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#CienAñosDeLaMasacreDeMapalpi
Una relación olvidada entre Verdad, Memoria, Justicia y Genocidio
Foto: Los estudiantes de la UNC presentaron su libro sobre la masacre de Napalpi acompañados por los periodistas Pedro Solans y Mariano Saravia.
En el Aguará, actual provincia de Chaco, la policía, gendarmería y élites locales llevaron a cabo la masacre de entre 200 a 300 indígenas Qom-Mocovíes, quienes fueron atacados, empalados, fusilados y enterrados en fosas comunes. A los sobrevivientes se los obligó a olvidar, vagar, trabajar y ser explotados.
Publicada el en Libros

El objetivo de este escrito es hacer una breve presentación y reseña del libro La construcción del enemigo: epistemicidio y genocidio como prácticas coloniales. A cien años de la masacre de Napalpí. El mismo fue el resultado de un proceso de escritura colectiva llevado a cabo por 12 estudiantes de la Universidad Nacional de Córdoba: Marghetti, Santiago (editor); Villasuso Migliore, Martina; Ramírez Murggia, Azul Fiorela; Ferrero Alonso, Magalí; Segretin Loyo, María Victoria; Solfanelli Arrigoni, Lucía; Remedi, Victoria; Re, Lucía; Manzanelli Aris, Milagros; Damián Páez, Enzo; Steigerwald, Ana Sol y Moreno Muriel. Fue publicado por la editorial de la misma facultad, Ciencia con Todes, disponible en: https://editoriales.facultades.unc.edu.ar/index.php/ect/catalog/view/81/99/535.

El libro surge a partir del trabajo monográfico para acreditar la promoción de la materia Problemas Epistemológicos de la Psicología-Cátedra B de les estudiantes. El principio que demarcó el camino de escritura, defendido por la misma editorial[1], es que todes participamos de redes de conocimiento que constantemente están cambiando. No solo los académicos pueden (y deben) investigar y publicar, sino que estudiantes de grado también participan de dichas redes. Así, se puede pensar en ciencias de manera más amplia. El objetivo de la editorial, y por ende de este libro, es involucrar a todes en el conocimiento y su producción.

Para llevar a cabo esta tarea se retomó el texto de Pedro Jorge Solans Crímenes en Sangre (2013). Dicho libro plantea cómo se planificó y llevó a cabo la Masacre de Napalpí, sucedida el 19 de julio de 1924. En el Aguará, provincia de Chaco actualmente, la policía, gendarmería y élites locales llevaron a cabo la masacre de entre 200 a 300 indígenas Qom-Mocovíes quienes fueron atacados, empalados, fusilados y enterrados en fosas comunes. A los sobrevivientes se los obligó a olvidar, vagar, trabajar y ser explotados.

La masacre de Napalpí debe ser pensada como una tragedia humanitaria, ya que los pueblos originarios debieron soportar la muerte, sufrimiento y olvido al ser insertados, forzosamente, al sistema económico-político capitalista. La masacre se dio en un contexto de crecimiento económico del país gracias al modelo agro-exportador. Puntualmente en Chaco, la industria algodonera tuvo su auge gracias a la demanda creciente por parte de Gran Bretaña. Las condiciones de trabajo de las poblaciones originarias eran precarias lo que llevó a una serie de protestas. La prensa del momento (principalmente el diario La Nación y algunos medios locales) llamó a estas protestas malones, fogoneando el accionar del Estado y las elites locales, quienes vieron en estas protestas una amenaza a erradicar.

El objetivo del libro La construcción del enemigo: epistemicidio y genocidio como prácticas coloniales. A cien años de la masacre de Napalpí es mostrar cómo fue posible dicha masacre. Es imposible verla como un hecho aislado, sino que se la debe ubicar dentro de una urdimbre genocida, epistemidica, patriarcal y colonial. Además, estos sucesos son un claro atentado contra la condición humana y, por lo tanto, contra la salud mental.

