“Hace un tiempo estuve con muchos ataques de ansiedad, alergias, tenía un conjunto de cosas y no encontraba solución. Porque la medicina convencional te da el antibiótico, pero después el problema persiste, vuelve, y no es natural”, dice Johana Marucci, terapeuta holística del Valle de Calamuchita. Hace 8 años se dedica al mundo holístico y hoy vive de eso.
Como Marucci, la mayoría de personas que iniciaron su camino en estas terapias, atravesaron experiencias que funcionaron como un disparador.
“A mí me pasó algo raro, cuando era chico jugaba al fútbol y me lesioné, quedé duro. Fui a ver a Luis Carpio, que era uno de los osteópatas más viejos que había en la ciudad. Y dije, yo quiero hacer esto. Tenía quince años, me faltaba un montón para saber qué iba a hacer”, cuenta Julio Tosto, Licenciado en Kinesiología y Osteopatía riocuartense.
“Yo ya sentía la energía antes de que apareciera el reiki en mi vida”, asegura Maricel Borghi, que además de ser asistente terapéutica y practicante de terapias holísticas, es profesora de Ciencias Jurídicas. A los 18 años empezó a meditar: “Pude conectar con esa fuente divina y de ahí los caminos se abrieron solos”, asegura. En 2006 comenzó a trabajar con este tipo de terapias, y actualmente dedica su vida plenamente a ellas.
“Por redes me empezaron a salir publicaciones sobre lo que eran las terapias o de gente contando su experiencia y me voló la cabeza”, dice Sol Paglione, estudiante y paciente de Reiki y Registros Akáshicos en Río Cuarto. Le fascina que una persona pueda tener la capacidad de ser canal de energía y ayudar a la gente: “En una lectura de registros que me hice, pregunté por una alergia que me salía en las manos, que ningún profesional pudo decirme qué era. En la lectura me dijeron que mis manos acumulaban energía en exceso y como esa energía se tenía que transformar y salir, lo hacía a través de esa alergia”. Le propusieron iniciarse en Reiki: “No lo dude mucho y empecé a formarme”.
A veces como primera opción, otras como última, nunca como única: quienes las practican coinciden en que las terapias holísticas son un complemento de la medicina convencional. Desde imposición de manos, musicoterapia, cuencos, acupuntura, hasta el acomodo manual de la osteopatía, la lista de terapias holísticas es larga. Y las personas que las eligen y empiezan a experimentar va en aumento: buscan raíz de una enfermedad o malestar desde lo emocional, psicológico, físico y espiritual.
Un posible equilibrio entre cuerpo, mente y alma.
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Johana Marucci se especializa en la armonización sonora. Su calidez caracteriza la paz que transmite su terapia. En una habitación con luz amarillenta, los pacientes se acuestan en colchonetas en el piso, uno al lado del otro. Suelen ser entre tres o seis. Cada uno queda “ciego” por el paño que les cubre los ojos. Algunos apoyan sus pies sobre plataformas o pelotas de goma gigantes. Las paredes de color claro son adornadas por atrapasueños y otros tejidos. Marucci se sienta “como los indios” en el suelo, mientras las cabezas de sus pacientes apuntan hacia ella.
En un ambiente silencioso toma sus cuencos de metal, recipientes medianos de color plateado o dorado opaco. Con una baqueta los hace sonar suavemente, de manera reiterada, con toques y roces. Genera un sonido permanente en el oído, similar a un eco vibrante, que se sostiene y varía de intensidad según el tamaño del cuenco. Lo combina con otros instrumentos acústicos como el tambor oceánico (que simula las zonas del mar) y campanas, mientras recorre la sala acercándose a cada paciente.
Parte del principio de que los humanos somos energía. A través de la vibración del sonido intenta llegar a una frecuencia de energía alta, sinónimo de bienestar y calma. “Nos permite estar en contacto con nuestra esencia y centro, mantenernos en equilibrio, sentirnos el uno con la naturaleza”, detalla con voz suave y calma. “Por lo general, la gente se queda dormida”, admite. Genera una especie de guía sonora que lleva a la persona a diferentes estados de la conciencia: “Trabaja en las emociones y activa el campo energético”.
