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Carlos Caszely, el futbolista que desafío a Pinochet
"En Chile no hay credibilidad"
Foto: Carlos Caszely fue el único deportista chileno que desafió al dictador Augusto Pinochet.
El histórico goleador del seleccionado trasandino analizó la crisis social y económica de su país: “Tenemos gobernantes que no están en sintonía con la gente”.
Publicada el en Crónicas

Carlos Caszely es uno de los rebeldes del fútbol. Un jugador diferente, adentro y afuera de la cancha. Considerado uno de los mejores delanteros de todos los tiempos, “el Chino” o “el Rey del metro cuadrado” -como lo bautizaron por su habilidad para gambetear en espacios reducidos- es reconocido y respetado por sus goles y también por ser el único deportista chileno que desafío abiertamente a la dictadura de Augusto Pinochet. 

El compromiso político que ha demostrado desde siempre lo convierte en un referente obligado a la hora de analizar e interpretar la crisis en el país trasandino, que estalló el pasado 18 de octubre con una protesta estudiantil por el aumento del precio del boleto del Metro de Santiago. Aquel movimiento inicial derivó en una masiva expresión de descontento contra el modelo económico y social y contra el gobierno que lidera Sebastián Piñera, con un saldo parcial de 20 muertos, casi 500 civiles heridos, 9.000 detenidos y daños valuados en varios millones de dólares.

“El asunto está muy complicado. El sábado 26 de octubre hubo una marcha histórica, con una cantidad de gente manifestando que no se veía desde el plebiscito por el ‘No’ de 1988, y ese movimiento no se va a detener hasta que haya cambios sustanciales”, refiere Caszely. “Aquí no hay banderías políticas, es el pueblo el que está expresando su disconformidad.  No hay credibilidad en el gobierno, en los políticos, en los militares y en los funcionarios judiciales”, puntualiza el ídolo de Colo Colo, club donde es el máximo goleador histórico con 208 anotaciones.

“El tema del metro, lo que ustedes los argentinos llaman el subte, fue la gota que colmó el vaso. En Chile hay muchas cosas que están mal desde hace bastante tiempo y los gobernantes no han sido capaces de resolver esta madeja”, señala el ex futbolista. “Para colmo, algunos le echaron bencina al fuego. Por caso, el exministro de Hacienda, Felipe Larraín, dijo en tono de burla que los enamorados podían aprovechar para regalar flores, porque estas habían bajado su precio un 3 por ciento. También lo hizo Piñera cuando dijo que estábamos en guerra y la Cecilia Morel (la esposa del primer mandatario), cuando habló de que iban a tener que empezar a compartir sus privilegios”, añade.

“Ellos no nos representan, pero están muy cómodos en el poder. Aquí un diputado gana 30 mil dólares por mes y un sueldo básico son 300 dólares. La diferencia es abismal entre el pueblo y quienes supuestamente tienen que representarlo y defenderlo, y la gente está tomando conciencia de ello”, subraya el ícono del seleccionado chileno de los’70/’80.

Un antes y un después

Caszely añora el Chile “que era todo amor y amistad”, un país diferente que sitúa en los inicios de la década del ’70, con el gobierno socialista de Salvador Allende y la Unidad Popular, cuyo derrocamiento, paradójicamente, fue demorado ex profeso por la gran campaña de Colo Colo en la Copa Libertadores de América de 1973. “Después llegó el golpe y… ¡pum! Nada volvió a ser igual desde entonces”, enfatiza.

-Alguna vez usted calificó como “pseudodemocracia” lo que sucedió al régimen militar en su país.

-Así es. Tenemos una democracia que es totalmente light y eso no va a  cambiar mientras siga vigente la Constitución del año ’80. Hay que cambiarla. No puede ser que nuestra ley suprema permita privatizar todo. ¿El agua privada? ¿La luz privada? Esas cosas tan esenciales tienen que estar en manos del Estado. Pero de un Estado que defienda los intereses del país y de su pueblo, no de un Estado como el que tenemos en este momento. Aquí hay una corrupción enorme en la administración pública. Tenemos gobernantes que no están en sintonía con la gente.

-¿La desigualdad existente atenta también contra el desarrollo del deporte?

-Totalmente. Aquí un chico, para entrar a una de las universidades más baratas, necesita 300 mil pesos mensuales, que es el sueldo de un obrero. Y los que logran tener buenas notas pueden acceder a una beca que es solventada por empresas privadas y que es una trampa, porque esos alumnos egresan con una deuda que termina siendo impagable.