En el presente texto se expondrán tres ejes principales para leer y pensar el libro: la salud mental, el genocidio-epistemicidio y el patriarcado. Esta tríada lleva a complejizar la masacre y (re)pensar nuestro día a día con el fin de criticar supuestos naturalizados y aspirar por un presente-futuro más justo y equitativo. Les doce autores, como compromiso político y ético, buscaron discutir contra la historia oficial y un modelo epistemológico basado en el eurocentrismo, esperamos haberlo logrado.

Recuerdo, voz y memoria como formas de salud mental

Por décadas se vinculó la salud mental al funcionamiento somático del cerebro. Una visión reduccionista-biologicista que profundizó el estudio de las conexiones neuronales, midiendo las partes del cerebro (recordemos a Lombroso), manteniendo tajantemente la separación mente-cuerpo. Estas teorías, basadas en una epistemología eurocentrista y patriarcal, excluyeron lo social y comunitario. Uno de los objetivos del libro La construcción del enemigo: epistemicidio y genocidio como prácticas coloniales. A cien años de la masacre de Napalpí es discutir contra estos argumentos.

Partimos de la idea de que la salud mental está profundamente relacionada con la historia y memoria colectiva que reclama ser escuchada y reconocida. Tristemente en nuestro país, como en la mayoría de países occidentales, se llevaron y llevan a cabo una serie de genocidios y epistemicidios que niegan el saber y presencia de los indígenas, negros, mujeres; marginados por un sistema político-económico (primero el liberalismo, hoy el neoliberalismo de manera más despiadada) que los transforma en enemigos sociales a controlar.

En esta clave, retomamos los aportes de Pedro Jorge Solans y su libro Crímenes en Sangre (2013) donde plantea cómo la masacre de Napalpí fue parte de un genocidio perpetrado contra las comunidades originarias y trabajadores, es decir, una masacre indígena proletaria. Los habitantes del Aguará reclamaban condiciones mínimas de trabajo y la paga correspondiente. Fueron masacrados por la policía y gendarmería del territorio nacional del Chaco con el aval del gobierno nacional radical de Alvear. Fueron obligados a renunciar a su tierra, idioma, memoria y salud. Fue necesario que pasaran 98 años para que el juicio se llevara a cabo, 98 años de dolor e impunidad.

Pero de ningún modo debemos pensar que Napalpí es un suceso aislado, sino parte de un proceso genocida y epistemicida que marcó nuestra historia nacional. Desde la misma colonia, pasando por la Campaña del Desierto del genocida Roca, junto a la Campaña pacificadora del Chaco, podemos agregar el terrorismo de Estado de los 70 y la negación identitaria Mapuche de nuestros días. Todo un proceso de negación de un otro, denegándoles la condición humana y sus DD. HH. y por consiguiente la salud mental.

Se puede pensar cómo el genocidio es una forma de trauma colectivo que se manifiesta por años en una comunidad. Se afecta la cohesión social, la identidad cultural y el bienestar general. No sanar las heridas históricas, mediante el reconocimiento, trae consigo el peso del dolor, injusticia y olvido. Retomando los postulados de Fanon (1961/2013), para aspirar a la salud mental debemos apuntar a una psicoterapia desde la descolonización, porque solo ella modifica al ser. De esta manera, la persona deja de ser un explotado-marginado para volverse artífice de su realidad. Europa volvió nuestro país un espacio dividido por la frontera y los fortines. De un lado, si tomamos a Cavalletti (2010), un espacio habitado por una población justa y que tenía el derecho de explotar el territorio. Del otro lado, la barbarie (tan difundida por otro genocida como Sarmiento) que solo servía para ser exterminada.

Según Fanon (1961/2013), con el colonialismo se constituye un espacio sin cultura ni valores, un lugar lleno de recursos a extraer y explotar, el indígena es reducido a ser un animal. Así, la psique sufre de la obliteración, la persona humana se degrada. Para Sartre (1961/2013), el colonialismo requiere de la degradación física y cultural del otro a dominar. Someter a un semejante es un delito, pero hacerlo contra un inferior no lo es. Incluso, por años los europeos se vieron con el derecho divino de civilizar América, a fuerza del látigo y fusil.

