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El fascinante mundo de la ciencia ficción
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La ciencia ficción es uno de los géneros más prolíficos y apasionantes de la literatura universal. Revista El Sur realiza un recorrido, a partir de esta entrega con un repaso por las obras de autores consagrados como Héctor Oesterheld y Ray Bradbury.
Publicada el en Libros

Podemos situar el nacimiento de la ciencia ficción como género alrededor de 1920, aunque se encuentran obras de este estilo muy anteriores. Sus contenidos están basados en logros científicos o tecnológicos que podrían concretarse en un futuro y sus posibles efectos sobre las personas, tanto en sus vínculos como en su modo de organización. El sustento científico hace que este género se diferencie del fantástico, donde las situaciones son puramente resultado en la imaginación del autor. Los temas más comunes son: viajes interestelares, conquista del espacio, robots, mutaciones, realidad virtual, existencia de vida en otros planetas, sociedades utópicas y distópicas, entre otros. 

Desde sus comienzos, el género ciencia ficción se tomó el trabajo de representar las mayores debilidades y fortalezas del ser humano. Las capacidades científicas y tecnológicas en lucha constante con la esencia más profunda de lo que nos convierte en humanos. La necesidad de alcanzar logros científicos y tecnológicos aun en detrimento de la moralidad, de la ética y hasta del amor y la solidaridad, aspectos que nos diferencian como especie, corren riesgo de perderse en el afán de poder y conocimientos ilimitados. Los grandes escritores nos muestran mundos del futuro que nos permiten reflexionar sobre las libertades de las que disponemos y nuestra incapacidad para darles valor y defenderlas ante la búsqueda del poder.

El género plantea un análisis profundo de las estructuras sociales, del manejo del poder y, aunque su anclaje se remita a futuros lejanos, podemos encontrar una relación absolutamente estrecha con la realidad social y política de todas las épocas. Nadie en su sano juicio podría decir que la ciencia ficción es un género de base realista, sin embargo está basado en hechos reales, más cercanos de lo que creemos. Brigadas que se dedican a quemar libros, personas que son encarceladas por usar el pensamiento crítico e ir en contra de un dogma, mundos donde la producción en serie rige todos los aspectos y donde las personas ya nacen con un rol determinado por un grupo minorista y poderoso, y hasta macabros juegos en donde los participantes pelean a muerte para entretener a una audiencia de desquiciados sedientos de sangre, cada uno de esos hechos tienen perfecta coincidencia con la realidad. Quema de libros en las dictaduras militares, persecuciones en las guerras civiles, las determinaciones en dictaduras comunistas rusas o chinas, y si aun no lo creemos, qué pasaba en la antigua roma donde se ponía en la arena a esclavos de distintos lugares a pelear a muerte con el único premio de sobrevivir, para divertir, distraer y mantener bajo control a un público sediento de sangre. Cualquier similitud con la realidad no es una coincidencia, sino el producto de una observación profunda y crítica del ser humano.

El eternauta

Muchas veces se considera a la ciencia ficción como un género frívolo que sirve para entretener a los menos cultos, pues bien, si sabemos interpretar nos daremos cuenta del verdadero potencial de estas obras literarias. En Argentina, el primero que se animó a dar vida al género fue Héctor Oesterheld con su obra maestra El Eternauta. En una novela gráfica de apariencia sencilla y que hoy en día resulta común, podemos observar aristas tan diversas como profundas, el texto nos plantea la posibilidad de mundos inteligentes más allá del nuestro, nos muestra el espacio y el tiempo de una manera que no llegamos a dimensionar y hasta nos plantea que somos una más de tantas especies que habitan el universo, un universo inmenso, inconmensurable, infinito, que puede albergar miles de universos en cada una de sus partículas. Y todo esto de la mano de los gráficos de solano López.

Oesterheld supo ver la profundidad del género, pudo plantear la teoría de los mundos posibles y supo reflexionar sobre la esencia del hombre, sus temores, sus aspiraciones y los sacrificios que es capaz de realizar para proteger a sus camaradas, a sus seres queridos y a la humanidad toda. Con esta visión de las cosas no resulta extraño que haya despertado la alerta de la policía del pensamiento de nuestra época (“policía del pensamiento” hace referencia a un organismo de control de la obra 1984 ,de Orwell),  por sus escritos, por su militancia y por su capacidad para crear una forma de arte capaz de concientizar a las personas sobre sus propias fortalezas, es que hoy lo encontramos en la lista de desaparecidos de la última dictadura militar argentina junto con su esposa y sus hijas.

Quemá esos libros

En Fahrenheit 451, de Ray Bradbury, un hombre solitario en un mundo cargado de tecnología y desierto de relaciones humanas verdaderas comienza a preguntarse el por qué de las cosas cuando un pequeño libro cae en sus manos. Un acto de rebeldía lleva a este bombero, que forma parte de un equipo que en vez de apagar incendios los inicia, a cuestionar todas sus estructuras aprendidas.  La obra nos muestra que esos pequeños grandes actos de rebeldía son los que nos constituyen como personas libres y pensantes aún en la más absoluta dominación. Frente al descubrimiento de la belleza en un libro de poemas, el protagonista asiste al derrumbe de todas sus creencias, y se entrega al placer del arte, de la lectura, a la posibilidad de la reflexión crítica y la construcción de un pensamiento propio. Se siente pleno y comienza a observar las grietas de una sociedad construida sobre el miedo y la ignorancia, y en ese instante entiende que obtuvo su libertad y que el precio que debe pagar es altísimo, pero ya no le importan las consecuencias porque la chispa de la humanidad perdida se encendió en él y no hay vuelta atrás.

Ray Bradbury supo expresar a través de una sociedad en apariencia utópica una advertencia: la evolución de la humanidad debe redireccionar su curso o podría encontrase cara a cara con el horror de no poder pensar y sentir libremente. No en vano se llama a este género de anticipación. Uno de los mecanismos de represión y control más fuertes de las dictaduras fue la prohibición de libros y todo aquello que pudiera remitir a la vida en comunidad, al trabajo en equipos, a la solidaridad, a la unión, al pensamiento crítico; ya que en la ignorancia y en la individualidad está la fuerza de los dictadores. ¿Y por qué la literatura, y el arte en general, son tan “peligrosos”? porque a través de ellos las personas pueden expresar su esencia, sus alegrías y tristezas, sus aciertos y fracasos, sus dolores y luchas. A través de ellos el ser humano deja una huella de su paso por la tierra y muestra -y sobre todo cuestiona- las atrocidades más calamitosas que ha vivido la humanidad.

Desde sus textos Oesterheld y Bradbury pensaron mundos futuros basados en el análisis y la observación de su presente, pero no fueron los únicos que asumieron este desafío, muchos otros autores se sintieron atraídos por este género tomado como una gran metáfora de la realidad. Sobre ello volveremos en próximos artículos del Club de la Serpiente.

Danisa Andrea Pérez
- Profesora de Lengua y Literatura -