Un encuentro virtual internacional del que participó el embajador argentino en Italia, Roberto Carlés, organismos de derechos humanos de Italia y Argentina y familiares de víctimas del terrorismo de Estado actualizó las gestiones realizadas en ambos países para evitar que tres connotados represores de la última dictadura cívico eclesiástico militar sigan disfrutando de una inmerecida libertad en el viejo continente. “Estamos pidiendo justicia y necesitamos que sea lo más completa posible. Argentina es un ejemplo en el mundo, porque tuvimos justicia en los tribunales, que es la mejor justicia”, dijo Vera Jarach, madre de Plaza de Mayo, a cargo de la apertura de la reunión, de la que participaron un centenar de personas.
Paradójicamente, en tiempos de lawfare y fake news, lo que dio pie a este nuevo pedido de justicia fue una notable investigación periodística realizada por nueve profesionales de medios de comunicación alternativos de España, Francia e Italia, que se propusieron ir tras las huellas de algunos ex represores de las dictaduras del cono sur afincados en el viejo mundo y descubrieron que en Italia viven al amparo del olvido tres represores: el uruguayo Jorge Néstor Troccoli y los argentinos Franco Reverberi y Carlos Luis Malatto.
« Son tres hombres ya ancianos. Viven en la provincia italiana y llevan una vida tranquila : van de pesca y se pasean por la rambla marítima. Pasan desapercibidos, hablan bien italiano y se han integrado en la comunidad. Nadie podría imaginarse que son buscados por crímenes de lesa humanidad cometidos durante las dictaduras suramericanas de los años setenta. Jorge Nestor Troccoli, que vive en Battipaglia, es un despiadado ex jefe de los servicios de inteligencia uruguayos acusado de la desaparición de decenas de militantes. En la provincia de Parma, el Padre Franco Reverberi celebra misa, es un sacerdote acusado de haber presenciado la tortura de los cautivos en un campo de exterminio en Argentina, mientras que Carlos Luis Malatto, es un ex teniente perteneciente a uno de los cuerpos militares más sanguinarios de la dictadura de Videla, hoy vive en una residencia exclusiva en Sicilia. Los tres llevan mucho tiempo en nuestro país [Italia] y a lo largo de los años la Justicia Italiana ha rechazado todas las solicitudes de extradición, pero ahora la situación está a punto de cambiar », comienza el reportaje publicado por el diario La Repubblica el 7 de enero último, que causó conmoción en Italia.
La investigación formó parte del proyecto « Huyendo del pasado » y obtuvo el premio mayor del programa Stars4Media, financiado por la Comisión Europea. Los nueve periodistas que rescataron esta historia del olvido son Elena Basso, Marco Mastrandrea, Alfredo Sprovieri, del Centro Permanente de Periodismo (Italia) ; Teresa García, Pablo Elorduy Cadiz, Alvaro Minguito de El Salto (España) ; y Robin DÁngelo, Lucas Chedeville y Caroline Varon de Streetpress (Francia).
Los fugados
Los represores descubiertos en su plácida vida en el viejo mundo tienen doble ciudadanía y pasan desapercibidos entre sus vecinos, que desconocen el gravoso pasado que los condena:
Troccoli, jefe de los servicios de inteligencia de Uruguay durante la dictadura en ese país, fue condenado en Italia por su participación en el denominado “proceso Cóndor” junto a otros militares de países latinoamericanos por su responsabilidad en el asesinato y desaparición de ciudadanos italianos. La fiscalía italiana pidió su prisión preventiva, pero ésta fue rechazada a la espera del fallo definitivo de la Corte Suprema, que se conocería a mediados de este año. Si la condena queda firme, el represor uruguayo -a quien la Justicia le retuvo el pasaporte y le prohibió salir del país- podría terminar el resto de sus días en prisión.
Reverberi es un sacerdote que sigue dando misa en Italia. Está acusado de colaborar como capellán militar del Ejército en los interrogatorios que bajo tortura se realizaban en el campo de concentración “Casa Departamental”, en Mendoza, durante el terrorismo de Estado en Argentina. Escapó a Italia en 2011 y un año después la Justicia pidió su extradición, que fue rechazada porque el Código Penal italiano no contemplaba el delito de torturas, que recién fue incorporado en 2017. En función de ese cambio en la legislación, en octubre del año pasado se presentó ante la Justicia argentina un nuevo pedido de extradición.
Malatto fue uno de los más activos represores de San Juan y está imputado por el asesinato de Armando Lerouc, la desaparición de su compañera Marta Sarof y el secuestro del rector de la Universidad de San Juan, Juan Carlos Cámpora, entre otros crímenes de lesa humanidad. En mayo de 2019, el ministro de Justicia de Italia, Alfonso Bonafede, autorizó la apertura de un proceso penal en su contra. La hija del matrimonio, Eva Lerouc, viajó a Roma poco antes de la pandemia para declarar en el proceso abierto en la Justicia italiana contra el presunto asesino de sus padres.
