Sesenta personas sobre un escenario. Hombres de traje y corbata. Mujeres con túnicas coloridas. A la señal de la directora, el sonido envolvente de las voces llega a oídos del público. Sonidos graves y agudos. Cada nota se funde en una bella melodía que toma cada vez más fuerza. Los más experimentados, y los que recién comienzan, se vuelven uno. Suena el coro.
Todo comenzó hace dieciséis años, cuando Héctor Fernández presentó un proyecto que daría lugar al desarrollo y creación del coro de la Universidad Nacional de Río Cuarto. “A comienzos del año 2004 yo formaba parte del Coro Vocal Urbano, creado por el profesor Jorge Aguilar. Me pidieron que pusiera un aviso en la universidad donde se invitara a los interesados a anotarse para integrar el Coro Vocal Urbano. En función de mi larga experiencia como trabajador de la universidad, le dije que no lo veía factible, pero surgió otra idea: ¿por qué no imaginar que la universidad tuviera su propio coro? Le pregunté al profesor Aguilar si se animaba a escribir de manera concisa los puntos esenciales para armar un coro no profesional”.
Con el proyecto en sus manos, Fernández -por entonces docente e investigador de la Facultad de Ciencias Exactas, Físico-Químicas y Naturales de la UNRC- pidió una audiencia con el vice rector Oscar Spada, que apoyó decididamente la iniciativa. Con el acuerdo unánime de los consejeros superiores, se creó la Comisión de Coro, con representantes de cada una de las Facultades y de la Escuela de Arte, que al poco tiempo elevaron al Consejo Superior el proyecto de creación del Coro de la UNRC, que se aprobó en mayo de 2006. La primera directora fue Verónica Baldassare, que en noviembre de ese año comenzó con las pruebas y los primeros ensayos. “Se formaron tres comisiones para ensayar: una por la mañana, otra por la tarde y otra a la noche. Llegaba fin de año y decidimos hacer una presentación con apenas dos canciones que habíamos logrado aprender en tan pocas semanas: “Porqué cantamos”, de Mario Benedetti, y “Como la cigarra”, de María Elena Walsh. Unos días antes hicimos un ensayo general donde por primera vez se juntaron los tres grupos. ¡Y se produjo la magia! Como dice el dicho: “la unión hace la fuerza”, recuerda Baldassare.
En su primera presentación, la gran cantidad de coreutas que conformaban el coro produjo asombro entre los espectadores. Al abrirse el telón, el público al unísono exclamó: ¡wooo! Por primera vez se veía en Río Cuarto un coro de tal magnitud. “Éramos más de cien. Fue un poco caótico poner en marcha semejante maquinaria”, admite Cinthia Granado, una de las primeras coreutas, que desde 2008 se desempeña como asistente de dirección.
Ensayo y disfrute
El auditorio del Hotel Menossi es el lugar de encuentro donde los coreutas ensayan sus obras. El coro está compuesto por cuatro cuerdas: las mujeres se dividen en sopranos y contraltos; los hombres en tenores y bajos. Cada cuerda interpreta simultáneamente una melodía diferente.
Todas las semanas, cada cuerda realiza su ensayo particular y luego el coro se reúne para el ensayo general. Antes de la pandemia, quien ingresaba los jueves a las nueve de la noche al hall del hotel podía entregarse a los sonidos agudos de las sopranos y el suave acompañamiento de las contraltos o sorprenderse con la firmeza de las voces de los tenores y bajos.
Además del desarrollo de la actividad artística, el coro es un lugar de disfrute. “Los ensayos se vuelven un espacio de aprendizaje y crecimiento a nivel social y personal”, cuenta Andrea, que ingresó al coro en los primeros días, seducida por un afiche que la invitaba a cantar. Desde entonces no paró de recorrer escenarios. El coro realiza un promedio de veinte actuaciones anuales. Participa de actos académicos de la universidad y de diversos eventos, tanto en Río Cuarto como en la región. En varias ocasiones ha representado al país en encuentros corales internacionales. Brasil, Colombia y Perú son algunos de los países a los que el coro ha llevado su canto. “Los viajes son memorables. Cuando fuimos a cantar a Cusco, podía notarse la falta de oxígeno. Nos costaba cantar. Detrás del escenario donde cantábamos había un equipo de médicos con tubos de oxígeno”, cuenta Granado. Aquella experiencia resultó inolvidable: “Perú, en lo musical, fue maravilloso. Cantamos en la catedral de Cusco una mañana. Antes de comenzar la actuación se cortó la luz, así que cantamos a la luz de las velas. Fue impresionante. La gente se nos acercaba, venía y nos tocaba. Fue algo muy emocionante”, recuerda Granado.
