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El riocuartense Javier Smaldone fue allanado y detenido por la Policía Federal, que lo acusó de cometer delitos informáticos. A un mes de aquella pesadilla, está convencido de que es víctima de una persecución política. Acusa a la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich.
Publicada el en Crónicas

Asoma el alba de un cálido martes primaveral. El día promete ser uno más, cargado de rutina laboral. Pero no lo será para Javier Smaldone, el riocuartense que cobró notoriedad por sus críticas al voto electrónico y a la empresa Smartmatic, contratada por el Gobierno nacional para realizar el escrutinio provisorio de las elecciones presidenciales de 2019. Es martes ocho de octubre, son las seis de la mañana y el experto en seguridad informática no sale  de su perplejidad: hay policías revolviendo hasta el último rincón de su hogar en Buenos Aires.  Nadie le explica el motivo. Siente miedo. Sabe que no ha cometido ningún delito y desconoce el motivo del allanamiento. Piensa en una acusación por violación, pedofilia “o alguna de esas cosas de las que resulta muy difícil reponerse, por más que uno sea inocente”.  

De pronto los policías paran y el mal momento parece llegar a su fin. Sin embargo, para su sorpresa, le ponen las esposas y lo trasladan al Área de Cibercrimen de la Policía Federal Argentina (PFA). “Averiguación de antecedentes”, le dicen por todo argumento. Junto con Smaldone, los uniformados se llevan sus herramientas de trabajo: celulares, la computadora y la Tablet. Al llegar toman varias impresiones de sus huellas digitales. “Se supone que querían saber quién era yo, algo totalmente ridículo. Lo hicieron para amedrentarme, para que no moleste, pero no lo lograron”, dice Smaldone una vez liberado. Y agrega, a modo de explicación: “Es lo que acostumbran hacer las fuerzas autoritarias desde siempre”.

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La causa, caratulada “Violación de correspondencia”, le imputa a Javier Smaldone haber publicado información confidencial de la PFA mediante una cuenta fraudulenta. La investigación se inició a principios de 2017, cuando la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, fue víctima de un ataque informático y un hacker intervino sus redes sociales. En aquél momento Smaldone, que es especialista en informática, advirtió que los atacantes habían accedido también a información sensible de la fuerza policial. A partir de entonces, asegura, fue víctima de seguimiento y persecución. Sus movimientos eran controlados por distintos dispositivos a través del whatsApp, la tarjeta SUBE y la instalación de cámaras de seguridad en sus domicilios de Buenos Aires y Río Cuarto. “Entiendo que el único objetivo fue amedrentarme, lograr que yo no hablara más del tema”, explica Smaldone.

El 12 de agosto se produjo en el país un hecho similar al caso Snowden, el consultor tecnológico estadounidense que filtró documentos de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA). Un hacker identificado en twitter con la cuenta público documentos de la NSA. El hacker identificado en Twitter con la cuenta @LaGorraLeaks2.0 publicó documentos con información sensible de la PFA y se atribuyó el ataque informático del 2017.

La noticia no hacía más que confirmar las advertencias que había hecho Smaldone. Pero su experticia lo convirtió, inexplicablemente, en sospechoso. Padre de dos hijos, el riocuartense quedó bajo la lupa de Bullrich y los suyos.

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Javier Smaldone está detenido en Buenos Aires. En Río Cuarto, su hija Carla atiende una llamada que la deja igualmente perpleja: un medio de comunicación de Buenos Aires quiere saber por qué detuvieron a su papá. Ese llamado es la primera noticia que la familia tiene de la detención de Smaldone. Acuden a las redes sociales para advertir que desconocen su paradero y denunciar persecución política. El celular de Carla está en llamas. Mientras ella intenta explicar lo inexplicable, las redes estallan: “Demoraron a un experto en informática por el hackeo a los sistemas de la Policía Federal”; “GorraLeaks: detienen a Javier Smaldone”; “Detienen a un experto en informática por un hackeo”, titulan algunos portales de noticias.

