Es la tormenta perfecta, “una confluencia de eventos que resulta en algo asombroso y, a menudo, catastrófico”. “Considerado por sí solo –agrega la definición que suele utilizarse en Ciencias Sociales-, cada uno de los eventos no es muy notable, pero cuando se combinan los eventos, los resultados pueden ser formidables”. Con la llegada al poder de Javier Milei, la economía argentina enfrenta la tormenta perfecta: al combinar la baja del consumo interno con un retraso del dólar que impacta en los precios relativos, los empresarios vernáculos no venden adentro y tampoco exportan, porque producir en el país les sale carísimo.
El “índice Big Mac” que confecciona la revista inglesa The Economist sirve como referencia global sobre apreciación de monedas, al ser un mismo producto con idénticas condiciones de producción de una misma empresa y que se vende sin variaciones: hoy sólo el franco suizo supera al peso argentino en ese ranking. Argentina encabeza el top ten en América latina: comer una Big Mac en nuestro país cuesta 6,95 dólares, contra 5,79 en Estados Unidos. La sobrevaluación supera el 20%.
Al presidente/trader le molesta que se hable de dólar pisado o barato, pero hasta el payaso de Mac Donalds lo contradice.
Dejando de lado el indicador de la comida chatarra, desde hace varios años la consultora PxQ del economista Emmanuel Álvarez Agis compara precios internacionales, tomando como base productos idénticos con canales de comercialización similares. En el período diciembre 2023/diciembre 2024 , Argentina se despegó peligrosamente de sus principales socios comerciales: “Una canasta de alimentos y bebidas comprada en Argentina era, en octubre de 2023, un 57% más barata que la misma canasta comprada en Brasil, Chile y Uruguay, mientras que en diciembre del año pasado esa misma canasta era un 13% más cara”.
Mal que le pese a la Casa Rosada, Argentina está carísima.
Made in Córdoba
¿Qué implica para Córdoba que Argentina esté cara? ¿Cómo repercute este desfasaje de los precios en dólares? El último informe del INDEC sobre exportaciones se conoció a mediados del 2024 y muestra datos del primer semestre del año pasado: “En el período enero-junio de 2024, las ventas al exterior de Córdoba fueron de 4.960 millones de dólares”. Fue el año en que la sequía quedó atrás, por lo que los números fueron sensiblemente mejores que en el catastrófico 2023. Los productos exportados por Córdoba fueron cereales (principalmente maíz y trigo), que representaron el 29,1%; y residuos y desperdicios de la industria alimentaria (harinas y pellets de soja), que significaron el 22,7% del total exportado por la Provincia”. Luego aparecen semillas y frutos oleaginosos (12,3%), grasas y aceites (12,2%) y material de transporte terrestre (10,4%), particularmente autos, autopartes y tractores.
Pero la clave del estudio del INDEC es a dónde exporta Córdoba: “Sobresalieron el Sudeste Asiático y el Mercosur, con el 88,7% de los envíos destinados a Brasil”. Allí surge el primer gran problema hoy para Córdoba: la relación de precios comparativos con Brasil.
No hay que ser un gran economista para dilucidar por qué miles de cordobeses eligieron las playas cariocas para vacacionar. La estimación más cauta dice que Brasil y Argentina tienen la mayor diferencia de precios desde 1999. ¡Desde los tiempos de la Convertibilidad que ir a Brasil no era tan barato para los argentinos!
¿Industricidio? Algunos economistas ya hablan de industricidio para referirse a la terrible conjunción entre retracción del mercado interno e imposibilidad de exportar. La tormenta perfecta. “El debate económico transcurre sin consenso entre los que ven una novedad en las políticas de Milei, augurando que nos llevarán al paraíso, y quienes sostenemos que es una mala copia de otros episodios que condujeron al país a crisis profundas de endeudamiento y depresión económica sin que siquiera hayan servido para resolver el problema de la inflación (que sirvió para justificar estas políticas industricidas)”, advirtió la consultora CELAG en un informe que publicó hace un par de semanas.
En el informe, que tuvo gran repercusión pública, la CELAG se preguntaba: “¿En qué momento de la convertibilidad estamos hoy en Argentina?”. La comparación produce escalofríos: “En términos de perjuicio a los trabajadores, la crisis de la Convertibilidad tardó 4 años en reducir su participación en el PIB por debajo del 44%, en tanto que la mini convertibilidad de Milei lo logró en el primer año, bajándola al 43,2% desde el 45,5% de 2023”. Para ello fue clave la política del gobierno libertario de cerrar paritarias por debajo de la inflación.
