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El camionero ahora va por el sillón de Grondona en la AFA
Moyano conducción
Foto: Hugo Moyano se apresta a dar pelea por la máxima conducción de la AFA.
El fútbol es la nueva plataforma desde la que el dirigente camionero y líder de la CGT procura proyectar su imagen y afianzar su ambición de acumular más poder. ¿Se presentará el próximo 30 de junio como candidato a presidente de la AFA? Amagues y gambetas de un jugador todoterreno.
Publicada el en Crónicas

“Me gustaría ser presidente, como lo fueron algunos sindicalistas en otros países”, sostenía Hugo Moyano hasta no hace mucho tiempo atrás. Por entonces, el titular de la Confederación General del Trabajo (CGT) fantaseaba con saltar del liderazgo sindical al sillón de Rivadavia, emulando las experiencias de Luiz Inácio Da Silva, el referente del Partido de los Trabajadores (PT) de Brasil, o Evo Morales, el ex dirigente cocalero de Bolivia.

“Hay que esperar hasta 2015”, contestaba con tono enigmático el hombre fuerte de los camioneros, cuando se lo indagaba más a fondo sobre sus confesadas ambiciones. Pero llegado el momento, y tras romper filas con el kirchnerismo, el hombre hizo un extraña gambeta y pasó a jugar para la alianza “Cambiemos” de cara a las elecciones que a fines del año pasado, luego del alargue y casi al límite de los penales, depositaron en la Casa Rosada al empresario polirrubro y ex intendente porteño Mauricio Macri.

Como alguna vez le sucedió al hoy mandatario nacional en los tiempos en que gobernaba a Boca Juniors y coqueteaba con la posibilidad de exhibir sus condiciones en una cancha más grande, Moyano debió tirar el achique y aferrarse a la pelota como una especie de premio consuelo, para intentar reconstruirse desde allí.

Al fin y al cabo, el fútbol le regaló ese triunfo en las urnas que seguramente pagaría por conseguir en una liga mayor. El 6 de julio de 2014, Moyano, el socio 16.309, se convirtió en la máxima autoridad de Independiente de Avellaneda, uno de los clubes más tradicionales del país, con el respaldo del 69.44% de los casi 8 mil votantes. Sus principales compañeros de fórmula, con mandato hasta 2017, fueron Carlos Montaña, ex secretario de Abordaje Territorial del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, y Noray Nakis, mandamás del Deportivo Armenio y joyero de confianza de Julio Humberto Grondona, a quien supo regalarle el famoso anillo de oro 18 kilates que el expresidente de la AFA lucía, ostentoso, con la leyenda “todo pasa”.

Fue un triunfo prácticamente cantado de la “Agrupación Independiente”, que había logrado adelantar las elecciones luego de un “operativo salvataje” (la donación de 10 millones de pesos) que se pactó en la mismísima sede afista, luego de que Javier Cantero, debilitado por su mala gestión deportiva, acosado por la deudas y abandonado a su suerte en su cruzada contra los barrabravas, fuera empujado a renunciar como titular del Rojo.

 “No es fácil ni sencillo, pero vamos a hacer hasta lo imposible para que Independiente vuelva a ser lo que siempre fue: uno de los clubes más importantes del mundo, el orgullo nacional”, afirmó en su primer discurso Moyano, quien calificó de “alarmante” la situación financiera de la centenaria institución bonaerense, cuyo pasivo alcanzó los 624 millones de pesos en el balance del ejercicio 2013/2014.

Casi dos años después de aquel desembarco en Independiente, Moyano parece decidido a ir por más. En las últimas horas se hicieron fuertes los rumores sobre una probable candidatura en la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), donde ya hay varios anotados para ocupar el trono que dejó vacante la muerte de Julio Humberto Grondona apenas concluido el Mundial de Brasil 2014 y que actualmente ocupa en forma interina Luis Segura, quien renunció a sus pretensiones de continuismo a cambio de un “conchabo” en el Comité Ejecutivo de la Fifa.

 Del camión a la pelota

La relación entre Moyano y el fútbol excede ampliamente aquel lejano antecedente de discretísimo jugador de las divisiones menores de Unión de Mar del Plata y también este presente que lo exhibe como autoridad suprema de Independiente y aspirante a convertirse en el nuevo dueño de la pelota.

