El sol tibio se pierde tras el Champaquí y el público que colma el predio de “Casa C” no quiere que el show se acabe. Peteco Carabajal, de negro como siempre, sólo con su guitarra, en el atardecer otoñal de Villa General Belgrano, acaba de dar un concierto emotivo y vibrante, inolvidable para las más de quinientas personas que llegaron desde todos los rincones del Valle de Calamuchita. El santiagueño, nacido en La Banda, derrocha carisma. Canta sus canciones más emblemáticas, comparte el escenario con gente del público que se anima a subir y cantar, acompañados por el imponente sonido de los más de cuarenta bombos del instituto Vitillo Ávalos, llegados desde Río Cuarto. Abajo del escenario, en el patio de tierra, los bailarines y las bailarinas dibujan en el aire zambas y chacareras.
Más tarde, en la calma del entrepiso del Centro Cultural, Revista el Sur y Peteco tienen una charla distendida que comienza con las impresiones de lo que acaba de pasar. Y lo que acaba de pasar, en palabras de Peteco, es relatado en “pretéritos perfectos y pluscuamperfectos”, como hablan los santiagueños. Tiempos verbales del idioma español en el que las acciones del pasado tienen relevancia en el presente y que configuran la tonada de la provincia más antigua de la Argentina.
-¿Disfrutas de esos conciertos donde parece que tocás solo, pero recibís el cariño del público que se prende de manera espontánea y forma parte del show?
-Me gusta mucho. Esto sólo se produce cuando estoy solo en el escenario, yo lo planteo como un juego. Lo tengo que hacer así porque ya no tengo la capacidad para sostener solo con mi canto el show. Entonces busco el juego con el público para poder descansar en el escenario cuando canto. Lo bueno es que se da una complicidad porque la gente conoce todas las canciones. Afortunadamente, estoy preparado para que eso ocurra, porque tengo el repertorio y puedo interactuar con el público. Sé que en todos los lugares del país, en cada rincón de la Argentina, hay gente que canta los temas míos en las guitarreadas y muchos de los temas míos son ya clásicos. Ybueno, eso me ayuda.
-Además de estos shows en los que tocás solo, disfutás también de tocar con Riendas Libres
-Mucho. A lo que hacemos con Riendas Libres lo considero un espacio donde todavía la cosa es un poco más energética, si se quiere, en cuanto a la búsqueda de sonidos y de cosas nuevas. Cosa que yo, cuando estoy solo en el escenario, ya no tengo. No estoy en la búsqueda de cosas nuevas sino que trato de jugar con lo que ya tengo desde hace mucho tiempo. Riendas Libres me gusta muchísimo, el grupo es bueno, suena bien, el disco “Un viaje” es muy bueno. Con ese disco hemos logrado tener ese sonido que siempre escuchaba en discos ingleses y americanos. Lo hemos logrado con nuestro repertorio. Lo hemos grabado en distintos lugares, en un estudio en Colegiales (Buenos Aires), también en Villa Mercedes, en la Casa de la Música, que tiene un estudio de grabación muy bueno. Hemos estado dos semanas viviendo ahí en el lugar y grabando.
-¿No habías logrado ese sonido con los discos anteriores?
-Lo íbamos logrando, pero creo que con Riendas lo hemos logrado definitivamente. Logramos que la batería suene bien y que conjugue con el rasguido de la chacarera, con las voces, en definitiva, el sonido de un grupo.
-También has lanzado “Legado Popular”, un disco que resume y consagra 50 años de trayectoria, con muchos clásicos, canciones nuevas y muchos invitados
-En “Legado Popular” voy más como autor y, podría decir, como productor también. Por ejemplo, el tema “Deja el agua correr”, se lo he dado a Jorge Rojas, que lo grabó en su estudio y me ha invitado a grabar una voz en el tema. Lo ha adoptado totalmente y ha hecho una versión muy buena que difícilmente yo la pueda hacer. Ya no tengo tantas ganas de que el disco suene como yo quiero, me gusta más, repartir la cosa entre mucha gente. Y concentrarte en la parte autoral. Sí, eso me apasiona. Eso no se te va nunca.
-Si vos estás conectado con tu tiempo, con tu época, con lo que pasa, tenés cosas para decir, no podés no decirlas, las tenés que estar plasmar en una canción, en una letra…
-Es así. Y ahora también estoy poniéndole un especial énfasis a la cosa de escribir. No a escribir más, ni escribir mucho, sino en pensar mucho qué es lo que tengo que escribir en este momento.
LA NOVELA DE LOS CARABAJAL
-¿Escribir en la novela, por ejemplo? ¿En qué estado está la novela “Cien años de Chacarera”, sobre tu familia?
