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EL CORDOBÉS QUE CASI DERROTA A JOE LOUIS
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A 70 años de la primera pelea entre César Brión y el mítico “el Bombardero de Detroit”, el repaso de una nota que el autor le hizo en 1996 a uno de los mejores boxeadores de peso pesado de Argentina.
Publicada el en Crónicas

“En mi lista (de los mejores pesos pesados argentinos) primero está Firpo, luego César Brión, un boxeador que hizo muy buena campaña en Estados Unidos y que llegó a pelear con Joe Louis, y tercero Bonavena, que era muy fuerte, sabía definir sobre la marcha y era muy pícaro sobre el ring”. (Juan Carlos Lectoure, en el libro “Díganme Ringo” una biografía de Oscar Natalio Bonavena” del periodista Ezequiel Fernández Moores).

 A los 11 años el muchacho alto y grandote que vivía con unos tíos en el barrio Inglés, empezó a forjar su físico de deportista cargando bolsas de verduras en el viejo Mercado de Abasto, en la Bajada Pucará. Unos meses más tarde –cuando trasladaron a su padre, que era empleado ferroviario- se radicó en Villa María, donde alternó los estudios con el trabajo de canillita, hasta que a los 15 años el destino lo puso sobre un ring.

“Un día había un festival de boxeo en la cancha de pelota paleta. Estaba viendo cómo podía entrar cuando se me acercó un muchacho tartamudo, que también vendía diarios, y me dijo que me fuera porque esa era su zona. Yo le contesté mal y empezamos a las piñas. Ahí nomás vino el promotor y nos dijo que si queríamos pelear nos pusiéramos los guantes y pasáramos adentro. Entramos y empezamos a darnos como locos, pero la pelea terminó en el 3º round porque, además de estar cansados, comenzaron a tirar moneditas de 5, 10 y 20 centavos, y nos sacamos los guantes para juntarlas. Luego me invitaron a entrenar y comencé a ir al gimnasio. Al principio pensé ´déjenme de joder, esto no es para mí´ pero después fui aprendiendo”.

Luego de 120 peleas como amateur, debutó noqueando a Juan Carlos Sanudo en la ciudad bonaerense de Tornquist el 1 de abril de 1946. Dos años más tarde se presentó por primera y única vez en el Luna Park enfrentando a Juan Urlich a cambio de 1.500 pesos (“en ese tiempo era una plata linda, así que agarré viaje y gané ampliamente por puntos”). Esa misma noche lo tentaron para probar suerte en Estados Unidos y al poco tiempo, con apenas 13 peleas como profesional, cargó sus ilusiones en un pequeño bolso y se fue a Nueva York enojado con las autoridades del Luna Park que, según cuenta, le pusieron trabas para que no pudiera lograr el título olímpico en Londres.

A pesar de pelear con un promedio de 86 kilos rápidamente comenzó a destacarse en la máxima categoría ganándose el apodo de “KO Gaucho” (“nunca quise que trascendiera porque algún día el boxeador se terminaría y ¿qué hacemos después?), aunque, a la hora del balance, sostiene: “Podría haber sido campeón mundial mediopesado, porque no tenía problemas para dar los 80,500 kg., pero desde un principio me hicieron pelear como pesado”. “Siempre me tocaba bailar la serenata con grandotes de 115 kilos, pero yo era muy rápido  técnicamente no hubo nadie que me tocara la oreja”, añade.

Con el corazón adelante

Aunque recuerda como su día de gloria el 5 de junio de 1951, cuando venció al campeón británico y europeo Jack Gardner en el White City Stadium de Wimbledon, su figura quedó asociada para siempre a las dos inolvidables batallas que protagonizó con el legendario Joe Louis, cuando ambos procuraban una chance por la corona mundial de los pesados que, respectivamente, ostentaban los morenos Ezzard Charles y Joe Walcott. El cordobés fue uno de los privilegiados que terminó de pie ante la potencia del “Bombardero de Detroit”, ya que de los 68 combates que ganó el estadounidense sólo 13 no finalizaron en nocaut (“No sé si fue tanto privilegio porque yo había ganado las dos peleas”, reflexiona Brión). Desde entonces el país entero lo reconoció con un título: “el cordobés que casi derrota a Joe Louis”.

Según recuerda nuestro comprovinciano “la primera pelea (29 de noviembre de 1950, en el Chicago Stadium, ganó Louis por puntos en fallo unánime) fue muy pareja, más bien a favor mío, pero cuando la vieron fulera para el negro los de mi rincón me dieron un pedacito de azúcar con una porquería adentro y eso me aflojó todo”. “La segunda (1º de agosto de 1951, en el Cow Palace de San Francisco, Louis ganó por puntos en fallo unánime) fue más fácil todavía. El negro se caía sólo y después del 7ª round mi manager (Hymie Wallman) me dio para tomar una mezcla de linimento con aceite verde y quedé como una embarazada, a tal punto que después de la pelea me fui directo al hospital. Lo que pasó es que en ambas ocasiones las apuestas favorecían a Louis y allá la mafia del boxeo tiene todo controlado. Mi única chance era ganar por nocaut, pero cuando me pichicateaban ya sabía que había que perder. Aun así les costaba trabajo, porque pichicateado y todo siempre peleé con el corazón adelante”.