Desde el 26 de agosto de 2009, el sindicalista -quien hoy mantiene una prudente distancia con la política macrista (“No está cumpliendo lo que prometió en campaña”, se queja)- tiene su propia entidad, el Club Social y Deportivo Camioneros,  cuyos equipos compiten en el Torneo Federal B y en la Liga de Luján. Allí oficia de presidente honorario, apuntalando la gestión de Pablo, su hijo mayor, quien también es secretario adjunto del gremio de camioneros e influyente vocal de la flamante comisión directiva de Independiente, como encargado del fútbol profesional.

Con una importante presencia de adeptos en las tribunas, Camioneros repite la fórmula de interacción entre club y sindicato, ese apetecible combo que tan buenos réditos políticos le dio, por ejemplo, al gastronómico Luis Barrionuevo, primero en Chacarita Juniors y actualmente en Berazategui.

La institución moyanista, definida como “un espacio de esparcimiento y recreación para mejorar la vida saludable y el rendimiento laboral de los afiliados”, también participa en la Liga Femenina de Vóley y sostiene las campañas del piloto de automovilismo Fabián Presa y de los boxeadores Gonzalo “Patón” Basile y Fernanda “la Camionera” Alegre.

Al igual que su padre, Pablo tuvo una activa participación durante la oscura gestión de Julio Comparada (empresario de seguros muy ligado al grondonismo y ex pareja de las modelos Panam y Araceli González) en Independiente, siendo el encargado del predio de 27 hectáreas de Villa Domínico que la entidad logró retener gracias a una tratativa que el capo de la CGT llevó adelante con el ex gobernador bonaerense Felipe Solá.

En esta saga familiar no se queda atrás Facundo Moyano, el menor de la dinastía, quien durante años fue mecenas de Alvarado de Mar del Plata e inclusive llegó a ocupar la presidencia de ese club, el más popular de “la Ciudad Feliz”, entre agosto de 2012 y marzo de 2013. Aunque sigue pendiente de aquel amor de infancia, Facundo –diputado nacional por el Frente Renovador, secretario general del Sindicato Único de Trabajadores de Peajes y Afines, y máximo referente de la Juventud Sindical- hoy parece más enfocado en su anhelo de jugar en escenarios más destacados.   

También hubo un intento de los Moyano de quedarse con el quebrado club Comunicaciones, pero en junio de 2011 la Justicia hizo caer la concesión que un fallo de primera instancia le había otorgado nueve meses atrás a la Mutual de Camioneros, a cambio del pago de una deuda de 11 millones de pesos y de la promesa de futuras inversiones, y luego de un sugestivo paso al costado del gobierno porteño que encabezaba Mauricio Macri.

Y hay más para este boletín: Barracas Central, otro club del ascenso metropolitano, es presidido desde hace 15 años por Claudio “Chiqui” Tapia, sanjuanino de nacimiento, ex barrendero de ocupación y básicamente yerno de Hugo Moyano. Tapia, quien bautizó con su propio nombre al remozado estadio de la institución que conduce, es otro aspirante a la presidencia de la AFA, aunque la amenaza de una Liga Profesional esgrimida por los dirigentes de los clubes llamados “grandes” (principalmente Daniel Angelici y Marcelo Tinelli, respectivos mandamás de Boca y vicepresidente de San Lorenzo; ambos íntimos de Macri) haría inviable una candidatura cimentada únicamente en el consenso de los clubes del ascenso metropolitano.  

En este contexto, Tinelli, el carismático conductor del “Bailando por un sueño”, parece el rival a vencer. “Con el poder mediático no alcanza para manejar a la AFA”, marcó la cancha Moyano meses atrás, cuando apuntalaba la candidatura de Segura y desalentaba las chances del animador televisivo en la puja que culminó el 3 de diciembre de 2015 con aquel vergonzoso 38 a 38 tras el desfile de 75 dirigentes por el cuarto oscuro. 

“Habrá que preguntarle a él qué quiere, sé que hay muchos clubes que lo proponen para la AFA pero nosotros como organización gremial esperamos que siga en la CGT”, declaró Pablo Moyano en nombre de los camioneros, dejando en evidencia el gran dilema de su padre: ¿seguir conduciendo la central de los trabajadores luego de la unificación de agosto próximo o bajarse del camión para pasar a manejar el fútbol argentino?

Como tercero en discordia se mantiene Armando Pérez, el presidente de Belgrano, quien busca hacerse fuerte a partir de la conformación de un bloque de clubes del interior del país.

 Con el modelo de Macri

Hugo Moyano parece decidido a recorrer el mismo camino que alguna vez transitó Mauricio Macri, quien logró proyectar su imagen a nivel nacional desde la presidencia de Boca Juniors.