Memoria viva
Del encuentro virtual realizado esta semana participó Cecilia Sarof, ex secretaria general del gremio que nuclea a los docentes de la Universidad Nacional de Río Cuarto (AGD) y hermana de Marta Sarof, madre de Eva, que también fue parte del cónclave y trazó una emotiva semblanza de sus padres. “A mi papá le decían el flaco, por lo menos hasta antes de casarse”, dijo provocando las primeras sonrisas de ternura del encuentro virtual. La mujer, radicada en Mendoza, contó que su padre participaba del teatro militante, integraba la Juventud Peronista y se unió a la organización Montoneros. “Tenía 25 años cuando lo asesinaron y había empezado a militar a los 19”, reseñó. Recordó que tenía una imprenta en la que solía imprimir volantes de protesta y que en 1975 las fuerzas de seguridad allanaron su casa. Si bien él alcanzó a escapar por el patio de atrás, los uniformados se llevaron detenido a su suegro, Manuel Saroff, porque las máquinas estaban a su nombre. Lo tuvieron un mes incomunicado, acusado de ser un “alto jefe guerrillero”.
Ante el cierre del cerco represivo, la pareja huyó de Mendoza. El viajó a San Juan y ella, embarazada, a Buenos Aires, donde parió a su segundo hijo en abril de 1976. Cuando volvieron a verse en San Juan fueron emboscados por los militares, que asesinaron a Alfredo y secuestraron a Marta. Al poco tiempo, dejaron a su bebé en la puerta de la casa de los abuelos. Testimonios de sobrevivientes establecieron que Marta habría estado en el centro clandestino de detención “Papagallo”, en Mendoza. “Pudimos reconstruir parcialmente su historia gracias a los juicios. Hoy Malatto está imputado en Italia y nuestra utopía se hizo realidad porque vamos a obtener justicia”, concluyó Eva, entre lágrimas, retomando las palabras de Jarach, esa mujer valiente que perdió a su abuelo en Auschwitz y a su hija en Argentina.
Cecilia Saroff completó el perfil de su hermana Marta: “Ella estudió Ciencia Política y militaba en la Juventud Peronista, donde conoció a Alfredo. Eran militantes sociales y daban clases en una villa miseria. Eva nació en 1974 y el 16 de abril de 1976, poco después del golpe, nació Fernando. A Marta le hicieron una cesárea y ella sentía que la observaban todo el tiempo, así que apenas le dieron el certificado de nacimiento lo envolvió en una frazada y se lo llevó a un departamento en Buenos Aires”, reseñó. Precisó que el 20 de noviembre de ese año asesinaron a Alfredo y secuestraron a Marta. La pequeña Eva estaba con sus abuelos y al poco tiempo dejaron a Fernando en la puerta del hogar con una nota supuestamente firmada por Montoneros, que decía que ellos debían criar al pequeño. “En un primer momento pensamos que era cierto, pero Fernando cumplió un año y seguíamos sin saber nada de Marta. Entonces una compañera del Foro por los Derechos del Hombre nos contó de las cárceles clandestinas y los secuestros y nos fuimos enterando de toda la crueldad desplegada por los terroristas de la dictadura cívico militar eclesiástica”, apuntó Cecilia, que nunca más vio a su hermana, que tenía 25 años al momento de su secuestro.
Antes de terminar su relato, Cecilia compartió en pantalla algunas fotos de su hermana y su cuñado y otras de un mural realizado por los estudiantes de Ciencia Política de la Universidad Nacional de Cuyo. También de un centro de estudios que lleva el hombre de su hermana. “Marta está en nuestra memoria, nunca la vamos a olvidar y vamos a seguir pidiendo justicia y buscando la verdad. Necesitamos saber qué hicieron con el cuerpo de Marta”, concluyó.
Jorge Ithurburu, presidente de la organización de derechos humanos “24 de marzo”, hizo de anfitrión y traductor de los abogados de la familia Lerouc en Italia: Arturo Salerni y Francesca Sassano, quienes explicaron las vicisitudes técnico-jurídicas de los procesos abiertos en Italia. Ambos destacaron que, más allá de la posibilidad cierta de que este año comiencen los juicios contra los represores en Italia, ello no supone un obstáculo legal para que también sean juzgados en Argentina.
“Escuchar estos testimonios nos ayuda a comprender la dimensión del horror vivido y seguir adelante con estos procesos”, admitieron. Y agradecieron la presencia y acompañamiento del flamante embajador argentino en Italia, el jurista Roberto Carlés, quien ratificó que tras la asunción del presidente Alberto Fernández las políticas de memoria, verdad y justicia volvieron a ser prioridad en la agenda del Estado argentino.