Crónicas
Entrevistas
Actualidad
El Kiosco virtual
Reflexiones
Cultura
Música
Cine
Libros
Galería Magalú
Galerías multimedia
Quiénes Somos
Revista El Sur
Staff
Ediciones en papel
Suscripcion
Las claves de la imputación a Marcelo Macarrón
Habló el cuerpo de Nora
Foto: Miralles escuchó con atención lo que tenía para decir el cuerpo de Nora Dalmasso.
En abril del año pasado, el Observatorio de Derechos Humanos de la UNRC logró el apartamiento del fiscal Di Santo del caso Dalmasso. A menos de dos meses de asumir, ante la contundencia de la prueba genética que está en el expediente, el nuevo fiscal imputó a Marcelo Macarrón por “homicidio agravado por el vínculo”. El camino emprendido por Miralles le había sido sugerido a Di Santo en octubre de 2012
Publicada el en Crónicas

Un viejo aforismo forense dice que los cuerpos hablan. Pese a la sorpresa y conmoción que causó en todo el país la imputación de Marcelo Macarrón el último viernes, la acusación por la autoría material del crimen de su esposa estaba latente en la causa desde octubre de 2012.  A menos de dos meses de haber asumido como fiscal y hacerse cargo de la causa, Daniel Miralles le prestó más atención que su antecesor a lo que tenía para decir el cuerpo maltrecho de Nora Dalmasso, asesinada en su propia casa la madrugada del 25 de noviembre de 2006.

Apenas asumió la fiscalía que dejó vacante Julio Rivero, Miralles debió afrontar el turno y ocuparse de la demanda diaria de los Tribunales en sus primeros 15 días como fiscal de instrucción. También recibió al periodismo, pero sin definiciones: pidió tiempo para estudiar los 23 cuerpos de una causa que sabe emblemática y de cuya resolución depende en buena medida el alicaído prestigio del Poder Judicial de la Provincia.

Apenas salió de turno, Miralles viajó a Córdoba para conversar con el fiscal general de la Provincia, Alejandro Moyano, a pedirle recursos (económicos y humanos) para ponerse de cabeza a analizar el contenido del expediente y comenzar a desandar el sinuoso camino de una causa que parecía acercarse inexorablemente a la prescripción y, por tanto, a la impunidad.

Prueba incontrastable

Una de las fojas de los últimos cuerpos le llamó la atención. Se trata de la sentencia N° 345 dictada por el juez de control de Río Cuarto, Daniel Muñoz, que avaló el pedido de sobreseimiento de Facundo Macarrón pedido por Di Santo apenas llegaron los informes del FBI que le pusieron nombre propio –Marcelo Eduardo Macarrón- a las muestras de ADN halladas en la escena del crimen y el cuerpo de la víctima.

Para acusar a Facundo Macarrón, Di Santo había establecido la existencia de una “ventana horaria de aproximadamente 16 horas” que coincidía con el momento en que Nora Dalmasso fue asesinada. Sumó como elementos de convicción la conflictiva relación que Facundo mantenía con sus padres por su condición sexual. Pero –según destacaba Muñoz en su resolución- estos elementos “no hubieran incidido significativamente sobre una posible responsabilidad en el hecho si los estudios genéticos incorporados al plexo probatorio no hubiesen revelado incontrastables huellas de linaje Macarrón en la escena del crimen, posiblemente ligadas a quien podría haber estado presente en el momento ejecutivo del hecho criminoso”.

“Destacó (el fiscal) que los rastros genéticos hallados en la sábana de abajo, cinto de la bata con que apareció estrangulada la víctima, en vagina y en vulva focalizó su pertenencia solo y exclusivamente en cabeza del esposo de la víctima –Marcelo Macarrón-, su suegro –Félix Macarrón- y su hijo –Facundo Macarrón-”, recordaba Muñoz.

Di Santo imputó en su momento a Facundo porque Marcelo dijo que estaba en Punta del Este y Félix que había dormido en su casa la noche del crimen. ¿Por qué no los investigó igual? Porque la bioquímica del Poder Judicial, Laura Lanzaco, le aseguró que las muestras halladas en la escena del crimen y el cuerpo de la víctima eran recientes, es decir, “estableció como seriamente dudoso que las muestras genéticas encontradas hubiesen sido dejadas con anterioridad a la producción del homicidio”.

 “Es terminante el señor fiscal (Di Santo) cuando aleja físicamente de la escena del crimen a Marcelo Macarrón, ya que aún cuando arriesga la hipótesis que en el fondo vaginal resguardara por más tiempo huellas genéticas, no encuentra explicación a los restos biológicos hallados en la región vulvar –pertenecientes a un Macarrón-, siendo que el médico había viajado y se encontraba en la ciudad de Punta del Este”, destacaba el juez de control, que recordó la “profunda pulcritud y profusos hábitos higiénicos” de Nora Dalmasso.

