Ya nada sorprende en el intrincado devenir del caso Dalmasso. Ni las imputaciones absurdas, ni las causas archivadas, ni las dudas insuperables de los fiscales, ni las sentencias arbitrarias contra periodistas. La misma semana que cobraron -por decisión del Tribunal Superior de Justicia de Córdoba (TSJ)- una indemnización de 240.000 pesos por la supuesta invasión de esta revista a su intimidad, los hermanos Macarrón se expusieron ante los medios de comunicación para defender a su padre, como lo supo hacer tiempo atrás su vocero Daniel Lacase.
La batalla judicial, como ocurrió siempre, se da también en el terreno mediático. Con la “condena ejemplar” contra este periodista obtenida por los abogados de Macarrón –el viudo y sus hijos-, la familia se dispone ahora a dar pelea en los medios de comunicación para crear un clima favorable al inevitable juicio que se hará en 2020.
En su estrategia picó en punta La Voz de Macarrón (perdón, del Interior), que el domingo 24 publicó una “entrevista exclusiva” –guionada- que incluyó la reproducción de una fotografía de los hermanitos Macarrón, el imputado y… “Nené” Grassi, la madre de la víctima, cuyas sospechas sobre el viudo no son un secreto para nadie en Río Cuarto.
Al otro día, aniversario del crimen de su mamá, el diario Puntal de Río Cuarto reforzó la embestida mediática del imputado al reproducir íntegramente, como si fuera una solicitada, la “carta a la sociedad riocuartense” firmada por Facundo y Valentina Macarrón. En este caso ni siquiera hubo preguntas guionadas. Esa misma mañana, Facundo –que pasó de imputado a diplomático en El Cairo- concedió una entrevista al siempre concesivo Miguel Clariá, conductor del programa más escuchado de Córdoba en la emisora Cadena 3.
Como era de esperar, varios portales se hicieron eco de la campaña mediática de los hijos del imputado, que a todas luces forma parte de la estrategia judicial del inefable Marcelo Brito, abogado de Macarrón (padre e hijo). El letrado sabe que no será fácil enfrentar las vicisitudes de un proceso oral y público con jurados populares, pese a que todo el peso de la acusación recaerá en las espaldas del fiscal de Cámara Julio Rivero, ya que la familia de la víctima nunca designó abogado querellante tras la cesantía de Diego Estévez.
¿Qué dicen Facundo y Valentina Macarrón en su carta abierta a la “querida sociedad riocuartense” (sic)? Sin mencionar las condenas favorables contra este periodista obtenidas en primera, segunda instancia y una tercera, parcial, del TSJ, se quejan de no haber sido escuchados nunca por los magistrados y hasta los acusan de haberlos silenciado: “Lo que nunca hicieron quienes estuvieron a cargo de la investigación por el crimen de nuestra mamá fue buscar la verdad. Prefirieron ocultar los miles de errores investigativos e ir por el camino más fácil: apuntar a la familia, los más vulnerables, amedrentarnos, y callarnos”.
A renglón seguido, “los más vulnerables” proclaman a viva voz la inocencia de su padre. Y lo hacen con argumentos ciertamente irrefutables: “No solo es una excelente persona, sino que obra cada día para levantar a su familia y como médico se compromete a mejorar la calidad de vida de sus pacientes con profesionalismo y humanidad, que lejos está de tener el perfil que gratuitamente le quieren dar. Él amaba a nuestra mamá y nos ama a nosotros como hijos, dándolo todo para que podamos estar mejor y podamos sobrellevar esta situación”.
Cuesta distinguir si se refieren a Marcelo Macarrón o a Favaloro.
“Nunca tuvimos el apoyo de la justicia”, insisten los hermanos Macarrón en su misiva. Y admiten que no fue el periodismo –como adujeron para condenarme- sino la propia burocracia judicial la que los señaló una y otra vez como sospechosos del crimen de Nora Dalmasso: “Ojalá algún día los responsables puedan ser conscientes del daño que nos han provocado como familia, porque no fue solo la pérdida de nuestra madre sino la invasión de nuestra privacidad, permitiendo que se nos juzgue sin prueba alguna y descargando sobre nosotros impunemente las mayores brutalidades de quienes tienen a su cargo la justicia. Nunca nadie, hasta ahora, nos pidió disculpas por lo que nos hicieron y por lo que nos siguen haciendo”.
Los jóvenes Macarrón nunca pidieron justicia por su madre ni se constituyeron como querellantes en la causa –pese a haberlo anunciado-, pero ahora piden comprensión y “empatía” a la sociedad riocuartense. Una sociedad que se movilizó espontáneamente para impedir que la Justicia atribuyera el crimen a un perejil -señalado por los abogados del viudo- sin otra prueba que la confesión forzada de un amigo suyo con problemas mentales.
“Les pedimos por una vez solidaridad y humanidad, a ustedes como riocuartenses y a los medios locales con el rigor periodístico que se exige para estas situaciones. Les pedimos que logren tener empatía y sentirse en el corazón de nosotros antes de juzgarnos”, claman ahora los Macarrón junior. ¿Lo de “rigor periodístico” será una amenaza velada a los medios ante la inminente cobertura del juicio, luego del triunfo obtenido ante el TSJ? Sería interesante que los colegas que no mencionaron la condena a esta revista entiendan que, como advertía Bertold Brecht, en algún momento también pueden tocar a su puerta (o a su medio).
“Perdimos una madre cuando tan solo teníamos 15 y 18 años, ahora estamos perdiendo un padre, ninguno de ellos hizo nada para merecer esto ni nosotros consideramos que existen razones para haber soportado durante todos estos años como hijos de la víctima la duda, la mirada curiosa, la indiferencia, en lugar del abrazo y del acompañamiento que tanto necesitamos. Ojalá que todos nos podamos unir para que esto realmente pueda ser la justicia que merecemos, justicia en la verdad, no en la impunidad”.
Hay algo que hace ruido. Trece años después del crimen, por primera vez los hijos de la víctima utilizan la palabra impunidad.
A treces años del crimen, el único condenado por el caso Dalmasso es este periodista, que debió indemnizar a los mismos que ahora piden “comprensión” y “empatía” a la “sociedad riocuartense” y “rigor” a los medios de comunicación.
De los tres fiscales que tuvo la causa –sin contar la “colaboración” de Marcelo Hidalgo y Rubén Moine-, los tres apuntaron al círculo íntimo de la víctima. Los últimos dos acusaron a Marcelo Macarrón por la autoría –material e intelectual- del crimen.
La acusación que llevó la causa a juicio se sustenta en la conducta de Macarrón antes, durante y después del crimen de su esposa, procurando siempre desviar la investigación hacia supuestos amantes, violadores y demás.
Esa conducta, vista en perspectiva, fue compartida y avalada por todos los miembros de la familia Macarrón, incluidos sus hijes tristes, empáticos e indemnizados.