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Murió Roberto Vacca
Despedida de un periodista cabal
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Notable periodista y ser humano excepcional, Vacca tuvo que exiliarse en Uruguay durante la dictadura cívico militar. Será recordado, entre otros aportes, por su inigualable contribución a Historias de la Argentina Secreta
Publicada el en Crónicas

Murió Roberto Vacca. El periodismo está de duelo y sus afectos sienten la pérdida de un tipo cariñoso y generoso. Roberto fue un realizador exigente e intensivo. Brindó eficacia al oficio, convirtiendo a sus producciones en catalizadores para la solidaridad, que atemperó urgencias sociales. Recibió premios prestigiosos, que no conmovieron la humildad del laburante tenaz, prestador del servicio de informar, hundiendo el bisturí de la palabra y la imagen en el caracú de los problemas causados por la desigualdad y la injusticia.

Tuve la suerte de ser su amigo y compañero, gracias al carácter transitivo de su estrecho vínculo con Alipio Tito Paoletti, fundador-director del diario El Independiente de La Rioja, del que Roberto Vacca fue corresponsal en Buenos Aires.

Roberto cumplió 73 años el 18 de diciembre de 2015. Si se navega en Internet se encuentran referencias de su biografía y obra. Los que tienen edad suficiente recordarán el programa Historias de la Argentina Secreta, pionero en difundir informes periodísticos en la televisión argentina. En sociedad con Otelo Borroni, Roberto corrió el velo de temáticas que el poder suele ocultar. La salud, la educación, los explotados y los explotadores, los héroes y los antihéroes anónimos, aparecieron en piezas documentales, nutridas de estética y ética.

En los kilómetros recorridos Roberto llegó a Chilecito, ciudad del oeste riojano, cerca de la zona minera del Famatina, con el oro en sus entrañas, ambicionado por los conquistadores antiguos y modernos. Roberto proyectó instalar una radio en el lugar, con visión de futuro que quedó en borrador. En esos viajes pasó por El Independiente y conoció a Tito y Mario Cacho Paoletti. De mancomún en el oficio, avanzaron hacia el vínculo fraternal.

Cuando agonizaba la década de los años sesenta, Roberto Vacca era redactor de la revista Siete Días – Ilustrado. Se embarcó en un avión para ir a Cuba y a la altura del norte argentino, un pasajero con facultades mentales alteradas, intentó desviar el vuelo, a mano armada. Le tocó a Roberto la peligrosa tarea de disuadir al sujeto. Lo logró a puro discurso convincente, se repuso la cordura y La Habana fue el punto de desembarco. Por decisión de Roberto, publicamos la crónica del incidente en El Independiente. Por no contener su talante, Roberto elaboró un recuadro en el que criticaba a los controladores de la aduana argentina, por requisar libros que había comprado en La Habana.

En 1975, el aporte de Roberto tomó otro andarivel. Se celebraba, en mayo, la semana de La Rioja, y el Cine Club debía estar presente. Le pedimos auxilio al ocupado periodista porteño y el resultado fue excelente: estreno absoluto de la película La Raulito, con participación en la sala de proyección del director y la protagonista, Lautaro Murúa y Marilina Ross. Fue una fiesta inolvidable, gracias a quien siempre estuvo dispuesto a ayudar, sin alardes.

La dictadura nos dispersó. Roberto Vacca fue sometido a un simulacro de fusilamiento, que no incluyó en su biografía. Desde entonces hasta 1984, se radicó en Montevideo, encaró y concretó propuestas editoriales actualizadas con recursos tecnológicos y con fidelidad al registro periodístico. Para subsistir creó una agencia de publicidad que convirtió en cooperativa y cedió al personal. En el regreso, por Radio Nacional reanimó las Historias de la Argentina Secreta. Al Estado le cobró un peso por capítulo y las copias suficientes para remitirlas a las centenares de escuelas que las demandaban.

En 1989 lo invité a dictar un curso en la carrera Licenciatura en Comunicación Social, en la Facultad de Ciencias de la Educación, de la Universidad Nacional de Entre Ríos. Por supuesto vino, sin preguntar por sus honorarios. Los estudiantes que lo vieron en acción, supieron lo que era una tromba pedagógica. Apenas saludó, impulsó el manos a la obra. Con énfasis en diseñar la clara idea sobre el tema a abordar, los recursos técnicos y el tiempo disponible. No dio ni pidió tregua en el aula. En el reposo, la trasmisión anexa de conocimientos, como maestro que no se los guarda con avaricia, sino que los siembra para el que quiera recogerlos.

Roberto Vacca se reencontró con Tito Paoletti en Buenos Aires. Sabía que la represión cumplió el objetivo dictatorial de descabezar a El Independiente y eliminar la línea editorial, con la complicidad de civiles despojadores. Estuvimos en el velatorio de Tito, el 1 de diciembre de 1986. El mutuo sentimiento de amistad entre ambos era palpable y se reflejó en el desconsuelo de Roberto. A él convocamos para estar en el contrafestejo del 50 aniversario de El Independiente, el 12 de octubre de 2009. En la terminal de ómnibus de La Rioja aguardé a Roberto. Bajó del micro con su característico morral y una porción del flequillo volcado sobre la frente. Yo me había operado de cataratas y miopía. Roberto alternaba las lentes de contacto con los anteojos de considerable graduación. Las intermitencias de los abrazos, no eliminaba el trato como si fuera cotidiano. Nos alojamos en la casa que la familia Brizuela nos abrió en Sanagasta. La índole de Roberto Vacca no sufría alteraciones. Tierno, con sentido del humor, capacidad de asombro, con curiosidad a prueba del paso de los años, despojado de soberbia y con rasgos de adolescente. Me pechaba cigarrillos, que fumaba pero no compraba, para autoengañarse. El teléfono móvil lo mantenía conectado con el mundo, en especial con su mujer, porque el amor era clave en la vida de Roberto Vacca.

Con hijos de Lylí y Tito Paoletti, el acto se llevó a cabo. Roberto habló sin el mínimo indicio de automencionarse. Habló de los Paoletti, de Chacho Schaller, de El Independiente, de la cooperativa que había visto nacer, de la dictadura y de la infamia que persiste. Al día siguiente emprendió el retorno a Buenos Aires, a contarle a Hugo Ditaranto, otro amigo en común, lo vivenciado en su último viaje a La Rioja.

El 16 de agosto de 2016, Juan Paoletti nos avisó que Roberto estaba internado en el Hospital Británico, con infección generalizada, complicada por su diabetes crónica. La despedida fue irremediable. Dicen que está recorriendo uno de esos sitios secretos, que le gustaba descubrir.

Guillermo Alfieri
- Periodista -