo lo contario, están caracterizadas por la hostilidad.

En los próximos años será necesaria una gran inversión en infraestructura para revertir esta situación. 

El cuarto punto es un poco obvio y merece un análisis por separado: el sistema de seguridad social, las jubilaciones.

“No hay plata” Hay un problema que atraviesa a todo el mundo occidental y que pone en discusión el financiamiento del sistema jubilatorio: crece la cantidad de personas que perciben jubilaciones a la par que disminuye el número de trabajadores activos aportantes de recursos.

La agencia Bloomberg presentó hace unos meses un informe sobre los sistemas jubilatorios en todo el mundo, diferenciando entre regímenes estatales y privados, de capitalización y de reparto. Los resultados fueron concordantes y preocupantes: “Los sistemas de pensiones en la mayoría de los países están bajo presión por el envejecimiento de la población, el aumento de la deuda pública y la alta inflación, mientras que también deben enfrentar desafíos como la inclusión de los trabajadores de la economía colaborativa”, destacó el estudio.

Economistas al fin y al cabo, no se privaron de advertir que el problema deberá ser encarado por los propios involucrados en el futuro cercano: “La conclusión es que, en todo el mundo, la gente debe comenzar a cuidar de sí misma cuando se jubile”.

Son numerosos los países que están discutiendo la posibilidad de aumentar la edad mínima para jubilarse, con Francia y Uruguay la cabeza. El complejo escenario internacional obviamente tiene su correlato más dramático en Argentina, donde al alto nivel de envejecimiento poblacional se suma el aumento del empleo no registrado. Aunque la cifra va cambiando y no existe una certeza absoluta, ningún especialista ubica el trabajo no registrado (es decir sin aportes patronales ni obra social) por debajo del 35% o 40% en el país. Y las cifras son similares en Córdoba.

En el actual contexto de recesión y pensando en los miles de puestos de trabajo que se perdieron desde diciembre hasta hoy, ese proceso se está profundizando en la cantidad de personas afectadas y por ende en sus consecuencias sobre el financiamiento de la caja previsional.

Los empleados precarizados plantean un doble inconveniente: no tienen ellos mismos garantizados sus derechos laborales y tampoco reciben aportes patronales, por lo que no contribuyen al financiamiento de los jubilados.  

¿Y por Córdoba cómo andamos? El tema está atravesado por el problema del financiamiento de la caja previsional mediterránea, como se planteó en la edición de octubre de esta revista: la Caja de Jubilaciones de Córdoba hoy tiene un déficit mensual que supera los 20.000 millones de pesos.

 “Con el cambio demográfico el problema de las jubilaciones se va a profundizar, no nos podemos hacer los disimulados, urge resolver el tema”, advirtió en declaraciones a El Sur el ex funcionario  provincial que ostenta el récord de menor permanencia  el gobierno de Javier Mileie, Osvaldo Giordano, hoy mandamás de la ultraliberal Fundación Mediterránea.

”No es un problema, es un logro de la humanidad” Enrique Peláez es doctor en Demografía, profesor en la Universidad Nacional de Córdoba, investigador del CONICET y colaborador del Fondo de Población de las Naciones Unidas. “No solamente la población cordobesa está envejeciendo, sino la población mundial. Obviamente ocurre con heterogeneidades propias de cada región, pero es un fenómeno global. Centralmente es el resultado de un doble proceso: disminuye la base de la pirámide porque se tienen menos hijos y crecen las edades más avanzadas por el aumento de la esperanza de vida”, advierte al ser consultado para esta nota.

Sin disimular la pasión que reflexionar sobre estos procesos le provoca, explica que “lo que va cambiando es la velocidad del envejecimiento”. “Argentina no tenía un promedio tan alto como otros países, pero si es cierto que bajó la fecundidad. Cuba y Uruguay son los más envejecidos de la región. Nosotros somos un país con un proceso de envejecimiento más lento que Brasil y Chile, porque la caída de la fecundidad fue menor”, remarca Peláez al analizar la situación en la región. En la misma línea comparativa precisa que “Córdoba está dentro del promedio del país”.