-Y pensar que el discurso dominante en todo el continente hablaba del “modelo chileno” como sinónimo de éxito.

-El propio Piñera, unos días antes de que se iniciaran las protestas, dijo que nuestro país era un oasis… Mira cómo estamos ahora. 

-En sus apariciones públicas y mediáticas en Argentina Piñera hasta llegó a dar consejos de cómo manejar la economía y la política, y sus sugerencias eran escuchadas con mucha atención por los gobernantes.

-Claro. A ustedes les pasó algo muy parecido con (Mauricio) Macri en los últimos años. Tanto él como Piñera son simples gerentes que saben mucho de números pero que tienen muy poca conciencia social.   

-¿Y cuáles son las expectativas en lo inmediato?

-Las manifestaciones van a seguir. Para hacer tortilla hay que romper huevos, más allá de que desgraciadamente lo haga sólo el obrero. Mucha gente se ha plegado a las marchas que son totalmente pacíficas, con cantos y consignas, aunque siempre hay algún lumpen que quiere sacar provecho y provoca episodios de violencia que terminan haciéndole un daño enorme a la protesta. Esto era un volcán y explotó. Y los cambios en el gabinete han sido un maquillaje muy sutil. De hecho, los tres ministros que hablaron imbecilidades siguen estando aunque en otras funciones.

Jugar para vivir

Caszely no anda con vueltas ni habla con eufemismos. “Tengo mucho que agradecerle al fútbol. Si no fuera por él, hoy estaría bajo tierra”, reconoce. Se muestra gratificado por el Cabildo Abierto al que convocaron los jugadores del plantel profesional de Colo Colo y también por el compromiso social que varios deportistas chilenos exhibieron en los últimos días, aunque subraya que “había que ser más que guapo” para combatir abiertamente “y con todo” al régimen de Pinochet. 

“Yo lo hice muy solo, sin máscaras, sin esconderme y con las manos bien limpias. Había que tener unos huevos bien grandes para eso. Pero siempre pensé que antes que deportista uno es persona, y lo mismo pasa con un periodista o un taxista. Jugar al fútbol fue un privilegio para mí, pero eso no significa que me olvidara de pensar, que dejara de mirar al que sufre y que renunciara a luchar por un camino de esperanza”, sostiene.

Levantar aquellas banderas no le resultó sencillo en tiempos de dictadura. “Dos veces me sacaron de la selección, en las eliminatorias para el Mundial ’78 y en la Copa América ’83, porque el presidente de la Asociación Nacional de Fútbol Profesional (el general Eduardo Gordon) era un carabinero que no me quería en el equipo”, comenta.  

Pero no sólo eso. Luego del debut de Chile en el Mundial ’74, con derrota 1-0 ante el anfitrión Alemania Federal con expulsión incluída, Caszely fue acusado de formar parte de una conspiración comunista para desprestigiar a su país. Hoy se ríe de aquella anécdota, que pasó a la historia por tratarse de la primera tarjeta roja que se mostró en una Copa de la Fifa, y hace su descargo: “La historia fue exactamente al revés. El árbitro era un turco, Dogan Babacan, que era un reconocido militante fascista, y al que quisieron perjudicar fue a mí. Berti Vogts me pegó 40 patadas, yo le devolví una y me echaron”. 

Algunos meses antes, el periplo de “la Roja” al Mundial de Alemania ’74 había incluido una de las puestas en escena más vergonzosas de la historia del deporte: el “partido fantasma” que la selección chilena salió a jugar al Estadio Nacional de Santiago el 21 de noviembre de 1973, sin un rival al frente, por la deserción de la Unión Soviética por “consideraciones morales”. 

“Aquello fue el teatro de lo absurdo. Recién la noche anterior nos avisaron que los rusos no venían y se montó ese show burdo de salir a la cancha y convertir un gol sin jugadores contrarios y frente a un arco vacío, y después jugar un amistoso ante el Santos de Brasil, cuando ninguno de nosotros estaba en condiciones de actuar en forma normal”, rememora.  La antesala de la parodia había sido aún más nefasta: una delegación de la Fifa inspeccionó el campo de juego del estadio, que por entonces funcionaba como un campo de concentración y de exterminio, y le dio el visto bueno para que sea escenario del fallido duelo ante los soviéticos.

Caszely también sufrió la censura de los medios oficialistas, que recibieron una estricta orden de no realizar la cobertura periodística del partido despedida del goleador, que se realizó el 12 de octubre de 1985 y contó con la asistencia de 85 mil espectadores. 