Marucci elige fusionar las terapias de cuencos con otras opciones como la aromaterapia, que trabaja con aceites esenciales: “Cada hierba y flor genera un estado emocional”, explica. Mientras las personas están en estado de relajación pasa una por una para transmitirles un poco de reiki, otra terapia holística que la ayuda a potenciar el tratamiento. Cuando el clima lo permite trata de estar en contacto con la naturaleza: se ubica frente a un árbol de gran tamaño. Si la terapia es virtual, la pantalla sólo deja visualizar un fondo verde, repleto de hojas.
La orilla de los ríos o lagos suelen ser los lugares elegidos para las sesiones. Los pacientes realizan actividades en remo, sobre tablas de surf. Luego se posicionan en la superficie del lago de Potrero de Garay o en las aguas cristalinas del río Los Reartes. A veces el entorno es la cosecha de plantas de lavanda, típica de febrero.
Marucci admite que todavía existen muchos prejuicios. Y cuenta que a ella le pasó con su propia familia: “Me decían: es todo mentira, estás engañando a la gente”. Hasta que logró convencerlos de experimentar para creer: “Me pasó con mi papá, que me decía que no creía nada, hasta que un día le ofrecí una sesión por un dolor de rodilla que tenía. No sé por qué se dejó, porque él no creía. Pero cuando terminé, me dijo que se había equivocado, porque apenas le apoyé la mano se le fue el dolor”.
“En vez de ir a una sesión, me fui directamente a aprender. Me voló la cabeza, aunque en un principio fui escéptica, porque uno en general no cree si no conoce. Cuando lo empecé a practicar, me di cuenta que realmente funcionaba, primero lo apliqué en mí y todo lo que me estaba pasando desapareció”, recuerda la terapéuta.
Marucci dice que día a día aumenta la cantidad de personas que acuden a ella y sus colegas. Al punto que diferentes terapeutas de la zona realizan encuentros abiertos al público con gran concurrencia y entrada gratuita.
Reiki
En el llamativo mundo de las terapias holísticas está el Reiki. Basado en una técnica de canalización de la energía universal, busca armonizar mente, cuerpo y espíritu. “Se equilibra el flujo de la energía en el cuerpo”, dice Maricel Borghi, terapeuta holística, mientras ceba un mate. Entre cuatro paredes amarillas con cortinas celestes, la mujer de pelo castaño rizado hace sesiones de terapia holística. Está convencida que la medicina convencional deja de lado la mente y el alma porque trata el cuerpo a partir del síntoma, en tanto que las terapias espirituales abordan cuestiones del alma. Más que “terapias alternativas”, se inclina por denominarlas “complementarias” a la medicina tradicional.
El ambiente de su consultorio es cálido: luz tenue y música relajante. La reikista pone sus manos sobre el cuerpo del paciente, recostado en una camilla. Durante una hora, reikista y paciente procuran alcanzar paz y tranquilidad. Es importante estar en calma y tener predisposición.
Para Borghi todo comenzó el día que vio en una vidriera un libro con tapas verdes y letras doradas titulado “Reiki”. Desde la primera lectura supo que era lo suyo. Enfrentó muchos prejuicios ligados al desconocimiento, pero jamás dudó de su intención: debía seguir por ese camino. Ella no puede trabajar con su propia energía: cuando arranca la sesión, actúa como intermediaria. Todo pasa por su cuerpo físico, pero no espiritual: “Es fundamental saber cómo aplicar, sentir y percibir la energía universal”, explica. Para hacer Reiki a distancia utiliza el nombre y apellido de la persona para que la energía llegue a ella. Todo tiene que ver con lo energético.
Borghi trabaja con constelaciones familiares y registros akáshicos. Para entender de qué se trata hay que abrir la mente a nuevos conceptos y posibilidades. A los registros akáshicos accede con una lectura de registro que le muestra la historia del alma de la persona. Parte de la creencia de que no existe una sola vida, que el alma, desde el momento que se despega de la fuente divina, desprende “chispas”. “La inteligencia universal es la perfección, y para saber que era la imperfección se creó el cuerpo físico”, explica. Esa “chispa” tiene que pasar por todas las experiencias, hasta volver a la fuente divina de nuevo. Se vive muchas veces en distintos cuerpos, pero el alma es la misma. Cuestiones sin resolver en otra vida se pueden manifestar en esta como una dificultad. Unos segundos de silencio incomodan la sala hasta poder procesar la explicación.
