Hace tiempo que el quehacer musical cordobés experimenta un renacer que muchos ya identifican como el más importante de su historia. En materia de géneros contemporáneos, la música cordobesa nunca ha logrado concentrar un gran nivel de atención en comparación con otros centros de producción del país como Buenos Aires, Rosario o Mendoza. Este presente musical cordobés no es ajeno a un fenómeno que tiene que ver con sucesivas crisis de los paradigmas tradicionales de producción y distribución musical y que abre el juego, por fuerza natural, a todo el interior del país.

 Mientras la Capital Federal y sus tradicionales centros de legitimación ven desmoronarse sus formas impuestas de fabricación de éxitos y novedades, el empuje llega desde puntos lejanos a General Paz y las canciones ya no tienen al puerto, al conurbano y al obelisco como atención primaria. Más bien hablan de otras cosas. Acá cerca y en este tiempo.  Un tiempo que no parece haber llegado para quedarse quieto ni callado. Más vale gritar, moverse, seguir empujando. Así vienen traccionando y reaccionando los artistas cordobeses  de esta última década en la que los aprendizajes del pasado se convierten en victorias presentes.

El 2014 fue un año raro en materia de trabajos discográficos. El Mundial dividió la actividad en dos partes casi idénticas temporalmente, pero distintas en el esquema actitudinal. La primera estuvo plagada de ansiedad y expectativa y la segunda tuvo claras características de entusiasmo y movimiento.

En materia de música popular contemporánea, la producción vuelve a poner sobre el tapete ese momento en el que, desde aquí, se generan los faros que desde otros puntos se observan y analizan. El fenómeno es conocido; la crisis de la industria del disco y el elevado nivel de accesibilidad a los dispositivos tecnológicos (antes concentrados en pequeñas manos “privilegiadas”) han permitido un mayor nivel de libertad en la creación, que repercute en un abanico innumerable de nuevas tendencias que se reproducen desde la más profunda sinceridad creativa, que deja a un lado las recetas para volver a encontrarse con la obra como herramienta expresiva en la que priman las ganas de hacer y decir, sin mediaciones cargadas de intereses externos a la banda y los artistas.

Al fenómeno de Eruca Sativa y Rayos Laser, dos bandas que (cada cual en su esquema y propuesta) abarrotaron críticas positivas y se pusieron al frente de las nuevas tendencias nacionales, Córdoba le continúa con más de una treintena de discos que, en esta segunda mitad del año, vuelven a traer una bocanada de aire a una escena nacional que por momentos se presenta plagada de repeticiones, partidas inesperadas, rescates nostalgiosos e importaciones edulcoradas. 

Solamente en octubre del año pasado las bandas Toch, La Madre del Borrego, Un día perfecto para el pez banana, Hipnótica y Apolo Beat editaron discos que confirman una propuesta de sonido que ya había llamado la atención desde sus proyectos previos. Con apuestas cargadas de profesionalismo y contundencia conceptual, estos grupos se van poniendo a la cabeza de la fusión contemporánea latinoamericana y la canción pop de nuestro tiempo. A eso se deben sumar los trabajos por venir de los consagrados De la Rivera y los ya nombrados Rayos Laser y Eruca Sativa y aquellos que completan el casi centenar de discos anuales que se vienen editando en Córdoba en los últimos tiempos. Todo sazonado con trabajos que continúan la línea de propuestas originales en todo un circuito musical que crece desde la capital provincial y se expande hacia el interior, encontrando en Villa María y Río Cuarto los principales espacios desde los cuales ir encontrando nuevas bases para hacer pie en pos de los despegues por venir.