Un partido aparte

Pero hubo otro episodio aún más dramático, que recién saldría a luz tres años más tarde, cuando el exgoleador se convirtió en uno de los referentes de la campaña por el “No” en el plebiscito que debía definir la continuidad de la dictadura o la convocatoria a elecciones: el testimonio de su madre, Olga Garrido, quien se reconoció víctima de torturas y vejámenes durante el régimen pinochetista. 

Aquella declaración pública terminó siendo decisiva para el resultado del referéndum y, por ende, para el futuro de la sociedad chilena. “Lo que sucedió con mi madre fue complicado. Es algo que todavía no logro entender. Está claro que me pasaron la cuenta”, reconoce Caszely. 

Aquella difícil experiencia familiar fue el disparador de uno de los hechos más recordados que el ídolo chileno protagonizó fuera de los campos de juego: haberle negado el saludo a Pinochet cuando éste convocó al seleccionado chileno en la previa del Mundial ‘74. Así lo recuerda Caszely en el documental “Los rebeldes del fútbol” (2012): “Estamos en un salón y de repente escuchamos el ruido de unas botas. Se abre la puerta y aparece él con capa, lentes oscuros, gorra; una cara agria, sucia, dura. Empieza a saludar a los jugadores y cuando lo tengo bien cerca me pongo las manos atrás. Se produjo un silencio que parecieron 100 horas”. 

En otra entrevista Caszely dio cuenta de un posterior encuentro con el dictador: “En una ocasión me vio con una corbata roja y me hizo un gesto con los dedos simulando una tijera. Era como si dijera que me la iba a cortar. Entonces le dije: ‘Córtemela, que en mi casa tengo más’. Y me contestó que iba a mandar a alguien a mi casa a cortar las otras corbatas”.

En otro escenario

A los 69 años, la vida de Caszely transita a una prudente distancia del fútbol. “En 2014 estuve en el directorio de Blanco y Negro, la sociedad que maneja Colo Colo y que en sus primeros años de existencia fue propiedad de Piñera, pero me fui cuando me di cuenta de que mi voz no valía”, dice. “Hoy mi único objetivo es disfrutar de la vida”, sostiene el hombre que, además de referente deportivo de varias generaciones, es profesor de educación física, licenciado en administración de empresas y periodista. 

“Tengo buenos amigos allá en Córdoba, aunque no recuerdo haber jugado algún partido”, afirma. Revela que hace poco estuvo en Río Cuarto “visitando a unos amigos que tienen plantaciones de maní” y hace mención a un gran futbolista de nuestra provincia, el exbarcelonista Juan Carlos “la Milonguita” Heredia, quien fue contemporáneo en sus tiempos de jugador del Espanyol y con el que animaron varios clásicos de Catalunya: “Llegamos a jugar juntos en algunos partidos a beneficio”. 

El 5 de octubre pasado Caszely recibió una vez más el cariño de la gente en la previa de un clásico entre Colo Colo y Universidad de Chile: “Ni siendo (Pablo) Neruda o (Gabriela) Mistral podría describir lo que sentí en ese momento”, reflexiona el también exjugador de Levante de España, Barcelona de Guayaquil y Cosmos de Nueva York. 

Aquel homenaje tuvo lugar en el Estadio Nacional de Santiago, el escenario que la Conmebol insiste en sostener para la final de la Copa Libertadores de América que protagonizarán River Plate y Flamengo el próximo 23 de noviembre. “Como están las cosas hoy, no es factible que ese partido se juegue aquí. Hay muchos problemas con el transporte y con la circulación de personas en general, y la gran cantidad de gente que vendría desde Argentina y desde Brasil sufrirían las consecuencias”.

Aunque también hizo una breve experiencia como agregado deportivo en la embajada de España, Caszely reniega de la posibilidad de ocupar algún cargo público. “Prefiero pelearla desde afuera porque si te metes en la política el sistema te termina absorbiendo y no te deja salir de la burbuja”. Asimismo, repudia los excesos de los militares en las últimas semanas, que están siendo relevados por organismos de derechos humanos: “Está claro que no aprendieron nada”.

-Como muchos deportistas famosos, en su época de esplendor alguna vez hizo de actor y también de cantante. ¿Es cierto que hoy se dedica al stand up?

-Por supuesto. Y también doy charlas vivenciales. Como verás, hago un poco de todo. Al espectáculo de stand up lo hago en empresas, en teatros, en bares… Voy donde me llamen. Lo hago para reírme un poco de la vida.  

Hugo Caric
- Periodista -