Esta revista nació hace quince años. En realidad, no era exactamente esta revista; a mediados de 2005 no era todavía una revista digital, sino una discreta pero cuidada publicación material de 24 páginas impresas a todo color en papel ilustración de máxima calidad. Se lanzó al mercado con el único respaldo de un crédito de cinco mil pesos - ¡cinco mil pesos! - que el municipio de Río Cuarto destinaba a micro emprendedores, y la confianza (ciega) de nuestros primeros anunciantes, que apoyaron generosamente lo que hasta entonces era la idea loca de un periodista recién repatriado de La Rioja, donde había fundado y dirigido un diario exitoso hasta su última pelea para no ceder la independencia editorial al “emperador” Ángel Maza.
El primer número de El Sur llevó en tapa el caso -por entonces todavía irresuelto- de la desaparición del pequeño Alejandro Flores; las consecuencias políticas del romance entre el gobernador José Manuel De la Sota y su ministra Adriana Nazario -que el semanario Otro Punto, de la inolvidable Alejandra Elstein, había develado en exclusiva- y los cortocircuitos políticos entre el entonces intendente Benigno Rins y su socio, el (ex)peronista Gumersindo Alonso.
Desde aquella tapa iniciática pasaron 180 meses -alrededor de 5.500 días-, cuatro presidentes, dos gobernadores -que se alternaron sucesivamente en el poder- y tres intendentes. Hubo crisis política, económica, social; vaivenes institucionales; tristezas y alegrías deportivas; fallos judiciales absurdos; casos de gatillo fácil y violencia institucional.
El Sur fue encontrando su identidad periodística como una alternativa a la concentración de los medios hegemónicos en el país, la provincia y la ciudad. Asumimos el desafío de crear una agenda propia, reflejar las contradicciones de una sociedad cambiante y esquivar las presiones de los gobiernos de turno. En nuestras páginas escribieron talentosos periodistas de Río Cuarto, Córdoba y otras provincias (Adolfo Ruiz, Lucía Maina, Alexis Oliva, Pía Florio, Guillermo Posada, Sergio Carreras, Corina Asnal, Hugo Caric y Guillermo Alfieri, entre tantos otros), que abordaron con total libertad un abanico generoso de temas políticos, económicos, sociales y culturales.
La revista El Sur, surgida en la que luego sería proclamada capital alterna de Córdoba por De la Sota, se distribuyó durante casi diez años en los kioscos de diarios y revistas de toda la provincia. Hasta que el incesante incremento de los costos -fundamentalmente del papel y las tintas-, la renovación generacional de los lectores y la desenfrenada evolución tecnológica impusieron su reconversión hacia el ecosistema digital de medios, donde irrumpió en 2015 con una página web dinámica y moderna, que no resigna profundidad y mantiene una mirada crítica de la realidad. Después llegaría, naturalmente, su expansión a redes sociales, que suman más de veinte mil seguidores en sus diferentes cuentas.
Periodismo que incomoda
Quince años son tres lustros. Se dice fácil, pero es realmente mucho tiempo. Tal vez no en la vida institucional de una ciudad, una provincia o un país. Pero sí en la vida de una persona, una familia, una generación. Ni hablar en la vida de una publicación alternativa, hecha a pulmón, con independencia real de los poderes fácticos. Una revista que incomodó, incomoda e incomodará al poder, en la convicción de que el periodismo -parafraseando a Natalio Botana-, debe ser molesto e insistente como un tábano.
Esta revista soportó presiones políticas, económicas, demandas y hasta condenas judiciales. La más absurda: el espionaje a su director por parte del ex presidente del Colegio de Abogados, Pedro Rossi Jaume, para evitar que se difundieran los entretelones del escandaloso juicio de divorcio de su hijo Pedrito; la más temeraria: la condena en dos instancias judiciales a esta revista a indemnizar por daño moral a dos de los cuatro imputados que tuvo la investigación judicial del cobarde homicidio de Nora Dalmasso. Sanciones “ejemplificadoras” de un poder judicial clasista, soberbio y corporativo que, como en la parábola del alacrán y la rana, se auto inmola cada tanto para salvar a sus miembros más cuestionados, profundizando así su insalvable divorcio del común de los mortales.
