Entrevistar a Jorge Zapata es una experiencia singular. Cuando se expresa transmite madurez y vitalidad respecto al mundo de la producción y el periodismo televisivo de Córdoba. Mantiene un hilo didáctico y concentrado sobre lo que explica con sumo interés, despertando la curiosidad por la próxima idea. Recuerda sus primeros pasos en el periodismo, cuando era un adolescente de quince años y ya estaba seguro de su vocación. Remarca que el periodista debe informar, pero sobre todo investigar y denunciar, ser valorado por servir a su comunidad con la palabra verdadera y no transformar la información en una mercancía.

Sobre las transformaciones que vive el periodismo de Córdoba, Zapata no duda: "Son tremendas: en primer lugar, en la época en que yo me formé en los medios existían los maestros, hoy ese segmento está en decadencia o desaparición; en segundo lugar  existía la carrera, entonces uno era aspirante, archivero, reportero, cronista, redactor, jefe de sección, prosecretario, secretario y jefe”. Y añade: “Recuerdo en Radio Universidad, cuando empecé como cronista, jamás podía usar un adjetivo calificativo y los maestros de esa época nos decían que para calificar había que tener no solo experiencia, sino haber acumulado una determinada responsabilidad. Para escribir un nombre y un apellido en una noticia había que tener tres fuentes que los certificaran. Hoy veo a todos los que se inician en periodismo usar una catarata de calificativos o descalificativos y dar nombres sin chequear”.

“Entonces –retoma el argumento- tenemos tres transformaciones: la falta de maestros, el no cumplimiento de la evolución y la falta de madurez para usar el lenguaje en cualquier noticia, por más simple que sea”.

Zapata sostiene que tiempo atrás todos querían ingresar a Radio Universidad de Córdoba porque era la radio periodística señera, que irradiaba orgullo. “Hoy en día ha cambiado a tal punto que he llegado a decir que Córdoba tiene el peor periodismo del mundo”, lamenta. “Es una exageración y no tanto, porque no se hace periodismo de investigación, no se hace denuncia”, reafirma. Y para ilustrar la situación señala: “Llevamos cuarenta años de democracia y no hay un solo político denunciado por los medios de comunicación por hechos de corrupción”.

“Me refiero en general a quienes integran los poderes ejecutivos, la Legislatura, y fundamentalmente a la Justicia –insiste-. En cuarenta años de democracia hubo un solo juez que renunció en Córdoba, Guillermo Johnson, pero después en la Justicia no renuncian ni los jueces ni los fiscales. Entonces el proceso más grave de transformación que yo advierto del periodismo de Córdoba es que se ha transformado en el peor periodismo del mundo”, concluye sin eufemismos.

 - ¿Tenemos un periodismo ligado al Gobierno?

- Al Gobierno y a los intereses, porque tampoco se ha investigado a los empresarios. Los empresarios más importantes de Córdoba han aparecido en la causa Cuadernos, han estado presos y acá se los ha ignorado completamente. Hay empresarios cordobeses que tienen puertos propios, ferrocarriles propios, negociados con el Estado. Hace poco el presidente de la Bolsa de Comercio de Córdoba le vendió a la Provincia automóviles para patrulleros a más del doble del valor real y no hay una tapa ni un canal de televisión que hable de eso, cuando en cualquier lugar del mundo serían situaciones escandalosas.  

-¿Por qué en Córdoba es tan difícil que tome fuerza el periodismo independiente?

-Primero tendríamos que aclarar qué entendemos por periodismo independiente. Hay quienes, en contrapartida, hablan del periodismo militante. Yo no creo en ninguno de los dos. A mí me parece que el periodismo independiente es un invento liberal para que se oculten las cosas. Y el periodismo militante sostiene que primero se es militante y después periodista. Yo sostengo que se debe ser primero periodista y después militar causas. Yendo al por qué de mis críticas al periodismo actual de Córdoba, deberíamos apuntar a los intereses de los periodistas, que son únicamente económicos. El de los periodistas y fundamentalmente el de los medios. Cuando yo empecé en el periodismo los gobernantes aspiraban a tener un periodista amigo, después aspiraron a tener un medio amigo y luego a tener grupos mediáticos amigos. Yo atribuyo este mal periodismo a todos los gobernadores de la democracia. Durante la dictadura yo fui expulsado de los SRT por subversivo, nunca supe por qué, y tuve un exilio interno, dentro del país. No pude trabajar hasta que volvió la democracia. Pero desde Angeloz hasta Llaryora nunca se ocuparon de defender a los medios de Córdoba. Los medios de Córdoba tenían dueños locales, sean empresarios, profesionales. Canal 8 tenía cuarenta accionistas, hoy el dueño será algún tipo que vive en Estados Unidos o en la India. Canal 12 es del grupo Clarín, estamos hablando de situaciones indeterminadas. A los SRT los vaciaron y Cadena 3 ya sabemos el origen que tuvo. Entre lo que nunca se investigó desde el periodismo cordobés está cómo se entregó Cadena 3 y cuál fue el negocio. Ojo, yo personalmente sí lo denuncié. Desde El Avispero, programa que hacía en Canal 10, hacíamos investigaciones y fuimos censurados. El programa fue levantado en el gobierno de Cristina Kirchner, a quien yo particularmente defiendo y reivindico. Fue el Secretario de Derechos Humanos de la Nación, Martín Fresneda, quien ordenó que se levantara ese programa de televisión.

 - ¿Cuál fue el objetivo de esa acción?