-Está bastante avanzada
-Es una clara alusión a “Cien años de Soledad”…
-Si, se llama así por esa novela, mi familia son cien años de chacarera. La historia nace de cuando yo he estado con mi viejo (Carlos Carabajal, considerado el “padre de la chacarera”) el día que él ha fallecido, estaba en terapia. Estuve un tiempo largo, dos horas tal vez, en completo silencio, porque ya no tenía casi signos vitales. Sus ojos parecían abiertos, no pestañaba y casi no respiraba. No se le veía bien. Yo lo tenía agarrado de la mano y cada tanto le hacía una vibración. Comienzo la novela contando eso. Estoy en el presente y de pronto empiezo a sentir una vibración que viene de sus manos, un latido, un bombo, que empieza a entrar dentro mío, me revoluciona todo y me saca de la conciencia ordinaria. De esa manera mi viejo me transmite cien años de la historia de la familia a través de las manos. La veo a mi abuela jovencita, y a mi abuelo. Los he escuchado hablar, sé lo que están diciendo. Y eso es la novela. Los diálogos son reproducciones de lo que yo recuerdo. Diálogos directos, no uso adjetivos. Pongo únicamente lo que le han dicho y lo que el otro le contesta, ya sea en discusiones, en diálogos pasionales. Cuento las historias de los doce hijos y los hijos de los hijos. Pero no es el mero hecho de contar anécdotas, sino de armar una historia que tenga un cuerpo, una vida donde haya nacimiento, el desarrollo de infancia, todo lo que ocurre, lo que le ocurre al padre a un hijo en la adolescencia, el encuentro con el amor, el trabajo, el ser hombre, la muerte. Todo eso puesto en historias que le han ocurrido a cada uno de los integrantes de la familia, porque conozco muchas de esas historias. Y bueno, la estoy trabajando.
-Cuando hablás de conciencia no lo hacés desde el plano individual, sino que hablás de una conciencia colectiva. No es lo que pasa hoy, en esta época, donde prima lo individual.
-Por eso ahí está, para mí, la presencia, la lucha. Yo no soy un militante, no tengo carácter para eso. Además, en este momento la veo tan peligrosa la cosa, que yo me cuido de decir algo.
"NO HA LLEGADO NADIE"
En enero de este año se presentaron en el tradicional Festival de Jesús Maríal, Los Carabajales, integrado por Cuti, Roberto y Peteco y su grupo. En medio de unos de los temas, cuando el público disfrutaba del espectáculo, hizo su ingreso la vicepresidenta de la Nación Victoria Villarruel. Ya nada fue lo mismo.
-¿Qué fue lo que sucedió cuando ingresó Villarruel? ¿Cómo lo viviste?
-Estábamos actuando, en pleno show, haciéndo lo mejor del repertorio, estaba saliendo muy bien y vi que la gente desatendía lo que estaba pasando en el escenario. La gente estaba disfrutando realmente y nosotros también. A la mitad de una canción, se produce la entrada de Villarruel. Yo no la veía desde donde estaba, pero me imaginaba que había entrado alguien importante. Vi que había gente en el público que se subía a las sillas para ver quien había entrado y ahí se me ocurrió decir lo que dije. Me nació. No fue buscado por mí, ni fue a propósito. Lo que dije fue: “No se paren que no ha llegado nadie, sigamos con lo nuestro”. El tema fue la forma en que entró. Otra cosa hubiese sido si el locutor interrumpia para presentar a la vicepresidenta, que hacía su ingreso. En ese caso, hasta yo tendría que aplaudir y no hubiera dicho nada. No soy así, de confrontar, pero lo que dije me ha surgido ahí espontáneamente.
-La repercusión fue inmediata. Te pegaron mucho, pero también te llegó un apoyo muy grande de mucha gente. ¿Recibiste alguna amenaza?
-No, que yo sepa. Si ha habido alguna cosa, no me he enterado. Quizás no lo hagan directamente, pero si se genera un miedo en el mundo de los artistas. Porque quizás dicen: “a este no lo vamos a decir abiertamente”, “que no se entere que lo prohibimos”, y de pronto hacen que no te inviten a tal festival y ese tipo de cosas.
-¿Cómo ves la política de este gobierno, en cultura y en general?
-Muy mal. Lo más terrible es que estamos viviendo una pesadilla, que es la de tener a un tipo que no puede estar de ninguna manera en ese lugar, y que lo han impuesto. Se ha movilizado todo el poder de la derecha, que es muy inteligente y perverso, para que eso se concrete. Antes lo han intentado, pero no les ha salido. Han puesto un loco, que no se lo puede agarrar por ningún lado, ese es el plan, el loco al que no le importa nada.
-¿Qué será del folclore?
-Hay un camino que es el que transita la industria. Un camino por el cual hemos transitado casi todos. Hemos grabado, hemos armado grupos, hemos trabajado y seguimos trabajando, cobramos, de pronto hacemos algo en un teatro, vivimos, es nuestra forma de vida. Pero hay otro camino que es personal y que tiene que ver con tu música, tu creación, y no estás pensando en que la vas a meter en la industria. No, la creación es creación y ahí está la pureza. Después, por supuesto, vos grabás un disco, tendrás suerte o no, se vendrá o no, qué sé yo. Ahí viene un arreglo que es lo que propone la industria, pero la música y el conocimiento es personal. También el respeto y el cariño que uno le tiene a lo que hace.
-¿Qué significa la chacarera para vos?
-La chacarera significa mucho. Yo no necesito hacerla de ninguna manera para que pegue. Es lo natural, simple. No necesito evolucionar ni que empiece a tener otros acordes, porque eso también es una trampa. Cuando empecé a tocar la guitarra, cantaba en los Carabajal, después lo conozco al Chango Farías Gómez, que me brinda un montón de información y, a partir de ahí, empiezo a tocar distinto la guitarra. Luego lo conozco Pat Metheny y otros guitarristas y todos me han influenciado. Pero yo no puedo después, con todo eso que he aprendido de afuera, ir a hacerme el pícaro con la chacarera. No, la chacarera es lo que es. Es “La olvidada” (de Atahualpa Yupanqui y Julián y Benicio Díaz), que tiene dos tonos y es la mejor chacarera de todos los tiempos. Tiene todo. Entonces no es que, porque yo la haga rara, va a ser mejor. No.
-¿Te consideras músico de folclore o músico en el sentido más amplio?
-No, yo creo que soy músico.