En estos quince años perdimos y recuperamos la pauta publicitaria de la Provincia en función del cambio de humor que cada tapa de la revista producía en el ex gobernador José Manuel De la Sota o en su socio político Juan Schiaretti. Apenas asumió la presidencia Mauricio Macri, perdimos la pauta oficial de un gobierno que derogó parcialmente la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual para ensanchar la brecha entre medios concentrados y alternativos en el país.
En estos quince años denunciamos la ineficacia y complicidad del Ministerio Público de Río Cuarto y expusimos las miserias funcionales de sus cuatro estandartes: Julio Rivero, Javier Di Santo, Rubén Moine y Walter Guzmán. Pese a todo lo que publicamos en estos años sobre su espantoso desempeño en los casos Flores, Dalmasso, Sabena, Muñoz y tantos otros, Guzmán fue premiado con su traslado a otra jurisdicción y Rivero ascendió a fiscal de Cámara. La dupla Di Santo-Moine espera, paciente, un ascenso que algún día llegará, inexorable, mientras siguen mandando gente (pobre) a la cárcel en base a endebles indicios producidos por la mala praxis policial y sus propios prejuicios de clase.
En estos quince años denunciamos el vergonzoso nepotismo reinante en la Justicia Federal de Córdoba, cubrimos distintos juicios por crímenes de lesa humanidad y rendimos tributo a mujeres tenaces y valientes como María Elba Martínez, Susana Yofre de Vaca Narvaja, Irma Ruiz, Irina Santiesteban, Susana Dillon y Estela de Carlotto; acompañamos el dolor de las mayorías populares tras la inesperada muerte del ex presidente Néstor Kirchner; y reflejamos las miserias de los desmemoriados socios vernáculos de Cambiemos, la alianza con el PRO que, surgida en estas tierras -como prueba sigue abierta la sucursal del Banco Ciudad… ¡de Buenos Aires!- que le dio otro empujoncito a la degradada Unión Cívica Radical para ubicarse como furgón de cola de la derecha más reaccionaria del país.
En estos quince años expusimos en la tapa de la revista a un juez civil acusado de abuso de menores durante un audiencia pública en tribunales, al que el fiscal general -cargo hoy inexplicablemente vacante en la Provincia- le pidió un jury de enjuiciamiento que nunca prosperó en la Legislatura; también reflejamos el pedido de juicio político -impulsado por el mismísimo De la Sota- a los tres fiscales que pretendieron cerrar el caso Dalmasso inculpando a un perejil (Di Santo, Moine y Marcelo Hidalgo), que tampoco prosperó en la Legislatura.
En estos quince años escribimos sobre el vedetismo del camaleónico dirigente Luis Juez, que en uno de sus habituales ataques de diarrea verbal nos asoció con los mismos servicios de inteligencia que trabajaron para el establishment periodístico de su gobierno; analizamos las inconsistencias políticas del eterno legislador Mario Negri y de su socio, el impresentable Oscar Aguad, funebrero de la Ley de Medios y garante de la impunidad de su jefe político en la escandalosa causa del Correo Argentino; y denunciamos la actitud desestabilizadora del Banco de Córdoba durante los golpes de mercado contra la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
También rendimos homenaje a colegas entrañables que emprendieron demasiado pronto su último viaje, dejando tras de sí una estela luminosa en el firmamento periodístico. Personas talentosas y comprometidas que nutrieron y nutren el periodismo con su inigualable ejemplo: José María Pasquini Durán, Martín Malharro, Guillermo Alfieri, Alejandra Elstein y Osvaldo “turco” Wehbe. A ellos nuestro reconocimiento y el compromiso de redoblar la apuesta para seguir ejerciendo este oficio, el más lindo del mundo, con la misma convicción que hace tres lustros.
¡Salud revista El Sur!