En esta línea teórica, Moffat (1974) plantea que el mecanismo psicológico que utiliza un grupo para someter a otro se basa en la descalificación de los modos de pensar de este. Así, el colonialismo enferma el cuerpo y alma a partir de la denegación de la humanidad. Reduce al colonizado y lo vuelve desechable. Los indígenas del Chaco fueron tratados como inferiores, vagos y bestias, allí la masacre estaba orquestada desde ese discurso descalificador.

Pareciera alejada la relación entre entra masacre y la salud mental, pero en este libro partimos de la idea contraria. Esta visión eurocentrista, patriarcal y capitalista sigue enfermando a la población y provee a los hospitales psiquiátricos de sus pacientes porque se sigue negando sistemáticamente al diferente. Pretender un mundo más justo exige, como compromiso político y ético, reivindicar y luchar para que todes tengamos voz, verdad, memoria y justicia. Esto solo es posible si superamos modelos de saber y prácticas colonialistas.

Por ello, retomar a Moffat (1974) permite pensar en una psicoterapia que se oponga a la injusticia, opresión social y al mismo tiempo comprometa a la comunidad en su conjunto. La locura exige una distribución de las ansiedades donde cada une se responsabilice de sus temores y fantasmas, sin negar ni silenciar al otro. La salud mental se vincula con el rescate de la identidad personal y colectiva, recuperando lo negado y silenciado.

En este libro colectivo nos propusimos recuperar la voz y recuerdos de la Masacre de Napalpí como parte de una lucha por una Argentina justa, pero es un proyecto que atraviesa a toda la sociedad, ya que todes, en mayor o menor medida, sufrimos de la opresión patriarcal y neoliberal. Por ello, es necesario recuperar la identidad histórica y cultural del pueblo. Solo la reivindicación de la justicia del marginado trae consigo la liberación como objetivo al rechazar toda forma de opresión.

El colonialismo trae consigo la amputación de la dignidad humana al cosificar y descalificar al oprimido: locos, indígenas, mujeres padecen cotidianamente esta relación de poder. Para Moffat (1974), la enfermedad mental es producto de la amputación de las funciones vitales del sistema de la realidad y esto imposibilita la reorganización de los sentimientos de realización.

Para lograr un cambio es necesario devolver emociones, palabras, recuerdos a quien padece, una forma de lograr justicia, derecho y salud mental. Recuperar el tiempo del desposeído, sus recuerdos, canciones, miradas y creencias. La deconstrucción anticolonialista habilita formas de pensar pasado-presente-futuro como un proceso de lucha. El oprimido busca su reivindicación y su futuro al oponerse al sistema que lo somete. Esto es una demanda de que el pueblo y que cada une recupere su cultura, concepción del mundo, rechace lo impuesto y deje de ser cómplices de un sistema-mundo opresivo. Este libro pretendió dar un paso adelante en aras de un futuro diferente.

Genocidio y epistemicidio: Verdad, Memoria y Justicia

La masacre de Napalpí, ocurrida el 19 de julio de 1924, no se limita a ese suceso en particular. La totalidad de los hechos acontecidos no comienzan y terminan ese día, sino que estamos frente a un genocidio que se fue construyendo durante años y que aún hoy podemos visualizarlo.

Entendemos al genocidio como “un plan coordinado, comprensivo de diversas acciones, con el propósito de destruir los fundamentos esenciales de la vida de grupos nacionales y de aniquilar los grupos en sí” (Lemkin, 1944, p. 80), como se citó en Enciclopedia del holocausto, s.f.).

Al hablar de genocidio no nos referimos a muertes aisladas, sino de un plan sistemático, organizado, que tiene un fin último: destruir las características esenciales de vida de grupos sociales específicos.