 

Mientras todavía se desconoce el paradero de Smaldone, Twitter se torna en un impensado campo de batalla. La cuenta del informático  @mis2centavos es  la gran protagonista. Miles de seguidores -colegas, profesionales y usuarios comunes-  le hacen llegar su apoyo: “Nuestra solidaridad a @mis2centavos, estamos a disposición si necesitan algo”; “Ojalá se cumplan todas las garantías que le corresponde y no sea un vulgar apriete por mostrar las fallas en el voto electrónico”. Otros miles celebran su detención: “Se lo merece, filtró información”; “Que se la banque, le gusta joder con información ajena”; “Si es verdad que filtró datos de la policía ojalá esté adentro por muchos, muchos años”.

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“Mucha gente se comunicó con mensajes de apoyo, ofreciéndome ayuda y solidarizándose. Lamentablemente los medios de prensa, al contrario, cuando publicaron mi detención me trataron como un delincuente. También se pronunciaron funcionarios públicos descalificándome. Estoy evaluando iniciar acciones civiles por injurias”, admite Smaldone.

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Son las 18 del martes ocho de octubre y Javier Smaldone es liberado. Al salir lo buscan sus amigos. Recién entonces puede comunicarse con su familia. Hace calor y por esas cosas del destino, el informático luce la misma remera que tenía por la mañana, cuando fue detenido, una remera negra con un claro mensaje icónico del estampado en el que sobresale un dedo índice erguido: fuck you.

Smaldone está libre, pero furioso. Jura que no lo van a callar, ni amedrentar. Dice que no tiene miedo, aunque admite que la detención le generó muchos problemas. Además de secuestrarle sus herramientas de trabajo, algunos clientes podrían asustarse por el trato de “delincuente” y “hacker” que le dieron los medios de comunicación. “La estoy peleando. Me da mucha bronca que se haya expuesto a mi familia y que hayan vigilado a mis hijos con cámaras. Esto ha sido una persecución política que afecta la libertad de expresión. Si tengo que llegar a la Corte Suprema de Justicia, lo haré”, insiste decidido, indignado.

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Han pasado dos semanas de su detención y Smaldone se presenta en Tribunales con dos escritos redactados por su abogado: en el primero pide se declare nulo el allanamiento y se le devuelvan sus herramientas de trabajo; en el segundo, que se investigue por qué mintió la policía.

En twitter, bajo el irónico hashtag #GraciasPatoBullrich, da detalles de la persecución política de que ha sido víctima. Y pide Justicia.

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-El canal Todo Noticias (TN) dice que usted es el hacker, porque el perfil investigado se identifica con una S, ¿Esto es así?

-No, claramente TN inventó eso, posiblemente porque se lo dijo alguien de la Policía, o vaya uno a saber quién, algún periodista. Y TN lo repitió como si fuera un hecho. Mi bronca aumenta cuando muestro en redes sociales fragmentos del expediente donde está claro que no hay nada en mi contra: ninguna acusación formal, ni siquiera una sospecha. Y ningún medio se hace eco de eso. Muy poquitos medios, generalmente comunitarios o muy chiquitos, levantaron esa noticia. De todos los medios que se hicieron eco de mi detención y me trataron como un delincuente, ninguno se hizo eco de mi descargo.

Smaldone evalúa querellar a los medios hegemónicos como Clarín y TN. “Salieron a decir que yo fui el principal responsable del hackeo de datos, pero en los expedientes solamente hay una sospecha de la Policía que no tiene ningún fundamento”, advierte. A TN le reprocha además haber utilizado una fotografía en la que aparece junto a su hija: “Me trataron de delincuente cuando ni siquiera existía una acusación contra mí y con esa difusión perjudicaron a toda mi familia”, insiste.