La  pretensión de acumular poder y sumar popularidad a partir del fútbol no es su único punto de contacto con el ex jefe de gobierno porteño y actual Presidente de la Nación: Cristian Ritondo, ministro de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires y hombre de extrema confianza de la gobernadora María Eugenia Vidal, es uno de sus laderos en la mesa chica que toma las grandes decisiones en Independiente. “La pasión ha convocado a personas que venimos de distintos extractos políticos y sociales”, manifestó Ritondo para justificar una alianza que se gestó a partir de la conveniencia política.

El macrismo ya tenía presencia en otros dos clubes emblemáticos del país: en Boca, con el empresario de juegos Angelici y el embajador argentino en Portugal Oscar Moscariello, respectivos presidente y secretario de relaciones internacionales; en River, con el ex gerente del Banco Ciudad Guillermo Cascio como secretario, el diputado José Luis Acevedo en la defensoría del socio y el polémico secretario de Seguridad nacional Eugenio Burzaco en su “especialidad”.

Otro vínculo que Hugo Moyano supo cultivar con entusiasmo en el afán de expandir sus tentáculos fue el que mantiene con los barrabravas, aunque él lo niegue. “No soy el padre de ‘Bebote’ (Pablo Álvarez), apenas lo conozco”, señaló el presidente de Independiente en alusión al jefe de la facción más violenta de la parcialidad del Rojo, a quien sugestivamente se le revocó el “derecho de admisión” (prohibición de ingreso a los partidos) antes de los últimos comicios, y hoy se mueve como amo y señor por los pasillos del club. No suena muy convincente. Recordado es el enfrentamiento entre Camioneros y Uocra, representados en la ocasión, respectivamente, por barras de Independiente y Estudiantes de La Plata, en el traslado de los restos de Juan Domingo Perón en San Vicente, el 17 de octubre de 2006.

Ya desde aquellos tiempos, una bandera con la leyenda “Moyano conducción” sobresale en la zona más caliente de las tribunas del Estadio Libertadores de América. Es el mismo “trapo” que fue exhibido en Japón cuando Independiente viajó a jugar la Copa Suruga Bank en 2011 y que fue paseado por Sudáfrica durante el Mundial de 2010, oportunidad en la que Facundo Moyano participó de un costoso safari (240 dólares por persona) con los muchachos del tablón. “Estamos acá, paseando, nada raro”, explicó aquella vez el más chico del clan, quien actualmente pareciera alejado del mundo del deporte. Está claro que hoy su prioridad es aferrarse a la banca a la que llegó con el Frente para la Victoria y que retuvo ya como hombre de Sergio Massa, luego de un breve coqueteo con el macrismo que lo obligó a borrar algunos archivos de su discurso (“Estoy en las antípodas del pensamiento de Macri, un liberal que representa a la derecha”, supo decir en sus ya lejanos tiempos de “muchacho peronista”).

Así en el fútbol como en la política, Hugo Moyano patea para varios arcos. Sus intereses convergen en varios clubes y sus ambiciones lo llevaron a coquetear tanto con Macri como con Massa, ex presidente del club Tigre y tercero en discordia en la última elección presidencial que tuvo como gran perdedor al ex gobernador bonaerense Daniel Scioli. También tuvo acercamientos con José Manuel De la Sota, quien se diferencia del resto por su escasa incidencia en el mundillo del deporte.

A pesar de su declamada simpatía por General Paz Juniors, el ex gobernador cordobés no corta ni pincha en la vida política del Albo. Su único aporte en mucho tiempo fue un subsidio de 150 mil pesos que otorgó un par de años atrás, junto con la promesa de gestionar la donación de un automóvil 0 kilómetro para que la entidad pudiera recaudar más fondos para la remodelación de su gimnasio. Desde entonces, General Paz Juniors (hoy con apenas un centenar de socios activos y al borde de la convocatoria de acreedores) inició un tobogán que lo depositó sin escalas desde los torneos de la AFA a la competencia local.

Las coincidencias entre Moyano y el inventor del “cordobesismo” más bien hay que buscarlas en sus vaivenes partidarios de las últimas cuatro décadas, desde aquellos ’70 como miembros activos de la derecha peronista hasta este presente de despechados “anti K”. Al fin y al cabo, no hay que irse muy atrás en el tiempo para ver al camionero manifestando con el cartel “Clarín  miente” o celebrando el advenimiento del “Fútbol para Todos”, mientras los muchachos moyanistas cantaban loas al matrimonio Kirchner en clave cumbiera. Al ritmo de “no me arrepiento de este amor”.

Hugo Caric
- Periodista -