La matanza de Napalpí no es la única que se ha dado en el territorio argentino, sino que existen múltiples pueblos que han sido víctimas de este tipo de exterminios. Así, podemos encontrar puntos en común que nos develan el hecho de que responden a un proyecto estratégico, a diferencia de lo que muchos consideran. Ejemplo de estos factores que se reiteran son: calificar al indio como un ser inferior, tomarlos como esclavos, considerarlos un enemigo molesto al que hay que eliminar, la masacre propiamente dicha y su posterior olvido.

Ahora bien, existe algo previo a este genocidio que lleva a que el mismo se consolide, esto es lo que Sousa Santos (2010) denomina como epistemicidio. El mismo consiste en la eliminación de saberes, de formas de conocimiento subalternos que por ser consideradas inferiores se las subordina y degrada hasta su desaparición.

Esta forma de pensamiento tiene su origen en el modelo científico de racionalidad perseguido por Occidente. Sousa Santos (2010) explica cómo el mismo se aparta de ciertos conocimientos “no científicos” (como el de los indígenas), y por ende los considera irracionales, disruptivos e invasivos. Siendo un modelo de pensamiento global, esta racionalidad también puede considerarse totalitaria al negar el carácter racional de todas las formas de conocimiento que no se rigen por sus principios epistemológicos y sus reglas metodológicas.

Este tipo de concepción, a la que Sousa Santos (2010) denomina Pensamiento Abismal, es la que divide la realidad social en dos mundos diferentes por medio de líneas radicales: “este lado de la línea” y “otro lado de la línea”. Todo aquello que queda del otro lado desaparece como realidad, se convierte en no existente, es excluido. De este modo, "este lado de la línea" (la ciencia moderna, asociada al espacio de los blancos) es el encargado de decidir qué se considera verdadero o falso, diferenciando entre las verdades científicas y las no científicas.

Por lo que podemos decir que estos genocidios parten de un previo epistemicidio, que viene a ser la legitimación del primero. Según Sousa Santos (2010), el epistemicidio se da cuando los procesos de explotación y opresión excluyen grupos y prácticas sociales junto a los conocimientos utilizados por dichos grupos para llevar a cabo esas prácticas. En otras palabras, se trata de la eliminación o del asesinato de ciertas formas de conocer, entender e interpretar el mundo en favor de un pensamiento hegemónico colonial, que se hace pasar por neutral.

Por ello es que ambos conceptos, epistemicidio y genocidio, son muy cercanos. Debemos entender que las muertes no comenzaron el 19 de julio de 1924, sino que existieron con anterioridad. Hay una labor meticulosa y silenciosa en donde emergen los puntos en común previamente mencionados en forma de plan sistemático, y que llevaron a una invisibilización de la marginación y violencia presentes, terminando en los asesinatos en sentido estricto. La prensa de la época sostuvo que los pueblos originarios del Aguará eran una amenaza, junto a la filosofía política de la época (pregonada por Sarmiento, Hernández, Rojas, etc.). Así, la masacre fue la objetivación material de esos discursos ya presentes.

No podemos hablar de un genocidio sin que antes haya ocurrido un epistemicidio, porque justamente este último asienta las bases para que el primero se haga presente. Además, el único final posible del epistemicidio es el genocidio. Es un camino inevitable hacia él, ya sea a corto o largo plazo, pero siempre culmina en él.

Por lo antes expuesto, en el libro se planteó que todo epistemicidio acaba en un genocidio y de allí la necesidad de visibilizar, criticar, repensar nuestra cotidianeidad y cómo se construyen los discursos que circulan en el imaginario social. Pretender un presente-futuro más justo requiere llevar a cabo una crítica de las formas por las cuales nuestro país se consolidó como Estado nación moderno, ya que muchos de sus discursos racistas y epistemicidas siguen presentes.

Patriarcado y olvido

Partimos de la existencia de una lógica colonialista, capitalista y patriarcal como un modo de opresión, concepto abordado a lo largo de la obra desde bell hooks (2004), siendo esta la ausencia de elección. En este sentido, Villasuso (2024) realiza un análisis socio-histórico que da cuenta de cómo dicha lógica termina adaptándose a los complejos escenarios actuales y ejerciendo control en las sociedades occidentales en múltiples dimensiones a nivel social, político, económico, cultural e incluso epistémico. 

