La poco original serie "Las mil muertes de Nora Dalmasso" -cuyo título copia el de mi primer libro sobre el caso- tiene por objetivo despejar las sospechas que durante casi tres lustros acompañaron a la familia Macarrón para presentarla como víctima de un crimen que -es bueno recordarlo- quedó impune por la impericia/ prejuicio/ complicidad y/o corrupción del Poder Judicial de Córdoba.
El director de la saga, Jamie Crawford, un inglés que estuvo de intercambio en Río Cuarto por el Rotary Club -del que Marcelo Macarrón fue directivo-para aprender el idioma cuando tenía 18 años, no logra explicar en los tres capítulos que dividió su documental la complejidad de una investigación de la que participaron siete fiscales y cinco jueces, que tuvo cuatro imputados y terminó con la absolución del viudo –a pedido del fiscal- en el juicio oral y público que se realizó en 2022.
Crawford ha dicho en distintas entrevistas que no se propuso descubrir al asesino de Nora Dalmasso, sino contar el sufrimiento de la familia Macarrón, que sumó a la pérdida de Nora la imputación de su hijo y de su marido y fue víctima de acoso mediático. En el documental se muestran los comentarios chabacanos, morbosos y frívolos de varios conductores de la mal llamada televisión nacional –porteña para ser rigurosos- y algunas tapas de esta revista, en un montaje tan injusto como poco riguroso.
En tiempos de posverdad, es bueno aclarar cómo fueron las cosas y qué hay detrás de un documental que no está a la altura de otras realizaciones como “Nisman, el fiscal, la presidenta y el espía” (2019) –elogiada en su momento por la propia Cristina Fernández de Kirchner-, “Carmel, quién mató a María Marta” (2020) o incluso el más reciente “El vendedor de ilusiones: el caso Generación Zoe” (2024), dirigida por el propio Crawford.
Deshonestidad intelectual
Revista El Sur cumple este mes 20 años en el mercado editorial cordobés, un verdadero milagro en estos tiempos de desmaterialización y plataformas digitales. La revista practica un periodismo riguroso, profundo, comprometido y de calidad. Su estilo incomoda por el desenfado de sus tapas, pero sobre todo por y el rigor de sus denuncias. En este largo camino la revista ha sorteado con éxito distintas demandas judiciales, salvo una: la de la familia Macarrón. A pesar de haber llegado a la Corte Suprema y contar con un dictamen favorable del procurador general Víctor Abramovich, los supremos –a instancias del cordobés Juan Carlos Maqueda- aplicaron el monárquico artículo 280 del CPCC para evitar pronunciarse sobre la cuestión de fondo.
La primera tapa de El Sur reflejó el escándalo judicial de la desaparición del niño Alejandro Flores, atropellado por un móvil policial a cuyos tripulantes -Funes y Gaumet- protegieron hasta que la causa prescribió. También denunciamos la corrupción judicial que obligó a la madre de Nicolás Sabena a estudiar Abogacía para llevar al banquillo y condenar a los secuestradores de su hijo, todavía desaparecido.
La historia de la revista El Sur -y la mía personal, incluido el secuestro y desaparición de mi abuelo, el fusilamiento de mi padre y el exilio la familia para escapar al terrorismo de Estado - se la conté a Jamie y a su compañera argentina en un café compartido en la YPF del Parque Sarmiento. Quedaron fascinados por el conocimiento que yo tenía del "caso Dalmasso".
Si Jamie hubiera sido honesto conmigo hubiera aclarado que estaba haciendo un documental sobre la familia Macarrón. Y yo no hubiera participado. Aunque parezca una obviedad -en este país y en estos tiempos hay que aclarar lo obvio-, mi interés -y el de la revista- es saber quién mató a Nora Dalmasso y/o explicar por qué el Poder Judicial de Córdoba no resolvió el caso.
Le expliqué a Jamie -y a su compañera y productora Ailén Martínez- que no entendía el porqué del ensañamiento de los Macarrón con El Sur y le conté detalles del largo proceso judicial iniciado en mi contra por la familia, que en aquél momento esperaba el fallo de la Corte. “Soy el único condenado del caso Dalmasso”, insistí. Antes de despedirnos les di un ejemplar de "Crímenes en espejo", que agradecieron al otro día en un mensaje de WhatsApp: "Hola Hernán muchas gracias por tu tiempo y por el libro y la revista. Fue un placer conversar y conocer tanto más de este caso".
Que en el documental se hagan eco de la obsesión de los Macarrón conmigo y equiparen a esta revista con la peor cloaca mediática es inexacto y falaz. Una canallada.