En las constelaciones familiares ya no hay una imposición de manos, sino que se realiza con elementos. Específicamente “vincores”, muñecos de madera pequeños que usualmente son intervenidos con ojos y colores para identificar lo que cada uno representa (mujer, hombre, niño, etc.). “Hay que pedirle permiso a los guardianes que resguardan la información”, dice Borghi. “Al acceder a ese registro, se empieza con una serie de preguntas acerca de situaciones puntuales o dudas de la persona”, agrega.
Borghi afirma que es importante realizar constelaciones ante patrones no resueltos o situaciones repetitivas. Dice que las historias de dolor se pueden transmitir con las generaciones y manifestarse en situaciones futuras. “Porque somos alma y estamos conectados en red. Y las almas solo saben de amor”, explica mientras busca con su mirada un acompañamiento cómplice.
Osteopatía
Diferentes terapias, muchos modos de trabajo, distintas formaciones. Todas con un mismo objetivo: que las personas mejoren su calidad de vida.
La osteopatía, a diferencia de otras terapias holísticas, tiene una base científica comprobada: busca equilibrar diferentes áreas del cuerpo para tratar distintas patologías. No tiene un marco legal propio, pero está contemplada en las normativas que rigen la medicina tradicional: para ser osteópata primero hay que ser personal de salud. En Argentina, casi todos son kinesiólogos.
Matias Mercau, osteópata riocuartense, trabaja en “Osteopatía Acupuntura Mercau”. Su consultorio es chico, tiene dos escritorios, una camilla cubierta con una manta negra de peluche y dos almohadas en conjunto. Al lado de la puerta, una biblioteca explotada de libros de medicina china, acupuntura, psique y entre otros varios. En una esquina hay un mueble donde guarda los elementos para sus sesiones, una columna vertebral de plástico y tres pequeñas calaveras.
La pared está decorada con cuadros de imágenes de huesos, igual que el fondo de pantalla de su monitor y la decoración que confecciionó con una impresora 3D. La luz cálida y tenue, la música relajante y el calor ayudan a la relajación y comodidad de sus pacientes. Les permite bajar los decibeles y el cortisol. “Por ahí vengo y están roncando” , admite y se ríe.
Mercau atiende a muchos pacientes que le dicen que es su última opción. Porque lo googlearon o porque alguien les dio el dato. La gente mayor es la que menos sabe de qué se trata la osteopatía. “No hay curas mágicas, la panacea no existe, todo tratamiento tiene una continuidad”, es lo primero que les advierte.
- Cuando dicen que vienen como última opción ¿Es porque existen prejuicios?
- Claro sí, inclusive ya el nombre de medicina alternativa está dejado de lado, se lo llama por su nombre: medicina china o terapias naturales. Pero el tabú está por ese lado, de que son medicinas o terapias que por ahí se piensa que no están comprobadas científicamente. Y los médicos, aunque no todos, también la desprestigian. Los más antiguos piensan que son charlatanerías o terapias que no funcionan.
Mercau advierte que también existe un trasfondo comercial: “¿Qué le sirve más a un médico convencional?¿Mandarme el paciente a mí y que lo trate con mis terapias o darle medicación y estudios que lo mantienen en un circuito redituable para el médico y la institución?”. Los tratamientos interminables, las idas y vueltas, los estudios recurrentes son algunas de las quejas que escucha habitualmente en su consultorio.
Una sesión de osteopatía dura aproximadamente una hora. Empieza con una charla sobre cuestiones cotidianas, estilo de vida, tipos de dolores y todo lo que permita detectar la dolencia o patología: posturas, golpes, actividad física, trabajo, actividad intestinal. No es un simple “acomodo de huesos”, tampoco es lo mismo que la kinesiología. Tanto los órganos, como los músculos, huesos y articulaciones, intervienen.
