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Crónica del desempleo
Laburar para (re)vivir
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El último film de los hermanos Dardenne ausculta las miserias del desempleo en Europa. Una película para reflexionar sobre el instinto de supervivencia, el individualismo y la solidaridad en situaciones límites
Publicada el en Cine

Los hermanos belgas Jean-Pierre y Luc Dardenne tienen una obsesión por retratar las desventuras de personas que se hallan necesitadas de trabajo. Rosetta (1999) fue su film más emblemático en torno a este tópico. En esta oportunidad, en Dos días, una noche, cuentan la historia de Sandra, una mujer que, tras padecer una licencia por depresión, se entera de que la pequeña fábrica de paneles solares para la que trabaja decidió prescindir de ella, ofreciéndole a sus compañeros un bono que incrementaría su sueldo a costa de sacrificarla.

Sandra primero entrará en un estado de shock y resignación pero luego, gracias a su amiga y camarada Juliette y al apoyo de su familia (especialmente de su marido Manu), resolverá tratar de cambiar la postura de sus compañeros. La (anti)heroína del film sólo tendrá dos días y una noche (específicamente un fin de semana) para lograr el objetivo ante una nueva votación que, a su pedido, se llevará a cabo en la empresa.

Sandra visitará a cada uno de sus dieciséis compañeros intentando que no la dejen fuera del sistema, pero el cometido no será fácil porque todos necesitan el aumento prometido. Hay que remarcar que los personajes de Dos días, una noche no son pobres. Su temor no es tanto caer en la miseria como perder el pequeño estatus que han adquirido. Para la muchacha, madre de dos niños, la tarea será doble ya que en primer lugar deberá superar sus miedos y después enfrentar a sus colegas.

Los Dardenne, partidarios del cine social, son verdaderos maestros de la autenticidad por lo que, según sus propias palabras, la estructura de la película consta esencialmente de cada uno de esos encuentros: “Nos planteamos resolver cada uno en una única toma, de modo que el espectador pueda sentir el peso del tiempo real, que es casi un protagonista más de la situación. La otra idea fue que los planos fueran siempre de a dos. En todos, en el cuadro aparecen Sandra y el compañero de trabajo al que debe convencer. Los dos con la misma importancia, en términos visuales. De modo que, cada vez que se escucha que alguno le pide al otro que se ponga en su lugar, el espectador tiene la posibilidad concreta de hacerlo, de ponerse en lugar de cada uno de ellos. ‘¿Qué harías en mi lugar?’, pregunta más de uno, y la idea es que esa pregunta vaya dirigida por elevación al espectador. ‘¿Qué haría yo en esa situación?’ es la pregunta que esperamos que el espectador se haga.” Así, el observador confirma que no hay buenos y malos en la cinta.

Fabrizio Rongione (un actor habitual en la filmografía de los hermanos) se pone en la piel del comprensivo y amoroso esposo de la protagonista. En cambio, Sandra es interpretada por una estrella (algo no muy usual en el cine de los Dardenne), la francesa Marion Cotillard (La vida en rosa, El origen, Medianoche en París). La actriz dice de su personaje: “De hecho, en una escena llega a decir: ‘No soy nada’. Tiene muy interiorizada esa sensación de inutilidad, algo que le pasa a mucha gente que no sabe cómo hacer frente a su trabajo o al paro. Unos meses antes del rodaje me habían impactado varios artículos y reportajes sobre los suicidios en el trabajo, sobre algunas personas que prefieren acabar con todo en vez de sufrir esa sensación de inutilidad. Para mí, la película se hacía eco de esos sucesos que me habían chocado tanto.”

Los cineastas belgas, una vez más, colocan a la figura central de su película en una situación límite, luchando por sobrevivir y así lo expresan: “Está claro que el trabajo es un lugar de explotación y sufrimiento. Pero al mismo tiempo es un espacio donde se crea comunidad. El trabajo es necesario, porque nos dirigimos hacia una individualización extrema de la sociedad, y eso es muy peligroso. Quizá algún día haya alternativas al trabajo, pero mientras tanto hay que luchar por condiciones laborales más justas.”

De este modo, Dos días, una noche, que es un film que dista mucho de ser perfecto y que en algún punto se torna repetitivo, atraviesa las injusticias del mundo capitalista pero con el avistamiento de un posible horizonte esperanzador, no sólo en lo que cuenta sino también en el anhelo de formar parte de un cine transformador, en el cual el espectador luego de mirarla sienta que no es el mismo, que reflexionó, que, en una palabra, creció.

FICHA TÉCNICA:

Dos días, una noche. Deux jours, une nuit.

Bélgica. 2014. 96’. Directores: Jean-Pierre Dardenne, Luc Dardenne.

Intérpretes: Marion Cotillard, Fabrizio Rongione, Catherine Salée, Baptiste Sornin, Pili Groyne.

Analía Casero
- Historiadora -