Crónicas
Entrevistas
Actualidad
El Kiosco virtual
Reflexiones
Cultura
Música
Cine
Libros
Galería Magalú
Galerías multimedia
Quiénes Somos
Revista El Sur
Staff
Ediciones en papel
Suscripcion
CINE
Una casa signada por la tragedia
Por | Fotografía: Televisión pública
Foto: Una serie de gran calidad en la pantalla de la TV pública.
La serie de Diego Lerman cuenta historias trágicas de distintas épocas utilizando los registros fílmicos de época
Publicada el en Cine

Diego Lerman es una de las jóvenes promesas del cine nacional. Dirigió un puñado de películas, todas muy potentes tanto desde lo narrativo y desde lo estético. Sorprendió en 2002 con Tan de repente, su opera prima. Le siguieron Mientras tanto, La mirada invisible y Refugiado. También tiene una trayectoria en el mundo del teatro (Qué me has hecho vida mía y Nada del amor me produce envidia son las obras más nombradas), pero la pantalla chica era un terreno todavía virgen. La empresa de La Casa era todo un desafío. Contar 13 historias que atravesaran la historia argentina de los siglos XX y XXI adaptando a su vez ese relato a los diferentes géneros y registros cinematográficos de cada época.

La serie parte de una premisa inquietante: quienes habitaron un lugar, ¿siguen presentes de algún modo? En el planteo se emparienta con otras películas como Si estas paredes hablaran, donde tres mujeres que vivieron en la misma casa pero en épocas distintas (años 50, 70 y 90) comparten el mismo problema, un embarazo no deseado.

La historia de La casa comienza en 1929 y finaliza cien años después (se relata una historia por década). La Historia con mayúscula sólo enmarca, contextualiza, a modo de lo que ya se hizo en la serie nacional Lo que el tiempo nos dejó. La casa está ubicada en el Delta del Paraná, hábitat ideal para todo tipo de leyendas, especialmente para las que albergan algún tipo de misterio.

El elenco es mayoritariamente reconocido, donde actores muy populares trabajan junto a algunos que no lo son tanto y otros debutantes.

Los 13 capítulos son independientes, aunque se conectan por la tragedia (que está expresada de formas diferentes) que contagia la casa a todos los que la habitan. Se trata de una ficción de autor que recibió el aporte de prestigiosos guionistas.

Lerman cuenta que el disparador de la serie fue un hecho casual que le tocó vivir. “Estaba refaccionando una casa que nos compramos con mi mujer por Paternal. Era una casa muy vieja, de más de cien años. Luego de haber firmado la escritura, al poco tiempo, me llama su antiguo dueño y me dice que se olvidó algo. Cuando le digo que ya había albañiles y que estaban trabajando, me pide ir ya mismo para ahí. Le digo que yo no estoy, pero que voy a llamar para que le abran. Cuando le pregunto qué era lo que se había olvidado, me dice que no me lo puede decir. Le digo entonces, porque no podía más de la intriga, que lo dejo entrar solamente con la condición de que después me cuente qué era lo que buscaba. Y ahí me puse a fantasear... ¿habrá alguien enterrado? ¿O serán lingotes? Finalmente el hombre fue, se pasó  la tarde haciendo pozos y no encontró nada. Cuando le pregunté nuevamente me confesó que lo que buscaba era un arma que tenía enterrada. Tal vez todavía siga estando ahí. Esta anécdota fue el disparador que me hizo volver a una fantasía recurrente con la que suelo jugar muchas veces y es que los lugares trascienden a las personas que viven en ellos” (Palabras sobre los cuatro primeros capítulos, disponible en https://www.youtube.com/channel/UCKoyiOusGkVw7ZknhCpUctA ).