El proceso de colonización vivido por los pueblos originarios abrió paso a un eurocentrismo que se extendió a pasos agigantados, llegando a construir una versión hegemónica de la historia, que a la vez termina impulsando la expansión de un feroz sistema capitalista.

Es preciso tener en cuenta el concepto de interseccionalidad que refleja con claridad la interacción de las nociones de raza, clase y género como contribuyentes al establecimiento de una jerarquía social que clasifica y justifica hechos atroces como la explotación laboral y la matanza ocurrida en el Gran Chaco. Así, queda inaugurado un arduo proceso de control con consecuencias culturales y materiales: epistemicidios y genocidios respectivamente.

Tal como mencionamos anteriormente, el patriarcado constituye una nueva y adaptada expresión de la opresión. Respecto a este, Gerda Lerner lo define como la manifestación y la institucionalización del dominio masculino sobre las mujeres y los niños de la familia a la sociedad en general (Lerner, 1986, pp. 340-341).

Más de 200 peones tobas y mocovíes fueron aniquilados en una brutal y sanguinaria matanza, y como dato adicional, no menos importante, la mayoría de ellos fueron ancianos, mujeres y niños. A partir de este punto, es posible comenzar a pensar de qué manera esta tríada buscó someter al pueblo Qom - Moqoit. Tal como menciona Remedi (2024) en su artículo, al no ser funcionales para este sistema capitalista, colonialista y patriarcal, se llevó a cabo un arduo trabajo de control que condujo no solo a la apropiación de las tierras, sino también a la opresión del cuerpo en pos del progreso.

En la cúspide de la pirámide de la opresión en Latinoamérica se encuentra el hombre blanco colonizador, mientras que en la base, sin voz ni voto, están las poblaciones aborígenes. La racionalidad imperante realiza un meticuloso trabajo al degradar sus conocimientos, costumbres, su sistema económico, su lengua e incluso su religión, corta y limita sus lazos con la naturaleza y la comunidad, los reduce a simple mano de obra barata.

Cabe destacar el vil uso de las mujeres Qom - Moqoit que realizó la empresa colonialista patriarcal. Triplemente oprimidas, fueron colonizadas, deshumanizadas, sometidas, abusadas, violadas y violentadas por el hombre blanco con el fin de humillar y eliminar al pueblo enemigo, a la barbarie, al atraso, a los salvajes, a la otredad.

Aunque a simple vista parezcan nociones distintas, el mecanismo de control es el mismo. Localizar nuevas maneras de ser y de estar (o más bien maneras de no ser y de no estar en el mundo) por fuera del modelo de verdad hegemónico construido por aquellos con poder, aquellos en la cima de la pirámide jerárquica.

La lógica predominante busca romper lazos y separar multitudes. En este sentido, Remedi (2024) destaca el riesgo que representa para su perpetuidad la fuerza de los lazos de la comunidad. La misma genera tal resistencia capaz de hacer tambalear la sólida base opresiva del sistema.

Desacreditar estas masacres, desprestigiar modos de vivir, aniquilar poblaciones, violentar al eslabón más desprotegido dentro de la pirámide y deslegitimar epistemes son todas formas de violencia que llevan al olvido. Si la memoria social es hackeada y formateada, entonces ¿qué quedará de los fantasmas de Napalpí? 

Por último, consideramos preciso señalar que la obra parte de la iniciativa de les autores por cambiar de óptica, por aprender a escuchar el silencio y poder cuestionarnos e interrogarnos activamente sobre aquello que se pretende borrar de los manuales de historia e ignorar en las aulas. Que los arduos intentos por acabar con los rastros del pueblo Qom - Moqoit no den sus frutos, que las palabras a lo largo de estas páginas atraviesen a todes les lectores y reciban con los brazos abiertos nuestra invitación a ser críticos y reflexivos.