Tras casi quince años de ensayos y actuaciones, el grupo ha vivido grandes experiencias. La noche del 24 de septiembre del año 2011, en el escenario del Teatro Municipal de Río Cuarto, las voces del coro se unieron a un ensamble de percusión para interpretar “Carmina Burana”, de Carl Orff. “Fue algo que nos marcó. Es una obra muy exigente vocalmente. El trabajo titánico que realizó el coro para poder abordarla fue majestuoso. Puedo decir que fue una de las mayores audacias que he tenido como directora”, admite Baldassare.
Otra actuación especial fue durante la clausura del Festival San Juan Coral 2013, en el auditorio Juan Victoria. Interpretaron el Réquiem de Mozart junto a coros nacionales, internacionales y orquesta, bajo la dirección del maestro Alejo Pérez. “Fue una experiencia musical inolvidable”, recuerda Andrea.
Cada actuación tiene un plus, pero algunas se vuelven recuerdos imborrables. En mayo del 2018, el campus de la UNRC se llenó de llenó de niños y niñas vestidos con guardapolvos blancos para conmemorar un nuevo aniversario de la Revolución de 1810. En un momento, más de dos mil alumnos de escuelas privadas y públicas de Río Cuarto y la región sumaron sus voces a las del coro para entonar la “Cantata por los derechos del niño”.
Los niños y niñas se ubicaron en los escalones del anfiteatro, bien juntitos, mirando con atención a Verónica Baldassera, que con sus manos inició el dulce sonido del piano y el saxo para luego envolver esos sonidos con las voces infantiles que elevaron al cielo las estrofas de “Cambiar el mundo”, de Alejandro Lerner, en otra jornada memorable en la que la universidad desbordó música y emoción.
Para Baldassera, dirigir esa cantata fue una experiencia muy movilizadora: “Más de dos mil niños cantando juntos fue el resultado de un intenso trabajo de varias semanas previas, en las que el Coro se trasladó a las distintas escuelas, en especial a las periféricas, de una realidad muy dura y con niños muy necesitados de todo. Trabajamos con las maestras de música y de grado. Ver el entusiasmo de los chicos por participar, la alegría que tenían porque iban a conocer la universidad. Cada encuentro en cada escuela es imborrable. Llegar desde la universidad a realidades tan complejas y a través de la música generar momentos de alegría, es único”, asegura emocionada.
A lo largo de los años, el coro ha compartido escenario con artistas de la talla de Jorge Fandermole, Opus 4 y los tenores del Teatro Colón. Han realizado conciertos de música sacra, música popular argentina y latinoamericana. “Es muy emocionante cuando viajamos al exterior y cantamos tango, que uno siente que es lo que más nos representa como argentinos. Poder llevar los colores de la universidad y los colores de la Argentina a otros lugares es maravilloso”, dice Granado.
Para los integrantes del coro, la pandemia implicó un duro golpe, pero no detuvo sus ganas de cantar. Cada integrante del coro grabó una canción en la intimidad de su hogar y esos videos fueron compartidos en las redes sociales bajo el título “Ciclo por la vida”. “Esta iniciativa le permitió al coro permanecer activo y tender puentes que acerquen a la gente en este tiempo de aislamiento”, reflexiona Baldassare.
El coro forma parte del programa Cultura, Arte e Identidad que depende de la Secretaría de Extensión y Desarrollo de la UNRC. Actualmente está integrado por sesenta personas, de las que la abrumadora mayoría -El 80 por ciento- pertenece a la comunidad universitaria, es decir, son estudiantes, docentes, no docentes y graduados. El año próximo el coro cumplirá quince años y el mejor festejo sería poder volver a cantar en un escenario con público.