Crónicas
Entrevistas
Actualidad
El Kiosco virtual
Reflexiones
Cultura
Música
Cine
Libros
Galería Magalú
Galerías multimedia
Quiénes Somos
Revista El Sur
Staff
Ediciones en papel
Un cuento que se hizo realidad
El equipo de Soriano
Foto: El equipo de escritores que rinde homenaje a Osvaldo Soriano en Italia.
La genialidad de Osvaldo Soriano alumbró las historias más disparatadas y apasionantes de la literatura futbolera. Su confesa condición de “centrofóbal y escritor” le permitió dar rienda suelta a una imaginación casi sin límites, hoy desafiada por un grupo de intelectuales italianos que lo homenajeó con la creación de un club de fútbol que lleva su nombre.
Publicada el en Crónicas

Hubo una vez en la que ingresar a la redacción de un diario significaba toparse con próceres de la talla de Osvaldo Soriano. Sucedió un cuarto de siglo atrás, en el efímero pero místico “Página/12 Córdoba”, donde el autor de “Triste, solitario y final” y “Una sombra ya pronto, serás”, entre otros incunables, solía visitar a su amigo del alma, “el Negro” José María Pasquini Durán, un periodista de esos que ya no nacen ni se hacen más.

En cualquier rinconcito de la redacción uno podía toparse con “el Gordo”. Ahí estaba, sentado y pensativo, pero con la sonrisa siempre dispuesta. Disimulando la pelada con una gorra a cuadros, haciendo humo un habano y sosteniendo su experiencia y sus achaques en un bastón; quizá imaginando esa contratapa de los lunes en las que, a contramano del mundo, fustigaba sin miramientos a Fernando Redondo, el “número 5” del momento, y seguramente añorando la inestimable e inspiradora compañía de sus gatos en su casa de Buenos Aires.

Su gesto tenía la melancolía de aquellos “Cuentos de los años felices” y su mirada reflejaba la inquietud del periodista genuino; cuando te acercabas a él, el tipo te miraba como quien busca al personaje de su próxima novela. Como si se tratara de un cura sanador, o algo por el estilo, uno esperaba al saludarlo que él le transfiriera mágicamente aunque más no fuera un “cachito” de esa impronta inigualable con la que sus manos dieron a luz a las más increíbles historias del deporte que se practica con los pies.

De su innata pasión por el fútbol y su tardío romance con la literatura surgieron textos increíbles, que reflejaron sus primeras gambetas en los baldíos de Río Cuarto, sus hazañas de “centrofóbal” con las camisetas de Confluencia de Cipolletti e Independiente de Tandil, y las “paredes” que imaginariamente tiraba con Doval, Telch, Areán, Veira y Casa, los Carasucias de San Lorenzo. De su creatividad y de su pluma también surgieron “El penal más largo del mundo” en un estadio vacío del Alto Valle de Río Negro; la final que los mapuches le ganaron a los nazis en un Mundial que se jugó en la Patagonia en 1942; la historia del hijo referí de Butch Cassidy, que dirigía a los tiros; y las andanzas de Mister Peregrino Fernández, un trotamundos del fútbol que, entre otras cosas, juraba haber presenciado un partido arbitrado por el general Juan Domingo Perón en el Congo Belga.

La impronta de Soriano no tuvo límites y nutrió gran parte de esa hoy abundante literatura futbolera que durante muchísimos años la intelectualidad miró con recelo. En homenaje a aquel legado, un grupo de escritores italianos se animó a trascender la propia imaginación de su autor predilecto y en septiembre de 2001 fundó el “Osvaldo Soriano Football Club” (OSFC). Los precursores de este proyecto deportivo, cultural y solidario fueron Paolo Verri, un licenciado en Letras Modernas egresado de la Universidad de Turín, y dos  gestoras culturales: Paola Cimatti y Silvia Brecciaroli. El debut en las canchas se produjo el 26 de enero de 2002, en Milán, con una derrota 0-1 en un encuentro amistoso ante el elenco del diario Corriere della Sera.

Rebeldes, soñadores y fugitivos

Conocido como “la Nazionale Italiana Scrittori”, el equipo del OSFC participa desde 2005 en la Liga Nacional de Escritores, donde compite con los representativos de otros países europeos, entre ellos Suecia, Alemania, Austria, Hungría, Noruega, Inglaterra, Dinamarca, Turquía e Israel. La primera experiencia se realizó una década atrás en la ciudad italiana de Siena, y tuvo la particularidad de mostrar por primera vez, en una especie de contraste, como los mismos actores que sobre el césped habían disputado la pelota con fiereza durante 90 minutos, luego del pitazo final debatían con amabilidad sobre los clásicos de la literatura en una especie de “tercer tiempo”, no exento del clima de pasión evidenciado en el césped.

