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Una disputa territorial reflota la tragedia
No más genocidios contra armenios
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¿Puede a mundo hipócritamente hablar de paz mientras vende armas a Azerbaiyán que se usan para violar pactos internacionales humanitarios? El drama de la comunidad armenia que parece no tener fin.
Publicada el en Reflexiones

En general, pocos saben que es Artsaj Nagorno o la República de Karabaj, ni dónde queda y cuáles son las razones del conflicto existente. Por los medios de difusión poco, pero se va conociendo, que se libra una guerra entre la República de Azerbaiyán, apoyada por Turquía por un lado y la República de Karabaj, apoyada por Armenia, en disputa por el territorio de Nagorno Karabagh.

            No quiero perderme en cuestiones jurídicas e históricas en el tema, pero lo cierto es que el territorio en disputa históricamente desde cientos de años perteneció a Armenia. Obviando pasos, el 10 de agosto de 1920, luego de la primera guerra mundial, se reconoció la independencia a Armenia del Imperio otomano. Dicho territorio quedó bajo la órbita de la U.R.S.S. (Unión de República Socialista Soviéticas), la que a la zona caucásica la dividió en tres estados Georgia, Armenia y Azerbaiyán y a este último país, en 1921, le entregó los territorios armenios de Najicheván y Nagorno Karabagh. En dicha ocasión Armenia no pudo ejercer resistencia, porque su pueblo sufría el genocidio por parte del Imperio Turco-otomano y estaba en plena diáspora. Recuérdese que, en manos turcas-otomanas, desde 1915 a 1923, se eliminaron con criterios étnicos y usando la religión islámica, entre 1.500.000 y 2.000.000 civiles armenios, casi toda la riqueza del pueblo armenio le fue confiscada o robada y miles debieron huir a refugiarse en otros países a vivir precariamente. Genocidio ése, en el que se atacó también y murieron 500.000 cristianos siríacos, en la denominada Sayfo y 350.000 griegos ortodoxos.

            El pueblo armenio entre 1894 y 1896, bajo el mandato del Sultán Abdul Hamid II, sufrió en Turquía las llamadas “masacres hamidianas”, en la que murieron 300.000 armenios. Luego, los dirigentes del Partido de los Jóvenes Turcos, en un etnocentrismo enfermizo, se decían herederos de la Horda de Oro de Gengis Khan y sostenían que “la gran raza turca” había venido para gobernar el mundo y ordenaron llevar adelante “el exterminio de los armenios hasta el último individuo”.

            El territorio de Najicheván, entregado por los rusos, está aislado y lejos de Azerbaiyán y en él, los armenios fueron víctimas de progromos (masacres, aceptadas o promovidas por el poder) y tuvieron que huir. Por su parte el territorio de Nagorno Karabaj, siempre estuvo poblado en un 90 % por armenios, con una religión en su mayoría cristiana ortodoxa, que buscó su independencia de Azerbaiyán.

            En ese contexto, el 27 de febrero de 1988, se llevó a cabo el primer pogromo masivo contra los armenios en Azerbaiyán, en la localidad de Sumgait, durante el cual la población armenia de la ciudad fue brutalmente masacrada y expulsada. Luego vendrían otros progromos, como el de Bakú, en enero de 1990, que se reflejaron en un informe del “Comité de las Naciones Unidas en la eliminación de la discriminación contra la mujer”, en el que se señaló que, la comunidad armenia de Bakú, capital de Azerbaiyán, “fue asesinada, torturada, robada y humillada. Las mujeres embarazadas y los bebés fueron acosados, las niñas fueron violadas delante de los ojos de sus padres, cruces cristianas fueron quemadas en la espalda y sufrieron diversos abusos por su fe cristiana”.

            Por su parte, Hajibala Abutalybov, vice primer ministro de Azerbaiyán hasta 2019, siendo alcalde de Bakú, en 2005 y frente a una delegación alemana en Baviera, en 2005, dijo: “Nuestro objetivo es la eliminación completa de los armenios. Ustedes, los nazis, eliminaron a los judíos en los años treinta y cuarenta, ¿verdad? Deberías poder entendernos".

            Asimismo, en 2004, Ramil Safarov, un militar azerí, mientras participaba en un curso de estudios patrocinado por la OTAN en Budapest, capital de Hungría, como teniente del ejército de Azerbaiyán, asesinó con un hacha al teniente del ejército armenio Gurgen Margaryan. El asesino reconoció que fue formado en Turquía y sostuvo en su declaración indagatoria, que “la única motivación para mí es luchar contra los armenios y matar a tantos como sea posible”. En 2006, Safarov fue condenado en Hungría a cadena perpetua por el asesinato de Margaryan. Luego, mediante la aplicación del artículo 12 del “Convenio sobre la Transferencia de Personas Sentenciadas”, fue extraditado el 31 de agosto 2012 a Azerbaiyán. Al llegar a su país, el presidente azerí, Ilham Aliyev, lo indultó y ascendido al rango de Mayor del Ejército, fue nominado al título de 'Héroe de Azerbaiyán' y el Estado le regaló un departamento y le reconoció una indemnización proporcional a los ocho años que pasó en prisión en Hungría. En mayo de 2020, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) dictaminó que Azerbaiyán violó la Convención Europea de Derechos Humanos al liberar al oficial extraditado.

            Por su parte el presidente azerí, Ilham Aliyev, no oculta su fanatismo de odio en contra los armenios, haciendo afirmaciones, tales como que "(sus) mayores enemigos son los armenios del mundo”. Todo ello, en la sintonía con la estrategia de un panturquismo, llevada adelante por Recep Endorgan, presidente de Turquía.

            ¿Puede entonces hablarse de paz en la región, cuando por parte de Azerbaiyán se propone una guerra genocida que, como tal, no termina con entrega de los territorios en disputa? ¿Se puede hablar de paz cuando Turquía, aliada a Azerbaiyán, aún hoy niega el genocidio armenio? ¿Puede a mundo hipócritamente hablar de paz, mientras vende armas a Azerbaiyán que se usan para violar pactos internacionales humanitarios? ¿Pueden aceptarse tratativas de cualquier tipo, si no se da, como hizo Alemania, que repudió al accionar genocida nazi y penaliza que se niegue el Holocausto sufrido por el pueblo judío y gitano? Argentina, no puede ignorar lo que dispone la “Convención para la prevención y sanción del delito de Genocidio”, convención de la ONU, que reprime “la instigación directa y pública a cometer genocidio”, con jerarquía constitucional en nuestro país, y en función de ello, debe propiciar que se cumpla lo determinado por la Convención, para poder hablar de negociar una verdadera paz en la región.

            No más genocidios contra el pueblo armenio.

Miguel Julio Rodríguez Villafañe
- Abogado y periodista de opinión. Ex juez federal. -