“Desgraciadamente la dos peleas estaban arregladas de antemano. No sé qué hubiera pasado si yo le ganaba, en una de esas hoy estaría enterrado en Nueva York”, dice.

Brion admite que lo perjudicaron en momentos decisivos de su carrera y que eso lo convirtió en una especie de campeón sin corona. “Sí, algo de eso se siente, pero qué se le va a hacer… Cuando el remordimiento es grande el corazón se achica, y yo no quiero que se me achique el corazón. Estoy conforme con lo que me dio el boxeo, aunque si hubiera podido dejar la bebida cuando peleaba quizá podría haber sido otra persona. Siendo boxeador yo  tomaba mucho creyendo que eso me fortalecía”.

Después del último round

En 19 años como profesional Brión realizó alrededor de 70 peleas, siendo derrotado sólo en cinco ocasiones. “La única vez que perdí antes del límite fue en 1955, en Miami, contra un negro que querían llevar para arriba (John Holman). El tipo me tiró y el desgraciado de mi manager pidió que pararan la pelea. Ese día decidí dejar el boxeo. Había visto varios colegas que ya se habían ido para el otro mundo y le sentí mal olor. Tenía 42 años y quizá podría haber seguido peleando, pero no iba a arriesgar mi vida por unos malandras que apuestan 10 mangos para verme ganar o perder”.

Una vez retirado trabajo de cocinero, panadero, camionero, masajista y vigilante en el puerto (“No me dio tanto como le boxeo pero me mantenía. Cuando peleaba teníaa un salarito medio apretado. Ahora sí que se gana dinero en el boxeo, hay tipos que en tres peleas se hacen millonarios”). Desde 1986 está radicado en Villa María, donde vive solo porque, al igual que a Joe Louis, el matrimonio lo superó en dos ocasiones y sus cuatro hijos están dispersos entre Córdoba, Estados Unidos y Japón. Actualmente se mantiene con una pensión que mensualmente le llega de Estados Unidos y que recibe desde 1974, cuando se rompió los dos meniscos trabajando en el puerto (“Acá tengo mi casa, estoy tranquilo y bien de salud. No me falta nada ni tampoco le pido a nadie”).

Por las tardes son sagradas sus escapadas a la de del Club Sarmiento, donde anima largas charlas de café con sus amigos mientras recibe el afecto de los parroquianos que los han adoptado como un “visitante ilustre” del lugar. Confiesa que sólo de vez en cuando  mira algo de boxeo (“no existe la técnica que había antes, ahora el que pega más fuerte es el campeón. Si hoy pelearía, estaría bien clasificado, porque Tyson le duraría 2 ó 3 rounds a Joe Louis y yo le aguanté 20), mientras se queja de no poder realizarse en su nueva profesión. “Cuando vine a Villa María hablé con el intendente para ver la posibilidad de ayudar a la gente con masajes de rehabilitación, pero no me quiso dar ni la hora. Así que dije `me voy otra vez a Norteamérica y que Dios los ayude a todos`. Todavía me siento joven, así que pienso irme por un tiempo para ver qué pasa”.

Después de varios cortados y cafés, levanta su 1,91 metro, estrecha tímidamente su mano, como si tomara conciencia de que aquella derecha alguna vez casi tira al mismísimo Joe Louis, y –antes de la despedida- entrega una tarjeta personal con la que pasaría inadvertido para quien no supiera que su pasado lo consagró para siempre como una gloria de nuestro boxeo. “CÉSAR BRIÓN –masajista – instructor físico – gimnasia respiratoria – masajes glandulares a través de los pies”.

 Claves:

-Los guantes que Brión utilizó en su primer combate ante Joe Louis se los regaló al General Juan Domingo Perón: “Tuve la satisfacción de conocerlo. Me ofreció muchas cosas pero nunca quise mezclar política con deporte”.

-El boxeador cordobés acompañó a José María Gatica en su fallida excursión por Estados Unidos, cuando el mítico “Mono” fue noqueado por el campeón mundial de los livianos Ike Williams el 5 de enero de 1951. 

-Siverio César Brion falleció el 9 de julio de 2009. Tenía 84 años y estaba radicado en el barrio San Vicente de Córdoba, donde pasó sus últimos años. Su campaña profesional fue de 48 triunfos (21 KO) y 11 derrotas.

(*) Este artículo fue publicado originalmente en Show Sport Magazine.

Hugo Caric
- Periodista -