 

CRIATURA (1929)

Como introducción a este episodio, y casi como un prólogo a toda la serie, se cuenta cómo y por qué se construyó la casa que luego habitarán Lucio y Nora, un joven matrimonio (primer grupo de personas que heredará la tragedia) interpretado por Gonzalo Heredia (Ronda nocturna, Felicitas, Malparida) y Érica Rivas (Boca de fresa, Por tu culpa, Relatos salvajes). Ella está muy enferma y él es un doctor que experimenta con sapos y conjuros para que su amada no muera. Roza el terror y está rodado en blanco y negro, homenajeando al gótico y al expresionismo alemán. Diego Lerman decidió arrancar con las historias a partir de 1929 para evitar el cine mudo, porque podía ser muy extremo. La fecha es significativa porque puede relacionarse con el crack de la bolsa en Estados Unidos, el ascenso del fascismo y el nazismo en Europa y el año previo al golpe militar que sacudió a Argentina en 1930.

DESPEDIDA (1935)

Un conocido de Carlos Gardel le cede las llaves de su casa de fin de semana para que descanse, junto a Alfredo Lepera, antes de emprender una gran gira por Latinoamérica. Allí el dúo recibe la visita de tres mujeres que tienen por finalidad alegrarles la estadía. Estas mujeres, bajo su máscara feliz, cobijan dolores y preocupaciones. A la que más se le nota es a la menos entrada en años: Cloe, quien llora a escondidas mientras escucha un radioteatro que narra un amor prohibido entre una federal y un unitario y no puede contener la emoción al recordar la pérdida de toda su familia tiempo atrás. Gardel y Lepera parecen dos caras de una misma moneda. El primero, un dandy con toda la ilusión de afianzarse como estrella mundial; el segundo, dueño de una sensibilidad extrema y de una mirada más bien realista y negativa. Este segmento, en el que se puede escuchar -entre otras- Lejana tierra mía, correspondería al género de cine de tango y predomina el color sepia. Todos los actores se lucen por igual: Diego Velázquez (Gardel), Luis Longhi (Lepera), María Merlino (Giovanna), Julieta Vallina (la morocha), Flor Dyszel (Cloe) y Paula Baldini (Isabel).

JAPONÉS (1945)

La casa, luego de la visita de Gardel, por la suerte de los juegos de azar, cae en manos de un jugador y falsificador, Orlando Cruz, quien está casado con Silvia, una mujer de estricta fe católica y modales conservadores. La pareja tiene dos hijas: Rosario y Virginia. Ya instalados en la casa, Orlando desaparece misteriosamente y quedan solas las tres mujeres. La madre de las niñas decide que no verán nunca más a ningún hombre y que vivirán aisladas del mundo. En 1945, a diez años de lo sucedido, las niñas, ahora jóvenes, ruegan toparse con alguien de sexo masculino y el deseo se hace realidad. María Onetto (La mujer sin cabeza, Rompecabezas, Relatos salvajes) interpreta a Silvia, Belén Blanco (Picado fino, Tumberos, El puntero) encarna a Rosario y Martina Juncadella (Abrir puertas y ventanas, Habi la extranjera) se pone en el rol de Virginia. Este capítulo recrea el Hollywood de los cuarenta. Prevalece el tono pastel. Hay un enlace con la historia a nivel mundial (Segunda Guerra) y con el nacimiento de la época peronista.

SECUESTRO (1952)

El rengo descubre la existencia de la casa, ahora abandonada, y sabe que es ideal para lo que está tramando: secuestrar a la pequeña hija de un hombre adinerado. Pero necesita de alguien experimentado en el tema. Ese es Mario, pero está muy débil, con su salud deteriorada y no puede llevar a cabo el trabajo solo. Entonces le colaboración a su hermano Víctor y a su cuñada Paula. La historia, repleta de deseos encontrados, traiciones y ambición tiene como intérpretes a Luis Ziembrowski (Un amor, Séptimo, El patrón), Sergio Boris (Sólo por hoy, El abrazo partido, Mientras tanto) y María Merlino (El árbol, Mientras tanto, Elegía de abril). El contexto nacional en el que desarrolla este segmento es la muerte de Evita y el tono pastel irá cediendo a otro tipo de color.

Analía Casero
- Historiadora -