Otro tema comparado fue el empleo. “El gran problema durante la convertibilidad no fue el salario, sino sostener el empleo. Durante los dos primeros años de la Convertibilidad, a pesar de las privatizaciones, el desempleo prácticamente se mantuvo estable los dos primeros años, y recién en 1993 subió de 6,9% a 9,9%. A partir de la Crisis del Tequila se petrificó la incapacidad del modelo de la Convertibilidad para crear empleo, duplicándose la tasa de desempleo, y se mantuvo siempre por encima de los dos dígitos. En el primer año de Milei, el desempleo subió 1,2 puntos. El aumento del desempleo en Argentina va más rápido que durante la Convertibilidad, que recién mostró un aumento superior al punto porcentual respecto a 1990 a los 3 años de iniciada”.
Esta comparación es más gravosa si se tienen en cuenta los cambios del mercado laboral. Hoy muchos trabajadores dicen que tienen empleo cuando en realidad cuentan con un emprendimiento personal cuyos ingresos ni siquiera les permiten cubrir la Canasta Básica Alimentaria.
Para pasar del mapa al territorio basta mencionar las noticias de las últimas semanas: Nissan Argentina redujo en su planta de Santa Isabel sus turnos de producción un 50% y adelantó que la medida se mantendrá todo el año; Nestlé frenará su producción en Villa Nueva durante todo marzo, obligando a sus 189 empleados a tomarse vacaciones. “La medida tiene que ver con un stock excedente frente a un escenario comercial negativo en ambos frentes, tanto en lo que hace a la caída de las ventas al exterior como a una merma de consumo en el mercado interno”, detallaron desde la empresa alimenticia. La tormenta perfecta.
Hasta el “campo”, aliado ideológico de Milei, la está pasando mal. A pesar de la baja de las retenciones a la exportación, la liquidación del agro no es la esperada por el gobierno libertario. ¿Acaso los sojeros están especulando con una devaluación que valorice sus productos?
Silo bolsa mata relato.
Plata dulce
La historia nunca se repite, pero recordarla anticipa problemas. En la historia económica argentina la ficción del dólar barato no es novedosa: Álvaro Alsogaray pedía “pasar el invierno”, Alfredo Martínez de Hoz ideó “la tablita”, Domingo Cavallo fundó la Convertibilidad y ahora “Toto” Caputo pisa el dólar para alimentar el carry trade. En todos los casos el primer impacto fue la baja de la inflación y la fiebre consumista en el exterior. Pero más temprano que tarde la ficción llega a su fin y se desata la tormenta perfecta.
En 1969 el periodista y escritor Rodolfo Walsh reflexionó en el Semanario de la CGT de los Argentinos: “Nuestras clases dominantes han procurado siempre que los trabajadores no tengan historia, no tengan doctrina, no tengan héroes ni mártires. Cada lucha debe empezar de nuevo, separada de las luchas anteriores. La experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan. La historia aparece así como propiedad privada cuyos dueños son los dueños de todas las cosas”. El texto tiene más de 55 años, pero está más vigente que nunca. La amnesia económica del pueblo argentino es alarmante.
Hoy es un lugar común recomendar la película “Plata dulce”, un film que refleja el boom del “deme dos” de la última dictadura cívico militar. Una de las escenas más icónicas se produce cuando el protagonista –el inolvidable Federico Luppi- vuelve de Estados Unidos con las valijas llenas de productos importados. “La cantidad de gente que había. Lo que pasa es que ahora con el dólar barato es un fenómeno viajar. No sabés cómo nos esperan allá. Y, ¡claro!, ahora se dio vuelta la tortilla. Ahora no le vamos a pedir nada a nadie. Los que ponemos los dólares somos nosotros. ¡Los argentinos!”, exclama ante la mirada atónita de su familia.
Pero la ficción que encarna Luppi dura poco: cambiar la empresa de la familia de producción industrial de botiquines por una financiera termina de la peor manera: la timba financiera devino en la quiebra de la empresa y la ruptura familiar.
La película dirigida por Fernando Ayala dura 132 minutos. El problema es que, en el primer año de Milei, ya estaríamos transitando los primeros 70. Y como el guión sigue siendo el mismo, el final está cantado: “Arteche y la puta que te parió”.
Spoiler alert.