Hay un elemento que para Peláez es clave remarcar: este tema no debe ser planteado como un problema. “Nosotros hacemos campaña para explicar que lo que está pasando no es un problema, por el contrario, es un logro de la humanidad que las mujeres tengan los hijos que realmente deseen tener y que la gente viva más años. No queremos verlo como un problema, porque si no la solución sería que las mujeres tengan hijos que no desean o que la gente se muera antes”, explica.

Al mismo tiempo, no duda en reclamar la presencia del Estado y la necesidad de definir claras políticas públicas: “Está claro que es un desafío cómo organizarnos como sociedad, sin ningún lugar a dudas el rol del Estado es clave. Cuando vemos cómo era la evolución de la población en las décadas del ´60 y ´70 vemos que crecía en la cantidad de niños y niñas, y hubo que realizar políticas públicas para atender ese tema”, indica.

Su advertencia final va en relación con los tiempos de libre mercado que vivimos: “Este proceso se va acelerar en los próximos años y el mercado no lo va a solucionar, nos debemos un debate como sociedad sobre qué haremos”.

La economía de los cuidados En estos tiempos de tanto vértigo, con múltiples trabajos y la sensación permanente de que el tiempo no alcanza, cuidar a los mayores se vuelve un tema familiar.

“El otro es el tema del cuidado, no solamente aumentó la población mayor de 65 años, el grupo que más crece es el de 80 años y más. Lógicamente aumentando nuestra edad perdemos autonomía y necesitamos ayuda de otras personas, siempre se solucionó familiarmente, pero ante la migración de los jóvenes hacia otros países y con la menor fecundidad, necesitamos una política pública que aborde este tema”, explica Enrique Peláez.

Se denomina economía de los cuidados al gasto que se debe realizar en el caso de cuidar a niños o personas mayores. Es un rubro en donde la informalidad –al igual que en grandes sectores de la economía argentina- es muy grande, pero existen parámetros legales y montos establecidos para sus salarios.

El Estado nacional determina desde la ANSES que la categoría cuidado de personas debe cobrar $357.350, tomando en cuenta la última actualización del mes de agosto. Estamos hablando de una persona que trabajaría unas siete horas por día si fueran todos los días de la semana y poco más de nueve horas si fuera de lunes a viernes. Obviamente, un adulto mayor que requiere atención todo el día necesitaría por lo menos tres personas por jornada y entonces la cifra llega a más de un millón de pesos mensuales, sin tomar en cuenta los aportes patronales que se deben realizar. 

Un mundo ideal Vivimos en un mundo mucho mejor que el de nuestros abuelos. Hay más libertades, más derechos conquistados, una expectativa de vida mucho mayor, la tecnología nos sorprende todos los días con sus avances y la calidad de vida, en términos de condiciones edilicias -agua potable o acceso a la salud- es notablemente superior a la realidad de hace 70 u 80 años.

Sin embargo, estas mejoras también traen nuevos desafíos. Uno de ellos es resolver las necesidades y las demandas de una comunidad que está envejeciendo y que necesita seguir generando riqueza, pero poniendo sobre la mesa cómo distribuirla, cómo priorizarla.

Unas semanas antes de dejar el poder, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, planteó una ambiciosa reforma previsional. Más allá de sus aspectos técnicos y económicos, AMLO puso en escena otro debate: en una de sus habituales conferencias “mañaneras”, advirtió que como sociedad debíamos pensar en trabajar menos tiempo y disfrutar más, en tener más tiempo libre y no llegar a la jubilación en un momento en el cual ya no podemos disfrutar de lo cosechado en los años de empleo.

Crecimos con el paradigma de que el trabajo dignifica, pero hoy podríamos pasar una gran parte de nuestras vidas ya jubilados, sin trabajar y queriendo disfrutar del fruto de tantos años de trabajo.  ¿Hay recursos para financiar eso? ¿Estamos preparados como sociedad y dentro de cada familia para ello?

Como suele ocurrir, la solución no está tan clara como el problema, pero sí hay una certeza incontrastable: nos estamos poniendo viejos.  

Mattias Meragelman
- Periodista -