Las dos últimas ediciones del certamen se llevaron a cabo en Haifa, la ciudad más grande del norte de Israel, y en ambas salió airoso el elenco que combina la camiseta Azzurra con un singular escudo que muestra el dibujo de Soriano y su gato, obra del ilustrador Daniel Paz, que la edición nacional de “Página/12” publicó acompañando el título “Solos” en su tapa del 30 de enero de 1997, el día posterior al fallecimiento del escritor marplatense.

Dirigidos en forma sucesiva por Giancarlo Magrini y Paul Sollier, alrededor de 50 intelectuales, con el único requisito formal de haber publicado al menos un libro, son los que han defendido hasta el momento al OSFC. Y no sólo a sus colores. En su sitio de Internet (http://www.nazionalescrittori.it/), el club de los escritores “sorianistas” publica una “carta de valores”, que contiene cinco puntos: 1º) El OSFC es una asociación de escritores italianos que organiza y participa en juegos de fútbol, además de reuniones y debates culturales, presentaciones literarias, de teatro y de cine, con el objetivo de contar el fútbol a través de un lenguaje diferente del habitual para relanzar la pasión y el gusto por el deporte. 2º) El OSFC es una organización sin fines de lucro y está compuesto, más allá de las cualidades técnicas individuales, sólo por jugadores aficionados, ya que tiene como objetivo la diversión. 3º) El OSFC está concebido no sólo como una oportunidad de conocer al fútbol jugándolo con los pies, sino también a partir del intelecto y, sobre todo, de la imaginación. 4º) El OSFC representa el ideal tradicional de Osvaldo Soriano, quien ayudó desde la literatura a contar de la intensidad y la ligereza de este juego y representarlo como una metáfora de la vida. 5º) Las actividades de la OSFC se abordan para ampliar la difusión de la literatura mediante la creación de oportunidades en las calles, teatros, escuelas, prisiones, hospitales y en todos aquellos lugares donde es difícil dejarla entrar, y para afirmar y compartir los valores del deporte y el juego limpio.

Arqueros, ilusionistas y goleadores

 “Participar en las ligas nos permite extender a toda Europa nuestras actividades deportivas, literarias y benéficas; y eso es muy importante para nosotros”, sostiene Carlo Grande, delantero y escritor, a imagen y semejanza de Soriano. “Osvaldo escribió auténticos ‘cuentos de hadas’, historias magníficas en torno al fútbol, igual que (el uruguayo) Eduardo Galeano; por eso lo tenemos como un referente”, le contó a Revista El Sur este periodista que publica sobre temas de Cultura y Medio Ambiente en el diario “La Stampa” de Turín, y que es uno de los goleadores del equipo.

 “Me encanta Argentina; hace cinco años estuve en Buenos Aires y es un lugar realmente hermoso”, refiere Grande, quien aporta otro dato de su vínculo con nuestro país: “Yo tenía en Italia un amigo que había nacido nacido en Córdoba, el director de cine y documentalista Alberto Signetto, quien murió hace dos años e hizo hermosas películas”.

A la par de su admirado Soriano, el “periodelantero” Carlo Grande, también miembro de la prestigiosa Escuela de Escritura Holden de Turín, coloca en su pedestal a Diego Armando Maradona, a quien reconoce como uno de sus “ídolos” del deporte, junto al irlandés George Best, mítico jugador del Manchester United en los ‘60/’70 y a los integrantes del equipo que hace cuatro décadas promovió el último gran festejo en el Calcio del Torino FC, y en el que sobresalían Paolino Pulici y Francesco Graziani, “los gemelos del gol”.

Francesco Zardo, un caricaturista con desmedidas ínfulas de arquero, Marco Bosonetto, un flautista cuyo único antecedente como deportista federado es haber competido en kajak; Marco Bettini, un escritor de novelas policiales de escasa puntería frente al arco rival; Davide Longo, un zaguero de aspecto rústico y aguerrido que se gana la vida escribiendo cuentos infantiles; Giampaolo Simi, un volante que en la cancha hace alarde de comunicarse con los árbitros en “lenguas desconocidas y misteriosas”; Emiliano Zannoni, un delantero supersticioso que sobrelleva no con pocos temores el número “17” en el dorso de su camiseta: algunos de los entusiastas integrantes del plantel del Osvaldo Soriano Football Club, el equipo campeón de la Liga de Escritores que, vestido por la marca Adidas y auspiciado por una empresa telefónica, representa a todos los italianos en homenaje a un argentino.

Y no son personajes de cuento. La realidad, ya se sabe, casi siempre termina ganándole por goleada a la ficción.

Hugo Caric
- Periodista -