Docu rengo
Para un documental que pretende mostrar "las mil muertes de Nora Dalmasso" el testimonio del núcleo familiar no alcanza. Tampoco el de sus amigos, peritos y familiares. Soy la única voz disidente del documental. ¿Se lo imaginan sin mi testimonio? Hubiera sido un monólogo ¿A quién iban a putear los televidentes? Hacía falta un chivo expiatorio.
Entre las notorias ausencias de esta biografía autorizada de Facundo Macarrón figuran su tío Juan Dalmasso y su abuela Nené Grassi, ya fallecida. La madre de Nora siempre sospechó de su yerno. Iba a ser querellante en el juicio, hasta que una maniobra familiar de último momento la dejó fuera del proceso. Del hermano de Nora huelgan los comentarios: declaró en el expediente que sospechaba de su cuñado y hasta parafraseó a Joan Manuel Serrat ante el fiscal Javier Di Santo: "Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio". El propio abogado civilista de la familia Macarrón, Gustavo Libeau, le reconoció estos días al portal Infobae -que descalifica mi trabajo periodístico por ser "nac & pop" y "del interior" (sic) - que nadie creía en la inocencia del viudo: "Durante 18 años defendí a la familia de Nora Dalmasso y hasta mis propios amigos creían que (el asesino) había sido el marido" (https://www.infobae.com/judiciales/2025/06/25/caso-dalmasso-durante-18-anos-defendi-a-la-familia-y-hasta-mis-propios-amigos-creian-que-habia-sido-el-marido/). Textual.
El docurengo de Jamie Crawford apenas menciona al inefable vocero de la familia Macarrón, Daniel Lacase. Y no dice una palabra del desembarco del comisario Rafael Sosa y su banda para inculpar al perejil Gastón Zárate, con la estadía paga por... Lacase.
En cambio, muestra la célebre conferencia de prensa –imposible evitarlo- donde el viudo "perdona" a su esposa junto a su hijo y su vocero ante las cámaras de todo el país, pero dedica el resto del tiempo del documental a justificarlo. "Macarrón llora más en el documental que en los últimos veinte años", comentan al unísono quienes vieron la docuserie de Netflix. La serie también omite el promocionado romance del flamante viudo con la abogada María Pía Cardoso, condenada por la Justicia federal de Córdoba por integrar una asociación ilícita dedicada al lavado de dinero utilizando indigentes.
Otra ausencia llamativa es el abogado Marcelo Brito -¿no daba el target?-, la sombra jurídica de los Macarrón -padre e hijo- y el verdadero artífice de la absolución del viudo. No tanto por el penoso papel que cumplió en el juicio oral y público, sino por haber apartado al fiscal Daniel Miralles antes de que elevara la causa a juicio con el viudo imputado como autor material del crimen en base a la prueba genética, que tanto él como su antecesor consideraron señal inequívoca de presencia en la escena del crimen.
Pero la ausencia más llamativa del trabajo de Crawford es la del "francés" Miguel Rohrer, el poderoso empresario agropecuario que fue señalado por los hijos de Nora como el amante y presunto homicida de su madre. Fue tal la insistencia de la familia Macarrón sobre la figura de Rohrer que el "francés" se sometió a un tercer análisis de ADN en esta nueva etapa de "búsqueda de la verdad histórica", el eufemismo utilizado por el Poder Judicial de Córdoba para eludir su responsabilidad histórica por dejar que la causa prescribiera.
Sin Justicia
La serie termina con un capítulo agregado a último momento, que se nota forzado: la insólita conferencia de prensa brindada por el fiscal Pablo Jávega promoviendo el linchamiento mediático de Roberto Bárzola, el nuevo sospechoso del crimen. La conferencia había sido convocada para las diez de la mañana, pero se demoró hasta pasado el mediodía. ¿La razón? Estaban en camino desde Córdoba los camarógrafos contratados por Pulse Filmes, la productora de Crawford. Mientras la vocera inoficiosa de Macarrón sonreía para las cámaras de Netflix y le preguntaba al fiscal si creía que "encontró la verdad" (sic), el periodista Alejandro Fara hizo la pregunta incómoda de rigor:
- ¿Cómo le explicamos a los riocuartenses que a una persona que estuvo en la escena del crimen y fue investigada no se le tomó el ADN para cotejarlo y lo hacen 20 años después?
- No me corresponde a mí hacer ese tipo de consideraciones-, contestó impasible Jávega, licuando la responsabilidad de sus colegas en el zafarrancho judicial que no muestra la docuserie de los Macarrón.