Para imputar a Facundo Macarrón fue decisivo el informe F-337 del Ceprocor, que llegó a Río Cuarto el 18 de julio de 2007 y sindicaba a los tres integrantes del linaje Macarrón (Félix, Marcelo y Facundo) como posibles donantes del ADN hallado en la escena del crimen y el cuerpo de la víctima. Ese informe se constituyó en la “piedra angular” de la acusación contra el hijo de Nora. Pero tres años después, el 22 de marzo de 2011, llegó a tribunales el informe del Centro Nacional Para las Ciencias Forenses de la Universidad Central de La Florida, gestionado a través del FBI. Con mejor tecnología que el Ceprocor, los norteamericanos le pusieron nombre propio al “linaje Macarrón”: las muestras analizadas se correspondían estrictamente con el ADN de Marcelo Eduardo Macarrón, el viudo de la víctima.

 “El singular potencial de convicción con que el fiscal (Di Santo) remite al resumen de estos últimos resultados (del FBI) permiten colegir que ha dotado de aptitud identificatoria a la huella de ADN relevada como para excluir al imputado Facundo Macarrón”, apuntaba Muñoz en su resolución. De esta manera, reafirmaba la consistencia de la prueba genética obtenida en la escena del crimen, prueba que el abogado Marcelo Brito atacó infructuosamente en agotadoras jornadas testimoniales a las que fueron sometidos los profesionales de Río Cuarto que intervinieron en la toma de muestras.

Al avalar el sobreseimiento de Facundo pedido por Di Santo, Muñoz señalaba otra contradicción del fiscal: había acusado a Facundo de haber abusado de su madre sin accederla carnalmente –la carátula era “Homicidio Calificado y Abuso Sexual Agravado”-, desconociendo que los forenses Guillermo Mazzuchelli, Martín Subirach y Virginia Ferreyra coincidieron con el bioquímico Daniel Zabala que del cuerpo de la víctima –“zona de genitales externos”- choreaba “un líquido blanquecino”, que todos asociaron al semen del presunto asesino.

Sale Facundo

“Por lo expuesto, constatada la insubsistencia de los extremos fácticos de la acusación por la introducción de elementos de convicción desvinculantes de autoría, fundamentalmente en razón que el informe del FBI ha determinado que no es posible descartar que el ADN de Marcelo Eduardo Macarrón se encuentre presente en las muestras estudiadas, correspondientes a saco vaginal y vulva o zona externa del aparato genital de la víctima, junto al cinto de la bata con el que se concretó estrangulación, deviene procedente dictar el sobreseimiento” de Facundo Macarrón, dictaminó el juez de control, avalando el pedido de Di Santo.

No lo escribió, pero en su resolución estaba implícita la sugerencia de orientar la pesquisa hacia el flamante titular del material genético. La lógica indicaba que la identificación del portador del ADN que había motivado la imputación de Facundo implicaría su sobreseimiento y la inmediata imputación de su padre. Di Santo, en cambio, envió una lista con preguntas genéricas al Ceprocor para saber si existía la posibilidad de que las muestras de ADN halladas en la escena del crimen fuesen producto de la convivencia en el hogar de Nora y su esposo. Ante la previsible respuesta del Ceprocor –no es imposible, aunque sí poco probable-, dejó la causa sin imputados y cajoneó el expediente.

Sale Di Santo

En abril del año pasado, el Observatorio de Derechos Humanos de la Universidad Nacional de Río Cuarto denunció al fiscal Di Santo por “inacción”. Al juez de control Daniel Muñoz le alcanzó con pedir el expediente para constatar que desde la última respuesta del Ceprocor a su insólito cuestionario, la única actividad procesal de Di Santo había sido ordenar un juego de fotocopias del expediente a pedido de los querellantes.

Para evitar enfrentar un proceso en su contra, Di Santo dio un paso al costado y renunció a la causa que llegó a tener en forma simultánea a tres imputados distintos (Rafael Magnasco, Gastón Zárate y Facundo Macarrón) que no se conocían entre sí y que fueron acusados de asesinar a la misma mujer de maneras diferentes (relación sexual consentida, violación y abuso sexual sin acceso carnal).

Nueve años después del crimen, el cuerpo de Nora Damasso volvió a hablar. El flamante fiscal, Daniel Miralles, le prestó atención y no titubeó. Tras consultar con expertos y recibir el aval del fiscal general de la Provincia, imputó a Marcelo Macarrón por “homicidio calificado agravado por el vínculo” y le exigió una fianza de tres millones de pesos para dejarlo en libertad.

El lunes 28, cuando concurra por primera vez a tribunales en carácter de imputado, Marcelo Macarrón podría ir preso. Salvo que el fiscal siga considerando que un acusado de asesinato conviva en Villa Golf con los testigos que en su momento avalaron su coartada no constituye riesgo procesal para la investigación.

Hernán Vaca Narvaja
- Periodista y escritor -