Julio Tosto es kinesiólogo y osteópata en Río Cuarto. Su consultorio es la contracara del de Mercau: paredes blancas, una camilla y un mueble blanco con los instrumentos que usa en las sesiones. En la sala contigua, sus títulos académicos enmarcados, un cuadro con una infografía sobre el cráneo humano, dibujos infantiles,una mesada de marmol con bacha y algunos elementos de higiene. El único elemento común es la infaltable columna vertebral de plástico con la que ambos posan para la foto.
“No me interesa participar de un gremio. Pero sí estaría bueno tener un poco más de difusión. Creo que es necesario porque la gente en realidad no lo conoce”, dice Tosto. Aligual que Mercau, no participaría de un gremio, aunque admite que sería importante que la osteopatía sea incluida en el nomenclador de salud, sobre todo para los pacientes con obra social. “La gente no sabe lo que se va a hacer. La mayoría se imagina que es una sesión de quiropraxia. Pero en realidad las técnicas de osteopatía son suaves, no son técnicas rígidas ni de fuerza. Por cada región de un cuerpo hay técnica de rodilla, cadera, muñeca, hombro”, explica Tosto.
Complementariedad
A pesar de los prejuicios y el desconocimiento, todos tienen en claro hoy que no hay ni competencia ni incompatibilidad entre la medicina tradicional y las terapias holísticas. Al contrario, en la complementariedad está la fórmula del éxito: el proceso es integral, ya sea sanar patologías, dolores o buscar el bienestar propio. Cuando alguien comienza un tratamiento holístico, nadie le exije que abandone a su médico de cabecera, pero sí que vaya dejando los medicamentos.
“No es ir a Reiki o ir al médico, es ir al médico y hacer Reik, por eso yo lo llamo terapia complementaria. Siempre debemos acudir al médico, pero después hay cuestiones del alma y cuestiones psíquicas, que hay que complementar y hacer alguna técnica o terapia que tenga que ver con lo espiritual”, dice Maricel Borghi.
“Si veo que hay alguna cuestión que necesitan procesar aconsejo ir con un profesional, trato que psiquiatra no, para que no lo medique. Pero conozco psicólogos que hacen también biodescodificación o constelaciones familiares. Está buenísimo tener un profesional como referencia, que sea profesional en ciencias de la salud, y que haga otro tipo de terapia”, agrega Mercau.
Sol Paglione es paciente de terapias holísticas, principalmente de Reiki y Registro Akashicos. Hace un tiempo decidió que además quería ejercer esas disciplinas, a las que sigue viendo como un complemento: “Para mi siempre fue un complemento. Ante dificultades de salud, depende de la gravedad, pero si es un simple dolor de cabeza, dolor muscular o un problema que sepa que es por una causa emocional, acudo al reiki”, dice. Cuando tiene problemas más graves o siente que no son emocionales, acude al médico. Las terapias holísticas no reemplazan a la medicina: ayudan a los que pasaron por mil doctores e hicieron mil tratamientos y no consiguieron resultados.
-¿Por qué sentís que te sirven esas sesiones?
- Además de que la alergia hoy no la tengo o no por mucho tiempo, siento que a nivel interno espiritual evolucioné, en el sentido de cómo reacciono o cómo veo las cosas que se dan en el día a día. Algo en lo que siento que me ayudó mucho es a nivel universitario. Hoy puedo afirmar que tengo las herramientas para entrar a rendir un parcial o un final y estar super tranquila, relajada, sin síntomas de ansiedad alguno, que es algo que antes me sucedía. Y esto es solo una parte.
En una sociedad atravesada por el estrés, la ansiedad y la inmediatez, las terapias holísticas aparecen como una posible respuesta que busca algo más que curar síntomas. Es comprender al humano en su totalidad. No se trata de creer o no creer, sino de reconocer que hay malestares que no se explican sólo desde lo físico. De invitar a mirar más allá del diagnóstico, escucharnos, bajar el ritmo. En definitiva, son un complemento de la medicina tradicional que busca integrar cuerpo, mente y energía.