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Caso Dalmasso: ¿A las puertas del juicio o de la prescripción?
Macarrón vuelve a Tribunales
Foto: A doce años del crimen, la Justicia profundiza las sospechas sobre el viudo de Nora Dalmasso.
El viudo de Nora Dalmasso está citado mañana a las 11,30 por el fiscal Luis Pizarro, que podría cambiarle la imputación. El magistrado descreería de la hipótesis del viaje en avión y se inclinaría por la teoría del sicario. El ex vocero Daniel Lacase podría ser acusado como autor intelectual de un crimen motivado en razones económicas.
Publicada el en Reflexiones

El próximo 25 de noviembre se cumplirán doce años del cobarde asesinato de Nora Dalmasso y la sombra ominosa de la prescripción se proyecta inevitablemente sobre el voluminoso expediente. El fiscal Luis Pizarro, transitoriamente a cargo de la investigación, citó a declarar mañana al único imputado que tiene la causa: el traumatólogo Marcelo Eduardo Macarrón, viudo de la víctima y ex querellante, acusado de ser el autor material del asesinato de su esposa en base a la prueba más contundente que tiene el expediente: el análisis genético del ADN hallado en la escena del crimen, el cuerpo de la víctima y el lazo de toalla con que fue estrangulada.

Macarrón está imputado desde marzo de 2016 como supuesto autor del homicidio calificado agravado por el vínculo de Nora Dalmasso. Pese a la gravedad de la acusación -que ameritaría un juicio con jurados populares-, el viudo transitó estos 32 meses en libertad, sin restricciones ambulatorias, sociales ni laborales. Apenas un embargo a modo de fianza de su coqueta vivienda de Villa Golf -el mismísimo escenario del crimen-, que está inscripta como bien de familia.

La situación procesal de Macarrón podría verse aliviada si mañana se confirman los trascendidos y el nuevo fiscal reformula la imputación y en lugar de presunto autor material del crimen lo sindica como co autor o partícipe necesario de un crimen por encargo.

El fiscal anterior, Daniel Miralles, fue eyectado de la causa tras una polémica resolución de la Cámara del Crimen de Río Cuarto, presidida por Emilio Andruet. Este camarista no se inhibió de resolver la controversia pese a que su propio hijo trabajaba en el estudio del ahora sospechoso abogado Daniel Lacase. En cambio, avaló junto a sus pares el pedido del abogado Marcelo Brito, quien consideró vulnerado el derecho de defensa de su cliente porque Miralles “adelantó opinión” a los periodistas cuando les dijo en conferencia de prensa que ya estaba en condiciones de elevar la causa a juicio con Macarrón como único imputado.

Mil días

Desde aquella polémica decisión pasaron casi mil días. Luis Pizarro, que tiene competencia en causas de narcomenudeo en Rio Cuarto y Rio Tercero, asumió las tareas de la Fiscalía que dejó vacante el inefable Walter Guzmán -ascendido pese a su controvertida actuación en el caso de la desaparición de Nicolás Sabena- con la idea de atender cuestiones procesales menores hasta tanto asumiera el fiscal natural. Así lo acordó con el fiscal general de la Provincia, Alejandro Moyano. Pero pasaron casi tres años y de los postulantes que aprobaron su examen en el Consejo de la Magistratura, ninguno eligió como destino Rio Cuarto.  

Hace más de un año que Pizarro fue liberado de atender las causas de la Fiscalía vacante. De todas menos una: la del homicidio de Nora Dalmasso. En su ausencia -solo está en Río Cuarto dos días por semana-, un equipo coordinado por Virginia Massuet se ocupó de releer el expediente, tomar declaraciones testimoniales y recolectar nueva prueba. Los frutos de ese hermético trabajo se conocerán mañana, cuando el fiscal le haga conocer a Macarrón la nueva imputación. Se espera que el viudo concurra junto a sus letrados cordobeses: el verborrágico Brito y su escudero el espigado Gustavo Libeau.

Este año fue implacable para algunos de los principales actores del caso Dalmasso: uno de los dos gobernadores que se alternaron en el poder provincial desde entonces -Juan Schiaretti y José Manuel De la Sota- falleció en septiembre en un accidente automovilístico; y al juez de control Daniel Muñoz, pieza clave en la imputación del viudo, lo fulminó un cáncer de páncreas en abril.