- El texto que yo leí y después hablé con Fresneda no aludía a un tema puntual, eran descalificativos hacia los que integrábamos el programa. Lo atribuyo a que nosotros hablábamos mucho de la década del setenta, incluso invitamos a guerrilleros de las cúpulas de aquella época. Aparentemente se interpretó que entrevistarlos era exponer de algún modo la teoría de los dos demonios. Es una opinión, pero yo pienso que hacíamos lo contrario. Hoy en día a cualquier joven, aun habiendo pasado por la universidad, nunca nadie le habló de la década del setenta. Es una asignatura pendiente de los medios de comunicación. En los últimos cuarenta años, ¿en cuántos programas de televisión masivos se ha hablado de la década del setenta? Casi en ninguno.

- Hubo varios canales públicos como TV Pública, Canal Encuentro y Canal U de Córdoba que lo hicieron…

- Pero no lo hicieron periodísticamente, sino más bien documentalmente. En muchos documentales yo estoy como movilero de Canal 10 de esa época tan dura. Lo que se ha emitido no está encarado por periodistas profesionales, sino más bien por licenciados en cine, con su formación histórica. Canal Encuentro tiene trabajos formidables, pero el periodismo no lo tocó. ¿Qué pasa con nuestros jóvenes? No tienen la menor idea de la Historia. Y eso lleva a que se repita. Ayer encontré un archivo de época del general Eduardo Viola, presidente de la dictadura, dando una conferencia de prensa aquí en Córdoba, donde dice que el régimen de la dictadura militar está para proteger a “la gente de bien”. Hoy hay un periodismo ñoño, los canales buscan figuras jóvenes que sean amables, livianas, porque suponen que los contenidos aburren a la audiencia. Yo creo que es una gran mentira. En la ciudad de Córdoba hay 550 barrios, de los cuales en 500 la única música que se escucha es el cuarteto. Lo que está mal es que esa población no haya tenido acceso a escuchar también otros géneros musicales. A eso le sumamos que un niño desde que nace lo primero que hacen los padres es comprarle la camiseta de su club. Entonces, transformamos una sociedad en cuartetera y futbolera. Eso lleva a que, por ejemplo, Canal 12 dedique todo un día a un partido de Talleres. ¿Cuándo Canal 12 va a dedicar todo un día a contenidos más trascendentes? Al hambre, a la miseria, a la desocupación, a la educación.        

- Eso encierra culturalmente a la población…

- Ese día que hubo un partido de Talleres veía la transmisión de Canal 12 y estaba llena de publicidad, oficial y privada. Cuando yo empecé los programas que más publicidad tenían eran los políticos, los de Bernardo Neustadt, Mariano Grondona, Jorge Lanata, con diferentes perfiles. Te voy a contar una anécdota, en Audiovisión hacíamos un programa político que se llamaba Contra Reloj, por Canal 10, conducido por Ricardo Paladino y Miguel Clariá. Yo era el productor y el programa duraba una hora, cuando llegaban los lunes a la noche para grabar el programa lo primero que hacían era buscarme a mí. Yo me escondía porque sabía que se habían enterado que el programa duraba una hora y tenía media hora de publicidad. ¡Me querían matar! porque ellos necesitaban más tiempo para los contenidos periodísticos. El mayor negocio de la televisión eran los programas políticos. Hoy es todo lo contrario. Quizás está faltando hablar de la pauta publicitaria. Si hablamos del peor periodismo en el mundo, que no ha investigado nada, mucho menos va a investigar el dinero que indebidamente reciben de los gobiernos los medios de comunicación. Los medios importantes de Córdoba son absolutamente subvencionados por el dinero del Gobierno de la Provincia, o sea por el dinero de todos.

- ¿Cómo pensar la objetividad en esos programas periodísticos?

- Si yo tuviera que asesorar a un Gobierno le diría que no hace falta comprarlos, porque gratis serían iguales. Todos sostienen que los medios importantes de Córdoba -Canal 12, La Voz del Interior, Cadena 3, Radio Mitre- serían exactamente iguales con o sin pauta de los Gobiernos de la provincia de Córdoba. A esto habría que sumarle que los políticos han aprendido que los medios no voltean a nadie, como decía Perón, que llegó al poder con todos los medios en contra y lo echaron con todos los medios a favor. Hay que asumir que el periodismo de Córdoba no tiene condiciones de poner en aprieto a ningún Gobierno. La pauta existe, es obscena, es indebida.   

- ¿En Buenos Aires lo ves muy diferente?

- Sinceramente sí, quienes están interesados realmente en informarse ven los noticieros de Buenos Aires. El noticiero de Telenoche, con Jorge Cuadrado y Lalo Freyre, el de mayor audiencia de Córdoba, dedica los primeros diez minutos a pasar recetas de cocina. Entonces no les pidas a esos periodistas que hablen de la cárcel, que vayan ellos a ver cómo es la cárcel o a investigar cuál es el negociado de Aguas Cordobesas.

-¿Desde cuándo estás en Internet y cuál ha sido tu aprendizaje de ese periodismo?

-Yo diría que empecé en la televisión desde que nací y hasta dentro de una semana que hago mi último programa de televisión abierta. Dije nunca más televisión abierta, ¡basta, me harte! Entre otras cosas, me cansé de tratar con gerentes de medio pelo de los canales de televisión, que dependen de Buenos Aires y solo tratan de sobrevivir. Entonces tomé la decisión de lanzar mi proyecto de Canal ZTV por Internet, desde hace seis meses, y la experiencia es muy gratificante. Primero, por la libertad de expresión, en ningún medio pude tener la libertad de la que hoy disfruto. Segundo, porque definitivamente creo que por ahí va la cosa. Lo que he aprendido sobre Internet es que lo valioso no son los números del rating, sino conformar comunidades. Si yo hago un programa como El Avispero, me estoy dirigiendo a una comunidad determinada que seguramente no son los adolescentes, pero que es la gente a la que le interesa la investigación, la historia, ciertas temáticas y esto hace que se conforme una comunidad.