Un mero golpe de vista nos basta para advertir que estamos recorriendo el mismo camino que en el pasado nos condujo a las etapas más difíciles por las que nos tocó atravesar.
La bicicleta financiera promovida por las altas tasas de interés y las facilidades para obtener rápidas y desmesuradas utilidades en dólares, tienen sus consecuencias automáticas en el crecimiento simultáneo y paralelo de la deuda externa y la fuga de divisas.
Esto se visualiza claramente en los cuadros que muestran la evolución comparativa entre el primer trimestre 2015 / primer trimestre 2016, quedando claro cómo unos pocos aprovechan las posibilidades para fugar capitales, medidos en millones de dólares, en tanto al resto de los argentinos nos queda un crecimiento descomunal de la deuda externa, medida en porcentaje del PBI.
A esta situación de por sí sumamente complicada y negativa, le agregaron el elemento que les faltaba para convertirla en explosiva: la apertura del mercado interno.
Como la ley de la gravedad, la consecuencia inevitable es la caída de la producción de bienes de origen industrial en beneficio de las importaciones. Esto es fácilmente apreciable también en el cuadro comparativo entre el primer trimestre del 2015 y 2016 de la evolución de las ventas de maquinarias agrícolas. Tomo este rubro no por capricho, sino porque está vinculado a la actividad económica que se ha visto favorecida por la devaluación monetaria y la eliminación de las retenciones. Se trata de un sector que, teniendo capacidad para invertir en bienes de capital, es inducido por la política instrumentada por Macri y sus funcionarios/gerentes de las multinacionales a la compra de lo importado en perjuicio de lo nacional.