De los cinco fiscales que tuvo la causa (Di Santo, Moine, Hidalgo, Miralles y Pizarro), dos ascendieron en su carrera judicial; lo mismo sucedió con Julio Rivero, el fiscal que sobreseyó a Lacase por las dádivas a los policías que se hospedaron en el Hotel Opera para incriminar con pruebas falsas al “perejil” Gastón Zárate como supuesto autor del homicidio.

Tres fiscales generales pasaron por el máximo cargo del Ministerio Público Fiscal sin encontrarle la vuelta al caso: Gustavo Vidal Lascano, Darío Vezzaro y el propio Alejandro Moyano, que dejará su cargo en marzo.

En estos doce años, el devenir del caso Dalmasso arroja datos dignos del Libro Guiness: el primer fiscal de la causa, Javier Di Santo, llegó a tener tres imputados diferentes -Rafael Magnasco, Gastón Zárate y Facundo Macarrón- acusados de haber asesinado a la misma persona de maneras distintas (en rigor de verdad, a Magnasco solo se lo acusó de mantener relaciones sexuales con su víctima).

A pesar de estos antecedentes y el notorio descrédito del Poder Judicial de Río Cuarto, la proximidad del 25 de noviembre genera inquietud en el poder. Por primera vez, al cumplirse doce años del homicidio, la defensa del viudo azuza el fantasma de la prescripción. Por esa razón -y por la morosidad de la Provincia en cubrir la vacante en la Fiscalía donde está la causa-, Pizarro decidió formular su propia acusación. Que curiosamente y de confirmarse los trascendidos, terminará aliviando la situación procesal del principal acusado al alejarlo de la escena del crimen, donde lo llevó su antecesor en base al incontrastable análisis genético del ADN analizado por el Ceprocor y el laboratorio especializado del FBI en los Estados Unidos.

Cabos sueltos

A diferencia de Miralles, Pizarro sí tiene claro el posible móvil del crimen: estaría convencido de que a Nora Dalmasso la asesinaron para silenciarla, porque amenazaba con denunciar supuestos negocios turbios entre su esposo, su ex vocero y posiblemente el entonces presidente de la multinacional Del Monte Fresh en Argentina, Michel “el francés” Rohrer. Pero relativizaría la prueba genética y la “ventana horaria” que hoy comprometen al viudo. Al descreer de la hipótesis del viaje en avión desde Punta del Este, Pizarro podría cambiar la imputación que hoy pesa sobre el viudo, pero sin renunciar a considerarlo responsable del crimen.

En caso de que hoy formule una nueva imputación que lo excluya de la escena del crimen, el fiscal debilitará la acusación contra el viudo -basada en prueba científica- y aliviará su situación procesal. Salvo que en este tiempo haya encontrado elementos contundentes que sostengan la nueva acusación y/o la amplíe a su vocero, pero Lacase aún no ha sido llamado a indagatoria.

El testimonio de dos mujeres que tuvieron un vínculo sentimental con el ex vocero habrían sido decisivo para que el fiscal se inclinara por el móvil económico y abonara la teoría del sicario. También la declaración de Justo Magnasco, que cuando volvía de Punta del Este escuchó que Lacase averiguaba cómo había reflejado la prensa de Río Cuarto la noticia del crimen de Nora mientras   Macarrón lo consultaba sobre un plazo fijo que había firmado con su flamante difunta esposa.

Más allá de la hipótesis del vuelo -única posible si se mantiene la acusación de Macarrón como autor material del crimen-, lo cierto es que no solo la prueba genética apuntaba al viudo. En el expediente está probado que la noche del crimen no hubo forzamiento de ventanas ni puertas - el asesino tenía llave o conocía a la víctima-; hubo un llamado al bar Alvear para tratar de que Nora suspendiera su cena con amigas y regresara antes a su casa; la víctima tuvo una relación sexual fuerte pero consentida -al límite de la violación- y no pudo defenderse; y alguien leyó, al mediodía del domingo 26 de noviembre -cuando Nora llevaba más de ocho horas muerta- el mensaje de texto que desde Punta del Este le había enviado su amante Guillermo Albarracín. Sin mencionar que la autopsia psicológica -que retrata a la víctima, pero también traza un perfil del presunto victimario- calza como saco a medida con la personalidad del imputado y las antenas de telefonía celular establecieron que el celular del “francés” Rohrer estuvo en la ciudad la noche del crimen.

Son demasiados indicios que contradicen la presencia de un sicario.

Mañana al mediodía comenzará a develarse el misterio.

Hernán Vaca Narvaja
- Periodista y escritor -