Conclusión

La masacre de Napalpí sucedió en 1924, el juicio se llevó a cabo en 2022. 98 años de olvido e impunidad marcaron la historia nacional. Los hechos ocurridos en Napalpí fueron silenciados y los sobrevivientes debieron olvidar para sobrevivir. El objetivo de este libro fue probar que la lógica que llevó a la masacre no fue superada. Tristemente continuamos viviendo en un sistema patriarcal, neoliberal y colonialista que aliena y fragmenta al ser.

Esta tríada trae consigo la degradación de la condición humana, una violación constante de los DD. HH. y el reconocimiento de la alteridad. Visto así, es imposible aspirar a un presente-futuro con salud mental, ya que el propio modelo en el cual estamos inmersos enferma y llena los hospitales psiquiátricos de enfermos o vuelve a los médicos dispensarios de psicofármacos.

Este libro colectivo pretendió profundizar en aspectos epistemológicos-filosóficos para complejizar la lectura de la masacre de Napalpí. Se buscó salir del relato cruento y del número de muertos para poder tocar temas que llegan hasta nuestros días, con el fin de poner en tela de discusión no solo el modelo por el cual nuestro país se consolidó, sino la realidad que atravesamos día a día. Creemos que, solo discutiendo, evidenciando, reflexionando y dando a conocer estos hechos podemos lograr algún cambio. Si bien el camino es muy largo, y lamentablemente pareciera difícil, solo se logra avanzar colectivamente, con un otre a nuestro lado. Pero esto solo es posible desde el respeto y reconocimiento, de allí la necesidad de reconocer no solo a Napalpí, sino a todes quienes sufren de la opresión.

Referencias

bell hooks. (1984/2004). Mujeres negras. Dar forma a la teoría feminista (pp. 33-50). Publicado en Otras inapropiables. Feminismos desde las fronteras. Traficante de sueños.

Cavalletti, A. (2010). Mitología de la seguridad. La ciudad biopolítica. Editorial Adriana Hidalgo.

Enciclopedia del Holocausto, (s.f.). La invención de una palabra y el paladín de una causa: la historia de Rafael Lemkin. https://encyclopedia.ushmm.org/content/es/article/coining-a-word-and-championing-a-cause-the-story-of-raphael-lemkin

Fanon, F. (1961/2023). Los Condenados de la Tierra. Biblioteca Popular.

Lerner, G. (1986). The Creation of Patriarchy. http://ci.nii.ac.jp/ncid/BA1917191X

Moffat, A. (1974). Psicoterapia del Oprimido. Ideología y técnica de la psiquiatría popular. Librería ECRO.

Remedi, V. (2024). La opresión del cuerpo bajo una lógica colonialista, capitalista y patriarcal. En Marghetti, S. (Ed.). (2024). La construcción del enemigo: epistemicidio y genocidio como prácticas coloniales: A cien años de la masacre de Napalpí. Editorial Ciencia con Todes, Facultad de Psicología, UNC. Córdoba, Argentina.

Sartre, J. P. (1961/2023). Prólogo. Colonialismo y Neocolonialismo. En Fanon (1961/2023) Los Condenados de la Tierra.  Biblioteca Popular.

Solans, P. J. (2013). Crímenes en sangre. La verdad sobre la masacre de Napalpí. Editorial Sudestada.

Sousa Santos, B. (2010). Para descolonizar Occidente. Más allá del pensamiento abismal. Capítulo 1. CLACSO.

Villasuso Migliore, M. (2024). Triada de la opresión: colonialismo, capitalismo y patriarcado en el contexto latinoamericano. En Marghetti, S. (Ed.). (2024). La construcción del enemigo: epistemicidio y genocidio como prácticas coloniales: A cien años de la masacre de Napalpí. Editorial Ciencia con Todes, Facultad de Psicología, UNC. Córdoba, Argentina.

[1] https://editoriales.facultades.unc.edu.ar/index.php/ect/index

Santiago Marghetti
- Docente UNC -