La falta de libertad de expresión, los problemas de acceso a la información y la profusión de noticias falsas representan uno de los talones de Aquiles del sistema democrático frente a los especuladores financieros globales. El alineamiento de medios adictos al Gobierno, en su mayoría grandes empresas, crean una muralla informativa prácticamente infranqueable para la sociedad.

En este contexto, la existencia de medios y periodistas no adictos al Gobierno representan la clave para el juego democrático. Pero el dueño del principal grupo de medios opositores está en la cárcel, aunque no tenga condena, por supuesta evasión fiscal; el dueño de una emisora porteña opositora al Gobierno también está detenido, sin condena, en la “causa de las fotocopias”, por el solo hecho de no haberse arrepentido y acusar a la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Tres de los principales periodistas opositores al Gobierno fueron literalmente expulsados del aire en televisión y radio y los pocos medios opositores que sobreviven son discriminados de la pauta publicitaria y sus dueños acosados judicialmente.

El escenario no es lineal y está lleno de paradojas. El periodista que escribió uno de los mejores libros sobre la corrupción en Argentina -donde explica en detalle cómo hizo el clan Macri su fortuna con la obra pública durante el gobierno de la dictadura-, es hoy uno de los paladines de la libertad de prensa y un enfervorizado defensor del clan Macri, ahora presentado como verdaderos cruzados contra la “corrupción del gobierno anterior”.

Otra de las espadas del periodismo independiente es alguien que solía denunciar el crecimiento desmedido del monopolio Clarín y ahora te explica, desde ese mismo monopolio, las bondades de la libertad de prensa que expresa el grupo Clarín, donde ahora trabaja y es una de sus más encumbradas estrellas.

Como si esto no alcanzara, ahora los principales medios de comunicación inventaron a un experto en la lucha contra el narcotráfico, que de paso provee información y arrepentidos a magistrados abocados a perseguir “la corrupción del gobierno anterior” y nunca la del presente, que mantiene presos a ex funcionarios y empresarios en base a una causa armada en base a fotocopias, servicios de inteligencia y los buenos oficios de los periodistas del establishment. 

En este horizonte mediático concentrado, los think tanks de la especulación financiera despliegan sus task force con niveles inéditos de impunidad.