- ¿Tiene vínculo con el usuario que se menciona como @LaGorraLeaks2.0?

-Es una cuenta, yo no sé si atrás de esa cuenta hay una persona, dos personas o veinte

personas. O si en algún momento fue usada por una persona y luego por otra. Uno no puede saber quién está detrás de una cuenta en una red social. Yo no tengo ninguna relación con quién está detrás de esa cuenta. Hasta donde yo sé, porque no sé quién o quiénes sones son. Lo que sí hice es estar atento a las cosas que han publicado, porque entiendo que ha ocurrido un hecho grave que involucra información sensible de la fuerza de seguridad. Esa información pone en riesgo a los propios efectivos de la fuerza, pero también a ciudadanos que pueden haber brindado testimonio o denunciado algo en secreto y se termina filtrando. Pero yo me enteré de su existencia porque vi que otros usuarios la difundieron.

- Quien está detrás de esa cuenta, ¿busca incriminarlo a usted al usar la S?

- Si voy a cometer un delito y pongo como seudónimo la inicial de mi apellido soy un idiota. Además, con ese criterio, el hacker también podría ser Margarita Stolbizer.

Amante de la informática hace más de 15 años, desarrollador de software libre, Javier

Smaldone tiene 43 años y en sus ratos libres se dedica a programar. También le inquieta el impacto social que tienen las computadoras en los sistemas informáticos: “Así como muchos médicos que se dedican a curar gente también difunden cierta información alertando sobre determinadas cosas, yo hago lo mismo, pero desde lo mío, que es la informática”.

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De carácter serio y barba blanca, Javier Smaldone luce un brilloso aro en la oreja, que le da un toque canchero a su “seriedad”. Tiene un humor agudo, inteligente, irónico. No le gusta hablar de sí mismo porque no se considera “ni tan especial, ni tan importante

Su hija, que salió a defenderlo como una leona en twitter cuando supo de su detención,  asegura que sus conocimientos en informática no pueden ser  indicios de ningún delito en un país democrático “¡Es una locura pensarlo! –exclama-. Es como si al cerrajero, por saber desarmar una cerradura, lo acusan de entrar a una casa”.

Carla cree ciegamente en la honestidad de papá Smaldone y, pese a ser militante de Franja Morada –agrupación radical que integra la alianza gubernamental-,  está convencida de que todo lo sucedido se debe a las críticas de su padre al voto electrónico y la empresa Smarmatic.

Padre e hija son como dos gotas de agua. No solo por su impactante parecido facial, sino también porque parecen estar conectados telepáticamente. Al ser consultado sobre la finalidad de un hacker, el informático apeló a la misma analogía que su hija:”El hacker es como una persona que descubre cómo abrir una cerradura. Pasa más por la moral de uno con la finalidad que use ese descubrimiento”.

Smaldone no está afiliado a ningún partido político. “Mi ideología en este caso es el respeto de las libertades individuales, la libertad de expresión y el control que debemos ejercer los ciudadanos sobre el accionar del Estado. Esas cosas son las que aparentemente molestan mucho”, advierte.

Sobre sus críticas por las fallas del escrutinio provisorio y el voto electrónico, apunta que su objetivo es simplemente “mejorar el sistema electoral, hacerlo transparente”. “Yo no quiero que pasen cosas malas. Sin embargo, uno puede no cometer ningún delito y terminar preso solo por mostrar cosas que le molestan al Gobierno. Solo por eso sufrí un allanamiento y me esposaron. Esta es la Argentina de hoy”, se lamenta.

“Me gustaría que esto que me pasó, la forma en que fui investigado e incriminado en algo que no tenía nada que ver, cómo fui allanado, cómo fui detenido, cómo fui escrachado por varios medios, sirva de ejemplo al resto de los ciudadanos de lo que pasa cuando se incomoda a un gobierno”, concluye Smaldone.

Carla Deheza
- Estudiante de Comunicación Social -